sábado, 10 de marzo de 2012

Capítulo 44 “Todo el amor que venga de tí”



Esta dedicatoria es muy especial, yo diría que la que más. Es para mi hija Teresa, con la que di los primeros pasos como madre, quien me enseñó a ser más fuerte cada día, quien no ha dejado jamás de confiar en mí, y a quien siempre entregaré todo lo que soy. Gracias cariño. 





… 

- ¿Cómo reaccionó Edward cuando le hablaste de ello? 

- Sinceramente no sabría qué decirte. No fue de su agrado, eso pude entenderlo, pero es como si no le hubiera afectado demasiado. 

- Sin lugar a dudas la felicidad que siente por todo lo que está viviendo, es mucho más fuerte que los recuerdos que lo persiguieron durante años. 

- No obstante ahora entiendo por qué ha ordenado estas medidas de seguridad tan estrictas. Ha puesto cámaras e el jardín y repartidas por toda la casa. Ha blindado absolutamente el acceso a la segunda planta. Tanto en el despacho como en el resto de las habitaciones de la planta baja habrá personal de seguridad que no pierda detalle de los movimientos de los invitados. 

- Y te olvidas de los más importante, ni Bella ni Alice estarán solas ni un solo instante. 

- Me gustaría pedirte algo Petter y espero que no te burles. 

- Nunca lo he hecho Lara. 

- Esa noche, no tengo ninguna duda, Marlena, James y Esme jugaran sus cartas. No me gustaría verte en ninguna de sus partidas. Si me lo permites, deja que te acompañe. Juguemos nuestro juego juntos Petter. Hagamos todo lo que debemos y vigilemos a la vez. 

- ¿Me estás pidiendo ser mi cita?. Jajajajaja, será divertido Lara,muy divertido. 

- Vamos Petter, te pedí que no te rieras de mí. No voy a ser tu cita, ni exigiré bailes románticos, solo pretendo que no quede ningún flanco sin vigilar, que todos nos cuidemos esa noche, que cada vez que pretendan tener acceso a uno de nosotros, encuentren una dificultad y que eso les mueva a actuar en otro sentido. 

- No tengo ningún problema en que seas mi acompañante, sabes que te respeto y que confio completamente en tí. Sinceramente, no encontraría a nadie mejor que tú para pasar una velada agradable. 

- ¿Qué hora tienes? 

- ¿Qué ocurre? 

- Tan solo nos separan 48 horas de lo que podría ser un buen comienzo para finalizar esta partida de locos. 

- No olvides Lara que aunque para muchos de nosotros es trabajo, Edwuard pretende mucho más con esta cena y es demostrar su felicidad a todo el mundo, en especial a Bella, darle todo lo que no tuvieron en su momento. 

- No lo pongo ni lo pondria jamás en duda, pero por encima de todo yo tengo una misión y es protegeros a todos. No creo que ninguno de los que quiere hacer daño a esta familia esté dispuesto a dar el primer paso delante de los invitados, pero no descarto la posibilidad de que haya pequeños encuentros no deseados. 

- Espero que no suceda nada de lo que estás insinuando. 

- Petter, Esme se h desplazado hasta aquí, te ha pedido una reunión con sus hijos y se presentará, estoy convencida de ellos en esta fiesta, con el único fin de saber que puede conseguir de vosotros. Tú puedes haber olvidado Petter, yo no. 



No pronunció ninguna otra palabra. Su rostro tomó un gesto de alerta, segura de sí misma. Nadie podría dudar al verla que todos sus sentidos estarían pendientes de lo que pudiera llegar. 



… 



Tenía que hablar con él y advertirle que la noche de la fiesta no hiciera ningún gesto que pudiera delatarlos. Por muchos deseos que pudieran sentir ambos, era más que necesario que actuaran de la misma forma que lo habían hecho hasta entonces. Se trataba solo de ignorarse. 

No lo dudó más y tomó su teléfono para conectarse con él. 

Sonó una, dos, tres y enseguido oyó su voz. 

