Capítulo 53
II Parte
… y solo quedaríamos uno frente a otro y nuestra necesidad de rodillas ante nuestro amor...
No sé en qué momento decidí decirle adiós a la lógica y recibir con los brazos abiertos al instinto. Algo de forma asombrosa me había hecho desear ser por momentos un hombre como Edward, para llegar a satisfacerlo con todas mis ganas.
Mi mente parecía estar recorriendo lugares nada explorados por mí, porque siempre había sido presa de sus fantasías cada vez que éstas iban apareciendo, pero deseaba llegar a aquellas que sabía le costaría mostrar.
De un movimiento ágil y rápido me escapé de su acorralamiento. Si conseguía hacer realidad mis pensamientos, Edward sin duda probaría de su propia medicina.
Me siguió con pasos firmes haciéndose presente detrás de mí con cada pisada, como un depredador acechando cada uno de los movimientos de su presa.
_ ¿Qué buscas?
Fue todo lo que llegué a oír antes de verme sentada en su sillón con sus brazos apoyados a cada lado del mismo y su cara muy cerca de la mía.
Si supiera lo que estaba pensando seguro que la guerra estallaría mucho antes de lo que yo pretendía, pero no tenía más alternativa que preguntar.
_Edward, ¿tienes algún preservativo?-su cara inexplicable-.
_ Cariño, ¿me has entendido o lo repito?
No hubo respuesta en su boca pero sí en sus gestos que afirmativamente señalaban con la cabeza, mientras sus manos abrían el cajón de su escritorio para dejarme ver un pequeño puñado de ellos.
Y la duda y los celos se lanzaron sobre mí igual que una araña se lanza contra un insecto cuando la atrapa en su red. ¿Pero celos de qué?.
Observé detenidamente el cajón y no sé por qué aquellos objetos me resultaban familiares.
La sonrisa de Edward y su contestación me sacaron de momento de aquel túnel de olvido.
_ Quizá no lo recuerdes pero son tuyos. Tienes un armario lleno de éstos.
- Mejor me lo explicas luego.
Creo que a estas alturas, Edward no concebía aún el fin de mi maldad, aunque sinceramente no se que otra cosa podía estar pasando por su imaginación, pero la mía solo atendía a un llamamiento...”pónselo con la boca”...
Qué atrevida es a veces la ignorancia.Oímos hablar, comentamos, leemos y pensamos que somos capaces de hacer cualquier cosa, pero ¿y por qué no?. Supuestamente en la boca solo tenemos dientes y lengua, está claro que no usaría los primeros en un lugar tan delicado. Era de esperar por tanto que mi lengua tendría que hacer la mayor parte del trabajo.
Y de esa forma, sin llegar a pensar demasiado en mis movimientos, en las condiciones que me harían fallar, bajé lentamente la cremallera de su pantalón mientras le pedía amablemente que abriera el pequeño paquetito que contenía un arma de placer para ambos.
Triunfo fue lo que mis ojos reflejaron cuando ví los de Edward. No había duda que estaba cumpliendo algo tan deseado como aparentemente imposible para él de cumplir.
Y como una gata melosa y recelosa a la vez, mi cara acarició su miembro para luego estirar la mano, quitarle de la misma el preservativo, introducirlo en mi boca y acercarla hasta su polla. Muyyyyy despacio, como a cámara lenta. Quería que disfrutara de cada uno de los gestos de mi rostro, de mi boca.
Tomé aire profundamente y mi lengua apoyada en la longitud inferior comenzó a estirarse hasta que mis labios llegaron a la base de su polla.
Ohhhhhhh, bravo, sentía como pequeños aplausos sonaban en mi interior agasajándome por mi buena actuación. Pero lo mejor vino después.
Lentamente Edward retiró su miembro de mi boca, quitó el preservativo y agarrándome la cara continuó matándome.
_ Nena, por el amor de dios, hazlo otra vez.
Ahora no eran aplausos, sino vítores los que oía. Quería que lo repitiese y yo lo haría cien veces si el me lo pedía.
Y esta vez, con el camino más que recorrido, sabiendo que no había estado nada mal, lo volví a hacer. No tenía ni idea de la seguridad que producía creer que puedes aunque no tengas ni la más remota idea y aún sí lograrlo.
Esta vez me permití el lujo de mirar la cara de Edward durante el proceso.
