Para Aguslop, quien desde el primer día me recibió con los brazos abiertos, y que me deja mensajes cada vez que lee los capítulos, llenos de tanto entusiasmo, que me hace continuar, nena eres una gran persona...
En la cocina de casa, Bella se encontraba colocando las verduras, las latas, el pan, ¡dios!, ¿por qué tenía ella que ser tan inútil en ese hábitat?; la palabra cocina y Bella en la misma frase nunca se habían llevado bien.
Se había puesto cómoda, un pantalón vaquero corto y una camiseta enorme de su hermano
Emmet, iba descalza y su pelo recogido en una trenza casi deshecha.
Estaba concentrada colocando el resto de los productos cuando sonó el timbre. Bien pensó, demasiado pronto, y ella no había tenido tiempo de arreglarse. Bueno ya no había remedio. Acudió a abrir la puerta y ahí estaba él, magnífico, guapo hasta reventar con cualquier idea, perfecto, pelo revuelto,corbata aflojada y dos botones de la camisa desabrochados, la chaqueta quitada y colocada sobre el hombro, su mano sobre el quicio de la puerta. No podía ser que ese especímen estuviera allí para ella, y sobre todo para cocinarle. Le dedicó una sonrisa radiante, dejándole ver todos sus pequeños y perfectos dientes.
Edward se la quedó mirando desde la cabeza a los pies, descalza, la cosa empezaba bien, subió por sus piernas largas, firmes, bien torneadas, y llegó hasta sus muslos, ¡precioso recorrido!, miró su entrepierna, siempre que lo hacía Bella contraía sus piernas, y el pensaba en mil y una cosas que no debía.Vio su camiseta enorme y sus senos dibujados bajo ella, se relamió lentamente los labios. Cocinar, había que concentrarse en cocinar. Siguió subiendo la mirada hasta su cara y la vio con cara ¿de qué?
Tenía una ceja levantada, se mordía el labio y uno de sus pies golpeaba el suelo.
Bella: Bien señor, espero que haya disfrutado de las vistas, me gustaría haber aprobado el examen, la cocina estaba contra mí y no he tenido tiempo de buscar algo más ¿cómo era? ¡ah! interesante que ponerme, sin embargo espera y verás lo que tengo preparado para ti.
Y dicho ésto alargó el brazo, lo agarró por la camisa y lo acercó hacia ella, haciendo que entrase en su casa. Cerró la puerta y volvió a mirarlo, ¡dios ese hombre estaba hecho a conciencia!, no había nada que cambiar ni en su cara, ni en su cuerpo, ni en ninguna parte.
Bella: ¿Has sido bueno? Edward: Un ángel.
Bella: ¿Cuántas mujeres han estado hoy contigo?
Edward: Sólo una, era la esposa de un accionista, tenía más de 50 años y tres hijos, son un matrimonio perfecto y ejemplar, y no me interesaba nada de nada. Bella: ¿Cuántos besos hay en esa cuenta que tenemos a medias? Edward: Tantos que me he perdido.
Bella: Pues si no tienes inconveniente podríamos empezar a rebajar esa cuenta.
Edward no pensó en nada más, como si hubiera estado esperando permiso y cumpliera con agrado una orden la atrajo hacía sí; una mano en su cadera, la otra en su nuca, ninguna posibilidad de dejarla escapar, sediento de ella, ¡qué dios lo ayudara!, podría pararse el mundo y el seguiría besándola. Acercó su boca a la de Bella, sin cerrar los ojos, mirando los suyos, dentro de los que siempre podría verse reflejado. El contacto con esa boca siempre era igual, “estar en casa”; apretó la mano que tenía en su cadera, y como si Bella entendiera su lenguaje, ella abrió su boca para él.
El beso fue una explosión, un cúmulo de sensaciones, un ataque a los sentidos, poder de anticipación del uno hacia el otro, ganas incontroladas durante horas. La lengua de Edward no daba tregua a la boca de Bella paladeando su sabor, una Bella que no rechazaba nada.
La mano que estaba sobre su nuca bajo hasta su trenza, quitando la gomilla que la sujetaba y deshaciéndola esparció su cabello suelto por su espalda enredando su mano en él.
