sábado, 29 de octubre de 2011

CAPITULO 26 " HORA DE LA VERDAD "


Esta dedicatoria es para Luxi, mi compañera de cafelitos mañaneros, la niña que más sonrisas me dedica cuando apenas ha empezado el día, esa que deja sus tareas o su lectura para subir y acompañar mis renglones, la nueva miembro del staff. Princesa las mañanas no serían iguales sin ti. 



…. 

Se despertó sintiendo como Edward la levantaba en sus brazos de la cama y depositaba en su frente un beso lento. 

_ ¿Donde me llevas? 

_ Vamos al baño princesa, olvidamos ambos que estabas con el período, y hemos dejado un pequeño mapa colorido en la cama. 

_ Dios mío. 

Escondió la cara en el cuello de Edward y éste sintió una ternura infinita. 

_ ¿Por qué te escondes?. mírame nena, te dije que no era ningún problema para mí, y no creo que la sábana se queje. Solo quiero protegerte ese brazo para que podamos darnos una ducha, luego pondré sábanas limpias y volveremos a dormir, apenas si hemos descansado un par de horas. 

_ No quiero que nadie vea esas manchas. 

_ Jajajajajaja, sabía que sería así. 

La depositó en el suelo y con sumo cuidado protegió su brazo con un protector impermeable, se acercó a su boca y la besó con mimo, como se besa a una niña cuando tiene vergüenza, no pudo evitar comenzar a reírse despacio hasta que la cara de Bella se fue tornando a enfada, y soltó una tremenda carcajada. 

_ Por mucho que lo intento no logro averiguar jamás como me gustas más. Si cuando duermes, cuando te veo completamente entregada a mis caricias, cuando rozas el cielo llevándome a rastras, cuando me hablas con ojos de asombro, cuando tus labios dicen que me amas, cuando te revelas y contestas a cualquier ataque, o ahora cuando te enfadas. Cada día junto a ti descubro tantas cosas que he tenido que convertirme en un alumno ávido por aprender. ¿Quieres ponerme morritos, por favor?, estoy deseando besarlos. O mejor aún, saca tu preciosa lengua y déjame atraparla. 

_ Abusas de mí porque no puedo defenderme con este brazo, pero te aseguro que cuando vuelva a tener todo mi cuerpo completo, no te escaparas de unos azotes. Te estás portando como un adolescente, que no puede controlar las reacciones, que se hace el despreocupado por todo, que no siente pudor de nada y que no piensa, porque la ignorancia es muy atrevida, que puede hacer lo que quiera. 

_ Tú me haces sentir así princesa. Mírame bien, soy un hombre de 31 años, al que hasta hace muy poco le daba igual unir los días hasta hacerlos semanas, y estos meses y años, sin tener deseos de soñar o de vivir lo que tú me estas dando. Ahora, aquí contigo, soy otro hombre, soy ese niño del que hablas con unas ansias locas de vivir todo contigo. Por ese motivo y por otros muchos que descubro cada vez que hacemos el amor, es por lo que no siento ya ni miedo, ni pudor. Para mí ahí delante solo hay un camino que hacer y si tú estás a mi lado, cualquier cosa que elijamos juntos, será perfecta. Por eso princesa puedo hacer lo que quiera, antes era un hombre más, ahora soy invencible. 

Ahora aunque estas preciosa, deja de refunfuñar, cuando terminemos aquí, bajaremos a la cocina, prepararemos algo caliente, te tomarás de nuevo la medicación y me enseñarás a poner esto en la lavadora. Todos duermen, nosotros haremos una pequeña fiesta para dos en la cocina. 



…. 

Bajaron las escaleras en silencio, como dos niños que en la madrugada, despiertos y deseando hacer travesuras, se esconden de las miradas atentas de los adultos.Descalzos, con pasos lentos, compartiendo pijama, Bella con la mano en la boca, ahogando su risa, su pelo aún caliente por el secador, suelto y revuelto bailando sobre su cara. Edward tiraba de su mano llevándola a través del pasillo haciéndole gestos para que callara sus sonidos, no quería que nada pudiera delatarlos en ese momento. En el silencio de la noche, sin testigos, como en huida para no ser vistos, para que ningún intruso conocido, pudiera acoplarse a sus juegos. Ella lo había llevado hasta esos momentos de adolescencia y juventud robadas, repletas de malos recuerdos, de pesadillas, de experiencias sin amor, de esfuerzos por vencerse así mismo. Ahora podía vivirlas con energía renovada, bajo la perspectiva de un hombre maduro, disfrutando de cada instante, de cada sensación. 