Todos los santos se habían quitado los hábitos y estaban delante nuestra allí presentes. Edward era lucifer, yo su fiel servidora y el infierno estaba ascendiendo a los cielos mientras los dos nos amábamos arriesgándolo todo. Y no me detuve hasta que su polla rozó mi garganta y Edward cerró los ojos para abandonarse a mi placer.
Había vencido al ogro, y toda su furia ahora era mi poder, o al menos eso pensaba.
_ Esa boca tuya será mi perdición.
Si había creído en algún momento que doblegaría o sometería la voluntad de Edward, que lo tenía a entera merced, que claudicaría para dejarme vencer, estaba profundamente equivocada.
Edward era imprevisible y aunque yo conociera parte de sus reacciones, intentar llegar a conocer su magnanimidad, su grandeza sería labor de toda una vida.
Tomó mi cara entre sus manos y sentí el significado de la palabra adoración unida a ese deseo permanente que existía entre ambos.
Mi boca no se detuvo. En ningún momento mi lengua dejóde acariciar su fuente de placer y para no mentir la mía también. Su dedo pulgar se acercó a mi boca como queriendo formar parte de las caricias, jugando con el perfil de mis labios.
Deben existir mundo paralelos, esos donde la gente vive deseando cumplir sus sueños, intentando sobrevivir. Sin embargo nuestro mundo era solo nuestro, uno que a veces era inmensamente grande porque nos permitía recordar el pasado, vivir el presente y fantasear con el futuro, pasearnos por él con entera libertad, y otras, aún siendo inmensamente pequeño, tener siempre lo suficiente para los dos. La única limitación, el tiempo, ese que en
determinadas ocasiones quisiéramos retener para vivir más intensamente.
_ No me cansaría jamás de esta imagen princesa. Tú comiendo de mí. Así o de cualquier forma me posees por entero. Soy tuyo nena, siempre tuyo.
Bajó la cremallera de mi vestido y lo arrastró por mis brazos. Obedecí como una alumna a su maestro con cada uno de mis movimientos. Allí desnuda frente a él, haciéndole el amor con mi boca y viendo como sus párpados se cerraban dejando a oscuras su mundo para sentir con más fuerza mis caricias. El mover de mi boca pausado, el impacto de su polla por el empuje suave de sus caderas, mis manos apoyadas fuertemente sobre su camisa, aferrándome a ella, tomándola por amarre para acercarlo aún más a mí.
Mi coño pulsaba contracciones de necesidad, y mi culo esperaba su turno. Sabía que me poseería por todas partes y eso hacía que aún me sintiera más salvaje.
Y lo que llegó me proporcionó más placer del que yo esperaba.
_ Ven conmigo nena.
Liberé su polla de mi boca y desnuda frente a él lo seguí hacia el baño.
Ví como tomaba un pequeño frasco de cristal y depositaba una pequeña cantidad de crema en sus manos. Ningún movimiento suyo escapaba a mis ojos.
_ Apoya tus manos sobre el lavabo y separa tus piernas princesa.
Aquella posición ya me decía por sí sola que vendría a continuación, pero yo estaba preparada para todo.
Mi imagen desnuda frente al espejo, mis pechos en guerra, mi boca aún inflamada, los colores en mis mejillas, mis ojos brillantes, ni un cabello sobre mi cabeza colocado en su sitio, revuelto a capricho por las manos de Edward, todos pedían lo mismo, sentirlo dentro de mí.
Su cuerpo imponente detrás viendo como se desnudaba no demasiado deprisa, pero sin demora, sin dejar de mirarme, comunicándome en silencio, que no tardaría en invadirme.
Sentí como sus dedos repartían por mi culo la crema de sus manos y a continuación como introducía dos de ellos con tanto cuidado que el placer hizo que mis piernas temblaran, apoderándose por completo de mí.
Mordía mis labios deseando que sustituyera sus dedos por su polla, pero durante unos minutos se recreó preparándome, sin dejar de besar mi espalda y mis hombros, hundiéndo a veces su cara en mi cuello y aspirando mi olor.
Mi respiración se aceleraba a pasos agigantados.
_ Edward por favor, no me hagas esperar mucho más.
_ Shhhhhh.
Fue toda la respuesta que obtuve y hasta ese sonido formaba parte del juego de seducción al que estaba siendo sometida. Todo lo que él empleaba sobre mí hacía que mi corazón votara de necesidad, que solo latiera por él.
_ Sin prisas princesa. Te prometo que haré sentir todo el placer que deseas, pero a su debido tiempo.
Y volvió a sisear en mi oído, pero también cerca de mi boca, la misma que yo volví hacia él, para comerme sus besos.