Bella le rodeo el cuello con los brazos, ronroneando al mismo tiempo en su boca.
Edward gimió roto y la estrechó aún más. Si las cosas seguían así no habría cena, no habría control, no habría posibilidad de parar, el sólo era un hombre.
Bella comenzó con sus manos a acariciar su cuello haciendo círculos con sus dedos, y una de sus manos trazó un rastro a través de su camisa, bajando y subiendo hasta llegar al lóbulo de su oreja.
Edward decidió que era el momento de entrar en la cocina y para no ser brusco separó despacio su boca.
Edward: ¿Este beso equivale a uno o a varios nena?, porque si es sólo el primero me vas a matar.
Bella estalló en risas
Bella: Tengo que advertirle Sr. Cullem que soy buena aprendiendo si quien me enseña se toma interés.
Edward: Seré el maestro más dedicado que hayas tenido princesa, pero soy muy exigente, así que te haré repetir muchas veces los ejercicios.
Bella acarició su mandíbula con ambas manos y besó su nariz, lo agarró de la mano y lo condujo hasta la puerta de la cocina, tomó la chaqueta y la colocó sobre el respaldo de una silla. Se acercó nuevamente a él, tomó primero uno de sus brazos y comenzó a remangar una manga de su camisa, luego hizo lo mismo con la otra.
Bella: Listo, empieza la parte divertida, colocando un delantal sobre Edward y haciéndole un enorme lazo sobre la espalda. Se separó de él y leyó lo que ponía éste “TENGO LA SARTEN POR EL MANGO”.
Edward bajó la cabeza mirando el delantal y los dos comenzaron a reírse sin control.
Bella lo besó en los labios, ese fue lento y corto, muy corto pensó Edward, y lo llevó hasta la nevera abriéndola y mostrando su contenido.
Bella: Este es tu reino, puedes elegir lo que quieras, como de todo.
Edward intentó ignorar ese comentario dicho fugazmente, que ella además había dicho de manera inocente, pero su polla lo tradujo rápidamente poniéndose aún más dura. Si salía vivo esa noche de casa de Bella sería un milagro.
Edward: ¿Qué tal te llevas con las ensaladas?
Bella: Bien, muy bien, se dejan hacer fácilmente, no protestan y las compro cortadas y envasadas, me gustan de colorines, son bastante mas divertidas.
Edward: Muy bien nena, pues a por ella, yo prepararé una pasta con nata.
Bella soltó un ¡hummmm! que a Edward casi lo tira de espaldas. El fregadero ¿donde estaba?, manos al agua eso le aliviaría, espaguetis, olla, sal, laurel, orégano, se repetía en su cabeza para no pensar en ella y en ese ruidíto que lo estaba matando.
Ruíditos, ¿cómo serían esos ruiditos de Bella bajo sus caricias?, ¿cómo gemiría cuando el chupara sus pechos?, o ¿cuando mordiera suavemente su clítoris? Oh no, otra vez no. Aceite, nata, pimienta …...
Bella le acercó algunos ingredientes y lo miró extrañada. Bella: ¿Te pasa algo?
Edward: No nena solo pienso en todo lo que me hace falta, no quiero decepcionarte la primera vez.
Bella: Díme lo que necesitas y te lo alcanzaré.
Edward volvió a analizar la frase díme lo que necesitas, estalló en risas, esto iba a ser difícil muy difícil.
Preparar la cena en esas condiciones fue tortuoso y cómico a la vez, y la cena, sentados uno frente a otro, demasiado juntos llegó a pensar Edward, quien a esas alturas ya no recordaba que habían comido. Verla enrollar los espaguetis en el tenedor, doblar levemente su cabeza, abrir la boca, esa preciosa boca y llenarla con la comida, relamerse los labios, masticar despacio. Volverse loco era fácil al lado de Bella y ¿ella seguía tan fresca?
Justo después de recoger la cocina empezaría un ataque y no pararía hasta excitarla tanto como él lo estaba, no pararía hasta conseguirlo. Quizá después de eso tendría que salir corriendo de aquel manicomio pero lo haría,no pararía hasta hacerla gemir con sus caricias.
