lunes, 21 de mayo de 2012


La línea recta
capítulo 50

…”espero que lo entiendas”...

Nadie les había seguido, y todo parecía estar más que claro. Tenían que trasladar a
Dorothy a algún lugar donde Marlena no pudiera tener acceso, ni tan siquiera conociese.


Pero antes debían hablar con Edward. No quería exponerla demasiado, entrar y salir de
cada de Lara con ambos sería demasiado peligroso, aunque el equipo de seguridad
estuviera alerta. No quedaba otra solución más que llamar a Edward y pedirle que acudiera
donde se encontraban. El a partir de ese momento tomaría las riendas, decidiría con más
claridad que ninguno de ellos cuales serían los pasos a seguir. Aunque su cabeza rondaba
un plan y quería que Edward lo conociera.


Marcó el número de su teléfono no sin antes tomar aire profundamente y mirar a Lara. El
momento más complicado había llegado y la respuesta de Edward no se haría esperar.


Solo tuvo que esperar un tono. Sin duda estaría enfadado, nervioso y le faltaría muy poco
para estallar.


- ¿Se puede saber dónde estás?. Han pasado dos horas desde que desperté y no te vi a mi
lado, solo un mensaje de Lyonel.


- Edward, quizá si me dejas podría explicártelo.


- Bien pues empieza, y espero que sea algo verdaderamente importante para que no recibas
un enorme castigo por ésto.


Castigo, aquella palabra dicha de cualquier forma tenía un contenido para ambos demasiado
especial. No le importaría soportar más de uno cuando llegaran a casa. Su vientre se
encogió al pensarlo. ¿Qué poder tenía sobre ella que incluso en aquellos momentos Edward
conseguía que centrara toda su atención en él?.


- Dejemos eso para más tarde. Necesito que vengas a casa de Lara. Hemos hecho una
parada aquí.
- ¿No te encuentras bien?, ¿te pasa algo?. Has dormido poco y Lyonel dice que te marchaste
sin tomar nada.


- Edward, deja de hablar y ven a recogerme. No estoy enferma, no me ocurre nada, solo
que quiero que vengas, eso es todo.


- ¿ Está Alice contigo?, pienso despellejarla por ésto.


- Sí está conmigo y cuando vengas lo sabrás todo. No tardes cariño.


- No te muevas de ahí, dame 10 minutos.


Miró a Alice con ternura. Aquel secreto de ambas le iba a costar una buena, luego volteó
sus ojos hacia Lara, de quien ya esperaba la reacción. El ogro venía dispuesto a todo y ella
tendría que hacer la más grande de sus actuaciones para sosegarlo.


Sus recuerdos la trasladaron a la noche anterior, en la que cada caricia de Edward había
sido un sueño, en la que los momentos se habían sucedido uno tras otro, siendo cada uno
de ellos más dulce. Aquel hombre fiero entendería, aunque le costase cual era la situación y
sin duda se calmaría. Muy probablemente en la intimidad la castigaría, y por dios que ella
necesitaba en ese momento un castigo y de los grandes. Sentirse segura entre sus brazos
era todo lo que necesitaba para sentirse aún más fuerte.


Los minutos que los separaron pasaron demasiado rápido, porque inmersa en sus
pensamientos oyó el timbre de la puerta. Bien había que actuar y rapidamente, no le daría
tiempo a imaginar lo peor.


Lara abrió la puerta y sus ojos no eran capaces de mantener la vista en Edward. Alice volvió
el rostro hacia Dorothy y James se levantó del sofá inmediatamente. Bella fue la única que
le mantuvo la mirada, y por cierto ésta no era de muchos amigos. Era como si le hubieran
tendido una trampa, como si estuviera acorralado.


Sus ojos se volvieron oscuros y sin mediar palabra en tres largas zancadas estuvo lo
suficientemente cerca de James como para propinarle un puñetazo directo a la mandíbula.


James no se quejó aguantó el primer envite y hubiera estado dispuesto a soportar los que le
hubieran venido después de no ser por qué Dorothy se interpuso entre ambos. Eso frenó el
siguiente impacto, al igual que sus palabras.


- Edward basta por favor. Todo lo que sientes no lo vas a liberar a golpes, te lo ruego.
- James y yo tenemos demasiadas cosas pendientes.


- Lo se, pero creo que hay otras formas de solucionarlas. Estamos aquí porque necesito
ayuda, la misma que estoy dispuesta a brindaros. Si no lo haces por él, hazlo por mí
Edward. Os necesito


Aquellas palabras calmaron a un hombre que respiraba violentamente en esos momentos,
y que precisamente por ese motivo no quería dirigirse a su esposa. Pero Bella estaba
dispuesta a aclarar cualquier situación antes de que se fueran consumiendo las horas.


- Lara, ¿podemos hablar Edward y yo en algún sitio a solas?.


- Si claro, por supuesto.


- Alice, procura que Dorothy tome algo y atiende la nariz de James.


- No te preocupes por nada.


Miró a Edward que intentaba calmarse con las palabras de Bella, ella al menos estaba
tranquila.


- Sigueme Edward cariño por favor.