Fue entonces cuando pude sentir como con una lentitud infinita su polla se abría paso en mi culo sin esfuerzo, con una calma que me llenaba entera, sabiendo cuales eran los movimientos, los empujes que hacían que me volviera loca de placer. Pasó una mano por mi vientre y la depositó en él para sostenerlo mientras ese acto duró hasta estar completamente dentro y luego bajó su mano hasta mi entrepierna para jugar de forma posesiva, demoníaca y endiablada con mi coño que no era más que un juguete entre sus manos. Pequeños pellizcos en mis labios vaginales, roces con sus dedos sobre mi clítoris, su palma abierta frotando por entero mi entrepierna, caricias en el interior de mis muslos.
Y mi respiración se apoderó de todo. Involuntariamente mi pecho comenzó a convulsionar, como si tanto placer no fuese sostenible.
_ Respira con calma corazón, de forma acompasada, tranquila respira junto a mí.
Al principio pensé que no lo lograría, pero su paciencia, su dedicación era poderosa y exquisita, y a los pocos segundos, respirábamos al mismo ritmo, uniéndonos en un solo corazón.
_ Eso es, así perfecto. Ahora muévete conmigo, despacio nena.
Y nuestros cuerpos comenzaron el mismo baile. Esperando siempre que yo me adaptase, que pudiera seguirlo.
_ Mira el espejo princesa. No podría vivir sin tí, sin lo que me das. No hay nada después de tí.
Y mirando como me amaba, escuchando sus palabras, pude ver los dedos de su mano en libertad introducirlos en mi boca.
Tuve ganas de llorar de plenitud. Sentía a Edward por todas partes, y mi cuerpo agradecido, abdicaba plenamente a sus cuidados, a sus caricias, a sus promesas. Edward, me poseía por entero.
Decir que el resto lo llenaron por sí solo las palabras, sería mentir. Los gemidos, los gritos ahogados en su boca, los gruñidos de Edward, la humedad de sus labios en mi espalda, los pequeños mordiscos en mis hombros, sobre mi nuca, su aliento caliente sobre mí, el mío ahogado en su garganta, la imagen que se proyectaba de nosotros, de nuestros cuerpos hechos para amarse, hicieron que no soportara por mucho aquella danza de amor.
_ Edward, no puedo soportarlo más.
Y sin que llegara a finalizar la frase, como siempre hacía porque entendía mejor que nadie mis ruegos, dejó de acariciar mi clítoris para introducir dos de sus dedos en mi coño, mientras su dedo pulgar causaba un hermoso desastre sobre el centro álgido de mi placer.
Si la muerte me hubiera llegado en esos momentos, me hubieran enterrado con una cara de felicidad difícil de explicar, pero se trataba sólo de morir súbitamente, para volver, para renacer aún con más fuerza.
Estreché mi coño con pequeñas contracciones y con las fuerzas que me quedaban para no resistirme más a la urgencia de mi cuerpo por liberarse.
_ Eso es mi amor, dámelo todo cielo, no me prives de nada.
Era imposible que me quedara con algo para mí. Mientras alcanzaba cumbres que jamás había soñado, me sentía orgullosa y miedosa a la vez. Orgullo por llevar y dejarme llevar por algo tan hermoso, por alcanzarlo y retenerlo.
Miedo porque no estaba segura de volver a sentir algo así. Entre temblores aún, su voz volvió a calmarme.
_ Siempre habrá más.
Bendita su boca, bendita su alma y bendito su amor.
Creí desfallecer cuando sentí como se retiraba de mí, para muy muy pausadamente darme la vuelta y retirar el preservativo protagonista de aquella velada de su poderosa polla.
Agarró su miembro y con movimientos contundentes y rotundos y casi agresivos se vino sobre mi pecho y mi
vientre, derramando todo lo que tenía para darme.
Marcada por completo. Así era como me sentía. Edward había llenado mi boca, mi culo, mi coño, mi mente, mi alma y mi piel.
Y lo selló todo en un abrazo de ambos que duró todo el tiempo necesario para que yo recuperara fuerzas. Pero no era cierto. Solo fue mi respiración la que tomó nuevamente un ritmo acompasado. El resto de mi cuerpo no se donde podía encontrarse solo sé quien lo sujetaba, Edward.
Debí dormir durante horas, no tenía indicativo que me lo hiciera saber, pero si uno biológico que me decía que debían haber sido suficientes, porque mi cuerpo estaba sereno, en paz, sin molestias. El olor de Edward me envolvía, sin embargo no era su cuerpo quien me estrechaba. Una de sus camisas me cubría al mismo tiempo
Me encontraba tumbada en el sofá de su despacho y frente a mí, sentado en un sillón cercano, Edward descansaba mientras velaba mi sueño.
