sábado, 3 de septiembre de 2011

CAPITULO 17°



Para Ana taitantitos, joder tia me rei la primera tarde contigo en el chat un trillontitos, pero sigue siendo para mí un misterio tu edad. (Sin intentar ofender creo que eres del club de las maduritas = mas de 35), así que ahi va, empecemos con lo fuertecito. 





Y llegó la hora, esa hora esperada durante todo el día para Edward, y esa hora de valentía para Bella. Las armas estaban servidas, Bella había decidido vestirse con una minifalda vaquera, y una camiseta estrecha color negra de tirantes con estampados de caritas de muñecas en color blanco, sandalias negras enseñando unas preciosas uñas de los pies pintadas de rojo. El pelo suelto algo ahuecado, y brillo en los labios. Se miró al espejo y se rió de sí misma, hacia tiempo que no se veía de verdad, que no prestaba atención a su imagen, que no disfrutaba de arreglarse. No era igual ir con amigas que decorarse, como ella lo llamaba, para alguien. No tenía mucha practica, normalmente eran Thelma y Dana quienes le aconsejaban como vestirse. 

El timbre sonó, y como siempre que lo esperaba su vientre se encogió, y una enorme sonrisa se dibujó en su cara. Hora de divertirse, de conocerse, de confiar, de ser un poco atrevida, de sentir, llegó la hora de sentir, aunque con Edward cualquier hora era perfecta para ello. Recordó el encuentro en el despacho de esa misma mañana y se llevó una mano a su pecho, aún tenía sensaciones extraordinarias que recorrían todo su ser. Su hombre era todo un maestro en hacerla derretirse. 

Abrió la puerta, shock, verlo siempre era quedarse en shock. En su interior un aplauso para Edward, menudos vaqueros, gastados, dejando poco a la imaginación de ese cuerpo extraordinario, camiseta azul intensa, manga corta, sus músculos bien definidos, haciéndola sentir sus abrazos sin tocarla. 

_ Nena, creo que la falda ha encogido. 

_ ¿No te gustan mis piernas? 

_ Adoro tus piernas, y no dejo de pensar como me sentiré cuando rodeen mi cintura, pero no he traido guantes. 

_ ¿Guantes? 

_ Si de boxeo. 

_ ¿Para qué los necesitas? 

_ Para partirle la cara a todos los que te miren como yo solo puedo hacerlo. 

_Nadie va a mirarme de esa manera porque llevo a mi hombre conmigo. 

_ A tu hombre y como a 50 amigas en tu camiseta, ¿salimos todos juntos? 

Bella se rió sin medida, le encantaba el Edward divertido, irónico, y relajado que se mostraba cada vez que estaban solos, en la intimidad. 

Se lanzó a sus brazos, no quería más palabras, necesitaba su boca, y así se lo demostró, siendo ella la que comenzó a provocarlo con su lengua y con su cuerpo que parecían moverse al mismo compás de una música imaginaria que lo estaba volviendo loco. 

_ ¿De verdad vamos a ir a cenar? 

_ Claro, te va a encantar el restaurante al que te llevaré 

_ Pues si pretendes que coma algo que no sea a ti, creo que deberías parar de besarme así. 

_ Lo tengo todo controlado, el plato fuerte vendrá después, con los postres. 

_ ¿Dulce? 

_ Puede ser lo que tu quieras que sea. 

Edward tragó saliva, estaba claro que era Bella la que estaba frente a él, al menos se le parecía al 100 por 100, pero ¿quién se había metido dentro de ella?. Aquella mujer que hablaba con él, podía destrozarlo en cuestión de segundos. 

Salieron a la calle entre risas, Edward como un colegial que tiene su primera cita, Bella como una mujer grande, dispuesta a seducir a su hombre. Se habían invertido los papeles, mientras que él daba espacio y tiempo, ella enriquecía sus fuerzas, ganaba batallas internas y se desprendía de sus miedos. Iba hacia la conquista, hacia el descubrimiento de la gran mujer que llevaba dentro, una gran mujer que lo sería además por ir acompañada de un hombre, solo eso un hombre de verdad. 

_Daría cualquier cosa por saber donde me llevas. 

_Como siempre te vence la curiosidad. ¿Soy eso yo para tí?, ¿Algo que descubrir, simplemente curiosidad? 

_ No nena, no puedo negar que todo lo que hay en tí es nuevo para mí, maravilloso por los efectos que produces en todo lo que soy, primario porque es instintivo y natural, pero hay algo mucho más importante detrás de todo eso. 

_¿Y puedo saber que es eso tan importante? 

_ Tú lo sientes también, aunque quizás luches contra ello, o no quieras verlo, o te resistas a entregarte sin conocerlo antes. Bella, somos nosotros dos, nadie más va a hacerme sentir como lo haces tú, por nadie más voy a preocuparme como lo hago por tí, mi cuerpo reclama al tuyo como necesitando esa mitad, en mi cabeza mi memoria repite tu nombre, tus risas, tus preguntas, mi mente intenta cada día conocerte, complacerte, porque ya te ha aceptado como parte de lo que soy, y aunque te llamo princesa, eres la reina de mi corazón. 

Bella agarró su mano, entrelazando los dedos, estrechándolos con los suyos, sin dejar de caminar, pensando en todo lo que le había dicho. Exponía sus sentimientos, sus emociones de una forma tan directa, tan clara, que no había otra alternativa que aceptar. Era como caminar desnuda junto a él, sin nada que ocultar, sabiendo que al otro lado, solo había dos brazos que siempre la abrazarían con amor, mucho amor, que la aceptarían sin reservas, sin querer o necesitar nada más que lo que era ella en sí misma. 

_ Esta noche mientras cenamos, conocerás muchas cosas de mi infancia Edward, te hablaré de lo que me ha hecho ser quien soy, de lo que me empuja a no dejar jamás de querer ganar batallas, de la oscuridad que llevo dentro, de mi recelo a amar sin medida por temor a sufrir tanto que el dolor te impida vivir, a tener que levantarse cada día venciéndome a mí misma. 

Edward la miró con los ojos de esa ternura que solo despiertan los cachorros heridos, los niños huérfanos , necesitados de amor, las flores sin sol. Ahí estaba ella, como una muralla robusta que protege un castillo, como una gladiadora defendiendo vasallos y princesas, mendigos y guerreros, sin darse cuenta que de la única que tenía que defenderse era de ella. 

La escucharía, y la amaría tanto, que dejaría que librara cuantas guerras necesitara, siempre estaría a su lado, la levantaría una y mil veces. No había otra elección posible, su alma ya había elegido compañera. 

Llegaron a un pequeño restaurante italiano, un local acogedor y familiar, lleno de parejas y reuniones del mismo clan, cuyas conversaciones llenaban de vida el ambiente. El olor inconfundible a pasta, a especies, a salsas mediterráneas. Las caras de los más pequeños, salpicadas de tomate o helados con nata y chocolate caliente era la imagen plasmada de una noche corriente, de horas de vida compartida con los seres queridos. Estar con Bella era siempre así, estar donde tenía que estar. 

Una mujer de unos 40 años, grácil en sus movimientos, algo regordeta y con una cara de muñeca bonita, se acercaba hacia ellos, con una sonrisa sincera. 

_Hola preciosa, tu mesa está reservada como cada viernes pero, (lo dijo mirando a Edward y sus manos entrelazadas), no para dos, ¿y las niñas? 

_Verás Fiona, hoy he cambiado a Thelma y Dana por Edward, este especímen extraordinario de hombre, que además es muy especial para mí. 

_No hace falte que jures ninguna de esas cosas, extraordinario ya veo que lo es, no estoy 

ciega, y respecto a lo de especial, no se te va a escapar, lo llevas atado a tí. Edward se acercó besando a Fiona en la mejilla. 

_No hace falta que me lleve anclado, estaré a su lado mientras me deje estar. 

Fiona le sonrió, las cosas estaban claras. Ese hombre no escondía nada, le gustaba para 

Bella. 