- Espero que tengas una buenísima explicaciòn para haber huído de mis brazos esta mañana
y exponerte tanto tú como al bebe de esta forma.


- La tengo Edward, pero en ningún momento he estado sin vigilancia o sola, me gustaría
que antes de escuchar todo lo que tengo que decirte, fueras capaz de controlar tu rabia.


- Ten por seguro que lo intento, aunque me está costando mucho trabajo no llevarte a casa
y encerrarte hasta que todo se solucione.


- Me gusta que te muestres posesivo en nuestro dormitorio, en la intimidad, pero cuando
lo eres sin conocer cuales son los motivos o las razones que me han traido hasta aquí, te
aseguro que te golpearía de la misma forma que has hecho tu con James.


- No tienes ni idea de a lo que te enfrentas, esas dos personas han atentado contra tu vida,
y aún me pides serenidad. Quizá la mejor manera de acabar con todo lo que sucede sería a
puñetazos, al menos sería un juego más limpio.


- Edward las cosas no son como imaginas, y ellos no están de parte de Marlena.


Durante más de 30 minutos le explicó con todo detalle, repitiendo cada palabra tanto de
James como de Dorothy, intentando con su acento calmado, cambiar la actitud de Edward,
quien escuchaba atentamente pero no por ello se sentía más aliviado. Paseaba por la
pequeña habitación como un perro acorralado mientras frotaba sus manos violentamente
una contra la otra. Fue entonces cuando Bella percibió algunos rasguños en sus nudillos. Se
acercó lentamente hacia él sin hacer ruído y tomo su mano entre las suyas. Sin decir nada la
acercó a su boca, igual que una madre acoge a su pequeño después de un golpe. Sus labios
eran la cura que Edward necesitaba en esos momentos. No dejaba de preguntarse entre la
multitud de sentimientos que tenía en esos instantes, como ella podía estar tan serena. Y
volvió a escuchar su voz serena, mientras acunaba su mano contra su rostro.


- No hay marcha atrás cariño, ella está en peligro precisamente por avisarnos de todo lo que
está ocurriendo. Ha arriesgado su propia seguridad por servirnos en bandeja los planes de
Esme y Marlena. Incluso la empresa corre peligro Edward, tu madre una vez más viene a
por todas.


- Eso no es nuevo para mí. Hace tan solo unos días tuvo la desfachatez de pedirme el total
de las acciones.


- ¿Cuàndo ocurrió eso?


- En la fiesta.


- ¿ Qué contestaste Edward?


- Que no se las entregaría jamás.


- Eso es cariño, ¿ves? tú también luchas a tu manera, defendiendo lo que es tuyo, de tu
familia y mío también.


Esa pequeña bruja sabía como calmarlo, sabía llevarlo a su terreno, pero esta vez no lo
conseguiría tan fácilmente.


- Bella, ¿por qué me has ocultado que Alice y tú daríais estos pasos?


- Quizá por el mismo motivo que tú no me habías dicho nada de esa conversación con
Esme, ¿no crees?.


- Otra vez estaba consiguiendo llevarlo a su terreno.


- Fue una llamada Bella.


- Exactamente Edward, y solo con eso consiguió más de lo que pretendía.


Edward recapacitó al escuchar aquellas palabras. Era cierto, aquella noche, había
conseguido que volviera a la infancia, y llenarlo de incertidumbre, de miedo de dudas.
Llevó sus manos para tapar su rostro, de aquella noche necesitaba olvidar algunas cosas.


Pero Bella no estaba dispuesta a ver sufrir a su hombre por algo que ya había muerto.


- Edward mírame.


Levantó su rostro y separó las manos de su rostro.


- Ahí fuera hay dos personas que no han pedido nada a cambio de su información. He sido
yo quien les ha ofrecido ayuda, y no a ambos, solo a Dorothy. Para James tengo otros
planes. Si verdaderamente quiere rectificar y ayudarnos, tendrá el trabajo más duro de
todos nosotros.


- Por el amor de dios, ¿qué estás pensando?


- Eso vendrá después cuando todos estemos juntos y pensemos si puede ser efectivo el plan
que estoy pensando.


- ¿Qué quieres que haga?.


- Lo primero que me beses, necesito que me estreches entre tus brazos, recuperar la
tranquilidad que solo tú eres capaz de darme.


Sus brazos la acogieron acercandola a su cuerpo y sintiendo latir su corazón agitado.


Cuando Bella se acopló a su cuerpo hubo más, siempre lo había con ella.


- Podrías también devolverme mi título de princesa, o nena, hoy aún no lo he escuchado y lo
necesito.


Como si una droga lo hubiera enganchado fueron sus palabras. Bella era siempre la
medicina que lo calmaba, y la misma que lo podía hacer enloquecer. La besó dulcemente,
lamiendo la comisura de sus labios, esos que llevaba horas sin probar, los mismos que había
echado de menos al despertar, y los que aún estado demasiado enfadado tenían el poder de
sosegarlo.


- Nena, lo siento.


- Edward, sigue besandome.


Y lo consiguió. Edward no había sido derrotado en esa ocasión, solo lo había puesto de su
lado.


