Capítulo 48
Bueno señoras, llegó el momento de dar por concluida la primera parte de ...Guerra de Voluntades...
Con este capítulo Edward, ese hombre inventado, extraordinario, brusco, amante y protector de su
amor, pasará a tener un papel diferente. Bella sigue siendo la narradora de esta historia, y
como mujer que soy, se me antoja darle el protagonismo que se merece.
Al final de este capítulo comenzará … La línea recta..., esa que amo, la que dirige gran parte
de mi vida, la que me deja ver con claridad un inmenso recorrido lleno de posibilidades, la
que no me oculta nada, y por supuesto, la que al ser más corta, siempre me deja tiempo
para muchas otras cosas.
Por lo tanto todas las frases que componen este último capítulo, van dedicadas a todas y
cada una de vosotras, a las de casa, a aquellas que tuvieron su dedicatoria, a quienes me
leyeron sin decir nada, casi en secreto, sin ser vistas, o a quienes alguna vez quieran pasar y
conocerme a través de mis palabras.
***
La madrugada iba haciendo su entrada, como un ladrón casi sin ser vista, y entre sus brazos
seguía teniéndola plácidamente dormida. Si semanas antes le hubieran dicho que el amor
le vendría dado por ella, no hubiera apostado nada e incluso se hubiera mofado de tal idea.
Pero que cierto es, que la felicidad arranca de muchos caminos y que cuando menos lo
esperas, se asoma dejándose ver desde cualquier parte.
Un pequeño haz de luz, proveniente seguramente de alguna farola de la calle, iluminaba su
cara serena, confiada a un cuerpo que por primera la había poseído en su totalidad. Todo
había sido sencillez, ternura y conocimiento de dos personas, que sin reservas lo habían dado
y exigido todo.
Mirarla era un placer al que no estaba dispuesto a renunciar, aunque supiera que en breves
momentos tuviera que despertarla para dejarla marchar. Protegerla de Marlena, se había
vuelto mucho más importante que retenerla a su lado, que disfrutar de su olor y de la
suavidad de su piel, o simplemente de su compañía.
Suavemente apoyó sus labios sobre el hueco de su cuello y su aroma lo bañó como el agua
de los riachuelos que pasa traviesa entre los prados. Depositó un suave beso en él, cálido y
lento para no despertarla aún.
Pero las caricias de los amantes, llevan el sello escrito de la necesidad, y tras las sombras se
esconden las llamadas, esas que nos hacen querer más. Y tras uno, siguió otro, y otro y otro
más, todos envueltos en un ramo de terciopelo con el que cubrió su nuca y sus hombros,
perdido en una exigencia lenta que guió sus manos desde su vientre hasta sus pechos. Y allí
sus caricias no se hicieron esperar. Su piel parecía estar recubierta de polvos de seda donde
sus dedos se deslizaban con una suavidad infinita. Notó sus pezones enderezarse atrevidos y
los bellos de su nuca erizarse.
La tenía de vuelta de un sueño profundo nuevamente para él y un gesto de su rostro lo
sacudió en respuesta a su deseo. Necesitaba saber que tanta calidez venía desde su sueño,
que solo él era protagonista del mismo.
- Te he despertado.
- No, ya estabas conmigo en mis sueños.
A veces, determinadas respuestas nos hacen sentirnos gigantes, seres enormes con
capacidad de apropiarnos de cualquier cosa, incluso del mundo que nos rodea. Sentirnos los
únicos de tenerlo todo.
- Necesito sentirte mía otra vez antes de que te marches.
- No pienso hacer nada para que eso no ocurra.
Volvió a besar su cuello, ahora con el consentimiento y el descaro de aquellas palabras, que
le daban el permiso necesario para tomarla, entrar en ella y entregarle un poco más de lo
que ella le hacia ser.
Desde allí, desde su espalda, moviendo su rodilla con la habilidad que muestra la necesidad y
el deseo, abrió sus piernas para entrar en ella y sentir como lo recibía deseosa, hambrienta y
necesita al igual que él lo estaba.
Hay cuerpos que necesitan toda una vida para conocerse, para entender el lenguaje del otro,
o simplemente aceptar el conformismo de lo que encuentran. Muy lejos de eso hay algunos
que se reconocen al instante y que como piezas creadas para encajar a la perfección, inician
un recorrido lento que solo con gestos caminan a la par buscando las mismas cosas. Uno se
adelanta esperando ser alcanzado, para que el otro tome la iniciativa y vuelva a esperar. Los
relevos se vuelven tácitos y solo los gemidos llenan con sus ecos los espacios. La respiración
deja de ser controlada, dos corazones se vuelven uno para galopar al mismo paso, y el
pensamiento se desmorona, se convierte en nada solo buscando esa luz cegadora que los
lleva al final. Esto solo ocurre cuando el amor lo envuelve todo, cuando es el que ordena
sin exigencias, cuando el término esclavitud, dueño de,... se transforma en la libertad más
absoluta. Y dos palabras que lo llenan todo y que algunas veces no son necesarias.