_Sólo por eso comerás hoy en condiciones. Los tres sonrieron a la vez. 

_¿Con qué maravilla me sorprenderás hoy? 

_Mi padre estaba hoy inspirado, ha guisado una carne regada en mosto, con canela de rama y aceitunas negras y Miguel ha cocinado patatas con almendras fritas. Manjar de los dioses cariño, sobre todo para tí que solo sabes abrir paquetes de ensaladas. 



_¿Todo el mundo conoce tus habilidades en la cocina? 

_Créeme si te digo que es peor de lo que imaginas, solo falta publicarlo en la prensa y sería noticia en primera plana. 

_Ya está bien o mis desastres seran recordados por décadas e inscritos directamente en los guines. 





Los acercó a la mesa y retiró un cubierto, encendió la vela que adornaba la misma y se marchó guiñándole un ojo a Bella. 

_La gente a la que conoces me hace sentir relajado, ser parte de tu mundo 

_La gente que conozco y a los que aprecio son extraordinarias, fáciles de dejar entrar en mi vida, aunque no sé si pensarás igual cuando quieran conocerte más, te examinen con lupa, indaguen sobre tí y te hagan un tercer grado de preguntas. Soy importante para ellos y no habrá nada de tí que se les resista. Son una pequeña familia entre italiana y española que ha crecido en Londres, y que se extiende con rapidez. Que yo recuerde no hay un solo año que alguno de sus miembros no celebre una boda o un bautizo. 

_¿Has acudido a todos? 

_Sin excepciones,la mayoría de la ropa que conoces, son de alguna de sus celebraciones. 

_ ¿El conjunto de esta mañana también? Bella soltó una carcajada descontrolada. 

_ Sí, pero yo diría que hoy ha sido su estreno oficial. 

Pensar en lo ocurrido esa mañana en su despacho, en las palabras de Bella (saborearte, probarte), en la noche compartiendo su cama, su calor, su cuerpo, en sus juegos verbales, sus competiciones por ser el primero, solo le hacían desear que la velada terminara pronto, estar a solas con ella, dejarla hacer a su antojo lo que quisiera con él. Tendría que dejar de pensar en todo eso o se derretiría como la vela de la mesa. 

Fiona apareció con dos copas como un ángel al rescate de un alma ahogándose en sus propios deseos. 

_ Vino de la casa para tí, zumo recién exprimido para Bella. 

_¿Tú no bebes vino? 

_No, no puedo y es una historia larga de contar. 

_Bien porque tenemos toda la vida por delante. ¿Crees que podrás hacerme un resumen esta noche? 

Lo adoraba; adoraba su forma de hablarle, de pedirle las cosas, entre curioso y dubitativo. Le maravillaba su interés por todas sus cosas, por su pasado, por su presente, por el futuro que deseaba compartir con ella. Así fue como durante la noche fue haciendo crecer su valor, y como Bella fue mostrándole su infancia, su lucha contra la enfermedad de Renee, la decepción ante su muerte, su propósito de no volver a ser herida de muerte. 



Edward escuchó mientras comía, apenas sin saborear su plato, pero no queriendo interrumpir con miradas extrañas. El dolor de las palabras de Bella, lo transportaban a esa habitación donde su princesa dejó de ser una niña para convertirse en la más grande de las luchadoras. Pudo ver en sus ojos, sus sueños rotos, sus noches en vela, su pena contenida, su madurez abriéndose paso sin ser invitada. Y ahí seguía su preciosa mujer, envuelta en una armadura que al mismo tiempo que la llevaba puesta, la dejaba caer ante él, sólo ante él. 

No solo había sido la muerte de Renee lo que había logrado superar. Durante tres largos años, Bella había sobrevivido a su soledad. Charli se refugió en la bebida, huyó de sus responsabilidades. Herido de muerte por el dolor de la pérdida de su esposa, se había vuelto alcohólico; su hermano Emmet (al que ahora conocía por las referencias de Bella), se había convertido en un hermano sombra, un rebelde que le aclamaba al mundo a gritos un lugar donde poder vivir sin ese peso que llevaba a cuestas. 

Hasta que Bella con tan solo casi 13 años tuvo que enfrentarse a los dos. 

Durante 5 largos días ella y su hermano se encerraron en una habitación son su padre, soportando su necesidad de beber, su adicción. Hubo momentos tan duros que Bella no encontraba las palabras para describirlos. Amenazas, insultos, grandes derrotas, pequeñas victorias que Bella y Emmet conseguían contra las horas que iban pasando en el reloj. Una gran batalla que tenían que ganar si querían ser otra vez una familia, si querían respetarse, amarse y permanecer juntos, mucho más unidos incluso que antes. 

Imaginarse a Bella con esa edad, viviendo esas situaciones, le hizo recordar las suyas, encogerse por dentro, compararlas. Bella le arañaba a la vida la esperanza por permanecer unida a su familia, él le arrancó el alma a los sueños para alejar completamente los recuerdos de su madre. 

¡Qué grandes paradojas tenía la vida! 

Volvió a prestar atención a las palabras de Bella, hoy era su historia, su gran camino recorrido, ya habría tiempo para él, más adelante, mucho más adelante. 

Y así fue como descubrió su alergia a la bebida, Bella había luchado tanto contra el alcohol para salvar a Charli, que lo había odiado y más tarde había generado algún tipo de alergía como respuesta mental, algo así como una jugada de su subsconciente. 

_ ¿Tan grande es la reacción? 

_ jajaja, tendrías que haberme visto en alguna de las pocas ocasiones. La primera vez que tomé una copa de vino, fue en mi fiesta de graduación, mi cara se volvió un globo, mi piel rojo escarlata y unos enormes panes en forma de medusa se repartía el espacio de mi cuerpo. La lengua no tenía sitio en mi boca, literalmente era un monstruo casi de cinco cabezas. Los compañeros de curso no sabían si socorrerme o salir corriendo, los profesores no daban crédito, y mis convulsiones en el suelo eran de posesa. No hay vez que no lo recuerde que no sienta escalofríos y después me ría de los efectos que causo en los demás. La segunda vez fue peor, sin duda alguna debí ingerir más cantidad, pero estaba camuflada en una comida, nunca imaginé que aquel pescado tan pequeño pudiera llevarme a un hospital . No supe nada desde que lo probé hasta que desperté tres días después. Charli y Emmet no contaban conmigo pero soy dura de roer. 

_ No quiero saber nada más, pensar que podría haberte sucedido algo y no tenerte conmigo, y ver como te ríes mientras lo cuentas no es nada divertido. 

_Relajate Edward estoy aquí, normalmente antes de comer o beber algo pregunto, siempre lo hago y si no estoy segura no pruebo nada. No me interesa convertirme en un ogro, para eso ya estas tú. 

_ ¿Te sigo pareciendo eso, un ogro? 

_ Bueno me gustaste asi, ahora es un poco mejor, eres un ogro divertido y muy seductor. 

_ ¿Y te sigo gustando? 

_ Eres demasiado listo, increiblemente manipulador, travieso de día y muy convicente de noche, te motiva mi ropa, hasta algunas veces la rompes, no te importa si no cocino bien o nada, preparas el desayuno en un abrir y cerrar de ojos, vigilas mi sueño, aunque sueles interrumpirlo, pero no importa porque tus caricias son siempre bien recibidas, entiendes mis juegos verbales, eres competitivo y por encima de todo eso, eres cabezota, no te rendirás nunca, haces promesas hermosas. ¿Crees que te dejaría escapar? 

_¿Quién quiere escapar?, desearía que me atases a tu cama, cerrases la puerta con llave, y me obligaras a cocinar para ti todos los días, y cuando no hiciera las cosas bien, desearía que me castigases haciendote el amor durante toda la noche. 

_ No desees cosas en alto, podrían cumplirse. 

_ Entonces seguiré haciéndolo. Cada día te contaré un deseo, cada día será más difícil de cumplir, cada día te retaré a que los cumplas, cada día te demostraré que mis deseos contigo no tienen límites. 