Era algo que adoraba, ver su rostro al despertar y más si éste esbozaba una de esas preciosas sonrisas que sabía guardaba sólo para mí.
_ ¿Cómo estás?.
_ Mejor que bien.
Sonrió más ampliamente.
_ Tenemos una hora para prepararnos.
_ ¿Qué hora es y para qué?
_ Has dormido mucho nena, lo necesitábais las dos, no he querido despertarte. Alice llamó hace unas dos horas. Quiere que vayamos juntos a cenar y no me pareció mala idea, sobre todo porque nuestro almuerzo ha sido demasiado liviano y lleno de preciosos incidentes. ¿Prefieres cenar en casa?
_ No, está bien, me parecería perfecto si no fuera porque no puedo ir vestida así.
Tocó mi carita, era así como la sentía cuando sus grandes dedos solo la dibujaban, la rozaban casi delineándola.
_ Tienes ropa interior limpia y un vestido en el baño. También ha traído ropa para mí.
_ No quiero ni imaginar lo que habrá pensado.
_ La única excusa apropiada que encontré sin mentir demasiado, fue decirle que después de comer, viniste a la oficina a tomar café conmigo y que estabas cansada y te quedaste dormida.
_ ¿Y se lo ha creído?
_ Casí, hasta que le dije que trajera ropa para ambos.
Tapé mi rostro con las manos al mismo tiempo que mi sonrisa apareció sin ningún pudor.
_ ¿Qué ha dicho?
_ De tí solo.... pobre niña mía... A mí me ha dejado en peor lugar.
Abrí mis brazos para que reposara junto a mi haciéndole sitio en el sofá, pero prefirió cubrirme con su cuerpo sin dejarlo totalmente apoyado.
_ Soy un total desalmado que abusa indiscriminadamente de ti sin tener en cuenta tu estado.
_ ¡¡¡Edward!!!
_ Eso es lo más bonito que me ha dedicado mientras seguía gruñendo en voz baja para no despertarte.
_ No hagas caso amor.
_ A nadie princesa, solos tú y yo.
Por mucho que llegara a imaginar lo hermosa que sería mi vida con Edward, a pesar de todas las vicisitudes que pudiéramos encontrarnos,no me sería capaz de valorar su amor hacia mí.
Pellizqué de forma juguetona su rostro y le guiñé un ojo para que se levantara. Teníamos trabajo por hacer.
Ducharnos, vestirnos y ser un matrimonio aparentemente muy correcto, ante su hermana y Emmet, que nos mirarían con ojos de escrutinio cuando nos reuniéramos.
La ducha fue una sesión de relajación completa para mí, pues Edward tan generoso como siempre en sus cuidados, lavó mi cabello y mi cuerpo hasta mis pies, y masajeó mi cuello y mi espalda hasta dejarme casi en las nubes.
Mientras secaba mi pelo y lo recogía flojo en mi nuca, no dejaba de mirar de reojo su precioso rostro mientras se afeitaba delante del espejo, llevando por toda ropa una toalla enrollada en su cadera. Ese cuerpo era una escultura que a mí me encantaba tener el privilegio de disfrutar a solas.
Cerré los ojos y sonreí antes de darme el último vistazo y enfundar mi cuerpo con el precioso vestido que Alice había elegido para mí, cuando sentí su torso en mi espalda.
_ No abras los ojos princesa y concédeme un deseo.
Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa que me pidiese.
Sentí su voz ronca, lenta y cálida sobre mi oído y dos de sus dedos sobre mi frente.
_ Deja para luego todos esos pensamientos que encierras en esta cabecita, pero no olvides ni uno solo. Luego nena, luego. No pienso renunciar a ninguno de ellos.
Dejé que mi cuerpo se acomodara sobre él. Siempre sus brazos me proporcionaban el mayor apoyo, el mejor refugio del mundo y sin abrir los ojos, cumpliendo sus deseos...
_ No podría olvidar ni uno solo cariño, lo llenas todo.
Fueron sus besos en el cuello, detrás de mi oreja y en mi nuca, los que hicieron reaccionar a mi cuerpo, despertándolo de una maravilloso letargo.
Llevó sus manos a mi vientre y lo acarició con dedos de terciopelo.
_ ¿Qué crees que piensa mi pequeña princesa de su padre?