Bella:Ven
Lo cogió de la mano y lo llevó hasta el saloncito. Era pequeño pero muy acogedor. Un enorme sofá verde claro de espaldas a la ventana y reposando sobre una alfombra crema, presidía la habitación. Las paredes pintadas en color marfil. En un rincón un pequeño oasis de macetas naturales, una estantería enorme, hacia las veces de biblioteca cargada de libros, apunto de hacerla estallar; otro pequeño mueble soportaba una televisión, un vídeo y un aparato de música; un sillón individual en color crema oscuro parecía ser el refugio de Bella, porque mantenía la forma de su cuerpo hundido, señal de los muchos momentos que pasaría en él. Al fondo una mesa de cristal con seis sillas de hierro forjado y encima de ella, a un lado libros, apuntes, lapiceros y un ordenador,m su pequeño rincón de estudio.
Bella: Siéntate donde quieras; sé preparar café, al menos eso dicen quienes me conocen, lo probaron, no murieron y han vuelto.
Edward la besó en la frente, reteniendo leves segundos su boca en esta y susurrándole.
Edward: Si me tratas de esta forma, no querré irme jamás aunque tu comida sea insufrible. Te advierto que tengo mucho aguante.
Bella: Pues quiero decirte algo, las niñas buenas se duermen a las 12, así que tendrás que arroparme antes de marcharte.
¿Arroparla?, si ella supiera que durmiendo junto a ella jamás la arroparía con nada que no fuera su propio cuerpo.
Bella se fue hacia la cocina y él la vio mover ese precioso culo que lo hacía delirar. Bien se sentaría en el sofá, “sitio para dos”, espacio, plan de ataque. Desabrochó un botón más de su camisa, necesitaba las manos de Bella sobre su cuerpo, necesitaba algo de paz, aunque luego siguiera por su cuenta exigiendo más y más.
Miró el reloj 2 horas, faltaban dos horas para las 12, 2 horas de adelantar y frenar, empezar y parar. Quería que confiara el él, no apresurarse, dejarla que ella tomara la iniciativa, pero desear hacer eso y conseguirlo eran cosas muy diferentes.
Bella entró en el salón con una bandeja y sobre ella dos cafés y un plato con unas galletitas de chocolate. Lo apoyó sobre una mesita auxiliar con ruedas y la acercó hasta el sofá.
Bella se arrodilló en el suelo, como una geisha
Bella:¿Cómo lo tomas?
Edward: Con poca leche, sin azúcar.
Bella; Aprende, yo solo, con mucha mucha azúcar.
Edward: Empiezo a aprender cosas de ti verdaderamente interesantes. ¿Y esas galletas?
Bella: Ahora te las daré a probar. Las hace la madre de mi amiga Thelma y son un manjar para los dioses.
Edward: ¿Quieres engordarme?
Bella: Puede que así ninguna mujer se fije en tí. Edward: Ven aquí nena.
Ella se acercó hasta sus rodillas y el la tomó, de la mano y la colocó sobre su regazo.
Edward: No hay galleta más exquisita que tu boca, ni ninguna mujer en mi mundo más que tú. Bella se acurrucó contra su cuerpo sabiendo que en ese momento comenzaría la magia, algo nuevo para ella; lo deseaba, no podía engañarse, y al mismo tiempo no saber, no poder controlar las cosas, le aterrorizaba. Pero esta vez sería valiente, se dejaría llevar, un poquito, solo un poquito, quizás lo que hubiera detrás de esa línea que ella jamás había cruzado no fuera nada para temer tanto.
Edward se acercó a su oído y de forma divertida le dijo
Edward: ¿Cómo lo hacemos?, ¿En qué orden princesa? Bella se encogió ¿de qué hablaba Edward?
Bella: ¿A qué te refieres? Edward: ¿Café, galletas y beso?
Bella no pudo contenerse y su risa le dio hipo,... otra vez la misma historia.