_ Vale, lo he entendido. Ahora deseo que te calles, que me dejes pagar la cena, que volvamos a casa en un taxi, tengo demasiada prisa por llegar, demasiadas ganas de que me digas como deseas que te pruebe, que te saboree, que me enseñes a hacerlo como a tí te gusta, que me muestres tus secretos. 

Muerto, otra vez lo había dejado muerto, ¿en que momento la conversación se había vuelto contra él?. Sabía que Bella era buena con las palabras, pero ahora éstas se habían vuelto acciones tácitamente. 

_ Princesa si vas a pagar hazlo pronto, no soporto estas ganas de tí ni un segundo más. No sé aún lo que esa cabecita está maquinando, pero te aseguro que si me provocas un poco más, seré producto de las llamas, víctima de una combustión espontánea, la vela y yo nos hemos ido derritiendo esta noche en la misma medida pero con distinto fin; ella no volverá a dar luz, yo soy un incendio. 

_ Palabras, palabras, habrá que ver si todo eso es cierto señor ogro, este halcón no le tiene nada de miedo. Ha aprendido a volar un poquito, ya sabe que no podrá caer fácilmente, y cada vez ansia ir más alto. ¿Podrá soportar su vuelo? 

Edward tomo una de sus manos, la llevó hasta sus labios, lamió cada uno de sus dedos, pero no esperaba la respuesta de Bella. Ella cogió su mano, la acercó lentamente a su boca, humedeció sus labios, besó sus yemas una a una, lamió sus dedos lentamente, introduciéndolos después en su boca, mordió su palma suavemente, volvió su mano, inició la misma operación, ahora más despacio, mirándolo a los ojos, viendo en ellos a un hombre que pedía al mismo tiempo que siguiera y clemencia. Acercó la mano a su pecho, sin que llegara a rozarlo, haciendo movimientos del palpitar acelerado de su corazón. 

_Es por tí, Edward solo por tí. 

Sacó dinero de su bolsillo, lo dejó encima de la mesa, se levantó como alma que lleva el diablo, la tomó de la mano, saludo de lejos a Fiona y la sacó del local a toda prisa. Anduvo tirando de ella rápido, paro un taxi, casi en letanía dijo la dirección, mirando al frente, sin querer fijarse en su rostro, esperando que el taxista parase, que no hubiera más camino que lo separara de ella. Extendió unos billetes en cuanto el vehículo paro, miró hacia Bella, abrió la puerta, salió del coche tirando de ella, y la llevó hasta la puerta. 

_ Si entro ahora en tu casa no habrá marcha atrás, ¿me entiendes?, no sé si hoy seré capaz de jugar solamente, si me serán suficientes tus caricias, si podré no exigir, no desearte tanto que me duela. No quiero asustarte, pero consigues que mi control se vaya a la mierda, que las entrañas se me retuerzan de deseo, que mi polla me reclame con furia lo que estoy deseando hacer contigo desde el primer día. Entra en casa princesa, echa la llave, el cerrojo o lo que tenga este castillo al que por mucho que lo defiendas, te aseguro que no tardaré en entrar. 

Bella lo miraba desafiante, ella no había empezado esa noche aquel juego para terminar cerrando la puerta, ella sabía lo que hacía, había confiando en él, le había contado su niñez, se había sincerado, le había dado parte de sus recuerdos, de su pasado, porque esa noche empezaría a construir con él su presente. 

_ Edward empiezan a cansarme tus órdenes, ahora no estamos bromeando. Esta noche mando yo, me dijiste “soy tuyo, haz lo que quieras”. ¿podrías callarte un rato?, con tanta charla me desvías del tema principal, y por si tienes dudas al respecto, te diré que hoy los entrenamientos solo serán el comienzo de lo que llegará después. Soy tuya desde el mismo momento en que nos encontramos, pero quiero serlo de verdad, quiero sentirte dentro de mí, que no haya nada más entre los dos que no seamos nosotros mismos. Quiero estar completa, llena de ti, quiero rendirme a tus caricias, y que te rindas a las mías, prometo merecer este momento, prometo aprender, es un reto Edward, aceptalo o marchate. 

Cogió sus llaves y abrió lentamente la puerta, no le dió tiempo a pensar, Edward la empujó dentro de la casa, cerró la puerta dando un enorme portazo empujandola con el pie, la tomó por los hombros, dandole la vuelta. Sin despejar la vista de su boca... 

_ Nena besame, besame y calmame porque sino podría devorarte. 

Y Bella lo hizo, enredando sus brazos a su cuello, atrayendolo hacia ella, acercando su boca húmeda a la boca de Edward, hablandole en ella, haciendo promesas de amante. Metió su lengua dentro de su boca, ¡maravilloso sabor!, comida para el hambriento, agua para el sediento, paz para el loco, vida para la muerto, sueños para el vencido, un mar lleno de sensaciones. 

Las manos de Edward recorrían su cuerpo mientras se besaban, esta vez eran manos torpes, manos de impaciencia, manos que buscaban mucho más que lo que había habido hasta entonces. Bella cada vez más sensual, mas entregada, gimiendo con furia, la furia de una mujer caliente, cuya calidez lo trasportaba a lugares que no conocía. Y esos ruídos, esos ruíditos de su mujer que lo volvían más loco, más desesperado. Apeló a su fuerza de voluntad, si es que le quedaba alguna, la boca de Bella se movía dentro de la suya, con una destreza que le sorprendía, seguía sus movimientos por instinto, en respuesta a las demandas de él. Que dios lo ayudara, nunca había experimentado nada igual. No quería ir deprisa, era su primera vez, quería darle lo que se merecía, la magia que toda mujer debe tener en las manos del hombre que la ama, quería llevarla hasta el cielo, hacerlo despacio y Bella parecía haberse propuesto arrasarlo. 

_ Nena, nena, habló casi ahogándose, para cielo, para, me estas matando. Si esto va así de deprisa, no durará nada. Eres un explosivo en mis manos ahora mismo, no te muevas, por favor, para un segundo y escuchame. 

Bella se detuvo y lo miró a los ojos atenta, curiosa, excitada, tan caliente que apenas oía lo 



que decía, el corazón galopando. Edward acercó su frente a la de ella, unió su nariz a la de 

Bella, habló casi rozando sus labios. 

_ Te deseo tanto que me muero por estar dentro de ti, me oyes princesa, eso no lo dudes jamás, te deseo a todas horas, de cualquier forma, en cualquier lugar. Pero te quiero, te amo más de lo que nunca nadie podrá amarte. No quiero follarte, no hoy, eso podrá venir con el tiempo, hoy quiero hacerte el amor despacio, quiero sentirte y que me sientas por primera vez, quiero abrirte a mí, y hacerlo con tanto cuidado que te proporcione más placer que dolor, quiero que seas consciente de cada parte de mi cuerpo, no quiero invadir, ni tomar por asalto, quiero las puertas abiertas, el deseo fluyendo por todas partes de tí, quiero que empapes mis manos, mi boca, quiero mirarte cuando esté a punto de romperte, quiero sentir tu dolor porque también es mio, ¿me entiendes Bella?, quiero dartelo todo, pero también quiero que no me robes nada, ningún momento, quiero hacerte mía, ¿sabes a lo que me refiero Bella?, mía ahora y siempre. 

_ Si (solo pudo decirlo en un susurro) 

_ ¿Estas segura mi vida?. 

_ Quiero estar completa Ewdard, quiero sentirte parte de mí, quiero ser parte tuya ahora y siempre. 

Llevó su boca hasta la de Bella, calmado, pleno, lleno de felicidad interior, no había más pensamientos, solo dos almas dejando fluir el momento, dejando que sus cuerpos hablaran solo de necesidad, de encuentros, de roces, de caricias perezosas, lentas,...... Mientras la besaba saboreando su boca, despacio unas veces, violandola otras, desabrochó el boton de su falda, y la dejó caer hasta el suelo, agarró el lateral de sus bragas, y las fue bajando lentamente por sus piernas, fue deslizándose con su cuerpo y con su lengua por el de Bella, besandole el pecho por encima de la camiseta, empapandola. Llegó hasta su ombligo, siguió bajando, su lengua ahora como una alfombra de hielo sobre la piel caliente de Bella, mordió su pubis, mordiscos pequeños, ruidos grandes de deseo, oliendo su aroma, inundando sus sentidos, siguió bajando a través de sus piernas, abriendolas con sus manos, separandolas, haciendo que Bella, anclase los pies al suelo y sacó las braguitas por sus pies. 

