miércoles, 21 de marzo de 2012

Capítulo 45 …”Nadie ocupará mi lugar”...




Esta dedicatoria quisiera hacerla para alguien que aunque no conozco, me hace sentir bien con sus comentarios, puedo identificarla como Clarisse y sin duda siempre está espectante ante la progresión de los personajes. Gracias por todas y cada una de tus palabras, significan un apoyo incondicional a la hora de escribir. Espero que sigas disfrutando de la historia. Ah espera, y no te pierdas el cuento final. 


… 


- ¿Todo ésto es para mí?. 


- Pensaba que podíamos compartirlo, pero si tenéis las dos mucha hambre, me conformaré con mirar. 


Dio unas pequeñas palmadas contra la cama para indicarle que se sentara junto a ella. 


- No seas tonto, podemos comer los tres y sobrará seguro, pero ha sido un acierto que prepararas tanto y tan variado. Estoy hambrienta. Si sigo a este ritmo dentro de nada necesitaré una grua para moverme. 


- Bien, iré encargando una. 


- No te rías de mí, no me hace gracia pensar que me podré gorda e insoportable, que no podré ni abrocharme los zapatos, y que para levantarme de un sillón tendré que hacer juegos malabares. 


- Nena ¿por qué te gusta mortificarte?, tú no estarás gorda solo embarazada. El hecho de pensarlo sencillamente me resulta excitante. Imaginar que lo que llevas en tu vientre es mío hace que mi imaginación vuele a lugares que tú y yo conocemos. No puedes ser insoportable, eres la criatura más dulce que he conocido jamás y será estupendo poder hacer cosas por tí. Ayudarte con los zapatos, darte masajes en los pies, relajar tu espalda, servirte de apoyo ¿qué otra cosa puedo hacer además de esperar? 


Bella lo miraba con los ojos abiertos de par en par mientras que Edward hablaba e iba colocando una bandeja para dos sobre la cama y se sentaba frente a ella para tomar el desayuno. 


- ¿Harás todo eso por mí? 


- Haría mucho, todo, pero me imagino que no me dejarás, así que tendré que conformarme con hacer aquello que tú no puedas. 


- Creo que te has vuelto loco, y quizá sea mejor así. No me gustaría pensar que el embarazo me convierte en una mujer dependiente, y mucho menos caprichosa, aunque pensándolo bien sería estupendo poder compartir contigo todo el proceso. 


- No sueñes con que pueda ser de otra forma. Quiero que tengas claro algo. El que tú lleves a nuestra princesa en tu vientre no significa que yo sea pasivo a todo lo que está ocurriendo. Quiero formar parte cada día de lo que te ducede. Me gusta ver como le hablas, pero disfrutaría mucho más si también puedo oir lo que le dices. Quiero saber lo que sientes, como lo sientes. Tu cuerpo cambia y eso nadie mejor que yo puede percibirlo, pero también quiero formar parte de lo que piensas, de tus miedos o de tus momentos de ternura. Quiero ser parte de tu milagro Bella, es mío también y solo puedo hacerlo a través de tí. 


- Estupendo, no pienso privarte de nada, así que empezaré por la primera lección del club de los embarazados adjuntos. 


Edward sonrió y puso un gesto de atención completa, cruzó sus brazos. 


- Dispara, no pienso perder detalle. 


- A tu preciosa hija le apetecen a cualquier hora los zumos, y esas tostadas francesas son su delirio. No es muy amiga de los revueltos pero sin embargo tiene una intensa predilección por las fresas con helado. En cuanto a los cereales y las galletas las prefiere con chocolate. No muestra demasiado interés por el café sin embargo salta de alegría ante el queso con nueces. 


- Entendido, he tomado nota mentalmente de todo, por lo que puedo deducir, que mi parte del desayuno está a la izquierda de la bandeja. 


Bella miró con atención y curiosamente todo por lo que mostraba preferencia se encontraba a la derecha. No podía ser que Edward hubiera acertado en la colocación de los alimentos. 


- ¿Cómo lo has hecho?. 


- Nena llevo pendiente de lo que comes hace semanas. 


¿Hasta dónde llegaba el amor incondicional de Edward?. Sintió pudor y tapó su cara con sus manos. Nunca llegó a pensar que podría merecer tener alguien a su lado como él. 


Edward retiró con ternura las manos de su rostro. Era un lujo sorprender a Bella con aquellas pequeñas cosas que para él no significaban ningún esfuerzo, sino un enorme privilegio, poder atender todas y cada una de sus necesidades. 