Sus manos acariciaron su nuca suavemente, enredando sus dedos en sus cabellos,
acercándolo más aún a su boca, hasta arrancar un gemido que la hizo estremecerse. Se
separó unos centímetros para dedicarle una hermosa sonrisa, esa que conquistaba su
corazón, que le robaba el aliento.


Sus siguientes palabras lo hicieron retroceder en el tiempo a la noche anterior. Bella tenía
más que poderes sobre él, era un vínculo que lo mantenía atado a ella pero con la suficiente
libertad como para decidir por sí mismo donde quería estar.


- Si sigues besandome así olvidaré que nos esperan.


- Quizá sea lo que debería hacer, eso y recostarte sobre esa mesa y hundirme en tí hasta
que le olvidaras de lo que pretendes.


- No hay otra cosa que desee más, pero no sería muy adecuado aquí.


Repitieron juntos esas palabras que como una oración habían creado juntos.


- Ahora.


- Y siempre.


- Juntos.


- En cualquier lugar


- ¿Aunque éste no sea el idóneo?.


Sintió las manos de Edward atravesar la cinturilla de su vaquero y pellizcar sus nalgas. Si
no frenaba lo que estaba a punto de ocurrir, terminarían sobre la mesa, y luego en el suelo
y sabe dios donde más. Pero el toque de sus manos era magistral y su cuerpo se resistía a
abandonar aquellas sensaciones que nada tenían que ver la cotidianidad, o los problemas
causados por terceros. Aquello era la gloria, como todo que se refería a perderse junto a él.
Fue Edward el que de manera burlona y canalla paró sus caricias y después se retiró unos
centímetros para esconder sus manos en los bolsillos de su pantalón y sonreírle mostrando
todos sus perfectos dientes.


Aquel pequeño oyuelo que tantas veces había recorrido con su lengua fue una tentación
más para Bella que no pudo contener tampoco su sonrisa.


- Bien tú decides, los dejamos a todos esperando y concluimos este pequeño asunto, o por
el contrario volvemos para debatir cuales serán los puntos a negociar con James y Dorothy.


Majestuosa y poderosa lo miró desde los zapatos hasta sus ojos, como quien calibra que se
le ofrece y si merece la pena pensar una y otra respuesta, envuelta en un alo de duda, que
dejó a Edward más que asombrado. No dudó en dar la vuelta para encaminarse hacia la
sala, tomándolo de la mano para que la acompañarse.


- Excelencia, no me gustaría rechazar su primera propuesta, pero las guerras no se ganan
en las alcobas, sino en los campos de batalla. Más tarde, en la tranquilidad de la noche,
me encargaré de curar todas y cada una de sus heridas, y si mi respuesta no ha sido de su
agrado, podrá castigarme de la manera que considere más oportuna.


La amaba con todas sus fuerzas. Aquella respuesta no solo había acrecentado su necesidad
y su deseo hasta límites insospechados, sino que esa noche, cuando fuera solo suya le
demostraría lo que un hombre enamorado es capaz de lograr cuando es correspondido.


La siguió casi rozándola al andar, quería que supiera como su cuerpo estaría anticipado ante
cualquier respuesta que el suyo pudiera mostrarle.


Antes de aparecer en la sala y abrir la puerta Edward tosió y carraspeó varias veces su
garganta, así como modificó el gesto de su rostro. Bella tapó su boca con las manos para
evitar sonreír abiertamente. Ahora tocaban las negociaciones y era muy necesario que todos
supieran lo importante que éstas podían ser.


- Espero que este tiempo nos haya servido a todos para tranquilizarnos.


- Todo depende de ti Bella, de lo que hayas decidido.


Su hombre era lo más importante y quiso dejarlo claro desde el principio. Una cosa eran los
pactos en la intimidad, tra que el mundo supiera que Edward Cullen era quien tomaba las
decisiones.


- No James, es Edward quien decide, quien calcula al milímetro cada uno de nuestros
movimientos y nosotros acatamos todos ellos. Hay ha sido muy arriesgado el que
actuáramos por nuestra cuenta, aunque sabíamos que la seguridad no nos dejaría en ningún
momento.


- Y esa es la protección que necesito para Dorothy.


Dirigió la mirada a Edward. Esta vez sus ojos no exigían sino todo lo contrario, pedían
comprensión, asentimiento a su petición.


Un gesto poco común en Edward, algo parecido a ceder incluso antes de las dudas que
todavía querían fueran aclaradas, se perfiló en su rostro.


¡Cómo lo amaba!. Era muy probable que nadie hubiera detectado aquel gesto, pero Bella
si lo hizo, y su pecho se hinchó de ternura. Indiscutiblemente princesa o príncipe su bebe
tendría la gran suerte de ser hijo del hombre más grande que jamás tendría cabida en su
corazón.


La contestación no tardó en llegar.


- James mi familia y mi equipo protegerán a Dorothy como si de uno de nosotros se tratara
a partir de este mismo instante.


- Nunca podré agradecértelo lo bastante créeme.


- Yo sin embargo estoy convencida de que si podrás no solo agradecérselo James, sino
mucho más, creo que Edwart te propondrá algún que otro trabajo para nosotros.