- Estaba apunto de llamarte. 

- James escucháme por favor, es muy importante. 

- Sé lo que vas a decirme preciosa y no quiero que te preocupes por nada. 

- James para, para, Marlena es demasiado perspicaz y no se después de todo lo que está planeando si decir que inteligente, creo que si lo fuera se habría dado cuenta que siempre estará en desventaja y equivocada, pero no habrá nada que esa noche se le escape de su radar. Es completamente necesario que actúes como siempre, (guardó silencio). James es duro lo sé, pero tendremos que ignorarnos toda la noche, cualquier gesto entre ambos la llevaría directamente a ponerle rostro a tu nueva compañía. 

Y ahora fue muy convincente, lo dijo serena, sabiendo que era la única forma que tenía para que James la atendiera. 

- No sólo te estarías poniendo tú en evidencia, sino que mi posición ante ella incluso sería peligrosa, ¿me comprendes?. 

La entendía, claro que lo hacía, y cada día la amaba un poco más por ese motivo. Por encima de cualquier cosa pensaba en ambos y todo lo hermoso que tenían que proteger. 

- Lo haré a la perfección, pero quiero que pienses algo durante toda la cena y que no dejes de repetirtelo, ¿de acuerdo?. En cualquier parte que me encuentre esa noche y con la compañía que tenga, solo será una fachada, mis deseos de estar contigo serán lo único en lo que esté pensando. 

Sonrió, era lo que necesitaba escuchar para sentirse valiente y especial para James. Y como siempre sus dudas le asaltaron. Ella tenía que contestar, tenía que decir, no podía permanentemente ser la callada, la que no ofrecía, la que recibía y guardaba en su interior lo que quería expresarle. 

-James, yo desearé que la noche acabe pronto. Pensaré que cada una de las mujeres que puedan estar contigo podría ser yo y que tú así lo deseas. 

… Y hubo más... 

- Extraño tus besos. 

Colgó justo al escucharse y se sintió ruborizar. Algo decepcionada consigo misma por no ser lo atrevida que le hubiera gustado. 

Sin embargo para James fue un momento muy especial. Tomó aire y mordió sus labios. Esperaría, pero habría muchos, muchos hasta calmar en ella la soledad que sentía en esos momentos. 



… 



- Creo que he cenado demasiado. 

- Ahora se te está permitido, tienes que comer por dos. 

- Eso es una gran error Alice, tendré que cuidarme pero no reventar cada día. 

- Bueno no creo que por una vez pase nada, eres muy inconstante con la comida, y mi princesita no puede pasar nada de hambre, no lo pienso permitir. 

Edward observaba a Bella, nunca había estado más radiante. Su rostro reflejaba todo lo que era una mujer feliz, una mujer cargada de risas, de esperanzas de milagro, un milagro que dejaba compartir con todos aquellos a quienes amaba de una forma relajada y agradable. 

Durante toda la noche no había dejado de recontar cada uno de sus gestos, habían tenido esos momentos solo para dos. Las promesas y los recuerdos saltaban echando chispas en el aire, ese que más tarde compartirían ambos al mismo tiempo y que era imposible esparcir para nadie nadie más. 

Su preciosa princesa era la mismísima tentación en cada movimiento. Aquel traje pegado a su cuerpo parecía camuflarse entre su piel, sin saber donde acababa el tejido y donde su cuerpo era real. Su sonrisa, el tono dorado de su precioso cuerpo, la suavidad al tacto y esa forma suya de comer, lo habían estado persiguiendo toda la noche. Pero lo que más había provocado esos momentos de fuego en su interior, habían sido sus ojos, una isla en su interior que le hacían adivinar que la noche no tendría fin y que con Bella su vida sería como el horizonte, siempre habría más, mucho más. 

Volvió en sí de sus pensamientos cuando las sonrisas de Bella fueron sonoras, mirando a Emmet y Alice que bailaban y jugaban en la pista de baile, con los ojos de una niña curiosa y divertida, como si lo que estuviera haciendo no fuera más que observar lo que no debía. 

