Ya estoy contigo Bony, ¿pensaste que te había olvidado?, imposible. Han sido muchas las noches que mientras esperabas que tu bebe se durmiera, me leías. Nuestro chat se convertía en una pequeño rincón donde lentamente sin hacer apenas ruido, escribíamos las dos dejando simplemente pasar el tiempo. Han sido ratos muy dulces y que me han llevado a recordar muchos momentos felices. Gracias y muchos besos.
…
- ¿Estás cómoda o prefieres otro lugar?
- James estoy bien, no quisiera estar en ningún otro lugar.
- He pensado que podría adquirir otro apartamento, algo más grande, quizá en alguna zona céntrica, seguir manteniendo el que aún ocupo. Pienso que sería una buena forma de que mantuvieramos esta relación alejada de todo, sin que nada nos condicionara, ni tu familia, ni mi pasado, ni lo que conocemos, ni la empresa. No quiero que me mal interpretes. No quiero esconderte, si las cosas no fueran lo que son, pasearía por cualquier parte contigo, y no dudaría en mostrarle a todos lo que empiezas a ser en mi vida.
_ Lo entiendo perfectamente y no sería una mala idea. Debemos tener mucho cuidado, en especial tú James. Si Marlena sospechara que nos vemos en secreto, que no estamos de acuerdo con sus planes, si notara que has cambiado respecto a sus sentimientos...
Las últimas palabras fueron pronunciadas con cautela, no quería, no podía dejar que los pensamientos respecto a la relación con su hermana, nublaran los pocos momentos que podían pasar juntos.
James captó incluso el cambio en el tono de su voz. No pensaba dejar que las rémoras del pasado, que los errores cometidos, fueran el primer obstáculo entre los dos.
- Te aseguro preciosa que daría cualquier cosa porque no tuvieras que pensar en mí como parte del pasado de Marlena.
- Creo que es mejor que no lo pensemos más ninguno de los dos. El pasado no podemos rectificarlo, el futuro está por llegar. Es el presente, el ahora James el que nos debe importar.
Era cierto, tan cierto como era fácil amarla. Con Dorothy todo era sencillo, incluso recordar aquellas partes de su vida que no deseaban hubiera ocurrido. No existía nunca ningún reproche, nada sonaba a rencor ni le dejaba sabor agridulce.
La acercó al sofá del pequeño salón y la acomodó junto a su cuerpo. Juntos, refugiados el uno en el otro, sin conciencia del tiempo, solo disfrutando de la compañía. Abrazados, desechando los malos momentos vividos. Era curioso comprobar cuanta conexión puede existir entre dos personas, mucha más que entre una multitud.
…
Bella en su dormitorio rebuscaba en los cajones de su armario alguna prenda con la que sorprender a Edward, en tanto éste atendía una llamada en su despacho.
…
Edward esperaba la llamada de Lara, sin dejar de sonreír por todo lo acontecido momentos antes. Durante toda la cena su pequeña bruja lo había estado hechizando con sus miradas, sus pequeños roces, leves toques de su pierna, mordidas de sus labios, la forma de beber de su copa o compartir el postre. Fueron muchas las ocasiones que durante esos instantes perdió la noción de donde se encontraba. Ni su padre, ni Alice ni Lyonel, ni tan siquiera Emmet, con alguna propuesta que desconocía por completo al no haberlo escuchado, lo hacían volver a la realidad. Su pequeña gatita lo había tentado desde que bajó las escaleras lenta y pausadamente, como una diosa luciendo su estrella.
La llamada que espera no tardó en producirse.
- Siento que sea tan tarde Edward, pero hemos sido pacientes, esperabamos que en cualquier momento cediera a colaborar con nosotros. Hemos obtenido tanto o más de lo que pensabamos. Ha sido todo un espectáculo. Está asustado y eso es bueno para nosotros.
- No pretendo que su miedo nos lleve a confusiones, ni que tampoco invente más de lo que necesitamos para descifrarlo todo.
- Te entiendo, y así se lo he hecho saber.
- Necesito algo Lara y es importante.
- Sabes que puedes contar conmigo Edward siempre.
- La información que tenemos quiero me la transcribas en un informe, y la reenvíes a mi ordenador aquí en casa. Además estoy pensando en la posibilidad de ofrecerle que no solo colabore con nosotros por la información que posea, sino que siga dentro del juego.
- Podría ser...
- Peligroso lo sé, pero esa parte te tocará a tí. Si acepta, debe ser vigilado por alguno de nuestros hombre, sus pasos deben ser controlados al milímetro.
- Bien, será como tú decidas. ¿Sabrá Bella lo que has planeado?. No quisiera ser imprudente.
- Bella conocerá cada paso que dé, no pienso cometer ningún otro error con ella.
- Es la mejor elección. Quisiera darte la enhorabuena, pero no sé si debo hacerlo, me has pedido que actuara como si no conociera la noticia. ¿Hay algún problema?
- Lara, sé la felicidad que sientes por nosotros, pero aún no lo sabemos con certeza, es tan sencillo como eso. Mañana tenemos cita con el doctor y será cuando sepamos con seguridad, si son ciertas nuestras sospechas o mejor dicho nuestros deseos.
- Pues en ese caso, espero que se cumplan.
- Gracias Lara. No olvides por favor comunicar al resto del equipo como deben actuar a partir de ahora.
- No lo haré. Hasta mañana.