- Eh mírame, no te escondas. Princesa desde el primer día, desde que nuestros ojos se encontraron cambiaste mi mundo. No podría explicarte cómo, pero sí lo que me haces sentir. Me gustaría que algún día entendieras lo que significas en mi vida, ahora lo que siento por las dos no tiene medida y no dudo que cada día será mayor. 


Subió su cara lentamente y dos lágrimas hicieron acto de presencia, como dos preciosas joyas transparentes, un regalo de emociones que no podía contener. 


- Lo siento, no se que me ocurre últimamente pero todo se hace grande muy dentro. 


Se incorporó sobre sus talones y besó su frente, su nariz y sus labios brevemente. 


- Y no debe preocuparte nena, aquí estoy para que esas cosas grandes, las vivamos juntos. 


Volvió a sentarse sobre la cama, las hormonas de su mujer estaban revueltas, igual que lo estaban los huevos con bacon, y su mundo experimentaría demasiados cambios durante los siguientes meses. Ya había sido testigo de alguno de ellos y estaba más que deseoso por asomarse a los siguientes. Nunca Bella le había parecido tan vulnerable como en esos momentos. Aunque ella no llegara a comprenderlo para él era extraordinario poder estar presente en cada uno de ellos. 


- Si no recuerdo mal mío es el cafe y el revuelto. Vamos cariño, te necesito fuerte, tenemos trabajo pendiente. 


- No sabía nada de eso, ¿qué trabajo?. 


- Lara nos ha proporcionado fotografías de todos los invitados a la cena. Querías saber sus nombres y reconocerlos y es lo que vamos a hacer. Iremos viendo sus rostros y haremos un pequeño estudio de ellos, de los que has visto alguna vez, los demás solo quiero que te fijes en ellos y que sepas que tipo de gente es, si puedes confiar en ellos o no, aunque ya sabes que no estarás sola en ningún momento. 


-Bien entonces acabemos con esto cuanto antes. Tengo buena memoria. 


Cuando lo dijo miró inmediatamente a Edward. Memoria, ¿qué decir de ella cuando aún no había recuperado parte de su vida anterior?. 


- No te hace nada bien ahora pensar en lo que aún no ha vuelto. Te aseguro que entre la Bella de antes y la de ahora solo existen huecos en tu mente, en tu pasado, porque no has dejado de ser la persona especial que eras ni un solo segundo y por sí tienes alguna duda, te quiero cada día más. Eso me hace recordar algo que borraste inmediatamente anoche de mi memoria siendo una mujer hechicera. Nublas todos mis sentidos y tengo la sensación de que las cosas quede quiero, las que me gusta compartir contigo siempre las dejo a medias. 


- ¿De qué hablas Edward?, menudo galimatias. 


- Espera y verás. 


Vestido tan solo con un pantalón vaquero dejando su torso al desnudo y sus pies descalzos, su pelo revuelto y aún mojado, aquel hombre caminaba con la destreza de un felino. El ogro, se había vuelto un ser erótico para Bella que no comprendía que podía estar sucediendole a su cuerpo cada día, para que su deseo no se completara jamás. Lo vió mover sus pies grandes por la habitación y fue entonces cuando se preguntó en que momento había llegado hasta allí, hasta la cama. No conseguía recordar nada después de varias horas de amor continuo. Sin embargo su cabecita si le permitía el acceso a los momentos vividos, a las caricias diabólicamente estudiadas con que su hombre había conseguido una y otra vez llevarla a la cima de montañas que el hombre no podría jamás descubrir por sí solo. En su memoria, esa que no le daba permiso para revolver en el pasado, si tenía presencia permanente el presente y era allí donde ella formaba parte de todo lo acontecido. Su sudor, el olor, el cuerpo de Edward, sus besos y su voz. Las palabras no habían sido dichas con la boca sino con el corazón y en ocasiones las promesas se habían proyectado en sus ojos. 


Lo vió regresar, no aparecía nada diferente para su pesar, porque en esos momentos hubiera deseado verlo desnudo ante ella y devorarlo como al más rico de los manjares. ...Bonito desayuno, pensó y se enrojeció como una flor que se ilumina cuando el sol la baña de pleno. 


- Algo que no tengo intención de tardar mucho en descubrir colorea tu cara hermosa. 


- Callate la boca. 


- Bien, será entonces otra la forma de conseguir que me lo digas. 


- No lo haré te pongas como te pongas. 


- Ya lo veremos, pero ahora quiero mostrarte algo. 


Sacó de su bolsillo una cajita pequeña. Y la abrió ante sus ojos. Hubiera querido captar con algo más que su retina la cara de Bella en ese momento. Una mezcla de asombro, curiosidad, ternura y enfado, eran más que suficiente para derretirlo en ese mismo instante. Su corazón parecía ser demasiado afortunado por tener que cuidar a dos niñas a la vez, una grande y otra muy pequeña aún. 