- Te quiero.
Un beso tierno por respuesta a las mismas que sin ser pronunciadas hablan el mismo
lenguaje.
Y tras él lo inevitable, la despedida.
Dorothy se levantó de la cama muy despacio, pesándole cada uno de sus movimientos esos
que la alejaban de James y él la siguió necesitando que el estar juntos durara unos minutos
más.
Tomó su ropa y comenzó a vestirla, como si de un ritual se tratase sin dejar de mirarla a los
ojos y ella aceptó cada uno de sus gestos, dejándose llevar como si fuera una muñeca entre
sus manos, las mismas que acariciaron su cabello en el acto de alisar su pelo y envolver su
cara para besarla nuevamente.
- Si continúas besándome de esa forma no podré marcharme.
- Por mucho que lo deseo preciosa no te expondré a la ira de Marlena. Quisiera que me
permitieras acompañarte a casa.
Sabía que ese acto sería un riesgo innecesario y trató de relajar el ambiente. Miró su cuerpo
desnudo y luego sus ojos.
- No creo que estés apropiadamente vestido para la ocasión.
- Puedo hacerlo en un segundo.
- Prefiero pensar que siguen en la cama oliéndome, buscándome y amando todo lo que soy.
Ella sabía como hacer que un adiós se convirtiera en un hasta luego, que esos momentos
fueran menos difíciles y que ambos pensaran juntos la manera de volver a tener un espacio
para los dos.
- No quiero que te preocupes, te llamaré al llegar a casa aunque solo sea para decirte que
estoy bien, y luego más tarde volveré a hacerlo si Marlena sospecha algo.
- Estaré despierto hasta que eso ocurra.
Se encaminó hacia la puerta del dormitorio y volvió su rostro para mirarlo antes de salir
de ella. Pudo comprobar como todo su rostro reflejaba ausencia incluso antes de que
abandonase aquel lugar y como una mujer fuerte y generosa, orgullosa de sentir que su
hombre la amaba, guiñó un ojo y...
- Es una pena que solo uno de los dos se haya vestido.
Sonrió viendo como James se miraba así mismo y volviera sus ojos a ella de forma canalla.
No esperó, retrasar durante más tiempo el adiós se estaba convirtiendo en algo doloroso.
Ahora había que pensar en lo que vendría al llegar a casa. No sabía cual sería la reacción de
su hermana, ni tan siquiera si ésta seguiría en la fiesta. No estaba acostumbrada a mentir.
Hasta ese momento nunca tuvo que proteger nada que le importara lo suficiente para
hacerlo.
Una sensación extraña la invadió por completo, quizá hubiera debido permanecer en los
brazos de James aquella noche y decir al día siguiente que no se encontraba bien para volver
sola a casa, que había tomado una habitación en cualquier hotel hasta encontrarse repuesta.
Decir todo aquello seguido sin que la voz le temblase ante las miradas escrutadoras de
Marlena sería imposible para ella. Mejor decir una verdad a medias. Eso haría...
***
La fiesta en casa de los Cullen había sido un éxito, mucho más después de que determinados
invitados hubieran abandonado la misma y el aire hubiera sido mucho más sencillo de
respirar, aunque si bien ante las dudas Edward no dio tregua en las medidas de seguridad.
No dejaba de observar a su esposa y de recordar qué le había llevado a perder el control de
aquella manera. Por muchos que las palabras de Bella le hubieran calmado, por todos los
besos, por la forma de terminar aquel acto que comenzó siendo violento, incluso después de
ver como era rendido por su amor, sentía que debía millones de disculpas. Como empezar
todas y cada una de ellas era algo que no sabía como iniciar.
La vió dirigirse del brazo de Petter al despacho apoyando su cabeza sobre su hombro. Algo
rondaba por su mente en ese instante y el no estaba dispuesto a perderse nada de lo que
aquella cabecita pudiera estar tramando. Los siguió en la distancia, sin querer interrumpir
aquel momento entre ambos de confianza, de momento padre e hija, porque era así como
los estaba viendo. Y sintió los pasos de Alice y de Emmet muy cerca de él. Parecía como si
toda la familia hubiera decidido reunirse en la intimidad, después de aquella noche de tantas
emociones.
Y las palabras de Bella no tardaron en surgir, como la luz penetra en la oscuridad cuando va
concluyendo la noche.
- Quisiera pediros disculpas si durante la noche he tomado decisiones contrarias a lo que
pensáis, a las que hubierais decido tomar, pero nunca me he sentido con tanto derecho como
hace unas horas, para proteger lo que creo que es nuestro.