Colgó el auricular con dos motivos importantes para sentirse relajado. El primero el fin del día y con éste la seguridad de su hogar, el encuentro en la intimidad con su mujer. El segundo, saber como había dicho Bella que éste había concluido de forma esclarecedora.
Se dirigió a la cocina. Esa misma mañana había dado instrucciones a Lyonel, para que escondiera en el frigorífico montañas de helado. Se le habían ocurrido algunas formas de servirlo sobre el cuerpo de su tentadora esposa.
…
Lo había encontrado, ese sería. Un body de lencería color añil que se ajustaba a su cuerpo como su propia piel. Diseñado para provocar y equivocar a su hombre. Sin duda alguna Edward intentaría desabrocharlo por sus corchetes. No encontraría la respuesta a sus deseos. Sonrío interiormente. Una pequeña tira adhesiva en el tejido entre sus piernas, perfectamente camuflada por el encaje, era más que suficiente para retirarlo por completo. Sin tirantes, haciendo sus pechos lujuriosamente más altos, y cuya tela semitransparente dejaba a la imaginación todo lo necesario para que ella misma se ruborizara.
Indiscutiblemente lo acompañaría de unas medias prendidas al muslo de un tono cristal y esta noche habría tacones, altísimos tacones. Sabía que su andar decadente lo atraía. Volvió a sonreír, era algo más que eso.
Sobre aquella prenda, envolviéndola sobre su cuerpo, colocó una preciosa chalina finísima cruzada del mismo color y anudada a su cuello. Su pelo trenzado muy flojo y sin remate, dejando ver el largo, grueso y brillante de su melena.
En contadas ocasiones usaba perfume, pero aquella noche había decidido ser ella la dueña absoluta de sus pensamientos. Durante la cena incluso no encontrándose a solas con él, había conseguirlo abstraerlo, abstraerse a un mundo donde comenzaba el amor.
Un vistazo rápido a su coraje se reflejó en su rostro. Pequeñas sombras de color rosado aparecieron en sus mejillas, haciéndolas parecer por completo algo aún más prohibido. Una risa suave y juguetona se reflejó en el espejo, era la primera vez que se sentía dominante, con fuerzas para competir con su imagen.
Sintió abrirse la puerta del dormitorio y a continuación el cierre de seguridad. Su cuerpo se estremeció. Giró sobre sus tacones y atravesó el vestidor.
La cara de Edward se lo dijo todo. Un punto de victoria se atesoró en su glorioso corazón. En esos momentos Edward conectaba con ella en sus ojos, en su piel, en cada parte de su cuerpo, como si pudiera pasar a través de ella. Se enderezó dejando que sus pechos adelantaran al resto de su cuerpo. Como una guerrera llena de confianza en su fuerza, en sus armas, como un hada en posesión de la más poderosa varita mágica, como una bruja capaz de preparar la más potente de las pociones, o una estrella brillante en medio de un inmenso cielo azul, fue avanzando con un andar ondulante y provocativo hasta el cuerpo fuerte de su hombre.
Se lo había dicho aquella mañana “en la intimidad solo somos un hombre y una mujer”, y eso eran un hombre y una mujer dispuestos a la más hermosa de las batallas, “rendirse ante el amor”.
Llegó hasta él sin dejar de mirarlo a los ojos, y sin dejar de hacerlo tomó de sus manos la pequeña bandeja que portaba en ellas y la depositó sobre una de las mesillas, sin dejar en ningún momento sus andares, esos que hacían a Edward reclinar su cabeza para mirar desde todos los ángulos. Volvió frente a él y sin dejar tregua a su valor, desabrochó el nudo de su corbata y la deslizó lentamente a través de su torso. Observó sus antebrazos fuertes, su camisa meticulosamente doblada sobre ellos, acarició su muñeca y colgó la corbata en su hombro desnudo. Muy despacio como si el tiempo no contara, como si se hubiera detenido para ambos, desabotonó su camisa y dejó que sus manos suaves rozaran su piel, jugando con el escaso y suave bello de su pecho.
El silencio de Edward y el calor de su cuerpo era otro punto a su favor, esta vez compartido. Ninguno de los dos en esos momentos necesitaba de las palabras. Su mano fue hacia el ogro que pujaba por salir libre y tomar las armas. Su palma fue acariciando una y otra vez hasta tomarla en su mano y abarcar su dureza. Los ojos de Edward cerrados le decían todo lo necesario.
Perdida en un mar de deseo no supo cuando los pantalones de Edward habían desaparecido. Su pecho inflamado y su respiración fuerte la invitaban a acelerar el ritmo, mientras que su mente le repetía a gritos, espera...espera...espera.
Por una vez le hizo caso a su cabeza, aunque su corazón se hacía notar a través de sus latidos imperiosos.
Tomó los extremos de su precioso chal y lo desprendió de su cuerpo, mostrándose como un precioso regalo a la vista de Edward.
No supo que sonido arrancó de la garganta de Edward, pero si sintió su reacción por todo su cuerpo.
Sin perder nada de tiempo encadenó sus muñecas, para seguidamente tapar su boca con su corbata.
Los ojos de Edward llenos de deseo y desesperación por ser parte activa en esos preciosos juegos, le indicaron que necesitaba tocarla mirándola desde sus tacones hasta su cabeza.
- Voy a indicarte donde deseo comer hoy el helado. ¿Te gusta Edward?.
No hubo más que respuesta visual, al poder ver su garganta tragar saliva de manera convulsiva.
- Creo que sí que disfrutarás mucho con ello.
Tiró de las puntas del pañuelo que ataba sus muñecas llevandolo de una forma muy sensual hacia la cama.