Entrelazó sus dedos a los suyos acariciando suavemente su mano al hacerlo y se acercó a su oído. 

- ¿Quieres bailar nena?, ¿estás cansada? 

- Nunca para bailar contigo Edward. 

Su voz más que sugerente le dijo muchas cosas, todas aquellas que deseaba escuchar en la intimidad. 

Bella no podía imaginarse donde la llevaría esa noche, ni tampoco sospecharía que junto con Alice había preparado un perfecto fin de semana, en medio de la misma. Quería que Bella estuviera a solas con él antes de presentarla como su esposa y mucho más aún, que sintiera la seguridad de que nada ocurriría por muy expuesta que estuvira ante quienes atentaban contra su amor. 

Quería llevarla donde ninguna otra mujer había estado antes. Con Bella todo sería igual la primera vez. Su refugio, su cabaña, ese lugar donde él solo iba a estar consigo mismo, donde su padre y su hermana Alice podían localizarlo cuando decidía desaparecer. Ahora estaría allí con Bella, le mostraría aquel lugar donde solo habría siempre recuerdos de momentos para los dos. Harían el amor bajo las estrellas, y sin duda alguna ella sería más brillante que todas. Sonrió para sus adentros, no era cierto, llevaría a dos princesas, a una de ellas muy pequeña, la otra el gran amor de su vida. 

La tomó de la mano para conducirla hasta la pista de baile, y la tomó por la cintura apretandola contra si como si de una muñeca frágil se tratase. 

-No voy a romperme Edward. 

- Me gusta sentirte cerca y acariciarte con mi cuerpo, dejemos que el resto venga más tarde. 

- ¿Qué cosas? 

La miró burlón y galante, extremadamente canalla. Sabía lo que Bella pretendía,llevarlo a un punto de excitación del que sería muy difícil salir ileso. 

- ¿Nena quieres jugar? 

- Según el juego que me propongas, tu mente vuela demasiado deprisa. 

- Dime que no sientes los mismos deseos que yo. Dime mirandome a los ojos que no mueres por tenerme dentro de tí, que tu boca no desea estrellarse contra la mía, que tu lengua no quiere buscar el gusto de saborearme y pararé. 

Cada palabra más cercana, un aliento de calor junto a su cuello, mientras su polla cada vez más cerca de su vientre, producía escalofríos por todo su cuerpo. 

- No juegas limpio Edward. 

- Oh si nena, aún recuerdo el olor de tu coño y me hace desear tenerlo en mi boca y puedo imaginar como tu entrepierna se humedece solo con mis palabras. Tu vientre se encoje y se tensa con mi toque, ¿qué crees que desearía en estos momentos?. 

- Bésame Edward. 

- No princesa no, si lo hiciera te comería viva. Pero ha llegado el momento de que salgamos de aquí, la espera ya ha sido demasiado larga. 

Con un gesto le indicó a Alice y a Emmmet que se marchaban. Ambos sonrieron a la vez. La noche con el resto del mundo había terminado. Empezaba la de los dos, esa en la que los juegos de amor comenzaban en el aislamiento, encubiertos en la noche y en el silencio, lejos de todo lo terrenal para llegar a un lugar de sueño hecho realidad. 

- ¿Dónde vamos Edward? 

- Quiero llevarte a un lugar que aún no conoces, ¿me dejarás?, quiero que te sientas igual que en nuestra casa. 

- Cualquier parte donde estemos ambos lo será mi amor, donde tú quieras llevarme. 

- Es mi refugio princesa, nadie aparte de mí lo ha pisado jamás. Es parte de lo que soy, de mis recuerdos, de mis ausencias, de mis tristezas, de momentos de buscar el olvido, de mí mismo. Hoy quiero que lo conozcas, quiero que lo llenes con tu presencia, que presientas todo lo que hay de mí. Quiero que seais las únicas que conozcais todos mis secretos. 