No la dejó articular palabra cuando comprendió el chaparrón de ellas que se le vendría encima. 


- Espera, espera, no tan deprisa mi pequeña fiera. No luches por decir que no antes de saber que quiero y para quien es. No he olvidado que no querías regalos, pero jamás nombraste que mi niña pudiera recibirlos. Yo no oí nada al respecto. Lo siento creo que esta vez tu no eres la protagonista. 


Guiñó un ojo de forma canalla y victoriosa. Bajo aquella expresión había muchas cosas y Bella no estaba dispuesta a luchar con un contrincante tan poderoso, al menos no con palabras. 


- Con ésto quieres decir que harás lo que desees, cuando lo desees, donde lo desees en nombre de nuestro bebe. 


- Lo has entendido a la perfección chica lista. 


- Has hecho trampa y muy grande y eso me hace tomar medidas a mí también. 


De forma burlona y con tono socarron sonaron sus siguientes palabras 


- No tengo la menor idea de a qué te refieres. 


- ¿ A no?. Bien no solo has utilizado a tu hija, sino que además son unos pendientes igual a mi estrella. ¿Puede saberse que parte no entiendes?, no te consideraba corto de inteligencia. 


La miraba encendido de pasión, con los ojos oscuros de deseo y como respuesta, su pequeña gata le contestaba con el mismo anhelo. Esa mañana iba a ser tan generosa en placer que temblaba solo de pensarlo. 


- No pienso discutir contigo. Puedes hablar hasta el agotamiento, en tono enfadado o dulce intentar convencerme con frases que no te conduciran a nada, hasta que comprendas que no hay vuelta atrás, que esta batalla la he ganado yo, que puedo y quiero tener detalles con mi hija comparables a todos los que su madre no me permite. Cuando te canses yo seguiré aquí junto a tí, sonriendo porque nada de lo que digas podrá hacerme cambiar de idea. 


Tomó los pendientes de la cajita sin miralo. Muy despacio uno primero, el otro después los puso sobre sus orejas, para luego levantar la mirada cargada de emoción. Las palabras que vinieron a continuación, eran todas las que Eward esperaba, ella no daba tregua a su extraordinaria imaginación, y él disfrutaba cada segundo de esa bendita mujer. 


- Mi hija me comunica que son preciosas, que tendrá que esperar como 18 años para llevarlas puestas. Me otorga un permiso total para lucirlas, pero... (se acercó a su boca, levantando con los dedos su barbilla y mordiendola suavemente), su madre necesita urgentemente otras formas de rendición. 


Con el primer contaco de su boca sobre su mandíbula Edward había cerrado sus ojos para escuchar y sentir como un ciego, ávido de sentir sus labios por todas partes. Las palabras se habían convertido en una oración y aquella mujer, escucharía todas sus plagarias. 





… 





Se le estaba haciendo eterno. Pareciera que las horas no pasaran, que el tiempo se hubiera detenido para ellos y que el momento para encontrarse nuevamente, se hubiera marchado para siempre. 


Volvió a mirar el reloj y desde el sofá dirigió su mirada hacia el vestíbulo. Se sentía relajado al pensar que Marlena no podría entrar en su apartamento, no aparecer de imprevisto y arruinar los momentos que estaba deseando vivir junto a Dorothy. Le había dejado claro aquella mañana que no seguiría siendo miembro de su macabro juego, le había manifestado abiertamente que no solo se retiraba de la partida, más allá incluso que se había dado cuenta de su gran error al permitirse formar parte de él. La cerradura de la puerta había sido cambiada y sin duda alguna eso constituiría un mensaje más que claro para ella. 


Sabía que llegaría el enfrentamiento con ella en cualquier momento. No tenía duda alguna al respecto. Marlena utilizaría todas y cada una de sus estrategías para intentar nuevamente inclinar la balanza hacia su lado, pero él tenía demasiado claro el futuro, su futuro junto a Dorothy, y eso era algo que le preocupaba más aún. Cuando Marlena se viera sin posibilidades al respecto improvisaría a cualquier aliado y en su mira no faltaría la presencia de Dorothy. 


Oyó el timbre de la puerta y un impulso lo hizo saltar y acudir rápidamente hacia ella. Había llegado el momento que tanto había esperado. Algo dentro sintió que no fue de su agrado. Volvió a mirar su reloj y comprobó la hora. Por mucho que deseara que Dorothy llegara aún no había llegado el momento, por lo que quien estuviera detrás de la puerta no era a quien esperaba. Abrió intentando controlar algo de la decepción que su rostro dejaba ver y desaliñó algo su cabello. No quería dar la imagen de estar esperando visita. 