_ Hoy no quiero romper nada que no seas tú, romperte para mí. 

Bella tembló, no por miedo sino por excitación. El lo supo, su mirada le decía tantas cosas, que no acertaba a entenderlas todas a la vez, pero su mujer estaba ardiendo tanto como él. Subió del suelo, cogió el filo de su camiseta y la subió por sus brazos, la dejó sobre su cara, impidiendo que Bella tuviera visibilidad, lamió sus pezones, primero uno, luego el otro, mordió el primero,luego el segundo, tiró con los dedos de los dos al mismo tiempo. 

_Podría estar días enteros mirandote y acariciandome, imaginandote y masturbandome. Eres preciosa, perfecta para mí. 

Tiró del resto de la camiseta hasta sacarla por completo, su cara rosada, su piel iluminada, el pulso en su cuello, a Bella le excitaban sus palabras, lo sabía, siempre que le hablaba conseguía vencer su pudor y sacar la fiera que había dentro. 

_Desnudame nena, hazlo acariciando mi cuerpo con tus pequeñas manos. 

Bella fue hasta su boca, pero no lo besó, solo acercó sus labios a los suyos, milímetros de distancia solo eso, lamió su propio labio, dejando la punta de su lengua fuera de su boca mordida entre sus dientes, demostrando sus ganas, sus deseos. Sus manos recorrieron su torso hasta encontrar el fin de su camiseta, introdujo sus manos dentro de ella, rozando los músculos tensos de su cuerpo y tiró lentamente hacia arriba. La sacó por completo, quería que la viera, no quería que sintiera, quería que por primera vez viera a una mujer intentando complacer completamente a su hombre. La dejó caer al suelo, al lado de toda su ropa, separó su boca hasta llevarla al pecho de Edward, lamió, sorbió, mordió y tiró de sus pezones, primero uno, luego el otro, bajo hasta su ombligo y lamió en su hueco. Dibujó círculos a su alrededor, depositando pequeños besos calientes y húmedos dejando restos de su saliva hasta llegar a la cinturilla de sus pantalones. Solo utilizó los dientes para quitar su botón, no sabría cocinar, pero era hábil muy hábil con la boca, tiró con los dientes de la cremallera, la bajó hasta el final. Miró hacia arriba, la cara de Edward la de un hombre desesperado, había apoyado las palmas de su mano sobre la puerta, apretandola para aguantar el ataque de Bella. Sus ojos se cruzaron un instante, la mirada de él salvaje, la de ella triunfante, sonrió con la comisura de los labios, mientras que sin dejar de mirarlo llevo sus manos hacia los costados para bajarlos completamente, pero al mismo tiempo que sus manos subían, su boca se acercó al espacio entreabierto de su cremallera, besando su polla dura por encima de su boxer. Edward rugió como un animal herido. 

_Nena, hazlo otra vez, otra vez. 

Y Bella besó su polla hasta escucharlo gruñir, arañar con sus dedos la puerta, y golpearla. Terminó de bajar sus pantalones y al llegar a sus tobillos paró, quitó un zapato, luego el otro, masajeó sus pies, haciendolo levantar sus talones para sacar por ellos los pantalones. 

_ Estoy agónico, en el cielo nena, sigue por favor, no pares, sigue tus impulsos, haz conmigo lo que desees. 

Su respiración impulsó a Bella a seguir con un arte mágico, salido no sabía de donde, quizá solo de la necesidad de una mujer por complacer a su hombre, o tal vez porque satisfaciendo a Edward se satisfacía a si misma. 

Subió desde el suelo sin dejar de mirarlo, sus pupilas clavadas en un mismo punto de encuentro, el cielo, paso su mano derecha por su pecho, llevó la izquierda sobre sus boxer, el animal caliente, moviendose por instinto sobre su palma, rozó sobre ella su boca, su nariz, oliendo como una loba, abriendo la boca haciendo la intención provocadora de probarla, volvió a mirar a Edward. El ahora con los ojos fuertemente cerrados, perdido en ese huracan de sensaciones que desata una mujer en un hombre cuando el deseo gana todas las batallas. 

_ Edward mirame, 

Lo dijo bajando sus boxer, llevandolos hasta el suelo. 

_ Enseñame lo que te gusta, dime como he de hacerlo, (lo dijo tan cerca de su miembro que sus palabras lo acariciaron) 

_ Abre la boca nena, respira por la nariz todo lo que puedas, dale cabida a mi polla en tu boca, hazlo despacio, hasta donde puedas, no lo fuerces cariño. 

La vió abrir las fosas de su nariz, respirar un par de veces al mismo tiempo que su boca se abría y se acercaba a su bestia, haciendo que ésta desapareciera dentro de su boca, boca húmeda, caliente, tan acogedora como su coño contra sus dedos, boca de extásis, de locura. Bella lo miró pidiendole instrucciones, permiso. 

Edward agarró su cara con ambas manos y despacio muy despacio meciendo su cara, arriba y abajo, sacando y metiendo su polla dentro de esa boca que era su perdición, su muerte y su vida, fue sintiendo su paz y su agonía. Bella quitó sus manos e inició el ritmo por sí misma, chupando cada vez que vaciaba su boca la punta de su polla con la lengua, sintiendo su sabor. Comprendió porque Edward encontraba en su coño su alimento, el alimento que aumenta y calma el deseo, el alimento de cuerpos que desean ir mas allá de la tortura de las caricias. Aumentó el ritmo y oyó un grito ahogado de Edward. Su lengua masajeaba la polla al mismo tiempo que su boca ahora, mucho más atrevida, había aprendido la danza más antigua de los tiempos. 

Edward volvió a llevar las manos a la carita de Bella. 

_ Nena, cielo para, sigue, por dios para, no sé lo que digo, no tienes que hacerlo, ¿me oyes?. Derrotado, en un momento de excitación en el que no existe marcha atrás. Quiso separarse de ella, pero Bella no le dejó, agarró fuertemente sus nalgas, apretando todo el cuerpo de Edward contra su boca, y sucedió. Su semen empujó en su garganta sin contención. Edward cogió su cabeza inmovilizandola, acariciándo su pelo, sintiendo un placer soñado, imaginado tantas veces, pero jamás igualado a lo que sentía. 

 Se separó despacio de ella, su respiración alterada, seguía allí mismo el animal, no se había marchado. La subió del suelo hasta su boca, comió de ella, arrastrando su sabor mezclado con la boca de Bella, la tomó en brazos, en muy pocas zancadas alcanzó el dormitorio, la depositó en la cama. Como un loco, como un ogro, ahora sí, agradecido, enfadado por ser el primero, ansioso por hacerla sucumbir, metió su boca entre sus piernas, separó los labios de su coño y mordió, mordió hasta el punto del placer y del dolor. 

_ Edward si... sigue por favor, no pares, no quiero que pares, no ahora, por favor. 

Edward no necesitaba instrucciones, no atendía a razones, su olor le decía, donde, como, hasta que punto su princesa necesitaba de él. Pasó la lengua desde su clítoris, rozando la entrada de su coño, hasta su culo, terminando casi en el inicio de su espalda. Marcó entero su territorio. Bajó haciendo el mismo recorrido, parando esta vez en su coño, follándolo con su lengua, chupando el placer de Bella. Su cueva entera brillando por su saliva, sus piernas húmedas, sus manos sobre su vientre notándolo contraído. Subió sus manos hasta sus pechos, amasandolos despacio mientras su lengua seguía invadiendo su coño. Bajó una de sus manos, metió un dedo primero otro después, un lago de placer en medio de los dos, eso era Bella, la petición silenciosa de su deseo estaba entre sus piernas. Era el momento, tan lubricada, tan excitada, movió lentamente los dedos durante unos segundos, colocandose sobre ella, apoyando un codo al lado de su cabeza, para que esta no soportara su peso. Siguió moviendolos dentro y fuera. La vió morderse los labios, casi al punto de volverse blancos con la presión, pasó la lengua por su boca, no quería otros daños. Bella correspondió a su beso como si Edward le llevara oxigeno para respirar. 