Edward quiso interrumpirla al igual que Petter. No era necesario que ella se sintiera obligada
a dar explicaciones de ningún tipo, cuando era la única que había tenido el valor suficiente
para romper lo que durante años se había mantenido a golpes de dolor y mentiras. Pero
Bella los miró pidiendo silencio. Estaba dispuesta a terminar lo que había comenzado y llegar
incluso más lejos. Detrás de todas aquellas palabras de inicio, había algo más y Edward pudo
presentirlo.
Bella tomó aire, parecía estar preparándose para dar un discurso que no tenía marcha atrás.
- Os agradezco todo lo que estáis pensando y que no os pienso dejar decir, no son necesarias
aquellas palabras que nos llevan a reconocer una y otra vez que cualquier medida que
tomemos en el bien de los demás, están justificadas, por mucho miedo que éstas nos puedan
proporcionar. Pero si me gustaría que las proximas las escuchéis con mucha atención. Van
dirigidas a todos, pero en especial a vosotros dos.
Miró a Petter y luego a Edward detenidamente, comenzando sus palabras sin dejar de mirar a
sus ojos.
- Se que el amor que sentimos la mayoría de las veces nos hace pensar que los seres a los
que amamos son demasiado vulnerables, los intentamos proteger a toda costa, sin darnos
cuenta que ese intento de resguardar al otro, nos exponemos de tal manera que no somos
conscientes de todo lo que dejamos al descubierto, y es ahí precisamente, donde nuestros
enemigos pueden hacernos más daño.
Edward no dejaba de mirar en el fondo de sus pupilas, tan oscuras, tan profundas como
cuando ambos hacían el amor. Aquella mujer era pura pasión y estaba apunto de quemarlos
a todos con sus palabras. Una vez más, sabía que su lógica le haría rendirse ante sus
palabras y algo en su interior le animaba a encontrar el camino del encuentro con ella. Y ésta
no tardó en continuar mostrándole todas y cada una de las respuestas que necesitaba. Sus
labios esbozaron una sonrisa tierna que acompañó con una leve movimiento de su cabeza.
- Edward mi amor, no soy débil, no puedo recordar aún todos lo momentos vividos, pero no
siento haberlo sido nunca. Bajo todo lo que ves hay una mujer segura en sus convicciones,
firme e inquebrantable en los sentimientos hacia los demás, pero sobre todo la única para
tí. Me sobran tus palabras para entender lo que ha sucedido esta noche, lo que ha intentado
Esme, lo que pretendía comenzar contigo igual que lo hizo en su momento con tu padre...
sembrar la inseguridad y con ello llevar a las dudas, luego a la desesperación y más tarde a
romper la promesa que tú y yo hemos hecho como algo sagrado... ¿recuerdas?... “ahora y
siempre, todo en cualquier lugar”.
Lo dijo lento y claro, como si aquellas palabras fueran las nuevas para todos los miembros de
esa familia. Fuera de sentir pudor todo lo que latía dentro de ella era una fuerza imparable
por que aquellos seres a los que amaba con todo su corazón y sobre todo Edward, que era su
alma, supieran desde aquel mismo instante que no estaba dispuesta a retroceder ni un solo
centímetro, que no daría la más mínima oportunidad para que nadie acosara o pusiera en
peligro lo que mas amaba.
- Mírame, puedo ser pequeña, menuda entre tus brazos, puede hacerme llorar la felicidad y
ser vulnerable ante lo hermoso, pero jamás me verás rendirme ante los que invaden lo que
para mí son tesoros inestimables.
Petter el pasado solo es eso, ya no podemos modificarlo y mucho menos dejar que nos haga
daño recordando lo que debimos hacer y no hicimos, eso solo nos haría morir lentamente
sin darnos cuenta que un camino recto y mucho más interesante nos espera. Lo único
que debemos recordar es lo que aprendimos de ellos, la verdad que nos fue revelando y
que supimos ver. El futuro es perfecto porque está lleno de secretos, porque no podemos
predecirlo, porque podemos esperar de él todo lo bueno que imaginemos. Pero es el
presente, solo él el que andado con pasos firmes nos conduce hacia lo que deseamos.
Decir que siempre lo asombraba, que Bella era su luz se estaba convirtiendo en una rutina
casi perfecta, y sin embargo ella era mucho más
.
.
Aquella mujer que esa noche había bajado vestida de rojo sobre aquellos tacones, era
una nueva mujer, era una reina una guerrera dispuesta a defender todo lo que tenía. Y
la siguió escuchando hablar, con esa serenidad que le asombraba después de todos los
acontecimientos de la noche.
- Las medidas de seguridad que nos rodean son excelentes y si fuera necesario Lara no
tardaría en contratar más personal. Somos nosotros, está en nosotros que el invasor
no tenga acceso posible ni a tomar contacto físico ni a dejar que su mente envenenada
nos torture hasta el límite de hacernos dudar de lo que queremos o sentimos. No pienso
romperme fácilmente tengo mucho en juego, mucho por lo que luchar y espero que vosotros
estéis de mi parte.