- Estoy dispuesto a hacer lo que me digáis, todo lo que sea necesario.


Se aproximó a Dorothy y la abrazó por la cintura. De alguna manera pudo sospechas que
ambos permanecerían muy poco tiempo juntos hasta que todo se hubiera solucionado. Sin
embargo no sabía como concluiría todo aquello. Ninguna solución le parecía satisfactoria,
puesto que cualquiera de ellas terminaría con dolor. La besó en la frente y cerró los ojos al
hacerlo sintiendo como ella se entregaba de igual forma a su abrazo.


Fue en esos momentos cuando Bella miró a Edward con orgullo y admiración. Le bastaba
mirar a sus ojos para leer cual era el sentimiento compartido en esos momentos. Ambos
sabían que estaban sintiendo Dorothy y James, y mucho más allá, reconocían las emociones
previas a una despedida que sería muy larga para ambos.


- Siento interrumpir estos momentos.


- Lo se Lara, pero es necesario.


- Edward, solo espero que me des instrucciones. Acaban de confirmarme que Marlena te ha
seguido, solo a tí Edward.


Frunció el ceño, tenerla sobre sus talones no era de su agrado, pero era mejor que el
interés se centrara sobre él antes que sobre otro.


Bella buscó sus ojos y en ellos pudo ver lo que estaba esperando. Permiso, le estaba
pidiendo permiso a ella para invadir con la presencia de otros aquel espacio que únicamente
ellos habían compartido.


Edward era capaz de sorprenderla una y otra vez, pero ésta lo había hecho con mayúsculas.
Le estaba otorgando a Dorothy es privilegio de esconderse en su propio refugio, un lugar
completamente seguro, donde cualquier acceso sería comprobado con tiempo suficiente
como para cambiar los planes y poder huír si era necesario.


- Lara prepara un coche y provisiones para al menos tres semanas. Debes proveerla de un
teléfono y debes darle a conocer los números con los que podrá contactar con nosotros. Dos
miembros del equipo de seguridad vivirán con ella todo el tiempo y elige un vehículo para
carretera de montaña. En breve te daré un mapa y la ruta que debes seguir, es la más corta
y accesible, pero también verás indicada otras que no son excesivamente transitadas.


- Comienzo con ello.


- Disponéis de algún tiempo para despediros. Bella, Alice y yo saldremos de aquí para cubrir
vuestra partida. James, tú serás el último en abandonar el apartamento, cuando Lara te
lo indique y quiero que tu teléfono se mantenga libre de cualquier llamada, me pondré en
contacto contigo cuanto antes. Tenemos más de una conversación pendiente.


Todo estaba dispuesto. Bella se acercó a Dorothy y la apartó para hablar con ella en
privado.


- Confía en nosotros. Será duro estar alejada de todos, sobre todo de James, pero debes ser
fuerte. No haremos nada que ponga en peligro tu seguridad, pero te prometo que no dejaré
que nada malo le ocurra a James.


Dorothy apretó sus manos. Aquella mujer a la que no conocía aún le estaba mostrando una
faceta del respeto, del afecto y de la confianza que ella no había conocido jamás. Y una
fuerza le decía que se entregara, que se pusiera en sus manos.


Los primeros en salir lo hicieron. Alice, Bella se encargaron de dar un aspecto desenfadado,
como si aquella reunión hubiera sido una invitación a un sencillo almuerzo.


Y lo que esperaban sucedió. Marlena según informaba el equipo de seguridad, les seguía a
una distancia considerable.


Era el momento de James. Salir del apartamento de Lara y conducir en dirección contraria.
En muy poco espacio de tiempo, Dorothy estaría junto a Lara en camino al refugio que le
serviría de protección, ¿durante cuánto tiempo?...


Ahora era el momento en el que Bella tendría que contar con Edward para exponerle sus
planes, y en su cabeza se agolpaban las ideas. Esperaba ser lo suficientemente convincente
como para recibir su apoyo.


Alice y ella, junto a Lara, habían hecho un buen trabajo, se sentía orgullosa y eso Edward
tendría que valorarlo.


Apoyó la cabeza sobre su hombro. Estaba cansada, no había dormido apenas y el calor del
cuerpo de Edward la envolvía de una manera confortable.


-Estas cansada princesa.


-Sí, pero es importante que hablemos tengo demasiadas cosas que explicarte.


-Luego, eso será luego, cuando hayas descansado. Y no pretendas llevarme la contraria
sobre este asunto. Si pretendes que ceda más tarde en tus planes, no tenses demasiado la
cuerda nena.


Nena, aquella palabra siempre la llenaba de sueños. Desde el primer momento, cuando se
encontraron era todo lo que quería ser para él. Ese nena, dicho hasta con enojo, le sonaba
a música. Hacía tan solo unos meses que habían iniciado su gran historia de amor, esa que
ambos cuidarían para mantener siempre viva.


Besó su boca con hambre, aquella que era capaz de pronunciar las palabras más frías pero
no para ella, las más cálidas , aquella que la consumía con sus caricias, aquella que podía
derretirla solo con sus besos.