- Creí que no estabas, has tardado demasiado. 


- Buenas noches Marlena, tus visitas empiezan a ser demasiado constantes e inesperadas. No creí nunca que un rechazo fuera tan efectivo. 


Mientras hablaba la vio entrar sin mirarlo a la cara. 


- Me imagino que también has recibido la invitación de la familia Cullem y su parodia para presentar públicamente a esa mujer. Cada día me sorprende más la manipulación que están sufriendo todos ante esa insignificante. 


- Esa, como tú la llamas es legalmente la esposa de Edward Cullem. Sino me equivoco la dueña de sus bienes y de sus sentimientos y si aceptas aún algún que otro buen consejo, deberías empezar a tratarla con todo el respeto que puedas reunir. 


- Jajajaja, esa querido no es más que una cazafortunas, y su hermano se acerca a esa definición. Han llegado cambiando lo que desde hace mucho debería ser de otra forma y no pienso quedarme de brazos cruzados. Cuando la pasión se acabe, yo estaré ahí esperando, y deberías ser algo más inteligente y no quedarte en la barrera mirando sin estar de ninguna parte. Eso solo te hará aún más insignificante. 


- Es todo lo que pretendo en estos momentos ser precisamente insignificante. Me gusta esa definición que me has dado. Cuanto más pequeño menos espectadores. 


- Sinceramente no puedo entender qué o quién te ha hecho cambiar tanto. Empiezo a pensar en ella como una gran mujer aún sin conocerla creo que la admiro, ha conseguido en nada de tiempo que comas de su mano. 


- No tengo intención alguna de compartir contigo nada relativo a ella. Pero si quiero que sepas algo y que no lo olvides. En mucho tiempo es lo único limpio, lo único sincero y real que permanece a mi lado por mí, por como soy, y no pienso dejar que nada lo estropee. 


No podía dejar de pensar que los minutos se estaban consumiendo y que en cualquier momento Dorothy podía hacer acto de presencia. El encuentro no sería nada agradable, pero mucho menos lo sería si Marlena pudiera descubrir que su hermana no sería un aliado con quien contar. 


- No puedo creer que te hayas enamorado, sinceramente ¿qué os está pasando a los hombres?. Las mujeres no hemos significado nunca nada para vosotros, somos como pequeños trofeos en vuestras vidas, cada vez que una nueva entra en vuestro radar le daís una despedida a la anterior sin que los sentimientos entren en juego. Y ahora todo es diferente, así como por arte de magia. 


- Marlena hay una cosa llamada amor que quizá no contenga tu diccionario, pero que es real y existe, así como el respeto,la dignidad, la necesidad y el deseo. Quiero pensar que no las conoces porque tienen sustitutas, en tu caso el interés, el poder, el dominio y una finalidad concreta, pero creeme, no tienen comparación. Prefiero pensar que no has tenido la oportunidad de conocer nada de lo que estoy hablando, eso no te haría tan frívola. Y ahora, si no es mucho pedir ¿a qué has venido?. 


- Suena como si me estuvieras echando. 


- No me agradaría tener que hacerlo pero estoy esperando a ese alguien tan especial. 


- ¿Una cita romántica? 


- Todo lo que me esté permitido aunque se que mucho menos de lo que quisiera. 


- Te lo está poniendo difícil y eso es lo que te tiene atado a ella. Sin duda alguna admiro a esa mujer sin conocerla. 


- No tienes ni idea de lo que estás hablando y esta conversación no nos lleva a ninguna parte. 


- Sinceramente este nuevo papel de hombre enamorado defendiendo a su dama desconocida te va a la perfección. 


- Marlena no sigas tentando tu suerte. Estoy intentando no ser grosero pero me lo estás complicando. 


- Ya sé que no puedo contar contigo para otras cosas, pero había pensado que una cena como amigos, aquí en tu apartamento, relajados y hablando de otras cosas nos vendría bien a los dos, para que comprendieras que estoy dispuesta a aceptar tus cambios. Pero ya veo que no ha sido buena idea, pareces estar completamente cerrado a todo lo que venga de mí. Esperaba también que fueras mi pareja en esa cena, pero veo que no es una buena idea. 


- No no lo es. 


- ¿Te acompañará ella?, me muero por conocerla. 


- No. 


-¿La escondes?,no es un buen comienzo James. 


Su expresión cambió por completo. Endureció cada una de sus facciones y tuvo que hacer control de sí mismo para no pedirle respeto al dirigirse a ella. Recordó cada una de las palabras de Dorothy para que ninguno de los dos fuera descubierto y eso le hizo no perder la poca paciencia que le quedaba. Instintivamente volvió a mirar el reloj comprobando que la hora había superado con creces el momento de encontrarse. ¿Dónde estaba Dorothy?, ¿por qué se retrasaba?, ¿qué podía haber ocurrido?, y por otra parte pensó que era mejor así. 