Su espalda recta, su trenza rozando ahora uno de sus pechos, pequeños mechones de sus cabellos acariciando su precioso cuello, ese body letal redondeando aún más las curvas de sus nalgas prietas, sus larguísimas piernas perfectas y brillantes, no sabría definir si de cristal o porcelana se mecían sobre sus tacones, dandole vida propia a unas caderas de perdición. El cuerpo de su mujer convertido en una hermosa guitarra para tocar música celestial.
Observó su manera de darle la espalda y acercarla a su torso, rozarse con su piel en llamas, como una ola, mientras el fijaba sus pies al suelo y los músculos de todo su cuerpo se endurecían ante esa osadía.
Bella no tendría salida esa noche, no habría escapatoria para su pequeña mantis religiosa. Se la comería viva
Un pie pequeño se apoyó sobre la cama, clavando los malditos tacones sobre las sábanas y las manos sensuales de Bella comenzaron así misma a masajear su propio cuerpo.
Sus pupilas solo seguían el movimiento erótico de esa mano que procuraba placer el cuerpo de Bella
Si seguía con ese juego estallaría en mil pedazos. Todo tiene un límite.
En un movimiento casi imposible, aprovechando la falta de agilidad de Bella para atar sus manos, se soltó las muñecas, arrancó la corbata de su agarre y la bestia hermosa , viril, fuerte, hambrienta, candente, y dolorosamente contenida, hizo aparición. Todos los movimientos controlados para tumbar a Bella sobre el suelo, necesitando el contraste del frió sobre su cuerpo ardiendo.
- No tienes conciencia de lo que has iniciado. No usaré nada para maniatarte ni tapar tu boca, porque pienso beber en ella hasta que no te quede aliento, pero vas a ser tan buena, tan mala, tan sierva de mis deseos que no vas a mover ni un músculo. ¡¡Mirame!! (fue insistente, dueño, duro). Ni un músculo. Tu boca no pronunciará palabra alguna y tus gemidos, cada uno de ellos los tragará mi boca. No quedará de tí nada que probar, sin lamer, sin morder. Nunca un helado habrá sido tan caliente, ni su gusto tan dulce. No olvidaremos esta noche, no solo por el placer que sentiremos ambos, sino porque desde ahora te pediré más, me convertiré en el fantasma de tus sueños que te toca y te acaricia sin manos.
La volteó de manera que sus pechos y su cara rozaron el suelo. Una de sus manos delineó la hilera de corchetes de su espalda. No hubo un solo intento de desabrocharlos.
-¿Creías que no encontraría la forma de desnudarte?. Bella mi amor, mis ojos no han perdido detalle de esta maravilla que cubre tu cuerpo, pero solo con un fin, llegar a lo que escondes, a mi cielo nena.
Dirigió sus manos hacia su entrepierna y con una suavidad pasmosa tiró de la cinta adhesiva. Sus dedos prestos y curiosos recorrieron los labios de su coño hinchado y húmedo por el placer que se anticipaba, hasta encontrar su precioso tesoro e introducirlo en él.
- Puedes derretir mi corazón solo con tu calor, siempre igual y a la vez diferente. Mi nena, mi princesa, mi gatita o ¿tigresa?, mi zorra, mi esposa. ¿Qué quieres ser mi vida?.
Bella fue a contestar.
- Shhhhhhh, calladita nena, aún no te he dicho que puedes hablar. Te aseguro que antes que acabe la noche, decidiré que quiero que seas para mí esta noche, quizá necesite de todas ellas. ¿Harás eso por mí?. Seguro que sí, porque eso es lo que tú pretendías hacer conmigo.
Deshizo con sus dedos su trenza apenas dibujada ya, y olió su cabello.
Definitivamente lo volvería loco. Mordió su cuello, el lóbulo de su oreja, mientras sus dedos no daban tregua a su coño. La sintió temblar y paró sin pensarlo.
- No quiero que te saltes ni uno solo de los apartados de este capítulo, frena tus ansías. ¿Difícil?. No hay nada que no puedas princesa,yo estoy conteniendome permanentemente cuando te tengo cerca.
La vió cerrar los ojos y respirar fuerte, concentrarse como si sus deseos fueran órdenes dadas para su cuerpo.
- Lo estás haciendo muy bien y eso no sabes cuanto me complace. ¡¡Girate nena!!.
Ahora Bella expuesta bajo él Sobre sus antebrazos una flexión para dejarle espacio y mirar todo lo que le ofrecía.
El movimiento ejecutado para llevarla hasta el suelo, había dejado uno de sus pechos fuera del corpiño, el mismo que ahora arrogante, orgullos, erecto el pezón por el frío del suelo y el calor de sus caricias, parecía encararse con el pidiendo explicaciones. Se relamió los labios instintivamente. Tomó uno de los recipientes de helado y poco a poco fue derramando parte de él sobre el mismo.
Un gemido de Bella fue comido de su boca, casi antes de nacer, dejando caer completo el peso sobre ella, empalandola entre el suelo y el hombre.
Su boca a su pezón lamiendo con insistencia hasta entonces desconocida incluso para él.
- Ummmm, delicioso, exquisito como toda tú.
Tomó con sus dedos una porción del helado que aún se mantenía en estado sólido y lo depositó en su boca, viendo como Bella relamía sus dedos.