Y la respuesta no se hizo esperar. Los labios de Edward se volvieron alas de mariposa, y
muchos y pequeños besos inundaron su boca, degustándola en cada uno de ellos. La miel
de sus labios tenía dueño.


- Te amo.


- Yo más vida mía.


Solos, el mundo se apagaba cuando ellos podían mirar dentro de sus ojos, y sus almas como
luces ligeras podían recorrer cualquier espacio.


- Sois unos empalagosos. No se como puede soportar tanto besuqueo sin vomitar.


Ninguna respuesta, si Alice esperaba haber sido escuchada, no era su día. Pero se sentía
feliz, muy feliz, no solo por ellos, sino porque por primera vez había actuado por su cuenta y
lo había hecho mucho más que bien.


Sentía necesidad de contarle todo a Emmet, ella había sido una buena guerrera. Su rostro y
su corazón así lo sentían...



Edward pensaba en esos momentos por todos, en especial por Bella. Ella importante que
ella descansara todo lo que necesitaba, ella y su bebe. Aunque se sentía orgulloso por como
había concluido todo, de las ideas que sugería, de las que se acumulaban en su cabeza.


Tenía que hacerla parar un rato y el podría de esa forma tener tiempo para establecer junto
a Lara y el equipo de seguridad todas las normas que serían necesarias para no cometer
ningún error. Pero lo haría después de escucharla, sabía que era buena muy buena en sus
conjeturas pero sobre todo lo era planeando, ejecutando y organizando.


Luego estaba Emmet. No dudaba en que su hermana lo pondría al corriente de todo lo
que había sucedido pero estaba más que seguro que ella le contaría la historia desde su
perspectiva, como un juego y ésta era lo último de lo que se trataba.


Respecto a su padre solo esperaba que no se rindiera nuevamente, que no flaqueara con
recuerdos y sentimientos que pudieran llevarlos al fracaso y sobre todo al dolor.


¿Pero cómo podía terminar todo este asunto?


En el mejor de los casos, gente a la que había permanecido unido por muchos años,
estarían en manos de la justicia, y ¿qué sería de su madre?.


Sus pensamientos se sucedían uno tras otro sin que una solución satisfactoria para todos
apareciera aportando algo de luz.


Se habían trazado demasiado marcadas las líneas entre los malos y los buenos, y por su
parte ya era demasiado tarde para entablar negociaciones con quienes seguían intentando
destruir su felicidad.


James, otro flanco abierto, ¿cómo devolver la confianza a alguien que ha formado parte
de quiénes intentan hacer daño a quien más amas?. Estaba seguro que le costaria mucho
trabajo conseguirlo, pero haría caso a Bella, antes de prejuzgar escucharía.


Tomó el teléfono para ponerse en contacto con él. Sería imprescindible que para tomar las
medidas oportunas, supiera hasta donde podía contar con él.


- James, ¿has llegado sin problemas?


- Si hace escasamente unos minutos, no me ha seguido nadie.


- Es necesario que hablemos cuanto antes.


- Estoy dispuesto a que sea en el menor tiempo posible. tengo en juego todo lo que merece
la pena.


- Me agrada ver que lo entiendes y no me asombro por ello.


- Puedo comprender a la perfección como te encuentras, y las preguntas que te harás
respecto a mi forma de actuar.


- A estas alturas, nada me espanta. De antemano se que el poder tira de cualquier parte.


- Pues entonces no lo has entendido. Nunca fue poder, no me importa nada quien mantiene
el control de la empresa. Desde hace tiempo se que está siendo llevada por quienes tienen
la capacidad para hacerlo, quienes conocen su funcionamiento a la perfección.


- ¿Qué ha sido entonces James?


- Aunque te resulte dificil entenderlo algo tan simple como estar equivocado. Me uní a la
persona menos indicada, entré en una espiral de deseo que confundí con amor. Mientras a tí
te perseguía insistentemente a mi me rechazaba. Soy o al menos era un hombre de orgullo
débil. Siempre entrabas a formar parte de las comparaciones de lo que tenía que ser un
hombre de verdad y nada de lo que hacía, nada de lo que sentía era comparable a lo que tú
eras.


- Teníamos una amistad James.


- Llámalo como quieras, como prefieras, pero hasta que no he encontrado a la persona
correcta, no he podido entender que estaba equivocado. Y sobre eso no voy a dejar que
me instruyas. Edward, se que es ella, de lamisma forma que tú sabes que Bella lo es todo
para tí. Por protegerla, por tener la oportunidad de amarla, de hacerla feliz, haré todo lo
que esté en mi mano. Sin decir nada solo con sus acciones me ha convencido de tener una
oportunidad de ser feliz a su lado.


- No quiero y espero que no actúes por tu cuenta, podrías poner en peligro todo lo demás.


- Y no lo haré. Desde el mismo instante que Bella nos prestó su apoyo sabía que tendría que
estar de algún lado y ese es junto a vosotros si me dejas.


- De momento James lo único que necesito de ti es que no te muestres demasiado. Creo
que sería conveniente que durante unos días estuvieras lejos del alcance de Marlena e
incluso de sus llamadas, hasta que decidamos que hacer.