- Sin duda querido tu mejor humor no es hoy para mí. Creo que tu cita se está retrasando y eso me hace pensar que puede haberse arrepentido, lo que me da opción a intentar que cambies de opinión y que te replantees una cena con una vieja amiga. 


Lo dijo seductora, acercándose de forma lasciva hacia él. Mordía sus labios y su lengua lamía los mismos de una manera que a James le pareció grotesca. 


Apoyó sus manos contra su pecho y acarició con sus dedos su torso. Se pegó a su cuerpo sintiendo un cuerpo inmóvil y estático, pero no cedió en sus intenciones. 


- Vamos James, estoy aquí, puede ser divertido y hasta diferente si así lo quieres, no te estoy pidiendo nada que no hayamos hecho antes. 


Ahora envolvió su cuello con sus brazos y selló sus labios con los suyos. 


La primera intención de James retirarse, pero curiosamente dejó que lo besara. Quería comprobar a ciencia cierta lo que ya sabía. Ningún beso de Marlena sabía a cielo, ningún acercamiento podía compararse a lo que sentía cuando Dorothy y su timidez lo hacían preso de querer más. 


No esperó demasiado y la retiró con suavidad. Necesitaba que su rostro y sus gestos le indicaran claramente que no había sentido nada, que todo había acabado entre ellos, que no suponía ninguna tentación y que incluso no tenía que hacer ningún esfuerzo para retenerla. 


Y Marlena pudo entenderlo en sus ojos, pudo leer ese mensaje que no esperaba y que la enfurecía por dentro y la helaba por fuera. 


- Estás jugando conmigo demasiado duro, espero que no te arrepientas James, hay determinadas cosas que no son fáciles de olvidar. 


No contestó, solo la miró fijamente esperando que comprendiera que no habría más palabras, que por su parte todo estaba dicho. 


La vió dirigirse hacia la puerta y cerrarla con demasiada brusquedad. 


Ahora solo importaba que el encuentro con Dorothy no ocurriera en el exterior, que por un casual.... 


Tomó el teléfono rápidamente y marcó su número. Un solo tono. 


- No te preocupes cariño, he visto su coche aparcado delante de tu puerta. Dejala puerta abierta estoy a tan solo unos pasos. 


Hizo lo que le pedía sin hablar. En unos segundo la veía entrar y cerrar tras de sí. 


Estaba ruborizada y agitada. Sus ojos lo buscaron y sus manos encontraron el interruptor de la luz del vestíbulo. La apagó. 


- No digas nada por favor, no se tan siquiera si tendré valor para hacer lo que estoy pensando. Dime solo una cosa. 


Allí en la penumbra ambos, cada uno con pensamientos diferentes y deseos iguales. 


Sabía lo que le preguntaría y no pensaba mentirle. 


- ¿Te has acostado con ella? 


Su voz sonó aturdida, esperando la negación absoluta. 


- No. 


- Necesito saber que no ha ocurrido nada James, si es necesario mienteme. 


- No te mentiría jamás. No me he acostado con ella, no siento nada por ella, pero me ha besado. 


Silencio. 


- No he sentido nada preciosa nada, solo pensaba en tí. 


Sintió sus pasos ligeros y fue hacia su encuentro. Dos cuerpos que se unieron buscando lo mismo, ahogar la desesperación por estar juntos, abrazados. 


- No hubiera podido soportarlo. 


- Yo no deseo otros besos que no sean los de tu boca. 


- Besame James. 


Estrelló sus labios a los de esa mujer tan transparente que no recurría a juegos para decirle lo que necesitaba. Sintió el temblor entre sus brazos y tembló junto a ella. Ahí estaba todo lo que necesitaba, toda la magia que había estado esperando durante horas, todos los momentos que había imaginado se recogían en un beso. 


Pudo notar sus pequeños dedos enrollarse en su pelo y acercarlo más a su boca. Separarse y agitadamente susurrar. 


- Hueles a ella. 


- Lo siento yo... 


No lo dejó continuar. Tomó su mano y juntos fueron hasta el dormitorio. No hubo palabras solo gestos que iban indicando sus acciones. Fue quitando los botones de su camisa y quitando su propia chaqueta, para después besarlo tiernamente. 


- Preciosa todo ésto no es necesario. 


- Schhh, no se hasta donde seré capaz de llegar James, pero no me detengas por favor, no ahora, no me rechaces. 