Llegaron hasta la cocina, iluminada tan solo por la luz externa y en tres zancadas alcanzó de un un cajón unas velas. No quería más luz, sería perfecto para esa intimidad escondida. Bella seguía con la mirada cada uno de sus movimientos, sin dudar de donde o hacia qué tenía que dirigirse. Ahí estaba el niño ogro, decidido, dispuesto, tomando el control y el ritmo de sus vidas.¡Dios como lo amaba!. Lucharía hasta donde el límite de sus fuerzas se lo permitieran, nadie le arrancaría su destino junto a Edward. 

_ ¿Qué piensas nena? 

_ En Alice, me gustaría hablar con ella, saber qué siente. Desearía abrazarla, poder arroparla con palabras sinceras, decirle que también lucharé por ella, que tampoco dejaré que nadie le haga daño. De alguna manera aunque por motivos diferentes, ambas hemos crecido sin madre. Nos separan los sentimientos lo sé, yo la tuve y la perdí, ella jamás la tuvo, pero está ahí. No me gusta juzgar a nadie, no puedo obviar el hecho de qué no actuó como debería, pero es su único vínculo entre dos familias, entre dos mundos con diferentes propósitos. 

_ No podemos evitarle el dolor princesa, pero ninguno de nosotros dejará que lo viva sola, y estoy convencido de que Emmet hará la mayor parte. 

_ ¿Emmet? 

_ Sí, tu hermano estaba presente en la reunión, el hacía días que estaba avisado de todo lo que sucedía y además creo que muy pronto también te hará algunas confesiones, aunque éstas no suponen ningún problema. 

_ ¿Todavía hay más?. 

_ Me gustaría ser quien te sacara de dudas y saciara tu curiosidad, pero creo que le corresponden todos los honores a tu hermano. 

_ Si son honores como dices, no debo temer ni preocuparme por nada. 

_ No nena, piensa mejor en algo que será para ti un hermoso regalo. 

_ Pues ya lo pensé, bésame. 

Se acercó a ella, de una forma tan masculina, tan varonil que Bella tembló solo con mirarlo, era capaz de llenar con su presencia cualquier espacio, sus ojos fijos en ella, su torso desnudo en el que se reflejaban las pequeñas llamas de la luz de las velas, el pelo alborotado y su olor... 

Llegó hasta situarse frente a ella, tomó su rostro y comenzó a besar su boca con intenciones dulces, pero esa boca era la llamada de su locura, el interruptor de su descontrol, el principio y el final de las guerras. No supo como ni cuando sus manos estaban en el pecho de Bella amasándolo, ordeñándolo con sus dedos. No entendía por qué de alguna manera sus caricias se habían vuelto mas ansiosas, sentía que eran incluso más bruscas. Se retiró despacio de ella la miró a la cara buscando algún gesto que le indicara que podría haberle hecho daño. 

_¿Por qué paras? 

_ Princesa no se qué me ocurre, pero me pierdo demasiado pronto. No te mimo lo suficiente, ni espero ver tus reacciones, mi cuerpo se enciende sin medida. 

_ Creo que a eso se le llama poder, el que yo siento cada vez que tú pierdes el control, soy muy afortunada. Edward, estamos bajo presión. Tu miedo, ahora nuestro, hace que las caricias se conviertan en instintos desordenados, sentimos desesperación, angustia, no entendemos por qué o quién quiere hacernos daño. Amor yo siento lo mismo, es como si tuviéramos prisa por sentir, entregarnos, tocarnos, besarnos, como quien se ve amenazado. 

Apoyó la cabeza contra su pecho oyéndolo latir. Introdujo su mano dentro del pantalón del Edward y comenzó con movimientos lentos a acariciar su miembro, mientras que lo miraba a los ojos, muy cerca de su boca, tan bajito, tan calmada, tan sensual, que Edward se sentía embriagado. 

_ No dejes de mirar dentro de mis ojos,no dejes de mirarme mientras te toco, no dejes de sentir mi mano acariciarte lentamente. Quiero que notes cada uno de mis roces, de mi mano lenta o ligera, como mis dedos presionan tu miembro, quiero que la sientas endurecerse y palpitar solo para mí. 

_ Nena estos juegos pueden llevarnos muy lejos. 