Edward pensó que era perfecto empezarían con el beso, hasta dejarla sin aire. Y así lo hizo. Esta vez su mano estranguló el cabello de Bella, echando su cabeza hacia atrás y tomó su boca abierta por la risa en asalto. Al principio no hubo delicadeza, su boca mordía y chupaba la de Bella con desesperación, devorándola, inundándola con su lengua, cada día era más dulce.
Bella no rechazó ninguno de esos ataques, muy al contrario correspondió a todos y cada uno de sus movimientos. Edward atrapó con cuidado un pecho de Bella,masajeándolo lentamente, pellizcando levemente su pezón con sus dedos, deseosos de mas, lo acunó con sus manos.Fue hacia el otro notando como Bella encorvaba su cuerpo para facilitarle el acceso.
Bien eso estaba muy bien, su preciosa princesa estaba disfrutando con sus caricias, eso era lo único que el deseaba, que ella sintiera placer, todo el placer del mundo que el pudiera darle. Subió poco a poco su camiseta hasta dejar sus pechos al aire, y siguió acariciándolos, no quería que estuvieran desatendidos ni un solo segundo.
Bella mordió la boca de Edward, sentía calor, y todo su cuerpo estaba envuelto en una bruma de electricidad; su vientre temblaba con pequeñas convulsiones, y entre sus piernas se iba generando un cosquilleo que pasó de ser ocasional a continuo y le hacía apretar sus piernas para sentirse aliviada.
Edward dejó su boca para saborear su cuello, una piel tan suave como la de un bebe envolvía a esa mujer, su mujer.
Mordisqueó flojito su cuello, su clavícula y levantó la cabeza para mirarla. Bella tenía los ojos cerrados como quien sueña con algo hermoso, su boca entreabierta.
Fué hasta su boca y habló sobre ella.
Edward: Tocame nena, acariciame como yo a ti. Siénteme.
Bella subió las manos hacia la parte entreabierta de la camisa de Edward, tocando suavemente su pecho, extendiéndola las manos y pasándolas despacio por su piel cálida, rozando con la yemas de los dedos el bello de su torso, sedoso y rizado.
Impulsivamente descendió para seguir desabrochando la camisa con una sola mano, mientras que Edward desesperado atacaba uno de sus pechos con la boca, primero lamió solo rozando, notando como Bella arqueaba su cuerpo sutilmente, moviendo sus hombros al hacerlo; era como un baile sensual que Edward no soportó abriendo su boca y mordiendo su pecho tan despacio que era una agonía.
Bella tembló de placer, no supo donde empezaba y donde terminaba cada baibén de corriente, una corriente que invadía su cuerpo desde la cabeza a los pies, y su vientre, ¡dios su vientre!, parecía querer estallar.
Edward volvió a su boca y se acercó a hablarle al oído, mientras una de sus manos iniciaba un camino lento entre sus senos, bajando por su vientre y se paraba en su ombligo haciendo círculos.
Edward: No te asustes nena, solo voy a acariciarte, dejáme que te de un poquito de la magia que tengo para ti, solo un poquito. Prometo parar si eso es lo que quieres.
Asintió con la cabeza, sus ojos aún cerrados y su boca apretada, como quien no sabe lo que espera.
Edward suavizó su boca acercando la suya, hablandole a sus labios.
Edward: Relajate princesa, necesito verte entregada a mi, necesito saber que lo deseas tanto como yo.
Y mientras que le hablaba su mano iniciaba un camino hacia su pubis, rozando la tirilla de sus braguitas, ahuecando su elástico con los dedos, introduciendo su mano, sintiendo su calor. Sus piernas estaban demasiado cerradas; saco nuevamente su mano y acarició sus muslos por su parte interna, consiguiendo así que estos se abrieran, subió por su pubis con la palma abierta, rozando, arrantrándola por entero, notando sus braguitas algo húmedas. El paraíso, su paraíso. Bella estaba disfrutando con sus caricias. Metio nuevamente su mano separando la prenda de su coño y como quien no sabe como es de inmenso el tesoro que se puede encontrar, toco lento, despacio, hasta llegar a su clítoris. ¡Joder!, ésto iba a ser un infierno, quemarse así mismo. Pellizcó una, dos, tres cuatro veces y en cada una de ellas sintió sus dedos resbalarse en torno a su centro, maravillado de su suavidad, de como endurecía aquella pequeña redondez.