No pude evitar sentir una ternura que me conmovió, haciéndome temblar de la cabeza a los pies. Me volví para mirarlo a los ojos mientras pronunciaba unas palabras nacidas del corazón.
_ Debe ser inmensamente feliz, porque no exite mejor hombre para una mujer ni mejor padre de lo que tú llegarás a ser.
… Y nos besamos...
...Nunca he hablado de los besos de seda, pero existen, os lo aseguro. Son aquellos que mientras los das te transportan a lugares en los que no habías estado jamás, pero no por su excitación o por su demanda, sino porque podrías desaparecer en ellos para no volver. No son besos necesitados de respuestas, no buscan satisfacerse a uno mismo, son besos que implican la entrega absoluta, en los que no existen los secretos, ni objetivos marcados ni metas por llegar, porque ya están en todas partes del
otro, metido en las entrañas, en el corazón, en la piel, y son las almas las que se buscan para reconocerse como una única energía de vida. Son besos tan hermosos, que duele acabarlos, que cuando intentas despegar los labios de tu compañero, intentas mantener los ojos cerrados unos segundos más, porque hasta la visión sigue nublada intentando tardar en hacer presencia de nuevo a la realidad. Son los besos que enamoran al amor para hacerlo siempre eterno...
Conseguí vestirme a duras penas, dejándome llevar por el recuerdo de ese beso, por las manos de Edward subiendo la cremallera de aquel vestido, del que ya me dijo al oído que quitaría de mi cuerpo en la noche,muy muy lentamente.
Aquel traje lo había encendido. Tal y como me dijo Alice que lo haría. Era un clásico negro, escote delantero cuadrado y en la espalda un pico bajo. Por encima de las rodillas y con una tela de textura muy suave. El gran fuerte de esta obra maestra eran sus costados, que desde la axila hasta bien baja la cintura eran de gasa transparente. Mis piernas se deslizaron entre unas medias
de liguero negro.
No pude por menos que reír en mi interior. Alice era tan contradictoria. Acababa de regalarle a Edward casi una reprimenda por nuestro comportamiento de adolescentes y sin embargo no cesaba en sus travesuras con ese tipo de ropa, sabiendo que eran un detonador para Edward.
Cuando terminé de colocarlas bajé y coloqué adecuadamente mi vestido y me miré al espejo para comprobar el resultado.
_ Empiezo a pensar que los diseñadores tienen la medida de
tu cuerpo y eso no me gusta demasiado.
¿Celos?. Jajajajajaja. No había visto a Edward celoso o al menos aparentando estarlo y no sé por qué algo de ese tono me gustaba.
Me volví y fui corriendo hacia sus brazos.
_ Pero el único que sabe mis medidas exactas eres tú.
Tocó entonces mi vientre con una ternura prohibida.
_ Y el único que las irá conociendo cuando cambien, cuando pasen los años, cuando envejezcamos juntos.
Nuevamente mi hombre me sorprendía hablando de futuro, porque en él siempre permanecíamos los dos. Era decir para siempre sin utilizar esa palabra.
Me besó ligeramente en los labios y me propinó una palmada en mi nalga derecha.
Ohhhhhhh, casi salté con ella.
_ ¿No pensarías que me había olvidado?
Mi carcajada fue estruendosa y a ella se unió la suya. Y así salimos de su despacho, felices, satisfechos, llenos de amor, esperando que la cena fuera más relajada que el almuerzo, y pensando como siempre en la oscuridad de la noche, esa que nos envolvía para ser amantes y la única capaz de recoger todas y cada una de nuestras promesas.
…
Con los ojos cerrados y rememorando uno tras otros los momentos vividos junto a Dorothy, era conducido de vuelta a casa.
Esta vez, nada importaban mis ojos vendados, porque era así como deseaba tenerlos, a oscuras en los recuerdos de aquella tarde. Ojos que sin ver podían tocarla de nuevo, podían ver cada milímetro de su piel y como ésta se estremecía con mis caricias.
Pero no solo sus ojos veían, eran las palabras de Dorothy las que una y otra vez miraban a través de mí para infundirme toda la confianza que necesitaba, me regalaban un amor incondicional.
...“No pienses amor, no sientas ninguna presión por lo que tengas que hacer. Esto, lo que acabamos de vivir y de sentir, es lo único que importa. Jamás te pediré explicaciones, jamás hablaremos de lo que ocurra. Nada puede compararse a lo que sentimos”... “eres mío, soy tuya y todo acabará para que podamos estar juntos para
siempre”...