Llevó sus manos a su vientre y lo acarició sensiblemente esbozando una preciosa sonrisa,
para dirigir nuevamente su mirada hacia Edward y allí delante de todos encaminar sus pasos
hacia él hasta detenerse a escasos centímetros.
Tomó las manos de Edward, una manos rendidas en sus costados y las enrolló en su cintura
para después apoyar sus palmas sobre su pecho.
- Creo que los demás tienen motivos suficientes para luchar junto a mí. Alice defendería su
amor con Emmet porque tienen un precioso camino que recorrer juntos y él la seguirá a
cualquir parte. Petter ha conseguido después de muchos años entender que un hogar es lo
que tiene junto a nosotros, que ahora ha llegado a casa. Y tú y yo amor mío tenemos un
corazón pequeño que no por serlo, deja de estar presente y vivo, latiendo fuerte muy fuerte
por formar parte de lo que somos.
Unió sus labios a los de Edward muy despacio, como si quisiera darle tiempo a retener las
últimas palabras a entenderlas y asimilarlas. Esos labios que la esperaban eran fuego, el
mismo que calentaba su corazón por ser poseedor del completo amor de aquella mujer que
había llegado a su vida para cambiarla sin esfuerzo, para que todo fuera como necesitaba,
como había esperado siempre.
Separó sus labios más lentos aún de lo que los había unido alzando sus ojos para demostrarle
todo lo que había en su corazón. Ningún reproche, todo había vuelto a su lugar, nunca
estuvo fuera de sitio. Ella era su mujer y no consentiría que nadie le hiciera pensar a Edward
que actuaba movido por miedos, por aquellos fantasmas que habían convertido la vida de
Petter en un infierno.
Tomó su mano y fue besando en la mejilla a todos, Emmet fue el primero y éste no pudo
depositar un beso en su frente suspirando sobre ella al mismo tiempo que le dedicaba un te
quiero profundo. Alice no pudo contener su sonrisa, ellas tenían un trabajo pendiente, era
su secreto, lo harían cuanto antes, lucharían juntas porque a ninguna le faltaba valor. Y al
final Petter delante de quien se mostró más rendida. Bajó sus ojos, no era vergüenza, sino
respeto lo que le estaba demostrando en esos momentos, un respeto que le nacía desde su
fuerza interior, una aceptación ante todo el padecimiento que presa de aquella mujer había
sufrido. Y Petter la entendió y sus palabras le reafirmaron que la primera noche que la había
conocido, no se había equivocado.
- Te merecías el nombre de una gran heroína, Juana de Arco, así es como te veo y es así
como eres.
Miró a su hijo y en aquella mirada hubo muchas verdades, todas las que Edward conocía y se
reducían a una sola. Con aquella mujer iría al fin del mundo.
Y los dos emprendieron con pasos firmes el camino hacia las escaleras que les conducirían
hacia ese mundo de intimidad que Bella estaba necesitando con más fuerza que nunca. Le
había demostrado a Edward que era una mujer fuerte, que su mente no se dejaría engañar
jamás con artimañas ni estrategias de quienes no entendían los conceptos de amor y familia,
pero ahora tenía que hacerle ver, que como mujer ella era la única capaz de hacerlo perder el
control.
La cabeza alta, el cuerpo recto, adelantada unos centímetros a los pasos de Edward,
mostrándole en su andar un movimiento sútil de unas caderas sinuosas y provocativas, con
una lentitud en sus pasos que aún lo hacían desear mucho más llegar a la complicidad de los
momentos que ambos estaban a punto de compartir, lo fue conduciendo hacia la puerta del
dormitorio, donde frenó y se volvió hacia el cuerpo de Edward.
Volvió a besar su boca, ahora con más ansiedad, con una pasión arrolladora, comiendo de
sus labios, mordiéndolos, chupándolos. Su lengua entró en la boca de Edwar soltando un
gemido dentro de la misma y un suspiro largo que calentó sus entrañas.
Las palabras fueron muy breves pero tan contundentes que hubieran podido mover
montañas.
- Ahora vida mía voy a demostrarte quien es la única que pude hacerte perder el control.
Abrió la puerta del dormitorio para pasar y tras él cerrarla con llave. Dentro de aquella
habitación se libraría una batalla de poder que antes de comenzar sabía que ganaría. Su
adversario había depuesto las armas mucho antes.
***
Ninguno de ellos se atrevía a ser el primero que pronunciara una sola frase después de lo
que habían vivido.
Las palabras parecían todas extinguidas y en la mente de cada uno el intento de fortificarse
para seguir siendo unos enemigos poderosos.
Ruffus sabía que después de aquella noche, las negociaciones, la empresa, las acciones
estaban en juego. Hasta qué punto estaba dispuesto a arriesgar todo por Esme, era aún algo
que no tenía demasiado claro.