Edward: Eso es nena, sienteme princesa. Quiero que notes como puedo despertar cada una de las partes de tu cuerpo.
Notó los temblores de Bella en su mano y en su boca, la oyó gemir y tragó en seco un gemido que reverberó en su garganta, llegando hasta sus entrañas.
Las respiración de Bella era rápida, su boca aún más abierta, totalmente presta a su invasión, las manos de Bella aferradas al pelo de su pecho, era tan hermoso que costaba trabajo mirar hacia otra parte. Pero quería ver, necesitaba ver sus manos acariciándola. Resbaló sus dedos más abajo, teñidos de los flujos de placer de Bella, hasta la entrada de su coño donde introdujo un solo dedo. Su pequeño coño, tan caliente que quemaba sus dedos y los hacía sentirse invasores en una tierra maravillosa.
Notó como se estrechaban los músculos de su vagina ante tal invasión y lo movió lentamente en círculos impidiendo así que se cerrara. Ya no había tregua, Bella soltó un gritito que lo incitó hasta los límites de un animal. Mordió sin piedad su boca, para luego capturar su lengua y chuparla con ansia.
Bella no creía lo que estaba sintiendo, no creía ser capaz de soportar aquello. Si eso eran caricias, y venían muchas más cosas ella moriría. Lo oyó entre gemidos sordos decirle que confiara en él, que no temiese.
Edward: Mi amor, no me pidas que pare, déjame solo darte un poco de mi, solo un poco.
Esas palabras se repetían en la cabeza de Bella que sentía como su cuerpo se negaba a no recibir todo lo que le estaba ofrenciendo.
Su mente en huelga sin poder pensar ante las sensaciones en todos sus sentidos, su cuerpo en guerra luchando por recibir más, ¿quién podía negarse ante esa maravillosa tortura?
No esperaba nada más, no sabía que estaba por llegar cuando sintió como Edward introducía otro dedo cambiando el movimiento de los mismos. … Hacia dentro hacia fuera y repetía y volvía a acomenter contra ella.
No supo como ni cuando sus manos soltaron el pecho de Edward para resbalarse a ambos lados del sofá, aferrándose a él, estaba segura de que se caería, eso era estaba cayendo dentro de algún lugar que no conocía.
Edward no perdono, sabía que ella estaba cerca, no tenía ni idea de cuanto tiempo tardaría en llegar, pero lo lograría. Supo pronto y con certeza cuando Bella no podría resistirlo más, pues notó clavar sus pies sobre el sofá y elevar su cuerpo buscando el final. Como un puente, con una curbartura perfecta, en una sintonía mágica contra su mano Bella se elevó arqueándose entera.
Bella: ¡Dios!, ¡Dios!
Edward: No Bella, no soy dios mi amor, soy Edward, pero sería lo que tu quisieras nena.
¡mirame!, ¡mirame!.
Y ella abrió los ojos hechizados, embrujados, fundiendolos en los suyos, oscuros como la noche mas cerrada. Ojos en los que el pudo ver su placer, su deseo, su inocencia, su primera vez de ese éxtasis que solo el le había dado.
Edward: Ahora y siempre nena, ¿me oyes? Solo yo ahora y siempre.
Y todo estallo para Bella, como una ráfaga lenta, atravesó por entero su cuerpo, hundiéndola en olas bravas, medias, lentas, suaves, acariciando la orilla. Y todo su cuerpo cimbreo hasta quedar desmadejada. No sabía de donde salían aquellos ronroneos, no era consciente de quien los hacía, estaba concentrada en poder respirar.
Edward sacó los dedos de su interior que se negaban a dejar aquel lugar cálido. Se los llevó a la boca y como quien lame el cielo, queriendo que no se acabe, chupo una y otra vez. Si ese era su sabor, que el cielo lo protegiese. Supo que siempre y en cualquier lugar tendría hambre de ella. No quiso prestar atención en ningún momento a su cuerpo si lo hacia estaba perdido.
Se incorporó del sofá llevándola en brazos para acostarla. No sabia donde estaba su dormitorio.