Esa mujer, esa mujer estaba hecha para él, atendía sus deseos antes incluso de verlos en su cabeza. Cualquiera de sus sueños era multiplicado de manera asombrosa. Su boca le hacía el amor a sus dedos evocando, provocando con cada una de sus lamidas, un tirón imperioso de su polla.
Se perdió dentro de ella de manera salvaje y sintió las piernas de Bella rodear sus caderas, acorralarlo en su calor. Si seguía estaba nuevamente perdido. Esa preciosa bruja tenía unas piernas malditamente traicioneras que lo aprisionaban como una boa.
- Es perfecto zorra, pero no estás jugando con mis reglas.
Con sus manos se soltó de su amarre y salió de ella muy despacio.
- ¿Ves lo que ocurre cuando incumples las normas?. ¿Lo has entendido?. Nada de trampas, ningún truco de esos que conoces tan bien para intentar someterme. Esta noche no vida mía. Aquí y ahora mando yo, solo yo, dejame llevarte al paraíso.
Rendida y preciosamente sofocada, el dibujo de desesperación en su rostro y su aliento marcando un ritmo de alto voltaje.
No podría soportar tanta belleza, tanto placer, y tanto deseo en Bella durante mucho tiempo. Volvió a entrar al abrigo de su coño, esta vez muy lentamente hasta tocar completamente su profundidad y Bella saltó como tocada por un resorte mágico.
- Ahora sí que el punto el mío nena, este es tu secreto, pero no para mí.
No importaban las palabras para seguir con sus movimientos. Sabiandose victorioso. Observando la locura de Bella, sus convulsiones, el sudor de su cuerpo haciendo la danza tan ligera que no hubo más tiempo para ella. Cada toque el infinito, lo sublime, la perfección, la totalidad.
Salió de ella aún antes de que ésta terminara de volver de la gloria. La tomó en brazos y la depositó sobre la cama, no sin antes desprenderla completamente de otra prenda que pasaría a formar parte de la posteridad. Se recostó a su lado, calentando aún más su cuerpo. Sus manos sin pedir permiso, a un cuerpo aún laxo, lo recorrían en una caricia lenta a través de sus caderas, su vientre, sus muslos, su pecho.
Agua y fuego.
Tierra y cielo.
Bella y Bestia.
Un hombre con hambre insaciable
Una mujer de vuelta deseando saciarla.
Su mano dibujó su cadera, bajando por sus ingles, hasta hacerse dueña de su coño y presionar para pegarla más a su torso. En esa posición, tomandola desde su espalda, como loco desquiciado por detener el tiempo que no tenía, por inhundarla y llenarla de todo el amor que tenía para darle, completó el círculo de la vida que en ese momento pregonaba faltarle. Y la sintió estrecharse, haciendo que Edward conociera todos y cada uno de los lugares que hasta momentos antes habían sido solo de Bella.
La sonrisa de Bella sin abrir sus ojos sintiendo como la empapaba con su semilla, era tan hermosa como cuando sus ojos brillaban como estrellas.
- Nuestro bebe debe haber tapado sus ojos con sus manitas.
- Espero que no, que haya sido un espectador muy atento.
Sintió bajito.
- ¿Crees que debería haberlo visto todo?
- Edward, como padre serás un desastre. Lo mimarás hasta el punto de hacerlo un niño caprichoso y malcriado. Como hombre acabas de darle una lección magistral de como ser el mejor amante.
La abrazó dulcemente, era muy fácil ser feliz a su lado,hacerla feliz era su único propósito determinado.
- ¿Edward?.
La conocía demasiado bien, sabía la pregunta y la asombraría contestandola esta vez antes de esperar la respuesta de Bella.
- Todas nena, has sido y serás todas y cada una de las mujeres que te propongas.
…
Lo miró con ojos de curiosidad y al mismo tiempo halago. No estaba nada acostumbrada a que alguien le dedicara atención.
- ¿Por qué te extrañas?. Debería ser normal.
- James nada de lo que estoy viviendo contigo, me ha sucedido antes. Espera, no lo digas. Creo que es el momento de hablar, al menos yo quiero, necesito hacerlo.
- Por mi parte no es necesario que me des ninguna explicación.
- Lo sé, y eso lo hará mas sencillo. Solo quiero que me escuches, quizá al final comprenderás como me siento entre tus brazos.
La acomodó aún más, sabía que necesitaba sentirse arropada, segura. Quería que su cuerpo fuera el lugar de apoyo más intenso al que ella pudiera recurrir.
- James sufro en silencio el carácter de Marlena, pero en realidad hace tiempo quise ser como ella. Todo ocurrió cuando tenía 19 años. Animada por su forma de ver la vida, su manera volátil de mantener relaciones, cansada en parte de que todo el mundo la considerara perfecta, atenta, divertida, y un montón de cosas más que ahora ya no importan, quise brillar tanto como ella lo hacía. Me arriesgué y no salió como esperaba, no solo perdí mi dignidad, sino que además sentí la vergüenza de la traición.
James la observaba sin perder detalle de los gestos de su rostro y sus manos mientras Dorothy, contenía los mismos para no caer demasiado en manos del recuerdo.
- Marlena me invitó a una de sus fiestas, debería haberme extrañado solo el hecho de que hubiera sido así, jamás contaba conmigo para cosas de ese tipo. Accedí impresionada, porque sería la acompañante de uno de sus mejores amigos, al menos eso decía ella. Es curioso pero fue divertido mientras duraron los preparativos. Nunca Marlena me había prestado tanta atención, llegué a pensar que quizá esa era la oportunidad que necesitaba o mejor que me brindaba, para que hubiera conexión entre nosotras. Pero nada de lo que yo deseaba, de lo que pensaba podía ser cierto, era en sí real.