- Edward, respecto a Dorothy...


- Lara te proporcionará cuanto antes un teléfono con el que podrás estar en contacto con
ella, no quiero que utilices tu línea habitual.


- Me parece correcto. Ahora solo permanezco unido a lo que amo a través de ti.


- Piensa en ello James, porque eso mismo fue lo que me quisiste arrebatar. Quizá entiendas
lo que sentí y lo que siento cada vez que imagino mi vida sin ella y sin las personas a las
que amo


Ya no hubo más palabras. El teléfono enmudeció y eran otras voces las que se oían a través
de las líneas. Eran sonidos de dos corazones que feroces latían por defender lo que les
pertenecía, lo que la vida les había regalado, algo insustituible.



Bella se había recostado sobre la cama sin dejar de pensar cuales serían los pasos siguientes
y mucho más aún como podría explicárselos a Edward para que éste estuviera de su parte.


Edward, su esposo, ese hombre que le había dado las pistas necesarias con aquellas
palabras en el coche...”no tenses demasiado la cuerda”... Sonrió. De antemano le había
dicho que estaría dispuesto a escucharla, que probablemente aceptaría sus condiciones a
cambio de que ella cumpliera las suyas, cuidarse.


Cada día se sentía más unida a él. Con cada mirada, con cada gesto, con cada caricia,
el vínculo iba creciendo hasta llegar a un límite que traspasaba el amarse así mismo.


Reconocer que la felicidad de Edward, que sus miedos o sus preocupaciones se hacían
suyas, había sido un descubrimiento que la había desbordado sin medida. Cuantas veces se
había negado a decir “te amo” y cuantas estaban esperando con impaciencia por ser dichas.
Oyó sus pasos y quería complacerlo, cerraría los ojos, no quería escucharlo decir, ¿qué
haces despierta aún?.


La puerta se abrió muy despacio. Las cortinas se mantenían echadas y la habitación se
encontraba a media luz.


Pudo escuchar como se quitaba la chaqueta, tomaba algo del armario y lo que sintió
después fue como suavemente una manta la cubría. Pero lo que siguió la sorprendió.


- No he creído ni un solo momento que estés dormida pequeña mentirosa. Tu cabeza
debe estar rabiosa por soltar todo lo que hay en ella. Te he observado demasiadas veces
mientras dormías de verdad, podría decirte que es una de mis aficiones favoritas. Tienes tan
apretados los párpados que parece que no podrás despegarlos jamás.


Esto último lo dijo casi riendo.


- Vamos nena, déjame ver tus preciosos ojos. Según la intensidad de su color podré saber
que está maquinando tu maravillosa cabecita.


Y Bella abrió los ojos lentos y melosos, intentando ocultar de sus labios la sonrisa que
mantenía oculta desde la primera frase.


- Preciosos princesa, merecería la pena vivir solo por verlos cada día. Podría entender su
lenguaje sin que pronunciaras una sola palabra y ahora me están diciendo que son muchas
las cosas que tienes que decirme.


- Sí muchas, pero la más importante es decirte lo mucho que te amo.


Se revolvió el pelo y comenzó a reir lentamente.


- Bien princesa has empezado por la mejor parte, pero me temo que tendré que escuchas
tantas otras que necesitaré algo más que palabras.


Bella se movió instalándose en el centro de la calma y palmeando ésta con su mano.


- Ven aquí, siéntate a mi lado y escucha atentamente.


-Soy todo oídos.


- ¿Qué pensarías si James después de unos días de no ser visto por Marlena y sabiendo ésta
que su hermana se ha marchado, volviera fingir junto a ella, como un hombre derrotado,
herido de amor y buscase refugio en sus brazos?


- Pues que si lo consigue sería muy valiente, yo no lo haría por nada del mundo.


- Ni yo te dejaría.


Se hizo hueco bajo su brazo y lo rodeó por completo. Edward la acomodó y se recostarón
sobre la almohada.


- ¿Qué más?, porque hay mucho más.


- Bien, si él hiciera un buen papel y Marlena no sospechara nada, pensara que todo ha sido
un error, que ella es la única capaz de controlar a James y que éste nuevamente está de su
parte, otra persona más podría entrar en juego.


- Me parece mentira que tú sola estés planificando todo. Equivocaste tu carrera nena, las
fuerzas especiales, y el ejército deberían conocer tus habilidades.


Al oír habilidades Bella bajo sus manos hasta depositarlas demasiado estratégicamente, muy
cerca de esos lugares donde sabía que conseguía hacerle perder el control.


- Quieta, aún no me has explicado nada, no intentes desviar mi atención, no sería jugar
limpio y yo también conozco esa estrategia.


- Lo que sigue Edward es cuestión de eficacia. Si James introduce nuevamente a la mano
de obra, que ahora trabajará para nosotros, podría servimos para tener pruebas irrefutables
contra ellos, pero además conoceríamos todos y cada uno de sus movimientos. Podríamos
hacer inclinarse la balanza una vez de nuestra parte otras controladas de la suya, hasta
tener lo que nos lleve a demostrar ante la justicia como están actuando. Sería como pasar
información al enemigo pero a nuestro antojo.