_ Tranquila nena, despacio, respira cielo, mirame, eso es. 

Sacó los dedos de su coño, se apoyó sobre ella, su polla contra su pubis esperando impetuosa la orden, inquieta, vibrante, sin control 

_ Edward no me hagas ésto, por favor, por favor.... 

Moviendose debajo de él, buscando sus dedos, su dureza, lo que fuese que terminara con la tortura. 

_ Sssss, relajate cielo, abrete para mí, abre las piernas. 

La ayudó con sus rodillas, en un movimiento lento y posesivo, mirandola. 

_Confia en mí princesa, más abrete más, agarrate a mí. 

Su cuerpo se elevó muy poco, justo lo necesario para que su polla, viva y deseosa buscase su cavidad, su calor, dirigiéndose a él sin rodeos fue introduciendose lentamente dentro de Bella. 

_ ¿Me sientes nena?, ¿Estás sintiendo como somos uno?, confia en mi. 



_ Edward más, más 

Y Edward se perdió en sus palabras, en su interior, como quien llega a la meta después de una espera interminable. Nada podía compararse a la gloria, excepto estar dentro de Bella. Sintió sus manos apretar sus hombros, encoger su coño en torno a su polla, gesticular una mueca de dolor en su rostro y ocultar el mismo en su cuello, justo en el momento en el que su polla tomó posesión por completo de su pequeño coño, estrecho y caliente, aterciopelado, como una alfombra de bienvenida, tierno, roto, ¡Suya, suya! por completo, de nadie mas, siempre suya. 

La oyó gemir en su oído, un gemido pequeño, que duró unos segundos. Ahí estaba su dolor, dentro de Edward. Si en ese momento le dijeran que podía amar más, se hubiera reido a carcajadas. El resto del mundo podría amarse como quisiera, el ya sabía que su amor jamás tendría límites. 

_ Mirame cariño. Corazón quiero ver tus ojos. 

Bella salió del escondite de su cuello, ni una lágrima, solo paz, ya no había dolor, llena, llena de Edward. 

Sus ojos oscuros como pozos, envueltos en misterios resueltos en los ojos de Edward. Su nena, su princesa, su vida, su amor, su mujer. Inició lento muy lento el retroceso, su polla suplicando el controlandola. 

_ Edward no, no te alejes. 

_ No podría mi amor, pero deja que tu cuerpo se acostumbre al mío, cielo déjame hacerte el amor despacio. ¿Crees que no me cuesta?, Mirame cariño, muero por tí. 

La estrechó entre sus brazos fuertemente, nada en el mundo lo separaría de ella, al fin había encontrado su mitad, ya no podría alejarse jamás. 

Con movimientos lentos inició el principio del fin, movimientos suaves, que fueron seguidos de otros rápidos, más fuertes, menos controlados, que se mezclaron con palabras tiernas, seguidas de suspiros, de promesas de quienes no temen a nada porque aman sin medida. Oyó sus ruegos pidiendo más, sus ruídos convertidos en gemidos perdidos. Intentó controlarse, necesitaba mantener el control, mantener el ritmo, pero la notó estrecharse, ordeñar su polla con su coño en un intento de sobrevivir al placer y lo arrastró hasta el infinito. Los dos juntos, Bella y Edward en el vuelo más alto de todos. 

…. Como cuando en la noche se mira un cielo iluminado por fuegos artificiales dando paso al finalizar a un cielo preñado de estrellas ¡ sus ojos brillantes !. Como quien nada desesperadamente batallando con olas gigantes para llegar hasta la orilla ¡su respiración !. Como quien busca abrigo del frío y la nieve ¡sus cuerpos temblando!. 

 Como quien huye del fuego por miedo a quemarse ¡sus almas ardiendo!. Como quien no sabe que el blanco es la ausencia de color ¡sus mentes!. Aferrados el uno al otro,fijas las miradas, sin verse por fuera solo mirando en su interior, conectados y en silencio. Momento de huelga para las palabras, para los cuerpos, para los ruídos, solo la respiración para hacerles ver que seguían vivos, eso era estar vivos, el resto solo sobrevivir. Los dos luchando por mantener ese momento, por no perderlo. Instante en el que los sueños, la magia, lo intangible, lo real, el tiempo, el espacio, el infinito se concentran en algo que no se alcanza a describir solo a sentir. ¡la paz absoluta!, ¡la plenitud!. 

La respiración de Edward fue la primera que comenzó a volver de ese lugar oyendo acelerada la de Bella. Bajó hasta su pecho izquierdo y lo besó muy muy despacio 

_ Cuidalo nena, cuida tu corazón y el mío, porque te lo has llevado, ¡te amo! 

Aún sin salir de ella, abrazado como estaba se volteó despacio y la colocó sobre su cuerpo. Su polla vencida, pero aún con quejas por no sentir su calor, salió de su interior para encontrar también su reposo. Bella se quejó bajito. 

_ Mmn.... Mnn.... 

_ ¿Te duele aún amor mío?. ¿Te he hecho daño?. Solo esta vez nena, no volverá a dolerte nunca más, no te haré daño jamás. 

_ No Edward, no duele fisicamente 

La entendió, el dolor de Bella era la ausencia, sentirse por primera vez vacia por dentro. 

_ Ahora descansa princesa, descansa sobre mí. 

Bella se acomodó sobre su cuerpo almondandose a sus formas. Edward cerró las piernas de Bella enjaulandola entre las suyas. Besó su cabeza y al hacerlo miró el resto de la cama, las sábanas blancas y unas pequeñas manchas de sangre, algo enturbiadas se dibujaban en la misma. Estiró las manos para tocarlas, un regalo. Acarició su espalda con pequeños toques y se fue rindiendo a otro tipo de sensación el sueño, mientas sentía a Bella haberse rendido al mismo. 

… Bella se despertó en la noche con frío, no tenía el calor de Edward a su lado, la cama estaba vacía, estiraba las manos en la sábana buscandolo. Nada no había nada. Prestó más atención esta vez a sus oídos y oyó movimientos en el baño. Abrió los ojos y detrás de la puerta del mismo, la luz. 

_ ¡Edward! (lo llamó) 

Apareció en un segundo, completamente desnudo y caminó hacia la cama. Bella no podía interpretar las expresiones de su cara, dolor, rabia, miedo, preocupación. 

_ ¿Qué ocurre Edward? 



_ Nada nena, no pasa nada de lo que debas preocuparte. Cualquier cosa que ocurra te aseguro que será solo responsabilidad mía. Es importante que entiendas eso. 

_ ¿Y que es eso de lo que yo no debo preocuparme? 

_ Princesa anoche fue un bruto, irresponsable, un estúpido que no cuidó de ti? 

_ ¿A qué te refieres?. Yo no me he quejado ¿ves?, estoy bien, no siento dolor, y a decir verdad, y aunque me averguence al decirlo me quedé con la duda de saber, cada cuanto podríamos tener un encuentro de este tipo, fue... fue ¿cuando volveremos a repetirlo? 

Le acarició la cara y trazó con un dedo una línea desde la misma bajando por su cuello hasta su pecho. 