Ahora si vio sus ojos teñirse de un brillo especial, no precisamente de alegría, sino más bien de búsqueda aún de respuestas. No la interrumpió, pero si ejerció una pequeña presión en su abrazo.
- Estoy bien James, hace demasiado tiempo, ya no duele.
Tragó saliva y con ellas el principio de unas lágrimas que no deberían estar haciendo su aparición.
- Todo era como en un cuento, la cena, las risas, los bailes, incluso me permití el lujo en más de una ocasión de formar parte de sus conversaciones. Pero todo estaba más que estudiado al detalle, más que planeado, todo llevaba el sello Marlena. Ya sabes, ella ordena y los demás disfrutan de sus juegos. Aún hoy me pregunto como llegué hasta un dormitorio, intento creer para responderme a mí misma que estaba demasiado bebida, o que en algún momento pensé que sería lo suficientemente lista o atrevida para detener lo que no quisiera que ocurriera. Como quiera que sea James, algo dentro de mí me decía que estaba preparada para demostrarle a Marlena que podía competir con ella. … No sabes lo equivocada que estaba... Lo que ocurrió después puedes imaginártelo, yo no sabría comparar, no tengo otras experiencias o límites para poder decir si fue diferente, si fue intenso, lo único que tengo claro, es que jamás volveré a sentir una decepción como aquella. No me causó tanto dolor mi primera experiencia, como el conocer más tarde que todo había sido simplemente un juego. Yo solo había sido la elegida aquella noche para la apuesta, la broma, la diversión. Muy lejos de rebelarme, aquello supuso para mí la prueba definitiva del alcance de la mente retorcida de mi hermana.
Si ahora mismo estas intentando asimilar cómo o por qué, te diré que no encontrarás respuesta. No significó nada para ella y resultó una noche divertida. Después de aquella noche James, no ha habido nada más. Jamás me he sentido lo suficientemente fuerte para enfrentarme no a estar con un hombre, me imagino que como cualquier mujer podría aprenderlo, sino a entregar nada de mí, de lo que está en mi interior.
- No necesito escuchar nada más preciosa, no es necesario que te hagas más daño.
- James no quiero ponértelo difícil, tampoco, quiero que lo tengas claro, soy fácil, solo quiero que sepas, que las cosas me cuestan porque nada me ha sido regalado, ni entregado por lo que soy.
La entendía, podía saber como se sentía por dentro. De alguna manera ¿quién era él?. Todo lo que tenía se lo debía a una familia que le había mantenido un ritmo de vida cómodo, unos estudios en universidades privadas, viajes y amigos como poco intelectuales e interesantes. Las mujeres no habían sido nunca demasiado importantes en su vida, y cuando había necesitado algo de ellas, o se lo había costeado o lo había obtenido simplemente por pertenecer a una familia distinguida. ¿Qué podía reprocharle?, el mismo había sido engullido por las fauces de Marlena.
- Después de ésto, no habrá más retornos al pasado, no quiero dar un paso hacia atrás. Los que he de dar, siempre serán hacia el frente, por muy duros que sean. Pero también quiero que sepas, que no guardo rencor a lo vivido, de alguna manera todo forma parte de lo que somos. Tuve la elección, la oportunidad de decir no, de que todo fuese diferente y elegí lo que quise.
- Ninguno de los dos mirará hacia atrás nunca más.
Era un momento para los dos, donde no debería haber lugar para ninguna otra cabida, ninguna otra intromisión,..... pero las cosas no son lo que deseamos. Ese momento fue interrumpido por una llamada …
…
Edward controlaba su impaciencia contemplado a través de los cristales del despacho del doctor Oregeanni el jardín de la clínica. Era una preciosa estación para poder disfrutar con su esposa de viajar, pasear, tener citas de enamorados. Sonrió al pensar seguidamente que esas eran demasiadas salidas, no le quedaría tiempo para disfrutarla como deseaba en la intimidad. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón mientras su mirada se dirigía hacia el suelo, para seguir sonriendo al recordar la noche anterior. Si hacia recuento de cada momento vivido junto a Bella era muy probable que el doctor tuviera que atenderlo de una sobredosis de amor, de locura, de pasión. Pero era todo lo que necesitaba para ser feliz, amarla como un hombre ama a una mujer cuando ésta es toda su vida.
Oyó las risas de Bella y otras algo más roncas y duras, al mismo tiempo que se giró para ver como se abría la puerta del despacho.
Su esposa llevaba esa trenza con la que jugaba permanentemente, casi suelta, sus ojos brillantes como llamas, su rostro como un coral perfilando una boca de fresa. Una bata blanca, abierta a la espalda, descalza sobre unos pies que corrían hacia él estrechando la distancia que los separaba. Su corazón apenas si podía sobrevivir a esa imagen de verla correr hacia él.
Ni una sola palabra. Tomó su mano y le indicó que la siguiera. Atravesó la puerta del despacho viendo como el doctor le dejaba espacio a ambos sin dejar de sonreír y se encontró ante una amplia habitación que sin duda alguna, era el lugar donde Bella había sido examinada.
Se paró frente a él, tan altiva y poderosa que aún la amó más.
Le indicó con su mano la pared donde solo una radiografía se encontraba expuesta bajo la luz.
- Edward todo lo que ves está bien. Todo lo que hay en mi cabeza esta en su sitio. La locura de amor por tí no aparece, porque es invisible, pero no afecta para nada mi estado de salud física.