Esme entretejía una a una cada idea para darle forma comenzando por cual sería su
comportamiento a partir de esos momentos para conseguir doblegar la voluntad de Ruffus.
Marlena tenía algunos frentes abiertos al mismo tiempo. Por una parte había sido excluida
completamente de la vida de Edward, inventar una maniobra de acercamiento sería su
prioridad. Por otra parte estaba Dorothy a quien no había tenido en cuenta y sin embargo
había obtenido toda la atención de James. Y además, la colaboración de éste último la había
perdido. Iniciar un nuevo ataque iba a ser muy complicado a no ser que ocurriera un milagro.
Fue Esme, la que interrumpió los pensamientos de abmos. Si alguien era capaz de conseguir
que todos prestaran atención en esos momentos era ella.
- Espero que tengáis muy claro que el juego no ha hecho más que empezar. Nadie va a
alejarme sin consentimiento de la vida de los Cullen y mucho menos separarme de mis hijos
.
.
- Esme, el primer punto lo puedo entender, en cuanto al segundo fuíste tú misma la que te
apartaste de ellos.
Lo miró con una de esas miradas que más que hablar fulminan, asolan todo rastro de piedad.
- Cómo y por qué tuve que dejarlos es un asunto que solo a mí me corresponde querido.
No creo que sea el momento más adecuado para dar explicaciones, aunque te aseguro que
podría hacerte una disertación al respecto. Vivir con Petter era insoportable, nada en este
mundo era comparado a tener que permanecer junto a una persona sin voluntad. Tú mismo
fuiste el beneficiado de mi asco. Eso es exactamente lo que sentía. Ahora las cosas han
cambiado.
- Ahora hablas de poder y eso en tu lenguaje significa aunar fuerzas.
- Exactamente, lo has entendido a la primera. Somos propietarios del 30% de esas acciones,
solo nencesitamos un 15% más y todo resultará mucho más sencillo, comenzaremos la lucha
en igualdad de condiciones.
- No se de donde piensas sacarlas.
- Marlena querida, parte de ese trabajo te corresponde.
- Sinceramente no creo estar en uno de mis mejores momentos para captar la atención de
James, el parece tener puesto todo su interés en otro lugar.
- ¿Y sabes cual es ese lugar o tendremos que investigarlo?
No quiso decir aún que sabía quien ocupaba el corazón de James. Sería una baza a su favor,
y en cualquiera de los casos le daría tiempo para actuar en consecuencia a sus planes. Si le
resultaba demasiado complicado acercarse por sí misma a él, lo haría a través de Dorothy.
- Tendremos que investigar Esme, no me ha dejado acercarme lo suficiente como para saber
quien hace latir su corazón a un ritmo frenético.
- James siempre fue caprichoso, es muy probable que todo pase en cuestión de días.
- O semanas, igual no es tan sencillo esta vez.
- Acercate todo lo que puedas a él. Ya sabes, las mujeres encontramos siempre la forma de
conseguir lo que nos proponemos.
Guardó silencio mientras observaba la mirada lasciva que le lanzaba a su padre.Esme había
llegado con el firme propósito de destrozar a Petter Cullen. Poco le importaba la venganza
que ella hubiera planeado contra Edward, o el interés por quedarse con su empresa que la
perseguía desde la muerte de su madre. Esme seguiría cada una de las metas que se había
propuesto y nada ni nadie, le haría cambiar las mismas. Su padre se había convertido en el
objetivo principal. Minutos antes había quedado claro que entre los dos tenían una gran parte
de las acciones de la empresa y ella tendría que hacer el trabajo más duro, conseguir el resto
hasta llegar a igualarse al enemigo.
La puerta del vestíbulo se abrió y una acelerada Dorothy entró intentando sofocar todos sus
miedos.
- En este momento pensaba llamarte, no supe cuando te marchaste de la fiesta.
Bien, aquel cónclave de enemigos dispuestos a hacerle un tercer grado, le estaba dando todo
lo que necesitaba para mentir. Si bien ésta no había sido su intención, no veía otra salida
más que jugar el mismo juego.
- Me sentí indispuesta y no quise molestar a nadie. Salí de la fiesta hace unas dos horas y
paré en un establecimiento a tomar algo mientras me recuperaba.
- ¿Cómo has vuelto a casa?
- He llamado a un taxi.
- Hija, no me hubiera molestado acompañarte a casa.
- Cuando todo ocurrió os estabais divirtiendo. No quería, como siempre ser un incordio, ya
sabéis, lo mío no son las fiestas.
La mirada de Marlena se cernió sobre ella. No las fiestas donde la gente podía observarla,
pero sí las privadas. Llamaría a James en ese mismo momento, necesitaba saber que estaba
solo o mejor iría hacia su casa y lo comprobaría por sí misma. Tenía que ver la reacción de
su hermana allí delante de todos cuando les comunicara que iba junto a James.
- La noche para mí no ha terminado. Creo que iré a buscar a James para tomar unas copas.