Bella lo miró a los ojos con una ternura solo comparable a la calidez de un bebe, su niña probablemente si pudiera sentirlo en ese momento lo habría comprendido. Edward le estaba entregando toda su vulnerabilidad, su esencia, lo mejor de él a las dos. 

El conducir era lento, pero no importaba nada. Pegada a su cuerpo, con su cabeza reposando sobre su hombro, su olor impregnado su interior, la oscuridad de la noche iluminada por un millón de estrella y envuelta en un precioso silencio. No hacía falta nada más, lo tenía todo. 



… 



- Creí que me llamarías para recogerte enel aeropuerto. 

- No ha sido necesario y es mejor así, nadie podrá vincularnos en ningún momento. 

- Hemos recibido la invitación para la cena de presentación de Bella. Va todo demasiado deprisa. 

- Y nosotras tendremos que ir prestar Marlena. Mi encuentro con Petter no ha sido como esperaba. Parece que el pequeño ratón esta vez no se dejará engullir fácilmente. 

- ¿Qué piensas hacer? 

- La técnica más vieja del mundo querida. No prestes atención a tu presa, aliate a otros, coquetea y debanea con sus enemigos más poderosos si es posible y tendrás todo lo que necesitas de vuelta solo para tí. 

- Hablamos de celos y eso me gusta. En definitiva creo que las dos usaremos las mismas armas. 

- Será divertido ver caer a dos reyes. 

- Si divertido y peligroso. No podemos olvidar ninguna de las dos que nada puede fallar. Nuestro plan peligra si cometemos el más mínimo error. 

- Lo sé perfectamente y nunca habrás conocido a nadie que ponga tanto empeño en conseguir lo que desea como lo haré yo. Seré implacable. No habrá salida para ninguno. 

- Esa es exactamente la actitud. Firmes y seguras repitiendonos una y otra vez cual es el objetivo. Si unimos todos esos ingredientes a nuestros encantos, nada puede fallar. 

- ¿Necesitas líquidez para tus gastos extras?. 

- No querida, tengo un buen proveedor que ya me los ha facilitado. 

- Habías dicho que el encuentro no había sido el esperado. 

- Su generosidad económica ha sido siempre extraordinaria, otra cosa bien distinta es su capacidad para rendirse ante mí. Anoche me enfrenté a alguien diferente, por primera vez vi a un hombre. 

- ¿Crees que podrás vencerle?. 

- Ahora me planteo incluso enamorarlo, jajajajaja, y cuanto más difícil,más obstáculos ponga ante mí, más despertará mi interés. 



… 



La oscuridad de la noche lo envolvía todo. Ante Edward la carretera que iba consumiendo el vehículo los iba acercando hasta su destino. La respiración de Bella lenta y pausada y el calor de su cuerpo apoyado contra su hombro eran más que suficientes para hacer el recorrido muy corto. 

La noche era perfecta, solo una pequeña brisa dibujaba el movimiento de las ojas de los árboles en una caricia sutíl. La luna completa se mostraba orgullosa en el cielo y pareciera que todas las estrellas del universo hubieran aparecido para saludarles. 

Perderse con Bella un par de días donde nadie pudiera interrumpir una oda de amor, era un regalo para ambos. 

Alice se había encargado de las provisiones. Cuando comprobó el maletero del coche tuvo deseos de abrazarla, no había olvidado nada, maleta para dos, suficiente comida para una semana y un batallón, la pequeña cajita con el regalo para Bella e incluso el maletin con todo lo que le había solicitado. 

Solo faltaba llegar. La música sonaba muy suave cuando escuchó la voz de Bella. 

- Si no supiera que puedes estar cansado no me importaría continuar durante horas. Parece un camino hecho para nosotros. 

- Lo es princesa, pero mucho mejor es lo que nos espera al final. 

- Seguro que ese lugar me habla de tí, de todo lo que me queda por aprenderte, por conocer que eras antes de mí. 

- No habrá nada que te oculte, que te niegue, lo sabes ¿verdad?. 

- ¿Ni incluso las cosas que pueda preguntarte sobre mi pasado?. A veces aún suponen un vacio para mí. 