De puntillas y aún descalza besó sus labios, sintiendo como los brazos de Edward la estrechaban levantandola del suelo y envolviendola en su calor.
Un beso en sus labios corto y tierno, esperanzador.
Un beso en su frente casi fraternal.
Un beso en su nariz para jugar, para disfrutar, para sentir que tenían derecho a ser felices.
Una mirada a lo más profundo de sus ojos, para prometer que la cuidaría siempre.
- Si me sueltas podré enseñarte algo más, mucho más.
La risa salió de sus labios nerviosa, temblorosa y emocionada.
Con mucho cuidado la dejó sobre el suelo y casi se escapó de sus brazos a toda prisa, para seguidamente mirar al doctor Oregianni pidiendo autorización. Este declinó con su cabeza. La vio pulsar el botón de una pantalla, esperar la imagen aparecer y... radiante buscar su rostro.
Los corazones algunas veces son inmortales, soportan, sufren, recuerdan, admiran, anhelan y otras veces simplemente pueden explotar de felicidad. Es una explosión en la que ninguna frase sería la adecuada para describirla, solo puede compararse al sentimiento de lo sorprendente, de lo divino, de lo que no tiene explicación.
- Edward, Edward, jajajajaja, cariño respira, estás azul.
No supo como soltó el aire que contenía, todo el aire del mundo dentro de su pecho. Delante de sus ojos la imagen más perfecta que jamás hubiera podido imaginar que vería después del rostro de su mujer. Pensó que las estrellas son únicas, que pueden estar tan lejos y tan cerca de uno mismo, como se sentía en esos momentos de lo que estaba viendo.
- Edward es pequeño muy pequeño, pero es nuestro. Tan solo tiene seis semanas.
La pequeña mano de Bella tocaba la pantalla con sus dedos, como una caricia, la primera que recibiría su hijo. Su hijo, suyo y de Bella.
Miró a los ojos de Bella, a los ojos de esa mujer que era capaz de cumplir todos y cada uno de sus sueños y convertirlos en la realidad más hermosa. Tres pasos lo separaban de ambos, pero se hicieron uno. Su mano rozó la de Bella para acariciar junto a los dedos de su mujer la imagen de la pantalla, mientras que su otra mano se dirigía hacia su vientre. Ese lugar hermoso que sería el habitat de su pequeño durante un tiempo interminable para él.
La cabeza de Bella se apoyó contra su pecho, un pecho que saltaba emocionado sobre los latidos de un corazón perdido en tanta felicidad.
- Te amo más, no sé como eso es posible, pero lo siento, mucho más.
…
Su cara se transformó ante el sonido de su voz. Marlena tenía ese poder, ser visible sin estar presente.
- ¿James cariño donde estás?.
- ¿Tengo que contestar a esa pregunta?
- Deberías estoy en tu apartamento y no puedo localizarte en ninguno de los lugares donde sueles acudir. Ni el despacho, ni el hospital, ni la casa de tus padres. Tenías el teléfono desconectado hasta hace unos minutos.
- No es raro que un hombre de mi edad disfrute de su propia intimidad Marlena, ¿no crees?
Pudo sentir a Dorothy retirarse despacio, como no queriendo ser descubierta, e intentar alejarse de sus brazos. Se lo impidió sin demasiado esfuerzo, uniendo a este gesto una mirada de petición, de súplica porque no se alejara de él. La vio enderezarse en el sillón y despegarse de su cuerpo, sin embargo no se alejó.
- Bueno al menos sería complejo si esa intimidad James lleva nombre de mujer. Verás cariño. Sé que estos días he sido demasiado brusca contigo, ya sabes que los nervios me traicionan, que me hacen ofuscarme y no demostrarte en realidad que eres la única persona en la que confío, además de necesitar.
- ¿Qué has bebido querida?.
- Jajajajaja, ¿ves lo que te digo?. He sido una estúpida, además de una insolente y una consentida y creo saber como resarcirte por ello.
- Sigue creo que esto será divertido.
Tomó las manos de Dorothy que se debatían en permanecer estrujadas sobre su regazo. Acercó sus labios a su frente y depositó un beso casto, limpio. Le hizo un gesto con sus labios para que guardara silencio.
- Había previsto tener una cita muy íntima. Hacer unas llamadas, pedir algo preparado para cenar y servirlo para ambos. Creo que la idea que ronda mi cabeza esta noche, sería algo parecido a ser tu sierva, tu esclava. Jajajajaja. Sé cuales son tus gustos James y te aseguró que no tendrás que pedir nada esta noche.
- Marlena quedan demasiadas horas para que llegue la noche, y estoy seguro que algo más importante de lo que me propones se cruzará en esos maravillosos planes. Sin duda alguna has dado lo mejor de tí, pero esta noche no.
¿Simplemente no?. Tendría que seguir intentándolo, aunque tuviera que suplicarle, rebajarse y luego soportar una sesión continua de hombre enamorado. Todo iba a resultarle demasiado difícil.
- Podrías hacer un pequeño esfuerzo por ser algo menos rotundo. Te he pedido disculpas. Me conoces, sabes que no soy de las que se arrastran y sin embargo estoy aquí, en tu apartamento, esperando tu consentimiento para poder estar a solas contigo.
- Marlena no pretendo ni he pretendido ser brusco, lo siento si lo he parecido, pero quiero que entiendas algo. El principio y el fin de mi mundo no está en tí. Son demasiadas las veces que he intentado mostrarte que había otras formas de llevar lo nuestro, llámalo como quieras. Ahora no decides tú, lo hago yo y te aseguro que no es el momento.