- Nena, no se si aplaudirte o castigarte tanto, que dejes de pensar de una vez. ¿Sabes lo
peligroso que podría llegar a ser lo que pretendes?.Esa gente está demasiado acostumbrada
a cambiar de bando, a trabajar unidos a los que en un momento pueden parecer ganadores
y en cinco minutos cambiarlo todo.


- Esas personas amor, trabajan con el mejor pagador, con quienes efectivamente siempre
son los ganadores, y eso es lo que somos nosotros. En cuanto a los aplausos o el castigo,
¿tengo aún que repetirme diciéndote cual elijo?


- Por mucho que quieras escabullirte de esta conversación no vas a conseguirlo.


- No queda de momento mucho más que decir, excepto algo que creo de suma importancia.


- Suéltalo no puedo esperar.


- Voy a pedirle a James que transfiera sus acciones a nombre de Emmet, de esa forma
Esme no podrá obtener jamás la cuantía de la empresa. No podrá amenazarte nunca más.


La miró asombrado, perplejo y orgulloso. Bella no dejaba nada al aire, ni el cariño por sus
seres queridos, ni el esfuerzo de Petter por levantar aquel imperio.


- ¿Piensas que las cederá fácilmente?.


- Edward, en un principio solo quiero saber cual es su reacción, si se opondría a ello, si
estaría dispuesto a ceder, eso me haría saber hasta que punto es capaz de arriesgarlo todo
por amor. Piensa que si no tiene nada que ofrecer, Marlena perdería interés por él. Pero...
quizá dentro de unas semanas necesite que de el paso necesario, que otorgue poderes a
Emmet o a mí para que gestiones las mismas como me parezca oportuno, lo que haría que
tuviéramos una ventaja considerable a la hora de proteger lo que tanto trabajo ha costado.


- Nadie hubiera planeado todo ésto nena con tanta eficacia como lo has hecho y sobre todo
en tan poco tiempo. Déjame pensarlo y amarrar todos los cabos.


- Por supuesto, solo quería que me escucharas, se que nadie lo planificará como tú.


- Prométeme algo.


- Lo que quieras.


- Todo lo que pase por tu cabeza, todo ¿lo entiendes?, quiero conocerlo.


- ¿Aunque te enfades?


- Intentaré no hacerlo.


- Prométeme tú algo a mí.


Supo lo que le pediría.


- Jamás dejes que nadie te vuelva a hacer daño, no lo permitas.


- No lo haré. Sabes demasiado bien como hacer que se me olviden tus atrevimientos, y
eso me hace recordar que hoy has empezado bien temprano con uno, y he llegado a la
conclusión que cada noche cuando terminemos de jugar, tomaré medidas.


- ¿Qué medidas?


En su rostro ya no había tensión. Bella estaba feliz. Hablar con Edward, sentirse válida, ver
como él era capaz de aceptar sus pensamientos, y sobre todo su provocación, habían que
conseguido algo más que excitarla. Ahora podía ser un buen momento para jugar, ella no
había tenido nunca intención de dormir y descansar podría ser más conveniente hacerlo
después de una intensa sesión de amor, seguro que se quedaría profundamente dormida.
A fin de cuentas era lo que Edward quería. Sus brazos fuertes a cada lado de su cara, su
cuerpo sobre el suyo enjaulándola sin apoyar su peso, sus rodillas flexionadas a ambos
lados de su cadera, y su boca muy cerca de la de Bella.


- Mi padre me enseñó una técnica que no falla nunca.


- Los padres son muy sabios.


- Siempre que merecía un castigo, me preguntaba cual creía que debía ser el que me
merecía. ¿Cómo crees que debo castigarte nena?, ¿qué castigo crees que te mereces?.
Bajó sus ojos y su cara teñida de cereza lo dijo todo. Algo muy gordo estaba en su mente,
algo que los haría volar como siempre y que él estaría deseoso de cumplir hasta el fin de
sus consecuencias.


Apoyó ahora sus caderas sobre las de Bella, haciendo notar como su polla había tomado
el rumbo de vuelo mucho antes que sus pensamientos. Aquella mujer tenía todos los
ingredientes necesarios para hacerlo arder en cualquier momento.


Al notar su toque Bella sonrió mucho más y atrevida, coqueta y magníficamente descarada
levantó sus caderas par que el roce fuera más intenso.


- Presiente que no quieres esperar demasiado, que pasas de caricias lentas y que deseas
tanto como yo que entre en tí.


- Me vuelven loca tus palabras Edward, pero hay veces que me sobran todas ellas. ¿Puedes
dejar de hablar de una maldita vez?.


Era su momento. Tenía a su mujer deseosa y ardiente, pidiéndole que se saltara todos los
preliminares. Su cuerpo exigía a gritos entrar en ella y permanecer allí hasta que ambos
perdieran el aliento. Pero su mente exigía más que eso, mucho más, disfrutarla con mucho,
mucho detenimiento.