- Nada que yo conozca. Nena ésto será otro comienzo. 

Se estrechó contra su cuerpo y notó la respiración de Edward completamente relajada. Junto a él todo parecía ser diferente, como si nada pudiera acabarse, como si todo estuviera por descubrirse. Ahí, delante de ellos se abría siempre un horizonte de vida que recorrer juntos. 

Sus ojos se abrieron ante la vista de un conjunto de árboles iluminados por los faros del vehículo. Pareciera que los mismos quisieran resguardar de las miradas de los curiosos una preciosa cabaña de cuento bañada por la luz de la luna. 

- Edward ¿es esa?, ¿ahí es donde vamos?. 

- Sí princesa. 

Se incorporó para tener una mejor visión y pegó su carita al cristal para no perder detalle. Volvió su rostro hacia Edward que conducía aún más lento para darle una panorámica del lugar detallada, y sus ojos lo dijeron todo. Edward sonrió, nunca aquel lugar le había parecido tan hermoso después de contemplar los ojos de su mujer. 

- Es... es precioso, no se como explicarlo. 

- ¿Recuerdas cuando te dije que tú eras la princesa de mi castillo?, es mucho más que eso nena, eres la mujer de mi vida, la única dueña de todo lo que tengo, de todo lo que quiero ser para tí. 

Se acercó a su lado nuevamente y sintió como el brazo de Edward la cobijaba. Rodeó con sus brazos su cintura y con su cara hundida en su cuello solo pudo pronunciar emocionada... 

- Cualquier lugar Edward, cualquier lugar. 



“En determinadas ocasiones tenemos la sensación de estar completos, de haber hecho las cosas envueltos en una magia que nos responde con totalidad a nuestros sueños o incluso a mucho más. Estamos tan inmersos en las cosas que creemos importantes, en las que pensamos que nos darán una vida mucho mejor, que no apreciamos los pequeños detalles, aquellos que nos hacen sentirnos maravillosamente humanos, únicos. Mirar el mar y sentirnos libres, percibir su olor, ver el cielo y comprender que formamos parte de algo gigantesco que está ahí para nosotros, escuchar el aire y darnos cuenta que es tan importante que nos hace respirar y lo que nos hace vivir. Quienes pueden ser conscientes de esos pequeños momentos, quienes pueden retenerlos, son aquellos que saben vivir, aquellos que sienten la plenitud siendo conscientes de lo poco que conocemos del universo. De la misma forma ocurre con el amor, olvidamos que no puede verse pero sí sentirse en cada pequeño gesto por muy grande que sea”. 



Habían llegado. Frente a Bella un hermoso regalo que compartirá con Edward para siempre. Ahora y siempre. Aquella promesa fue hecha a la perfección... todo, en cualquier lugar... 

- Ven nena. 

La tomó de la mano y depositó en ella las llaves de lo que hasta entonces había sido solo suyo, su otro mundo. 

- Ahora es tuya también. Abrela, entra en ella y llenala de tí. 

Bella miró las llaves casi sin respirar. Definitivamente Edward quería hacer de esos días algo muy especial. Cada palabra conseguía emocionarla, mostrarle todo lo que el amor de su esposo era capaz de entregarle. 

Las tomó de sus manos y lo miró a los ojos y un mensaje nacido de su corazón invadió el pecho de Edward. Bella llenaría aquel lugar de todo lo hermoso que llevaba en su interior. 

Le indicó que prendiera un pequeño mando junto a la llave y así lo hizo. Un chasquido y a continuación la luz tenue iluminadolo todo. Se volvió a mirar y desde sus pies hasta la cabaña un camino de piedra con luces adheridas al suelo mostraban el sendero hasta la entrada dejando ver el acceso desde los escalones hasta las dos plantas que formaban la preciosa construcción. Elevada del suelo por fuertes vigas de madera, como si flotara en medio de la nada, en su mayor parte acristalada y con techos abuhardillados aparecía ante ella dandole una bienvenida cálida. Sus pies siguieron lentos el camino adelantando las luces prendidas al suelo hasta llegar a los escalones. Nada parecía detenerla. Estaba segura que jamás había estado en aquel lugar, sin embargo todo le resultaba familiar, todo le hablaba de Edward con tal claridad que no era desconocido para ella. 