La tomó por la cintura y la acercó fuerte contra sí. La besó despacio, saboreándola, sus labios primero, el interior de su boca después, necesitaba todo, pero no le exigiría nada. Llegaría hasta donde ella quisiera, aceptaría lo que quisiera darle porque todo su corazón lo estaba reclamando a gritos. 


- Lo que tú quieras, lo que puedas darme será más que suficiente. 


Sus manos ahora se deslizaban por su espalda, acariciando torpes y nerviosas, buscando una fórmula para no parecer inexpertas. No quiso pensar en lo que no sabía hacer, prefirió dejarse guiar por sus instintos, por ese deseo que la llevaba a querer a cada paso un poco más. 


Las manos de James se encontraron levantando su sueter y soltando su pelo. Las dirigió ahora hacia el broche de su sujetador y la miró esperando una aceptación, un sí por respuesta para estar piel con piel. No encontró ni rechazo ni negación, sino todo lo contrario, la verdad de una mujer que clamaba por encontrar todo lo que no sabía como buscar. 


Volvió a repetírselo. 


- Hasta donde tú quieras. 


No supo como pudo articular aquellas palabras, pero salieron desde dentro, esperando ser aceptadas. 


- Lo quiero todo James, pero no sé como darlo. 


Y James supo lo que necesitaba, lo mismo que él anhelaba, hacerla suya. No había nada entre ellos en ese momento más que necesidad y deseo y algo grande que se abría camino a pasos pequeños y que no había mejor forma que dejarlo crecer en la intimidad. 


- No quiero que dejes de mirarme, de sentir mis manos acariciarte y de necesitar mis besos tanto como yo deseo los tuyos. Sé que te pido demasiado pero no tengas miedo, no de mí. 


Respondió con la voz entrecortada. 


- Solo tengo miedo de mí, no sé si sabré estar a la altura. 


Y volvió a sellar su boca, esta vez haciendo notar como su polla excitada y dispuesta acariciaba su vientre. 


- Sienteme, eso lo haces tú, mi cuerpo no te miente y en cuanto a lo que siento por dentro, te diré que no lo había sentido nunca. 


Todo su cuerpo se estremeció y se relajó en sus brazos. No tenía muy claro lo que pasaría, lo que sería capaz de ofrecer, pero no estaba dispuesta a no formar parte de la belleza que James le estaba ofreciendo. 


Demasiado claro para james sin embargo se encontraba el resto de la noche. No la tomaría, no invadiría un cuerpo que estaba en esos momentos perdido en la confusión. El amor podía manifestarse de tantas formas, como nombres diferentes tenía su deseo en esos momentos. Sería un tiempo para caricias, un tiempo para reconcerse para amarse con besos tiernos que hablaran de ternura y otros desesperados que no dejaran de mostrar la necesidad. 


- Eres demasiado importante para mí. No aquí, no es esa cama. 


Y la sonrisa dulce de Dorothy escondida en el hueco de su cuello, suspirando sobre él como la niña que ha conseguido todos sus propósitos, todos sus sueños, como una ángel abatido por el amor completo, fue suficiente para ambos. 


Desnudos en silencio, escuchando el sonido de sus besos, su respiración, rozarían el cielo como hacen los adelescentes con miedo, antes de tomar las armas para la más preciosa de las batallas. 





… 





- ¿Cómo crees que reaccionarás cuando la tengas frente a tí?. 


- Emmet prefiero pensar que le queda la suficiente verguenza como para no asistir a la fiesta, pero de no ser así creo que no es tan valiente como para enfrentarse a todos nosotros. 


- Siempre tienes que contar con esa posibilidad, que aproveche el hecho de estar en público para montar algunas de sus escenas. Por lo que conozco de ella no podría decir que está precisamente equilibrada pero si que es una magnifica actriz. 


- No pienso discutir eso contigo, no cabe la menor duda que necesita ser adorada, pero ya no es tan joven Emmet. Algunas mujeres utilizan esos trucos cuando se sienten poderosas, divas o diosas de la belleza, ella ya no es quien era. Mi padre ahora ha encontrado un lugar, su lugar, donde realizar los sueños que siempre deseo, y una familia y felicidad. Mi hermano Edward no es un niño desesperado por el afecto de su madre y en cuanto a mí, que puedo decirte, nunca la conocí realmente, no recuerdo su rostro más que a través de una fotografías. Edward se encargó de llenar todas sus ausencias, quizá porque las había vivido antes, y aprendió, porque lo hizo con dedicación. No podría jamás reprocharle nada. 


- Solo quiero que tengas mucho cuidado, eres muy despistada cariño, desapareces con mucha facilidad, antes que pueda darme cuenta estas fuera de mi alcance y no se como podría evitar que estuvieras en peligro. 