- Por el amor de dios papa, tú lo tienes todo aquí, (lo dijo mirando a Esme), tu fiesta
comenzará muy pronto, Dorothy no se encuentra bien, además de no ser una pieza
indispensable en una reunión y yo no podría en estos momentos conseguir cinco minutos de
sueño.
Miró a Dorothy esperando que su rostro le indicara alguna reacción. No vio nada, excepto
una ligera sonrisa, que como siempre utilizaba para anular sus pensamientos.
- Si no os importa voy a retirarme, seguramente yo no tardaré ni esos cinco minutos en caer
rendida.
Se dio la vuelta y sin dar muestras de demasiada rapidez comenzó a subir los escalones que
la conducían a su habitación. Tenía que llamar a James y advertirle que Marlena se dirigía a
su encuentro. Su corazón latía precipitadamente cuando llegó a su dormitorio y tan prudente
como siempre entro en el baño para obtener algo más de intimidad. Marcó el número con
toda la velocidad que le fue posible. Apenas si había oído un tono, cuando la voz de James al
otro lado calmó los latidos ansiosos
.
.
- James, he llegado bien. Estan todos aquí.
- Cálmate, ¿quienes son todos?.
- Marlena, Esme y mi padre. Habían llegado no sé probablemente minutos antes que yo.
- ¿ Qué les has dicho?.
- Que me encontraba indispuesta y que necesitaba aire, que las fiestas no son lo mío. Pero
eso no será suficiente mañana y pasado o cuando quiera que podamos volvernos a ver.
- Ahora no pienses en ello preciosa, descansa todo lo que puedas, ya encontraremos el
momento sin que estés expuesta.
- James no es solo eso por lo que te he llamado. Marlena va en tu busca.
- No va a encontrarme, no estoy en casa o ¿ya lo has olvidado?.
- No, no he olvidado nada, ni el lugar, ni los momentos ni lo que hemos compartido. Pero no
se si llegar hasta tu casa y no encontrarte será lo más aconsejable. Al no encontrarte, puede
que su intuición la lleve a pensar más de lo que debería.
- ¿Me estás pidiendo que acuda a su encuentro?.
- No se lo que es mejor James y por supuesto que no te pediría eso jamás, no lo soportaría.
- Todo mi cuerpo huele aún a tí cariño y ya te echo de menos.
Aquellas palabras eran las que necesitaba para que su respiración volviera a la normalidad.
Sabía el poder de seducción que su hermana empleaba para conseguir siempre lo que quería.
Ahora ella había encontrado alguien verdaderamente importante, no sabía aún que poder
tenía sobre esa persona y temblaba solo imaginando, que pudieran arrebatárselo.
- Creo que mis besos no han sido lo suficientemente convincentes, ni mis caricias demasiado
expertas, y que estar dentro de tí no te ha dado toda la confianza que hubiera querido.
Hubiera sido mejor retenerte aquí a mi lado toda la noche, y repetir una y otra vez lo
único que parece hacerte fuerte. Hacerte el amor hasta que no quedaran dudas de mis
sentimientos. Espero conseguirlo con el tiempo, porque escucha bien, no pienso rendirme.
Y otra vez aquella palabras dichas por el único hombre que había conseguido sacarla de una
vida de sombras, hizo que una sonrisa la llenara de calidez. Si el no tenía dudas, no sería ella
las que las dejara aparecer a su antojo para empañar todo lo que habían vivido juntos.
- Lo siento James, pero aún es demasiado pronto para mí, para tener fuerza y confianza en
mi misma, para creer que yo sola, con lo que soy puedo despertar esos sentimientos que
tengo cuando estoy a tu lado.
- Pequeña, mi ralación con Marlena y su mundo retorcido terminó no hace mucho, pero si
completamente. No arriesgaría lo que tenemos por nada.
Y lo dijo con un sentimiento que la atravesó completamente, y escucharlo fue todo lo que
necesitó, para saber que aquella noche, aunque solo fuese aquella noche, sus sueños
estarían junto a James.
-Te quiero, piensa en ello.
Cómo respuesta, una que no esperaba...
- Creo que yo también.
Sonrió en el auricular, aquel creo era el primer paso, y él la ayudaría a dar los siguientes,
igual que se hace con un niño, cuando aprende a caminar.
…
La habitación se había convertido en un campo de hermosa y complicada batalla, una
grande que Bella libraría para desolar los recuerdos de infancia de Edward, y terminar de
arrancar para siempre el poder de aquella mujer que no merecía llevar el nombre de madre.
Si conocía a Edward como creía, éste aún tendría en su cabeza todos y cada uno de los
momentos que habían sucedido en el despacho. Pero ella no se dejaría vencer. Nadie había
conseguido jamás descifrar cuales y cuantas eran las formas de los juegos entre dos y ella
tenía la mayor baza para ganar siempre, ...su amor por Edward...