- ¿Definitivamente eso es un no, o pretendes que siga insistiendo?.
- Te agradecería sinceramente que no lo hicieras.
- Ha quedado más que claro.
Su mente se introducía en un laberinto de imágenes buscandole rostro a la mujer que pudiera estar ocupando el lugar que a ella le correspondía. Un rostro, necesitaba un rostro para ese pensamiento. Todo su odio apoderandose en ese momento de su incapacidad de saber, de conocer que o quién ponía trabas a sus planes.
Intentó pensar con calma, tranquilizarse. Eso solo supondría un retraso, solo eso. James era su destino, sin lugar a dudas la pieza más cercana del puzle que tenía que construir y la obtendría a toda costa.
- Marlena espero que no te ofenda lo que voy a decirte, pero al dejar mi apartamento, te agradecería que dejarás las llaves que tienes en tu poder.
Sintió una punzada de rabia que casi la atraviesa de los pies a la cabeza, sintiendo en latir de su corazón en sus oídos, en sus venas.
Estaba cristalino. James se lo haría muy difícil pero nada era imposible para ella.
- Por supuesto James, no habrá ningún problema, sabes que por encima de todo está nuestra amistad. Espero que no lo olvides.
No hubo respuesta. Estaba más que ansioso por terminar con aquella llamada que solo había llevado minutos de intranquilidad para ambos. Los gestos serios de Dorothy, sus ojos mirando sus manos en movimiento incesante, el movimiento de su lengua intentando resolver la sequedad de sus labios, le daba demasiadas muestras de que ella no se sentía nada feliz.
Y la reacción no tardó en llegar.
- Tengo que marcharme James.
- ¿He hecho o dicho algo que haya podido molestarte?.
- No, no es eso, no te equivoques, ni te atormentes. James todo lo que nos pueda suceder respecto a Marlena no podremos evitarlo. Ella seguirá cada uno de los trazos de este entramado, ahora incluso más que protegida por Esme. Admiro y te agradezco que hayas rechazado su invitación, que no dudo habrá sido muy persuasiva, pero ésto no acabará aquí. Lo intentara mañana, al cabo de unos días. Si no lo consigue provocará encuentros contigo en tu hospital, en el despacho. No le importará inventar alguna excusa para acudir al domicilio familiar e idear mil razones para intentar localizarte. Sabes que será así. Por mucho que puedas evitarla, no te conviene en absoluto que ella descubra que no estás de su lado y mucho menos que pueda intuir que estamos juntos.
Podría seguir hablando, pero sería después. En ese mismo instante necesitaba besarla. No había pronunciado ninguna de las palabras con enfado o aturdimiento, no había pedido explicaciones, ni respuestas. Su beso fue lento y prolongado en un intento de hacerla olvidar sus preocupaciones.
…..
Tenía el mundo en sus manos. Una mujer que le daba todo, que le hacía sentir un dios todopoderoso, que llevaba un hijo de ambos en su vientre, brindandole la posibilidad de tener una vida completa. Tenía un imperio financiero para ofrecerles más de lo que pudieran necesitar. Tenía que proteger sus tesoros con más fuerzas que nunca, aunque para ello tuviera que contratar a todo un regimiento.
Su cabeza no paraba de ordenar medidas de seguridad para que ningún flanco quedara sin defender a los dos y al mismo tiempo hacerle a Bella el mundo más hermoso que pudiera imaginar.
La vio abrazar al doctor Oregianni tan feliz con la noticia como la misma Bella. Su cuerpo tan delicado se alzaba sobre unos tacones de vértigo. No debería a partir de ahora llevarlos, sus piernas se resentirían demasiado. También tendría que vigilar sus comidas. Bella era demasiado irregular con ellas... ¿Y el helado?... y ¿dormir?,no la estaba dejando descansar lo suficiente, y ¿hacer el amor?, ¿sería demasiado brusco con ella?, ¿demasiado insistente?, ¿y las salidas?... estaba impidiendo que su vida fuera todo lo que tenía que ser.
Pasó nerviosamente su mano por su cabello, demasiados “y”. Probablemente sería Bella con su responsabilidad y su fuerza la que le diera solución a todas sus dudas. Bella, su mujer, ahora sin duda alguna más suya que nunca. Ella siempre había llevado a su vida todo lo impensable, a lo que nunca creyó tener derecho. Curiosamente desde que ella apareció en su vida, todo lo que nunca entendió comenzaba a tener sentido. Y ahora sería padre, de un hijo suyo, hecho por él-claro que Bella había puesto su parte-, pero era suyo.
Definitivamente se estaba volviendo loco, ningún razonamiento lógico en su cabeza. Se dejó reposar lentamente sobre el escritorio del doctor Oregianni y fue ese justo momento cuando éste y Bella se giraron para mirarlo.
Una risa incontenida brotó de la garganta de Bella acompañada de un gesto cómico del doctor.
- Normalmente los hombres tenemos todos la misma reacción Bella. Es para nosotros imposible comprender como es para una mujer asimilar incluso los cambios físicos del cuerpo, soís mas receptivas con los extraños fenómenos hormonales que se suceden, la aceptación, la fuerza y la felicidad de vuestro extraordinario milagro, os hacen únicas.
La imágen de Edward, entre feliz, aturdido, asustado, grandioso, era inexplicable. En ese momento el hombre no era más que un niño esperando que le dieran permiso para poder saltar de alegría, orgullo y terror.