Continuó con un baile lento, acariciando con su cuerpo completamente el de Bella,
aprovechando cada roce para provocarla, su torax sobre el pecho de Bella, su polla
encerrada en sus pantalones, rozando los de Bella una y otra vez, sus rodillas acariciando
sus caderas, y sus manos tocando suavemente su garganta, mientras su boca maldita, se
acercaba a los labios de Bella sin rozarlos.


Bien, Bella le había pedido que no hablara y no lo haría, pero por dios que utilizaría todo su
cuerpo para que sus caricias pudieran sustituirlas.


Juntas sus frentes, al límite de la unión sus bocas y despegarse de ella, una y otra vez
volviéndola loca, observando como Bella intentaba elevar su cabeza para morderle la boca.


Retirarse para volver a acercarse, el infierno y la gloria.


La respiración de Bella cada vez más alterada y la suya más caliente. Eso era Bella, una
hoguera que lo encendía para quemarse en un fuego que siempre mantenía encendido. Sus
dedos ágiles abrieron la cremallera del pantalón de Bella para bajarlo juntos hasta su bajo
vientre donde podían verse sus braguitas, justo en el punto en que sus piernas no podían
abrirse más de lo que él deseaba.


Ahora le tocaba a él. Desabrochó sus pantalones y los bajó por completo hasta sus tobillos,
dejando que fueran sus boxer los que separaran y acariciaran sus cuerpos.


Aquella ropa interior que Bella llevaba lo estaba matando, sus braguitas transparentes
dejaban ver aquello que a nadie más le estaba permitido y que parecían decirle...sabemos
que sobramos...


Nada, excepto penetrarla en esos momentos era sencillo. Pero como podía irla viendo
derretirse era tan hermoso que no podía dejar de mirar y disfrutarla.


Con la boca, con sus dientes fue subiendo lentamente su camiseta, mientras que con su
lengua iba dejando un reguero de fuego y saliva por su vientre.


Los gemidos de Bella ahora se interrumpían por pequeños suspiros que bebió por completo
de su boca, invadiéndola, atacándola sin ninguna piedad.


Piedad era lo que él necesitaba porque por sí mismo se había acorralado en una ratonera y
la gata lo estaba envolviendo con miradas tan sensuales que ya se sabía derrotado.


Se perdió en ese beso y fue suficiente para que Bella consiguiera bajar algo sus pantalones,
enredar sus piernas en las de Edward y voltearse con un movimiento rápido que lo dejó
sobre la cama, mientras su flexible esposa era ahora quien mandaba.


Una belleza sobre su cuerpo que no tardaba en despojarse de su ropa interior y buscar con
movimientos asombrosos su polla para clavarse en ella.


Gloriosa, simplemente gloriosa. Perdido, completamente perdido dentro de ella. La imagen
digna de ser reproducida por un pintor. Sus brazos elevados hacia el techo queriendo tocar
el cielo, su cabeza hacia atrás, y sus caderas subiendo y bajando con una lentitud letal al
mismo tiempo que parecieran mecerse en un baile demoniaco que lo hacían enloquecer. Se
negó a cerrar los ojos y sentir porque lo que veía era demasiado hermoso.


Fue cuando Bella cambió de posición sus brazos cuando creyó morir. Hacia atrás apoyando
ahora sus manos en sus rodillas, arqueando su cuerpo como si una espiga se dejara doblar
por una brisa suave, llamándolo, evocando su nombre.


- Edward, por favor, por favor.


Las manos grandes de Edward se posicionaron sobre sus nalgas llegando hasta abarcar
sus caderas y acompañando los movimientos de Bella haciendo que cada penetración fuera
única, precisa y dirigida ya a un solo fin, sentir.


Aquella mágica descarga que siempre venía acompañada del éxtasis final hizo presencia
desde sus pies hasta su cabeza, recorriendo cada parte de su cuerpo.


Un potro salvaje, una montura perfecta, una yegua desbocada formando un conjunto
perfecto para lo imparable.


Una sola contracción sobre su polla y el semen llenó caliente su coño hasta hacerla sentir
como se venía contra él.


Quietos ambos, uno impulsando sus caderas hacia arriba, otro hacia abajo y el sonido de
sus respiraciones llenándolo todo. Segundos de quietud y un lento caer del cuerpo de Bella
sobre el pecho de Edward.


Brazos laxos, cuerpos desmadejados pero completos, besos sobre su cabeza,besos sobre
su cuello, dedos que se buscan para unirse, para no romper el precioso vínculo, para seguir
festejando el amor.


Y lo mismo de siempre, palabras de Bella, siempre las últimas.


- Edward.


- Sí.


- Pienso ser muy mala cada día hasta que agotes todos y cada uno de los castigos que
tengas en mente...

2 comentarios:

  1. !OMG!!!!!, que capitulazo, buenissiiiimooo. Ani me quito el sombrero que bien lo haces, te felicito, esta historia está de muerte, cada vez me sorprendes más. Estos personajes los amo son fuertes, decididos, luchadores,y grandes amantes.
    Sigue así Nena, te felicito.
    Saludos desde Panamá.

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  2. OMG! me dejas en Shock nena, me encanta esta historia me tiene loca desde la primera vez que la leí, Dios que bueno esos castigossss!!!!! yo quiero unos cuantos!

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