- Vamos Emmet adoro que muestres tu preocupación por mí, pero la casa estará llena de seguridad. No será Edward el que deje un solo centímetro sin cámaras o sin personal que sepa que ocurre en todo momento. 


- Los baños no tiene vigilancia, ni cámaras y las mujeres pareceis tener predilección por ese kugar. 


- Jajajajaja, no puedo prometerte restringir cualquier tipo de necesidad, pero te aseguro que cuando sea imprencindible te lo haré saber. 


- ¿Lo harás? 


- Te doy mi palabra. No quiero ni pensar la cantidad de instrucciones que recibirá la pobre Bella, la compadezco. Todavía está por ver que no la obligue a aparecer en una urna de cristal acorazado. 


- No es solo Bella Alice, ahora también es su bebe. No dejo de sentir una satisfacción enorme y al mismo tiempo todas las corazonadas que pueden ser adversas me persiguen. 


-Eh vamos, no me gusta hacer de valiente porque no lo soy. Hablemos de como se sentirá tu padre entre gente que no conoce. 


- Charli no tendrá problemas, es una persona muy sociable, conoce muchos temas de conversación interesantes, pero lo mejor de todo es su buen ojo para elegir a sus interlocutores. Una sola mirada y puede saber si debe o no ser miembro de un interloquio interesante. 


- Ya me gustaría a mí tener ese don, no sabes cuantas veces me he equivocado en mi elección. 


- ¿A si? y ¿cómo eran esos afortunados?, ¿guapos?, ¿jóvenes?. ¿interesantes?... 


- Jajajaja Emmet dejalo estar, todo ellos eran unos plastas pero adoro esa forma celosa de referirte a ellos, tendré que jugar un poco esta noche. 


La tomó del brazo suavemente y la acercó hasta estar a escasos centímetros. 


- Y yo adoro que me provoques de esa forma sabiendo que no lo harás, porque si te veo utilizar solo un poquito de las armas que posees con otro te aseguro que te secuestraré y serás duramente castigada. 


- ¿Castigos Emmet? 


Sonrió ante su pregunta. 


- Creo que empezaré ahora mismo a coquetear con los camareros, no puedo esperar. 


Era un pequeño duende travieso y jugueton que al volar libre podía volverlo loco y que sin embargo al que cuantas más alas le daba, más enamorado se sentía. 





… 





Acaba de besar su boca, de marcarla y marcarse con su sabor. La había dejado en ropa interior sin querer mostrarle el vestido que luciría y que no le cabía la menor duda sería una vez más una locura perfecta de Alice solo para dos. Había abrochado el mismo sobre su cuello el cierrre de la cadena de su estrella y colocado sus pendientes, esos que Bella había bautizado como préstamo de su hija. 


Las últimas horas pasadas junto a ella en la cabaña, quedarían grabadas en su memoria para siempre. Pocas palabras pueden decirse a dos piezas que pueden mover el mundo con sus deseos. Pero sus cuerpos se habían comprenetrado mejor que nunca. Parte de él había sido redescubierta por Bella, redefinida de tal forma que ambos eran mucho más que un complemento. Las necesidades saciadas, los sueños cumplidos, y el amor siempre creciendo. 


Su cuerpo como olas bravas, su piel como pétalos abriendose y dejando su aroma por todas partes, sus ojos como espejo, dejando ver cada vez con más claridad. Ternura y devastación frente a frente, pequeñas treguas otorgadas para el otro, amor dejando paso al deseo y éste complaciendo hasta nuevamente dar paso al amor. Sin ningún protagonista, todos al mismo tiempo otorgandose los beneficios de ser importantes a la vez. 


Miró sus manos las mismas que habían acariciado su pelo y las olió. Bella estaba en todas partes de su ser. Como la luz del día en cada rayo de sol, y en la noche en cada destello de luna, incluso en las noches oscuras siendo su guía. En las aguas de un lago mansas y tranquilas o en las olas del mar altas y embravecidas, pero también en los ríos altos que saltan a los valles para dejarse reposar en los océanos.Era puro calor del desierto ye el oásis que lo vencía, la brisa cálida que adormece y el frío interior que nace si ella no estaba.La fuerza para caminar juntos, el miedo a no tenerla, el dolor y la cura. 


Cerró los ojos y pudo verla casi escuchar su voz cuando tan solo horas antes se entregaba y entregaba tanto que era doloroso casi mirar, oir sus gemidos y sus palabras exigiendo. Darlo todo y calmar la sed de ambos. Bella era la vida, su vida. 


- Todo listo, ¿preocupado?. 