Aquella noche, en ese mismo instante dejaría de ser su esposa, él le había dicho en muchas
ocasiones que aquel espacio era el regudio de un hombre y una mujer, y eso serían, un
hombre y una mujer frente a frente para entregarse y buscar cada una de sus fantasias.
Ella pediría todo, el lo daría todo y ella seguiría pidiendo hasta que no quedara nada sin ser
concedido.
Como si fuera una estraña en un encuentro fortuito se acercó a su hombre, tomo con una
mano su corbata para acercarlo a escasos centímetros de su boca y hablar sobre ella sin
rozarla.
- Nunca pensé que llegaría a serle infiel a mi marido.
La frase estaba lanzada. Si él la entendía, si él comprendía y aceptaba su juego, aquella
noche sería definitiva para ambos. Le estaba entregando las llaves de su conciencia, para que
ambos pudieran destrozar y traspasar cualquier límite conocido. Y aún fue más allá.
- Haz que no me arrepienta.
Aquellas palabras calaron lenta y de forma muy caliente la sangre de Edward. Aquella
mujer, su mujer le estaba ofreciendo mucho más que su corazón, le estaba entregando sus
pensamientos, aún vestida, la tenía desnuda de mente, para dibujar cada trazo al antojo
de ambos. Sin pudor, sin vergüenza, pidiendole que él hiciera lo mismo, animandolo a
desnudarse por dentro, a exigir a pedir, a reclamar hasta lo que sus sueños o sus fantasías le
permitieran... Y siguió provocándolo... Ahora hablándole al oído..
.
.
-Tanta espera solo despierta aún más mi interés. Piensa que ésto solo podría ocurrir una
noche, una sola vez.
Y ya no hubo más espera, la volvió para apoyarla contra su torso, dejando que su precioso
culo rozase una y otra vez contra su erección. Su polla receptiva a cualquier movimiento,
llevaba tiempo esperando ser protagonista. Y aquellas caricias de cuerpo de sirena, solo
consiguieron que su dureza fuese en aumento de manera incontrolable. Bella la ola, Edward
el mar. El haciendola espuma, ella arrastrándolo hacia dentro. Con cada caricia de Edward,
suave como la seda, por sus hombros, Bella tensaba sus músculos desde sus tobillos hasta
sus hombros, dejándolo percibir que efecto causaba en ella. No ocultaría nada aquella noche,
lo sentiría todo. Se dejaría arrastrar una y otra vez hasta olvidarse de quien era.
Sintió sus manos sobre sus pechos, separadas solo por la tela de su vestido. Aquella noche,
aquel traje rojo había sido su uniforme, su escudo de batalla y seguiría siéndolo por unos
minutos, estaba segura que éste no aguantaría en envite. Apoyó su cabeza sobre el hombro
de Edward para hablarle y decirle todo lo que quería en aquel momento.
- Arráncamelo, no quiero que nada nada sobreviva hoy, aquí, ahora.
Y como si lo hubiera estado esperando, sus palabras no fueron más que un destello de sus
deseos. Solo sintió los dedos de Edward convertirse en puño y el rasgar del tejido que se
deslizaba hasta sus pies.
Por la mirada de Edward, supo que sus marcas, esas que habían sido infringidas horas antes,
habían quedado al desnudo. Di él pensaba que eso la detendría, que sus ojos asombrados le
harían retroceder, dar marcha atrás en lo que había iniciado, estaba muy equivocado.
Con sus manos tomó la cara de Edward consiguiendo así que no tuviera campo de visión
sobre su cuerpo, solo sus ojos, y como una loba que espera respuesta a sus acciones,
comenzó a morder cada parte del cuerpo de Edward, exactamente en los lugares en los
que ella mostraba señales. Sus dientes expertos ahora mordían con la fuerza suficiente para
producir dolor y placer, dejando un reguero de saliva en cada centímetro de su piel. Ahora
estarían los dos marcados, señales de batalla de dos fieras que voluntariamente habían
consentido esa forma de luchar.
Y los ojos de Edward se volvían más oscuros con cada uno de ellos. El placer podía verse a
través de los mismos como si dos relámpagos los incendiaran.
No se quitó los tacones, quería verse grande y fuerte, como si su adversario no la intimidara
en ningún momento.
Su lengua se deslizó por el vientre de Edward para luego subir muy lentamente hasta llegar
a su cuello, lamerlo y olerlo. Un reconocimiento completo de su piel que la hizo gemir bajito.
Sus labios carnosos saborearon el lóbulo de su oreja cuando sintío las manos de Edward
apretar su cintura y atraerla hacia su cuerpo. Sentía los latidos de su polla sobre su ombligo.
Ese era su hombre, el que retenía el control hasta límites insospechados, el que en ese
momento seguía queriendo demostrarle que ella siempre sería lo primero. Aquel hombre no
olvidaba por un solo instante como habían empezado los juegos antes de la fiesta, y estaba
segura que continuaría en el mismo lugar.