_ Nena, si te hubiera hecho el amor las veces que hubiera deseado, como hubiera querido, todas y cada una de las ocasiones en las que mi cuerpo te ha necesitado, ahora mismo no podrías moverte. No es eso princesa. Anoche me perdí en tí de tal manera que no utilicé ningún medio de control para protegerte, no usé preservativo, no medí las consecuencias en tí de todo lo que ocurrió. Eres muy joven cariño, quiero que nos conozcamos de verdad, quiero que vivamos y disfrutemos juntos de todo lo que falta por llegar, quiero hacerte a mí y conocer cada parte de tu cuerpo. Quiero hacer el amor, y mucho más contigo, quiero que confíes en mi, darte lo que soy, que me pidas lo que necesitas, y no he empezado nada bien. Tengo que protegerte, que cuidarte, en eso consiste el verdadero amor, ¿no lo entiendes? 

Bella comenzó a reirse primero despacio dejando templar su cuerpo, luego descompasadamente hasta llegar a las carcajadas. Edward la miraba asombrado, sin duda alguna lo que le había dicho la había puesto nerviosa había empezado riendo y acabaría llorando. Dios, que hilipollas era, lo había estropeado todo. 

_ ¿Es eso?, jajajajaja, ¿solo eso? jajaja...jajaja, perdoname Edward, jajaja. Por el amor de Dios, jajaja, me has dado un susto de muerte al mirar tu cara cuando has salido del baño, jajaja, solo pensaba ¡Bella ha sido un desastre!, jajaja, ¿y tu te preocupas por un condon?, jajaja..... Ah Ah Ah jajaja 

Miráte la cara Edward, no me he vuelto loca, jajajaja. ¿Condones?, esas cosas que vienen en paquetitos enrollados hacia dentro, de colores, jajaja, con olor a fresa, plátano, chocolate, jajaja. Edward, he inflado condones hasta para cumpleaños de niños cuando se me olvidaban los globos. Aún guardo dos cajas en mi armario del tercer cumpleaños de Guillaume, el hijo pequeño de Fiona. No podía contener la risa, pero Edward seguía sin entender. Bella no tuvo más remedio que sacarlo de dudas. 

_ Tomo anticonceptivos desde los 14 años, mi regla se invitaba cuando quería y el médico me los recetó para regularla, jajaja. Por favor calmate, pareces extreñido jajaja.

Edward la miró ahora aún más sorprendido, pero también completamente decidido a hacerrla pagar por sus risas. 

_ ¿Quieres decir que durante toda la noche he estado sin dormir queriendo hundirme dentro de tí una y otra vez, de cara a ese puto armario que tenía dos cajas de condones? 

_ Jajaja, si eso es. 

_ ¿Qué además no eran necesarios porque probablemente en tu bolso los llevas? 

_ No más cerca, en el cajón de esta mesilla, jajaja. Estabas rodeado de medios para no concebir, jajajajaja. 

_ Señorita, ¿sabe usted lo que he pasado controlandome toda la noche?, no, seguro que no tiene usted ni idea, ¿por qué?, porque usted estaba dormida y relajada y era la dueña de una fábrica de condones, además de tomar pastillitas. 

_ Jajaja, bueno no la dueña en realidad, solo son dos cajas sobrantes de una fiesta de cumpleaños. 

_ Bien, pues como castigo vamos a tener otra fiesta. ¡Al baño princesa! 

_ ¿Qué piensas hacerme?, ogro perverso y malvado 

_ Calla esa boca, ¡al baño! 

_ No pienso moverme de aquí hasta que no me digas tus intenciones. 

La risa de Bella llenaba el dormitorio, eran como campanas plañiendo a una congregación festiva. 

Igual de sonriente que estaba ella, el disfrutaba de su alegría, la cogió por la cintura y la cargó sobre su hombro, la llevó hasta el baño y la dejó de pie en la bañera. 

_ ¿Vamos a ducharnos? 

_ Casi. Tu me ducharás a mí, yo te lavaré y luego te depilaré. Voy a mantenerte alejada de esas cuchillas todo lo que pueda antes de que te suicides con una de ellas. 

Entro con ella en la bañera y subió los brazos detrás de su cabeza entrelazando sus manos. 

_ Vamos, ¿a qué esperas? 

_ ¿Se puede saber por qué estás tan mandón? 

En esa misma postura agachó su cabeza a la cara de Bella y mirandola fijamente con voz sensual habló cerca de su boca. 

_ Cuanto antes acabes conmigo antes empezará lo realmente emocionante, algo extraordinario para los dos. 

_ Jajaja, ¿no hablabas de castigo?, solo me castigaban en el colegio, y siempre era el mismo, repetir 100 veces alguna frase. ¿quieres que repita 100 veces algo de lo que hicimos anoche?, te aseguro que eso no sería para mí ningún castigo. Vamos valiente castigame. 

Sin desunir sus manos, levantandolas de detrás de su nuca, formando en alto un aro con ellos la rodeó y la atrajo hacia sí, la pegó totalmente a su cuerpo. 

_ Eso no sería un castigo princesa, sería un placer, pero no pienso repetir nada contigo tantas veces hasta no descubrir todo lo que puede hacer contigo, todo lo que tu me dejes, me tienes loco. 

La risa de Bella retumbó en su cuerpo, un masaje maravilloso sobre su torso,música para su corazón. Fácil muy fácil vivir con ella. 

La besó en la boca, una boca abierta por la risa. Con su lengua juguetona recorrió todo su paladar, deteniendo el eco de su risa para convertirlo en temblor. Sintió sus manos recorrer su espalda arañandola suavemente con sus uñas, de arriba abajo, luego en cruz hacia sus hombros, siguiendo la ruta hacia sus brazos, llegando hasta sus manos, pasando por encima de su cabeza hasta llevar las suyas propias al cabello de Edward. Acarició con las yemas de sus dedos su cabeza, despacio, sintiendo el ronroneo de Edward dentro de su boca, le encantaba desmoronar al ogro, sentirlo derretirse en sus brazos. Ella era una mujer de verdad, el la había hecho una mujer de verdad y podría satisfacerlo. Se entregaría a todos sus juegos, cumpliría todas sus exigencias, sería la mujer que el necesitaba, porque de esa manera ella se sentía especial, la única, eso es, sería la única mujer para Edward. 

Se separó de su boca y le habló muy bajito. 

_ No separes tu cuerpo del mío, alguien se está despertando por ahí abajo. Acercame el jabón, quiero disfrutar de tu espalda. 

Fue enjabonando su cabeza, dejando caer sobre la misma pequeñas cantidades de agua, frotó despacio hasta conseguir bastante espuma, retirando con sus dedos los sobrantes de su frente. Era un juego erótico, sensual, tan lento y controlado que lo estaba haciendo arder. Edward no dejaba de mirar sus rostro, sus gestos en esa cara que parecía haber sido dibujada para su placer. Sus cejas arqueadas, sus ojos redondos, su nariz pequeña, su boca con esos labios mordidos mientras lavaba su pelo, labios hinchados de tantos besos, labios que dedicaba atención a cualquier parte de su cuerpo. Su pelo largo ahora mojado, pegado en algunas partes de su cara, la hacía aún más hermosa, más real y más cercana. Bella bajó hasta su cintura, sus manos no parecía lavar, sueltas y escurridizas acariciaban todo su cuerpo, cada vez más en tensión. Llegó hasta sus nalgas y buscó los ojos de Edward. El bajó sus manos por la espalda de Bella hasta llevarlas a su culo moviendo sus manos, introduciendo una de ellas en esa preciosa hendidura que lo tenía perdido,ciego, moviendola de arriba hacia abajo, masajeando fuera sus cachetes y vuelta al interior. 

Bella hizo exactamente los mismo movimientos, las mismas caricias, no estaba dispuesta a que le ganaran la batalla,mirandolo con expresión provocadora, mordiendo la punta de su lengua. Su expresión desafiante preguntando sin palabras ¿lo hago bien? Edward sonrió, notando como su polla presionaba su vientre y palpitaba en señal de dar los buenos días. Ambos miraron hacia abajo, hacia sus cuerpos unidos y sonrieron a a la vez. 

_ Creo que lo haces demasiado bien corazón. 

_ Estupendo porque es hora de prestarle atención a tu parte delantera. Cierra los ojos. 

Lavó su cara con las manos de espuma, frotando como se hace con un niño, detrás de sus orejas y llevando su cara hasta el agua para enjuagarla al tiempo que usaba sus manos para quitar el jabón de su pelo. 