- Espero no tener que estarlo Lara, sabes lo que hay en juego.Esta familia hoy será el punto de mira de muchos y en particular habrá quienes acechen cada de uno de nuestros movimientos, eso debe estar presente en cada uno de nosotros, pero sobre todo en el equipo de seguridad. Quiero hacer de éste un día especial para Bella, quiero que todo el mundo conozca lo que significan para mi ella y su embarazo, lo que ha supuesto para esta familia tenerla entre nosotros. 


- Sé prudente Edward, elige tus palabras, no propagues el incendio indebidamente. Se todo lo que sientes, pero no dejes que éstos, tus sentimientos ganen la batalla a tu inteligencia. Si remueves en sus heridas les dolerá aún más y eso puede no ser recomendable. 


- No están heridas Lara, jamás les hicimos daño, se lo hicieron así mismas. Eligieron vivir vidas oscura, prohibidas, llenas de odio y de venganza, de dolor, de ambiciones y poder. Nadie las obligó a ello. Mi madre tuvo muchas oportunidades, tantas como un hombre enamorado puede concederle a la persona que significa todo para él y mucho más si unes las que un niño entregaba sin recibir respuesta. Y respecto a Marlena ¿quieres decirme cuando le di motivos para pensar que estaba interesado en ella?. Nunca llegó a parecerme siquiera una mujer hermosa y su carácter era lo más dispar de lo que yo pudiera desear en una mujer. 


- Edward, los hombres a veces no provocáis, aunque te parezca complicado entenderlo son muchas las ocasiones en las que un rechazo es aún más poderoso. No quiero ni contar los que Marlena ha recibido de tí, eso te hace incluso más deseado. 


- Lara, ¿estás insinuando que provoqué sus acciones? 


- No puedo culparte por ser quien eres Edward, no cambiaría nada de tí. 


- ¿Podríamos cambiar de tema?, ella ha dejado de ser una mujer insistente, ahora es mi enemigo. 


- Y por eso debes actuar con inteligencia. 


La voz de Alice interrumpió la conversación de ambos, oyendose a lo lejos sus palabras de cortesía para Petter y Charli. 


- Estáis guapísimos, todo el mundo estará pendiente de vosotros. 


- No tienes porque ser tan generosa conmnigo. 


- Oh no Charli, no es generosidad, creo que te convertirás esta noche en uno de los acompañantes favoritos de cualquier hermosa mujer y si me permites también uno de los míos. 


- ¿ Cuántos piensas tener? 


- Al menos dos, contaba contigo también Emmet. 


Las sonrisas llenaron completamente el espacio. Al menos Alice estaba relajada y eso era importante. Sus mujeres no tenían miedo. 


- Edward, Bella bajará en un momento. La he dejado luchando con sus tacones. Quiero advertirte de algo. Está preciosa y espero que seas capar de controlar cualquier impulso asesino contra mí cuando la veas. Me ha costado mucho convercerla de que ese vestido tenía dueña. 


- Alice, tú y tus consejos me estáis matando. 


- Yo lo diría de otra forma, “mis consejos están haciando que os multipliquéis” 


Le guiñó un ojo y lo besó en la cara.... 


Unos tacones repicaron contra el suelo, lentos pero decididos, firmes incansables. Volteó la cabeza y lo que vió le dijo para siempre que jamás estaría preparado para los sentimientos que Bella despertaba en él. 


Una diosa de fuego rojo, parada al final de la escalera, con tacones sin medida conocida del mismo color. Las curvas de su cuerpo, esas que también conocía, en baile lento con el vestido, acariciando y venteando su piel tersa y dorada. Un escote que parecía no tener fín entre sus senos que se escondían avergonzados del público espectador y protegían su estrella. Unos tirantes que parecían competir por desaparecer. 


Tragó saliva antes de levantar sus ojos para mirar su cara. Si eso había sido el principio de su inspección no tenía ni idea de cual podría ser el final. 


Volvió a sorprenderlo. 


La diosa más endiablada del universo. 


Sobre aquella belleza tan excepcional de su rostro, había un maquillaje perfecto para la ocasión. 


Su preciosa gatita, su niña había sacado sus armas de fiera. Ojos de gata salvaje, cuello firme, hombros rectos y una boca de la que ya se encargaría mas tarde comer todo aquel carmín rojo que lo estaba llamando a gritos. 


Dos estrellas brillando en sus orejas, teniendo presente su defensión. 


Sus ojos, para él dulces y de espera, de comprensión y autorización por su disfraz, le dijeron todo lo que necesitaba saber. 


Esa mujer que estaba delante de él, había tomado la decisión de luchar en el mismo campo de batalla que sus enemigos, provista con las mismas armas, portando en su fuerza el signo de la victoria y avisando de su falta de piedad. 


Nadie haría daño a su vida, a su amor, a su familia... “NADIE OCUPARÁ MI LUGAR”.