Se dirigió a él con toda la ilusión que su agitado corazón le permitía. Le acarició el rostro tan dulcemente como sus manos temblorosas le consentían, y por primera vez articular casi sin esfuerzo su mano débil.
Edward no perdió detalle de ese movimiento. Seguramente su corazón estallaría por recibir tantas alegrías ese mismo día.
- Cariño, ¿qué ocurre?
Buscó su cara para mirar sus ojos.
- Todo está bien, ¿no crees?
No, no estaba bien, era mucho más que eso. Todo era perfecto, demasiado para ser cierto.
- ¿Bien?, ¿sólo bien?. Voy a ser padre. En tu vientre hay una pequeña niña perfecta y única, igual a tí. Una preciosa princesita que en su día hará que me vuelva aún más loco. Miráte nena, mira tu mano; acaricia mi rostro por primera vez desde hace semanas. Tu felicidad te desborda hasta el punto de hacerme casi explotar, y dices ¿todo está bien?. Ven aquí mi amor, más cerca.
Casi conteniendo la respiración, con la maravillosa sensación de formar parte de algo extraordinario, teniendola entre sus brazos, oliendo su aroma, fue cuando sus sentimientos tomaron forma, cuando fue capaz de darse cuenta del gran regalo que le hacia la vida.
Escuchaba, como si de una conversación ajena se tratara, la normalidad del estado de Bella, del crecimiento de su bebé y de fechas para una próxima visita, esta vez a un ginecólogo, pero nada de lo que sucedía externamente, estaba relacionado con la sensación que sentía al estrecharla contra su cuerpo.
- Salgamos de aquí cariño. Es un momento para los dos, es decir para los tres.
Decir una y otra vez que no habría momento más feliz junto a Bella, se había convertido en algo sin sentido. Siempre había más.
Juntos con sus manos entrelazadas, tomaron el ascensor para su descenso hacia el exterior. Fue allí donde Bella sonriendo, no pudo contener más su pregunta.
- Edward, ¿y si no es una princesita?
Los límites de su control para abrazarla y besarla como deseaba, hasta desfallecer, se habían acabado. ¿Qué podía importar el sexo?, lo único de valor era que estaba dentro de Bella y eso lo haría único. Tomó esta vez su boca de una manera diferente, quiso que ese amor que sentía por ella llegara más lejos aún, como si pudiera transmitirle a su bebe, todo lo que era capaz de amar.
… Y el beso tuvo sabor a miel, a menta y esperanza, a libertad y grandeza...
Hoy quiero hacer una dedicación especial a todas.
Esta semana hay un día importante
14 de febrero “San Valentín”
Me gustaría que pensárais en vosotras como mujeres, que os queráis mucho, que no dejéis de pensar que somos únicas. Esperéis o no regalos de vuestro amor, tanto si teneis compañero como si no es así, tanto si existen en vuestros sueños, o es un amor que considerais imposible, no dejeis de vivir este día como vuestro.
El amor está en todas partes, en cada pequeña cosa que hacemos, incluso en aquellos días que parecen no tener ni frío ni calor, porque de una forma u otra, empiezan y acaban y nosotras seguimos vivas.
Para todas aquellas que lo hayan perdido, que piensan que nunca volveran a sentirlo, quiero que sepais, que está más cerca, mucho más cerca de lo que os imaginais. El amor se esconde a veces, y juega para ser aún más deseado, para dar forma a un sentimiento que creemos acabado, completo, y que sin embargo es tan imperfecto como cada uno de nosotros, pero que seguirá vivo mientras existamos.
Para quienes aún no han tenido un compañero, para quienes cada día lo esperan, solo puedo decir, que os deseo que sea el perfecto para cada una.
Para quienes lo teneis, por favor cuidarlo, es poderoso muy poderoso, pero también increiblemente vulnerable y necesita siempre atención.
NO SABEMOS EL ALCANCE DEL AMOR, HASTA QUE NO DESCUBRIMOS QUE ESTAMOS DISPUESTOS A ENTREGAR.
La historia está muy buena, muy sugerente, muy interesante. Me gusta mucho.
ResponderEliminarAdicionalmente, ¡linda dedicatoria!; gracias a tí, a tu generosidad. Felicidad en este 14 de Febrero y que la fuerza del amor se manifieste en nuestras vidas con su potencia milagrosa. Feliz día!
Antes que nada gracias por la dedicatoria y también un FELIZ DIA DE SAN VALENTIN.
ResponderEliminarCada Capitúlo es de un explosión increible, me encanta tu historia, la sigo cada semana. Me gusta como son los personajes una Bella y Edward fuertes luchadores de su relación y ahora la guinda del pastel un bebé waooo. También me encanta el giro de James y Dorothy que puedan también ser felices y que Marlena pague por lo que no solo ha hecho a Bella y Edward sino, también a su hermana, que se pudra.
Gracias por compartir está maravillosa historia.
Saludos desde Panamá. Besos.
Wow ani! Me ha encantado como siempre :)! Yo quiero que tengan una princesitaaaa! Y me encanta como estan juntos! Son la pareja perfecta! Y tambien me encantan james y dorothy! Espero que marlena se pudra porque se que va a jorobar no solo a bella y edwars sino tambien a james y dorothy!
ResponderEliminarSe que he tardado en poner el comentario pero tu ya sabes porque ha sido! Estoy deseando leer el proximo capituloooo!
Un besitoooo :)