Tomó nuevamente la pastilla olorosa y frotó sus manos para luego dibujar sobre el pecho de Edward círculos y figuras sobre el mismo, lavando con esmero sus brazos y sus axilas, tratandolas con una lentitud y dedicación extraordinarias. Bajó hasta su ombligo con las palmas abiertas, recorriendo sus laterales, sus costados, y poniendo sus manos en forma de V, las introdujo entre sus piernas, pasando por sus ingles, sin rozar a la bestia, solo mirandola, observando sus imperceptibles movimientos. Resbaló las manos por sus muslos ahora mirandose en los ojos de Edward que casi contenía la respiración. Se colocó de rodillas en el suelo de la bañera, frotó sus dos piernas a la vez por su parte externa de manera rápida, y la interna lentamente. Una exhalación de Edward se escapó de su boca como un aliento contenido, oyendolo seguidamente respirar profundamente, mientras que ella continuaba con su tarea subiendo desde sus tobillos hasta sus pantorrillas, la parte trasera de sus rodillas, ahora en espiral por la zona interna de sus piernas hasta agarrar con sus dos manos su miembro, más que lavandolo acariciandolo. Lo empujó sensiblemente para colocarlo bajo el agua, mirando como la espuma se deshacia cayendo por su cuerpo, de la misma manera que sus manos lo hacían. Se notó húmeda, tan excitada que ardía. Empezaba a entender tantas cosas. El placer de Edward, era su placer, una sensación exquisita que reducía cualquier vestigio de egoísmo. Acariciar a otro para hacerlo sentir tocar el cielo, mientras que uno mismo es arrastrado al mismo lugar. 

A muy poca distancia de su polla se relamió su boca y la abrió, cogió las manos de Edward y las acercó a su cara. 

_ Edward, tomame la boca. 

Esas fueron todas sus palabras, las mismas que Edward tradujo a la perfección y sin esperar un instante llevó una mano a la base de su polla, la otra a la nuca de Bella acercandola con cuidado, mirando fijamente como se perdía entre sus labios hasta el fondo, hasta ocultarla por entero. 

_ Fff, fff, uffff, gruñó como una bestia, como el animal que acababa de enterrar en su boca. Demasiados preliminares,no duraría demasiado. Su princesa se estaba convirtiendo en muy poco tiempo en una grandisima experta. 

Comenzó la danza cuyos primeros compases fueron lentos, hasta que su necesidad fue creciendo y con esta el ritmo de su mano y su cuerpo hacia la boca de Bella. 

_ Mirame nena, quiero verte la cara, quiero ver mi polla salir y entrar en tu boca, perderse en ella. 

Bella lamía con su lengua, al mismo tiempo que la albergaba en su total longitud, con cada envestida, degustandola, sus manos fueron acercandose a su entrepierna agarrando sus testículos, aflojando y apretando delicadamente. 

_ Si nena, es es, hazlo otra vez, otra vez preciosa. 

Y bella lo hizo una y otra vez hasta que sintió nuevamente la explosión en su boca. Una, dos, tres sacudidas de su semen llenaron la misma inundandola, mientras su hombre en una postura gloriosa, duro, erguido, con la cabeza hacia atrás, en su garganta los musculos marcados, la mandíbula tensa, los dientes apretados, los ojos cerrados, y un gruñido desgarrador nacido desde su estómago. Impetuoso increíble y magnificamente grandioso. Ninguna escultura por muy hermoso podría definir la palabra hombre poderoso. 

Tragó su semen y subió rozando todo su cuerpo contra el de Edward como una gatita pidiendo su abrazo, su refugio. Apoyó la cabeza sobre su pecho oyendo el ritmo de su corazón, un corazón que ella era capaz de hacer saltar y aplaudir. Sintió las manos de Edward rodearla dandole aún mas calor, ardería muy pronto. 

_ Pienso castigarte también por esto. Te has sentenciado tú sola. 

_ ¿Crees que podrás castigarme enseguida? Me estoy muriendo de ganas por tí. 

No terminó de oir la última palabra, salió de la bañera y la tomó en brazos. La colocoló sobre el lavabo, hundiendo sus nalgas en el hueco del mismo, la giró suavemente. La recostó con cuidado sobre la tarima de mármol. Abrió sus piernas, una hacia arriba contra el espejo, la otra la dejó caer para enroscarla en su cintura. Dejó caer el agua del grifo, cogió jabón y una cuchilla de afeitar y comenzó a depilar con delicadeza extrema su coño. 

_ Miranos en el espejo nena, aguanta mis caricias, no te muevas. Una pasada de cuchilla lenta, reposada, masajeando con su pulgar el clítoris de Bella, el mirando en el espejo la boca de Bella entreabierta por el placer. Otra pasada de cuchilla, agua fresca sobre los labios abiertos de su pequeño cono y un dedo dentro del mismo. Un leve impulso hacia arriba del cuerpo de Bella, un gemido cortado. 



_ Ahh, fff, ahh 

_ Quieta princesa, relajate. 

Enjuagó completamente su coño, la miró, besó su boca. 

_ No dejes de mirar el espejo, quiero que veas como te necesito. 

Mordió sus pezones mientras iniciaba caricias en los labios de su coño, separando sus labios con los dedos, introduciendo los mismos en su cavidad, y bajó hasta morder ese boton duro ya para él. Bella no solo sentía sus caricias que la deleitaban y la hacian temblar . El reflejo del espejo era una imagen llamada “delirio”, ver a Edward tocándola, besándola, era más de lo que podía aguantar, ese hombre rendido solo a ella, buscando la manera de proporcionarle cada vez más placer. 

La sintió cansarse, desmoronar sus piernas, ella estaba muy cerca, soltó el agarre de su pierna en la cintura apoyándosela sobre su hombro sin dejar de comer de cacias su hambre, degustando su sabor al completo, sin ningún bello que impidiera que se emborrachase de su coño. Bajó la pierna de Bella dejando su pie apoyado en el marmol y flexionandole la misma a la altura de la rodilla. Los labios de Edward aspiraban y lamian su clítoris sin piedad, al igual que sus dedos entraban y salían a un ritmo aún controlado. Edward sustituyó su boca por el pulgar sin dejar de mover los dedos en su interior, se acercó a su cara. 

_ Tomame con la mano nena, tomame. 

Y Bella lo hizo, increíble, dura, suave, dispuesta, otra vez preparada. Ese animal nunca estaba saciado. 

_ ¿Ves lo que me haces?, ¿la sientes nena?. Soy tuyo, solo tuyo. Sintió la vagina de Bella contraerse contra sus dedos. 

_ Eso es cielo, eso es, sueltalo, damelo, ¡es mio! 

_Ahh...Ahh, 

_ Dí mi nombre princesa, quiero escucharlo mientras te corres por mi, sentirlo desde mi oído hasta mi polla. 

_ Ahh, Edw...ard. 

Rota, completamente rota, laxa contra el mármol frío en contraste a su cuerpo en llamas. 

_ No piensen que esto acaba aquí cielo. 

_ No creo que aguante nada más ja,..jaja Edward, es imposible. 

_ Ahora es cuando empieza tu castigo nena, ahora vamos a volar juntos, muy alto. 

_ No creo que pueda Edward. 

_ Vamos a comprobarlo cariño, porque ahora soy yo en que necesita estar dentro de tí, contigo no encuentro los límites. 

La cogió en brazos nuevamente y la llevó hasta la cama tendiendola muy lentamente. Bella vió las manchas de sangre. 

_ Edward lo siento, no me he dado cuenta, hubiera retirado estas sábanas, perdona por fovor, perd... (se ruborizó, agachó la cabeza y la ocultó entre sus manos). 