¿Cuánta generosidad puede haber en el amor para decir que nunca pedirá explicaciones?, ¿Cuánto amor puede entregarse sin ponerle condiciones?.
Afortunado no era la palabra, me sentía único, el elegido por aquella mujer que sin darse cuenta había cambiado por completo mi vida.
No faltaría demasiado por llegar y por lo tanto menos aún para despertar de aquel sueño hecho realidad, para sumergirme en una actuación que estaba dispuesto a representar a la perfección. Nada debía fallar, porque de gran parte de mi trabajo dependía nuestro futuro.
Llevaba algunos minutos sopesando la posibilidad de automedicarme, ingerir algún medicamento que no solo me relajara sino que además me dejara cao en un corto espacio de tiempo, de esa forma llegaría, soltaría mi parrafada, fingiría estar destrozado y afligido y me quedaría desplomado y dormido. Fin de la primera actuación.
Sinceramente lo que más temía era encontrarme a solas con Marlena, no porque pudiera llegar a despertar nuevamente en mí ningún sentimiento sino más bien por todo lo contrario, se había convertido en un revulsivo para mí. Ahora y aunque siempre me habían parecido odiosas las comparaciones, no tenía otra alternativa, venía de la gloria y me sumergía solo en el infierno, y por mucho que lo intentase, me iba a costar un esfuerzo sobrehumano permanecer inquebrantable cuando mi rival era una mujer tan retorcida, interesada, ambiciosa y con una mente tan llena de maldad, que consiguiera que lo único importante fueran sus propósitos. Acababa de describir una enfermedad, la ambición sin control.
Sentí la mano de Lara sobre la mía y depositar un móvil junto con su voz.
_ Es Edward, quiere hablar contigo.
Al menos era cierto que los míos no me abandonaban.
_ James, todo está más que preparado, no estás solo.Es cuestión tan solo de unas horas que recibas la primera llamada para que acudas a atender a Alice. Te aseguro que Bella no ha dejado nada suelto al azar.
_ Gracias Edward.
_ No olvides nada de lo que hemos hablado y siéntete apoyado porque estamos contigo.
Lo que menos podía imaginarme es que fuera Edward quien me hablara con una confianza que estoy seguro intentaba transmitirme. No dudaba que Bella tuviera mucho que ver con ello, pero incluso así pude agradecer de vuelta su confianza.
_ Edward no fallaré, tengo demasiado que perder.
_ Lo sé.
No hubo más palabras, sin embargo todo estaba dicho. Edward entendía que mi situación era complicada, que me había enamorado de Dorothy y que ella aún siendo muy fuerte, se encontraba en desventaja respecto a todos.
Dorothy había tenido que huir de su hogar, de los únicos que podían ayudarla e incluso de mí y aún así seguía manteniendo la serenidad.
Yo respondería a esa confianza con mi vida.
_ Hemos llegado James.
Aquellas palabras marcaron la subida del telón. No había tiempo que perder. Entraría en casa, la desordenaría un poco, cambiaría mi aspecto, bebería una copa, algo de olor por mi camisa, mis pantalones, llamaría a Marlena y comenzaría el espectáculo.
Me dispuse a bajar del vehículo cuando tomó mi brazo y me frenó.
_ Estaremos muy cerca en todo momento. No estarás solo James, no olvidamos nunca a los nuestros.
Y esperaba que fuera cierto.
fascinada una vez massss...Gracias nena...
ResponderEliminarSimplemente hermoso, gracias por compartir esta historia con nosotras. me facina como se complementa Edward y Bella, wao que quimica, estoy muy ansiosa con el nuevo capi.
ResponderEliminarBesos nena.
wow! me ha encantado el capitulo, este y todos, hacia mucho que no comentaba, pero ya me he puesto al dia y ya los he leido!! me encantan cada vez mas bella y edward! son increibles!! estoy deseando leer el proximo capitulooo! un besito guapa :))
ResponderEliminarCaramba, este capítulo es dinamita pura! Me ha gustado mucho, combina la pasión con el amor, el fuego con la ternura. Efectivamente, la relación entre E y B tiene otro nivel ahora. En el universo de los personajes, hay una desafiante incertidumbre sobre cómo complacer al amad@. Has plasmado una compenetración singular. ;-D Buenísimo!... Y cuánta intriga con lo que va a pasar con James!!! ¿qué le esperará a este sujeto que está tratando de reinvidicarse? ;-D
ResponderEliminarAquí sigo atenta. Un abrazo