Giró la llave y ante ella una amplia estancia se mostraba esperandola. Podía sentirse protegida pisando el suelo y vulnerable al sentirse al mismo tiempo en el exterior. Sus inmensas cristaleras dejaban ver completamente el paisaje en la noche, sin dejar al mismo tiempo de preservar todo lo que había dentro. Así era Edward. Adelantó sus pasos un poco más, allí en el centro de la estancia podía verlo todo. Una cocina amplia que se unía sin barreras arquitectónicas al salón de cuyas paredes colgaban fotografias familiares y hermosas pinturas de faros perdidos entre las olas. Una chimenea de piedra que esperaba ser encendida para iluminar y calentar sus cuerpos en la noche. Un inmenso sofá que muy probablemente habría sido el compañero de Edward más de una madrugada. Miró hacia arriba y lo que vio casi la deja sin aliento. Desde donde se encontraba podía ver el cielo más hermoso que jamás hubiese imaginado. Multitud de estrellas tililaban en el cielo sonriéndole por tenerla allí, en ese mismo lugar, formado parte de todo lo que aparecía ante ella. La estructura interna se vislumbraba en especie de corredor con barandilla de madera y a la derecha, situada hacia el sureste una sola puerta. 

Sintió los pasos de Edward detenerse justo detrás de ella y su voz invadirla por completo. 

- ¿Qué pasa princesa? 

- Puedo sentirte en cada centímetro de este lugar. Puedo respirar y sentirte dentro de mí. 

La abrazó por la espalda apoyándola contra su torso. 

- Ahora es el refugio de mi precioso halcón. 

No sabía por qué, pero así era como se sentía como un halcón libre en un cielo que le pertenecía por completo. 

Se volvió para mirarlo y en sus ojos pudo verse volar con sus alas extendidas en su totalidad. 

- No sé si alguna vez lo entenderé, pero jamás me he sentido más libre teniendo dueño. 

Ese dueño no necesitó más palabras. Las cosas importantes se habían dicho todas. Los sentimientos más hermosos habían iniciado el camino a casa. Eso era estar en casa, en brazos uno del otro. 

Fue Edward quien inició con besos lentos, tiernos y delicados el juego más antiguo de todos los tiempos, dando así por concluida la espera. Sus manos primero, enmarcando su rostro, luego deslizándose hasta su nuca, enredándose en su pelo, recorriendo erráticas su espalda hasta llegar a sus nalgas. Un recorrido de cielo, que más tarde sin duda les llevaría al infierno, pero eso era Bella, fuego. 

- Eres todo lo que quiero cariño, (llevó su mano hasta su vientre), todo lo que me das, es lo que necesito, y te deseo tanto que vendería mi alma por tenerte ahora. 

Las manos de Bella no tuvieron dudas. Desabrocharon su vestido para dejarlo caer hasta el suelo ofreciéndose entera, sin reservas al único hombre capaz de calmar todos y cada uno de sus anhelos. 

Los ojos de Edward miraron, observaron y aprendieron una vez más las formas de Bella que eran tan conocidas y a la vez tan nuevas. Siempre se sorprendería de lo que aquella mujer podía darle solo con su presencia. 

Tomó una manta de piel apoyada sobre el respaldo del sillón y cogió su mano dirigiéndose ambos hasta los cristales. Los abrió completamente y la voz de la noche los llenó a los dos. 

Tendió la manta en el suelo y volvió a mirar los ojos de aquella mujer que era dueña absoluta de sus actos. Fue despojándose de toda su ropa para quedar desnudo junto a ella, sin rozarla, devorándola. 

El deseo en la mirada de Edward, el sentir su respiración agitada, sus manos grandes dirigirse hacia ella para abrazarla, le hacía suspirar y contener el llanto. ¿Cómo explicar con palabras el amor cuanto lo tienes todo frente a tí?. 