_ Si no fuera porque adoro tu pudor, ahora te daría unos cuantos azotes y me reiría de tí. Eso Bella, miralo, abre los ojos y miralo, (la hizo mirar las manchas), también es mio mi amor. No sé el tiempo que tardaré en mostrarte cuanto te amo, no se lo que tardarás en comprenderlo, pero tu eres mía toda, y quiero ser tuyo. No se cuanto de bueno he podido hacer en este mundo para merecerte, pero todo en tí es un regalo cariño. Vió como las lágrimas sobresalían de sus ojos, rodando por sus mejillas. 

_ ¿Cuántos regalos piensas darme hoy?, Adoro todo lo que viene de tí, pero no quiero verte llorar. 

_ No son lágrimas tristes, son las cosas que me dices las que me conmueven, las que me emocionan, las que me desgarran y me curan el corazón. No se si alguna vez podré amarte y expresarlo como lo haces tú, pero te aseguro que lo que siento es grande muy grande. 

_ Amame ahora nena, solo ahora y deja que yo me preocupe por el mañana. 

Unió su boca a la de Bella en un beso cargado de esperanza, donde no cabían las cantidades ni las demostraciones, solo el ahora, ese momento. 

Cubrió su cuerpo entero con el suyo en un gesto posesivo y se enterró en ella lentamente. Su coño caliente y húmedo, ligeramente hinchado, recibiendolo con algunas reservas, protestó encogiéndose. 

_ Ah... Ah... 

_ Relajate cariño, no te contraigas, abrete cielo, dejame abrirme paso. Te prometo que no dolerá. Estas muy mojada, no te haré daño. 

Siempre era igual, la voz ronca de Edwart, sus palabras ardientes, su aliento, su respiración agitada, conseguían incerdiarla al mismo tiempo que sus caricias. 

_ Eso es princesa, necesito que te acostumbres a mí poco a poco. Escuchame, tardaremos lo que tú necesites, pero pienso hacerte cada día el amor tantas veces, que olvidarás la sensación de no tenerme dentro. 

(¡Dios esas frases la mataban, la rendían, sentir a Edward dentro, tantas veces) 

_ Muevete conmigo nena, despacio, así, eso es, otra vez, así, así, sigue así conmigo. Bella siguió sus movimientos, su ritmo y comenzó a gemir de manera incontrolada. 

_ Dios, dios, hah... hah... ¡Edward!. 



_ Más deprisa nena, ahora más deprisa, sigueme, sigue conmigo. Y lo hizo acoplandose a la perfección. 

_ Joder nena, me haces perder la cordura, no puedo pensar, solo sentir, sentirte tan dentro que quiero más. 

Bella notaba su excitación subir y elevarse a lugares que nunca creyó que existieran. 

En la noche hacer el amor había sido mágico, ahora, en ese momento lo que había entre los dos era humano. Su sudor, ese olor a los dos, el cuerpo de amos empujando en un ritmo perfecto, los músculos de Edward en tensión total, el sonido de su miembro al entrar en ella. 

_ No sólo te estoy haciendo el amor nena, ¿lo sabes?. Ahora no hay princesas, esto es mucho más que todo eso, ¿me entiendes?, mi alma te hace el amor Bella, mi cuerpo te esta follando, ¡mirame!, ¿te gusta así nena?. Me vuelves loco, eres agua, tan caliente que me estas quemando. Pideme que te folle ¡pídemelo! 

_ Estoy perdida en tí Edward, follame, follame 

Hay momentos en los que no sabemos donde estamos, en lo que no sabemos que sucede, en los que somos extraños en medio de tanto placer que es imposible permanecer más tiempo por que no podemos soportarlo. 

_ Conmigo nena, solo conmigo, no voy a soltarte 

_ Ed...ward... 

_ Nena, ne.... ahh... 

Y allí es donde fueron los dos, al mismo cielo, a ese lugar que solo encuentran los que aman sin reservas, donde se llaman a las cosas por su nombre, donde no hay verdades a medias, donde satisfacer el alma necesita el complemento de satisfacer el cuerpo, donde la plenitud se alcanza con infinidad de pequeñas cosas mundanas. 

Notó convulsionar aún después del climax el cuerpo de Bella. Una sonrisa se dibujaba en su cara, divulando a los cuatro vientos su estado de saciedad. Estaba preciosa, así la tendría siempre. Salió de ella con sumo cuidado. Se resbaló por su cuerpo, más abajo de Bella, entre sus piernas. Ese sería su lugar, entre las piernas de su mujer, una mano sobre su cadera, la otra apoyada en su pecho, su cabeza reposando en su vientre. 

Algunos minutos mas tarde... 

_ Edward, ¿sigo castigada? Edward rió sobre su vientre. 

_ ¿por qué lo preguntas? 

_ Adoro tus castigos. 


Ahí estaba Bella siempre respondiendo la última. 













Nota: No tenía intención en los primeros días de gestación de las ideas para el fic, hacer alérgica al acohol a Bella, pero mis amigas Loly y Anesbel, bueno parece que las bebidas y ellas no se llevan bien, así que va también por ellas.




8 comentarios:

  1. que quieres que te diga????

    me encanto me encanto y me encanto

    voy a cambiarme las bragas y vuelvo ,espera jajajajjaj no bueno sin bromas ha sido muy hot y bonito mira en el momento donde ellos se estan uniendo no se tu y los demas lo que pwnsaban pero a mi m eemociono porque cuando se ama como ellos se amam o como nosotros amamos sin barreras,libres y puros cada vez que te unes a la persona que amas es una emocion unica pero la primera vez que sientes a la persona amada que te concedes es una esperienza inigualable intensa y emocionante asi que leer lo que sentian y imaginarlo ha sido emocionante.
    bueno ya paro de escribir que me estoy pasando

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  2. wow!! me ha encantado!!! ya estaba deseando leer este capitulo!!! me encanta como se complementan!!! yo quiero un edward asi!!! donde los venden???
    estoy deseando leer los siguientes capitulos!!!
    un besitoooo!

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  3. madre mia sin palabras nena sin palabras... buen punto lo de la bestia la verdad es q le va como anillo al dedo jajjajaja, no lo hubieramos querido de otra manera, pideme un edward como este a los reyes... besos

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  4. buenobuenobuenobueno....... no se que decir, intenso, caliente, real, mágico... gracias por la dedicatoria, eres un sol, y si, has acertado, jajaj.Besos.

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  5. la leche pufff, que calores, que sudores, que intenso, que mágico que todo la leche.
    Primero en el restaurante Bella le ha contado toda su vida, muy bueno que no pruebe gota de alcohol por su padre, es muy comprensible.
    Pero como se han ido corriendo a los postres a casa de Bella y la leche de verdad.
    Yo te desnudo tu me desnudas luego te pruebo que ya tenía ganas y la leche vaya primera vez.
    El pobre de Edward que no duerme pensando que ha sido un bruto y no ha tomado precauciones la otra que se rie en su cara porque estaba rodeado de condones y ella toma pastillas.
    Y en el baño pufff, la leche, primero en la ducha y luego el depilandola puff, para acabar la jugada en la cama.
    Edward has abierto la caja de pandora, y Bella es una gata salvaje que va a querer más. A parte cuando le dice es que te voy a hacer el amor todos los días varias veces puff.

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  6. lo dije joder que la noche prometia, y la depilada, ha llegado la depilada y que manera de hacerla, amo este capitulo es el momento de que sus almas y cuerpos se demostraron su amor, porque aunque el halcon esta de terco sabe muy en el fondo que lo ama y el se lo ha dicho, y que manera de decirlo, ahora que sabemos la alergia al alcohol es un punto a favor de mi halcon para que no le pase nada y que el plan de la arpia no se lleve a cabo, y ya no digo mas porque me he quedado sin palabras, y en una sola diria que ame el capitulo, y eso ya lo dije asi que me voy, por hoy es todo lo que leere, ya es madrugada y empiezo a tener sueño, ale guapa que tq besos

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  7. diosss anii, es IMPRESIONANTE. me has dejado que ya no si ni donde estoy, ni en que mundo vivo...ahora quien duerme???
    Besosss

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  8. Yo quiero un Edward en mi vida,donde lo encuentro?...Me encanto el capitulo,preciosa la primera vez.

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