No se equivocaba. Sus manos bajaron hasta introducirse dentro de sus braguitas húmedas
y un gruñido en su oído la hizo ser consciente de su poder. Los labios de su coño seguían
inflamados por el encuentro anterior y parte de su semen se había deslizado por sus muslos
que calientes le daban nuevamente la bienvenida.
- No dejes de tocarme por todas partes, te necesito.
- Tu hambre es mi hambre nena.
Los dedos expertos de Edward jugaban y castigaban con movimientos sabios su clítoris que
muy lejos de resentirse pedían más, mucho más. Llegar a alguna parte se había convertido
en una necesidad, en una prioridad.
Sus brazos se abrazaron al cuello de Edwad y sus piernas se abrieron para darle toda la
accesibilidad que su cuerpo necesitaba para temblar bajo sus caricias.
Sintió como Edward desabrochaba su cremallera, bajar sus braguitas y agarrar su polla con
la mano. Esperar aquella penetración se estaba conviertiendo en una locura. Quería sentirlo
dentro y estrecharlo, abrazarlo con su coño hasta que ambos rozaran ese lugar de entrega a
los sentidos.
Y no tuvo que esperar demasiado. Su polla entró en ella sin dolor pero sin miramientos. Una
estocada suficientemente fuerte y precisa para decir he llegado, aquí estoy, donde debo
estar, dándote lo que deseas, recibiendo todo lo que ansio.
Y la mano canalla de Edward seguía con sus caricias sin romper un compás letal. Juntos en
esa postura sin separarse un solo milímetro la acercó a la pared.
- Sube los brazos cielo.
Su boca fue depositando pequeños besos arrastrados al lateral de su pecho y sus axilas
haciéndola temblar y contraerse por entero. Nunca un amante fue más experto con su boca,
con sus dedos, con su polla, con aquellos movimientos rudos y perfectos que la invadían y la
hacían llegar al olvido de su nombre. Solo uno era capaz de recordar.., Edward... como una
llamada, como una advertencía.
De su boca solo salía una palabra.
- Sigue, sigue...
Como una oración perfecta y sincronizada. Exigiendolo que ninguno de aquellos movimientos
fuera sustituido por otro. Estaba muy cerca, tanto que bordear los límites, las fronteras, se
estaba convirtiendo en una agonía.
- Si paras me muero, si sigues también.
- He decidido que sea lo segundo princesa. Agarráte fuerte.
Y las manos de Bella se cruzaron para prenderse aún más fuerte de su cuello, sentir como
Edward la pegaba aún más contra la pared, hasta que sus pechos se estrellaron contra ésta,
y sus movimientos más intensos fueron haciéndola llegar sin previo aviso a un lugar llamado
deseo perdido, que solo encuentran los que aman.
Conocía su cuerpo a la perfección, nada se escapaba a sus caricias. Supo exactamente
cuando Bella se rendía a un extásis que podía llevarlo junto a ella y aún así aguantó su
amarre, con un control de desquicio y demencia. Bella era arcilla en sus manos, la única
capaz de someterlo, de exigirse, derretirse y dejar de pensar en todo lo que el mundo
arrastraba en su girar.
Cerró los ojos fuertemente para controlar su deseo. Esa mujer bonita, dispuesta a entregarle
hasta sus pensamientos era su vida, la que sentía latir en esos momentos con más fuerza
que nunca. Esa mujer olía a menta, a trigo, a mandarina, a ola,a musgo, a olivo, al café
en la mañana, a almendra, a cereza, ázucar y caramelo,a manzanilla. Era su campo y su
desierto, su frío y su calor, su hambre y su alimento, su cielo y su tierra, su fuego, su agua y
su pasión.
Siguió moviéndose dentro de ella, notando como Bella tomaba ahora el relevo de la situación.
Allí perdido en ella, en todo lo ésta quisiera darle, la sintió acompañarlo en sus movimientos,
ahora de dos, al unísono, buscando más. Y sus cuerpos al tocarse, al rendirse de aquella
manera encontraron la ausencia del mundo, para ser una vez más solo dos.
-Dáme tu boca.
Y un aliento nacido del descontrol, recorrió el cuerpo de Bella llenándolo de aire nuevo,
caliente y sincero, el aire que ella necesitaba para respirar. Sus bocas sellaron el presente y el
futuro, el pasado murió para siempre.
OMG pedazo de capitulo me encanto que digo fascino ,eres fantastica.....Sigue asi nena...Besos...
ResponderEliminarQue capitulo, que grande es Bella. Esta historia me encanta, porque aquí los protagonistas no son bobos, sino que lucha por lo suyo y no le dan cabida a los enemigos de hacerlos triza, waoo todo el capitúlo ha estado ardiente, moria con cada palabra.
ResponderEliminarBuenisimooooooo
Gracias, Te felicito