Y se vertieron. Dos pequeñas y preciosas lágrimas surcaron su carita al mismo tiempo que un suspiro acarició el rostro de Edward. 

Edward puso su mano sobre su pecho, sintiendo cada gemido, cada latido de su corazón, rozando su estrella, la única que brillaría aquella noche para él. 

- Voy a hacerte el amor mi vida de tal manera que hoy las estrellas sentirán celos. No quedará nada ahí fuera con vida que no sienta aún más vivo después de amarte. 

Presionó ligeramente sus hombros para tumbarla sobre la manta. Despacio, lento, acorralando cada segundo, deteniendo el tiempo. 

Edward se sentó abriendo sus piernas para recoger a Bella. Un camino de besos húmedos y suaves rodaron por sus hombros, sus clavículas, su cuello, mientras su mano se aferraba a su pelo y echaba su cabeza hacia atrás para besar fácilmente su garganta. Besos que dejaban un camino caliente, saliva de su boca y un sonido dulce. Besos que enloquecían a Bella en suspiros de exigencia dejando que sus pechos pidieran por más. Los dedos de Edward hacia sus pezones que dibujaban los escalofríos de unas caricias dulces de comienzo. 

Su boca ahora mordiendo levemente todas aquellas zonas de su cuerpo que habían sido besadas y los gemidos de Bella no tardaron en llegar. 

La polla de Edward contra su espalda y su mano iniciando un descenso a su entrepierna. La locura no tiene nombre cuando se convierte en placer de entrega. Sin esperar su petición Bella abrió sus piernas. Las palabras sobraban, todas se habían ido a un lugar llamado deseo. 

Cuando una boca es fuego y solo encuentra el agua en otra boca. 

Cuando una lengua lo enciende y lo apaga. 

Cuando unos dedos dibujan tu cuerpo y las manos lo acompañan. 

Cuando un cuerpo tiembla y el otro es su sombra. 

Cuando un gemido tiene eco o cuando un alma no está sola. 

Cuando puedes sentir como tiran de tus entrañas y no existe nada que no sea la piel del otro. 

No se puede diferenciar entre el comienzo y el fin. Nada se antecede, todo es el final de un principio que lo llena todo. 

Caricias expertas de seda que aletean sobre una piel que lo desea todo. Y vuelta a gemir. Ahora juntos uno contra otro. Dos latidos unidos en uno solo. La fuerza de reconocerse, de entenderse en cada toque que llama al siguiente sin prisa, solo con la urgencia de sentir. 

- Mirame nena, mirame mi vida. 

Y Bella volvió su rostro aún más para buscar sus ojos. 

Edward la rodeó con sus brazos y la colocó frente a él como tanta delicadeza que ella se sintió entre nubes, las nubes de sus brazos fuertes. 

Abiertas sus piernas, atenazándolas sobre la espalda de Edward y notando sus manos en la cintura, pudo sentir la invasión lenta de su polla candente quemandola. 

Apoyó sus manos sobre sus hombros y se sintió deslizar hasta albergarlo por completo. Sus ojos se cerraron y sus pómulos gesticularon un media sonrisa que culminó en una mordida de sus labios. 

- No te guardes ni un sonido nena, quiero sentirte toda. 

Un gemido roto nacido desde dentro, atravesó su garganta para estallar en su boca, la misma que Edward no tardó en comerse. 

Rodillas ancladas al suelo, firmes y fuertes, poderosas, iniciaron un movimiento lento de ascenso y descenso, marcado por el ritmo de su necesidad. Sus dedos ahora en la espalda de Edward hundiendose en sus músculos tensos y sus uñas arañando y soltando al mismo tiempo que su lengua degustaba su boca. 

Tembló al sentir los dedos de Edward tocar desde su nuca hasta su espalda baja, dedos que parecían llevar música a cada poro de su piel. Y lo oyó en su interior... “Ahora y siempre, todo en cualquier lugar”. Miró a Edward... 