Edward: Nena te llevo a la cama, falta poco para que den las 12 y las niñas buenas duermen a esa hora. Dime donde esta princesa.
Le indicó la puerta con la mano y el la llevó hasta su cama. La dejó con mucha suavidad sobre ella y para no molestarla, la tapo con la mitad de la colcha. Besó su frente, sus ojos cerrados, su nariz, sus labios y susurro sobre ellos.
Edward: Por mucho que lo intentes Bella, no sabrás jamás cuanto te quiero.
Encendió la luz del baño,entrecerrando algo la puerta del mismo y se marchó dejando atrás el infierno y la gloria.
nos quieres matar o queeeeeeeeeeeeee, madre mia edward va a a acabar con ella... aunque a veces el alumno supera al maestro... besos guapisima
ResponderEliminarANIIIIIIIIIIIIIIIII diosssssssssssssss voy a morirrrrrrrrr!!!!!!!!!! ME ENCANTOOOOOOOOOOO ESTUVO GENIALLLLLLL... al igul que Bella yo soy un desatre para la cocinaa.. la primera ves que invite a mi ex a comer el cocinaba xq no se hacer nada salvo las ensaladas como bellaaa..que coincidenciaa y justo mi capiii.. jajajaja pero bueno no siuio la velada igual que de estos dosss.. ya que buenoo mi exx no era Edward.. jajajaj
ResponderEliminarAniiiiiiiiiiiii genialll me suer encantooo el capi que me dedicasteee te adoroooooooooo..
BESOTESS ENORMESSSSSS AGUSLOP ( me voy a leer los otross)
aniiiiiiiiiiiiiiiiiii omggggggggggggggggggggggggggggggg uffffffffffff q calor aniii gracias gracias cari
ResponderEliminarRuíditos, ¿cómo serían esos ruiditos de Bella bajo sus caricias?, ¿cómo gemiría cuando el chupara sus pechos?, o ¿cuando mordiera suavemente su clítoris? Oh no, otra vez no. Aceite, nata, pimienta …...
ResponderEliminarBella: ¿Te pasa algo?
Edward: No nena solo pienso en todo lo que me hace falta, no quiero decepcionarte la primera vez.
y despues de esto ya me he quedado muda bella se larga a la cama despues de su primer orgasmo antes de las 12 como laas ninas buenas y edward despues de todo esto a matarse a pajas a casa no??bueno voy a ver que pasa en el proximo cap
al final no se tomaron ni el cafe ni las galletitas jajajja
OMG OMG OMG OMG ! aniii me quieres matar o queee?
ResponderEliminarDemoniosss quede sin uñas !
Gracias ani y Hanvry el blog esta demuertee y ni que decir del fic !
lo dicho esa cena, prometía mucho, claro tantas dobles intenciones que Edward se dijo tenía que hacer algo para dejarla a ella igual de caliente que él.
ResponderEliminarMadre de dios, han pasado de ese café y directos a darle el primer orgasmo de su vida a Bella, eso sí luego él se ha tenido que ir a aliviarse a su casa porque claro no se ha podido aliviar como él quisiera. Pero Bella ha visto las estrellas totalmente, ahora que ha probado va a querer mucho mucho más.
ani, wow jajajaja si que estuvo buena la cena y mas el postreee jajajajajajajaja a que manera de ser una primera vez, me mataste otra vez lo juro jajajajaja, pero le sigo que ya estoy mas que enganchada, y aqui sin arpias lo cual es lindo pero insisto que es lo que hara la loca mayor??? vale, veamos que sorpresa me tiene el siguiente capitulo, besos guapa tq!!
ResponderEliminarQue capitulo me gusto mucho que Edward solo quisiera complacer a Bella sin pensar en el,lo que me hace gracia es que no respetan ni una sola regla el amor y el deseo les desborda,ponen las reglas como par tardar en que ocurran las cosas y en la primera ocasion ...simplemente no pueden
ResponderEliminarme encanto fue perfecto este CAP. DE VERDAD!!!! y solo penso en complacerla a ella y no a {el cada vez me enamoro mas de este hombre
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