- Sí corazón, solo contigo. 

Su movimiento se precipitó para ser apaciguado por las fuertes manos de Edward. 

- Shhhh, despacio no me robes nada. Tranquila nena, dejame guiarte. 

La tomó con suma suavidad y la tumbó escuchando su respiración. Pudo sentir la contracción de la vagina de Bella sobre su polla, un agarre preciso y casi irrevocable. Sonrió, sentirla de esa manera, deseosa, entregada, sin poder controlar lo inevitable, era un regalo. Se movió despacio pero firme dentro de ella. 

- Lo que quieras, siempre lo que tú quieras. Damelo cielo, no te guardes nada, es solo mío. 

Era cierto, cada palabra, era su cielo y ella podía sentirlo en cada momento. Le pedía que no se guardara nada, no podía, nunca podía cuando Edward la amaba. Solo suyo, por entera le pertenecía. 

Y como si fuera un rayo, que llevara esperando pacientemente aparecer, su orgasmo llegó arrasándolo todo. 

Edward no dejó de moverse dentro de ella, haciendo que éste fuera devastador, viendo como su princesa volaba muy lejos y cuanto más lo hacía, más feliz se sentía consigo mismo. 

- Eso es nena, y cuando vuelvas habrá más mucho más. 

Edward besó cada parte de su cuerpo mientras sentía el calor interno de su mujer. Lamió el interior de su oreja y volvió a sentirla temblar y arquear su cuerpo. Esa era Bella, nada acababa sin comenzar de nuevo. 

- Mirame amor mío, quiero ver lo que tu ves, volar donde tu vuelas y llevarte una vez más donde quiera que sea juntos, conmigo ahora. 

Sus movimientos ahora más intensos. Y pudo verlo en sus ojos con toda nitidez. Bella galopaba salvaje, libre, ligera y feliz hacia ese final que encuentran solo los que se aman. Y allí, perdido en ella, oyó sus gemidos convertirse en gritos de éxtasis. Feliz y completo, conocía el camino, ese que siempre los llevaba a respirar, a latir, a sentirse vivos como uno. 

Y la noche no pareció tan oscura en aquel lugar, ni el silencio que la acompaña tan grave, ni el tiempo sin aire tan denso, ni el calor tan sofocante. 

- Te amo 

Y mientras lo decía sobre la boca de Bella pudo sentir los labios de ella repetirlo sin palabras. 

Bajó hasta su vientre para volver a decirlo y depositar un beso tierno. 

Desnudos, juntos y abrazados, en completa rendición y plenitud. 

Ahí fuera, solo se oían los sonidos sigilosos del universo. Las estrellas parecían apagar parte de su luz para dejarlos descansar y las paredes de aquel refugio, se habían impregnado de los secretos de dos amantes que habían convertido aquel lugar en un hogar. La tierra solo es fértil cuando hay amor.

3 comentarios:

  1. Fascinante cada vez mucho mejor,me encanta ,gracias por publicar nena....Besos...

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  2. Wow! Me ha encantadooo! Estos dos cada vez me gustan mas! Ojala yo tuviera un amor tan fuerte y profundo como ellos algun dia! Espero que todo vaya bien y que ha marlena y a esme se les jorobe el plan y que terminen de una vez por todas con ellas porque no las soporto y me encanta la relacion de james y dorothy! Son tan monos! Estoy deseando leer el siguiente capitulo y ver que pasa! Ani te envie unos mensajes al correo cuando puedas me contestas!
    Un besitoooooo :)

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  3. Ani: me dejas sin palabras, cada uno mejor que el anterior, cuando creo que no puedes hacer soñar más, chaz otro que me pone por las nubes, amo está historia, es genial me encanta la fuerza que tienen Edward y Bella para enfrentarse a todos, no se dejan vencer. Ohh como me gustaría que Esme y Marlena se comieran sus palabras, son unas arrastradas. Me gusta como va quedado los de James con Dorothy ójala se unan a Edward y Bella para acabar con esas dos.
    Besos Nena.

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