_ Eso espero cariño, porque toda la rabia que sentimos, tu y yo vamos a desterrarla de esta manera, toda ¿me oyes?. No dejaremos lugar entre nuestros cuerpos, ni espacio en nuestras mentes, nadie podrá interponerse donde tu y yo estemos. Relájate, siénteme, tócame como lo hacias antes. 

Como si hubiera sido más que una orden su deseo, sus manos se deslizaron por su cuerpo, recorriendo cada minúscula porción de su piel. El mapa de su cuerpo que parecía conocer tan bien, podía deslumbrarlo con algo nuevo y excitante cada vez que la tocaba. La mano de Bella con sus movimientos aprendidos y familiares, lo hacian olvidarse de todo. Ella tenía razón, estaba asustado. Esa mujer a la que tocaba, a la que amaba hasta no tener palabras para expresarlo, le estaba dando una lección de amor y de entereza que jamás imaginó que alguien pudiera saber siendo tan joven.Cada día que pasaba entendía por qué había sido la elegida, era exactamente todo lo que él necesitaba para ser feliz. 

_ Ahora Edward, ahora quiero que entres tan dentro de mí que te olvides que existe algo más importante que nosotros. 

Fue a quitarle las braguitas para introducirse en ella, y Bella le agarro la mano y le indicó una negativa con un gesto. Fue ella misma la que retiro la misma hacia un lado, y sin quitarla tomó a la bestia y lo acercó hasta su entrada. 

La miró con ojos seductores, cerrándolos, entendiéndola a la perfección. 

_ Si alguien tiene que robarme algo Edward, tú amor, solo tú eres el ladrón que quiero que lo haga. Tomame aquí, ahora, sin avisos previos, sin fallidos intentos, sin ayuda de nadie, prometo no oponerme,solo exigirte con cada uno de mis gemidos, con cada uno de mis movimientos, con cada aliento, que te lleves todo de mí. 

La gloria había llegado hasta su casa, el cielo se había colado por la puerta de la cocina y había instalado para los dos un imaginario paraíso donde olvidar por algunos instantes los malos momentos vividos. Y todo estaba en ella, siempre todo en ella. 

Alzó una de su piernas y entro de un solo estoque, mientras su boca mordía su cuello sin piedad. Ni una queja, ahora su princesa se había ido y junto a él solo estaba esa maravillosa zorra hambrienta que lo embrujaba con sus palabras, con cada uno de sus movimientos de sirena. ¿Quien había tocado el cielo para saber que es lo que se sentía?. Pequeñas corrientes recorrían desde sus pies hasta su cabeza mientras se deslizaba por su cueva de terciopelo,mientras que su lengua curaba el dolor de su cuello y seguía un recorrido preciso para atormentar de placer la piel de su mujer. 

Y sintió como ella se venía sobre él, con deseo exquisito. 

_ Edward dame más, quiero más de tí. 

Adoraba esas palabras, languida y sumida aún en el éxtasis era capaz casi sin aliento de rogar por más, y él, un hombre destinado a una sola mujer, le daría todo lo que le pidiese. 

_ Todo nena, todo lo que quieras, soy tu esclavo, recuerdalo siempre. 

Siguió con movimientos exigentes y fieros, proporcionándole a su cuerpo tanta satisfacción, tanto gozo como al de Bella. Podía verlo en su cara, en sus ojos cuyas miradas suplicantes iban y venían sobre sí.Uno, y otro y otro más, hasta cercarla contra la pared sin salir de ella, entrando hasta lo más hondo de su ser. Entrecortados los “te quiero”, gemidos los “te amo”, poder decirle en cualquier parte y a cualquier hora, lo que sentía por ella, lo que ansiaba de ella, mostrándole una necesidad que jamás se extinguiría. 

¿Puede alguien morir de amor?, el sería el primer candidato. 

La tomó con sus manos fuertes por las caderas elevándola y dejándola caer sobre su polla y el gemido agudo de Bella fue el detonante de ambos. El cuerpo desplomado de Bella sobre la pared, dejándose caer lentamente encendió la luz. Ambos rieron a la vez. Tapó su boca con un beso suave mientras salía de su cuerpo. 

_ La fiesta empezó por el final. 

_ Y ha sido grandioso, pero ahora tengo hambre,mucha hambre. 





… 

En su habitación Alice intentaba digerir lo que hacia unas horas Petter le había descubierto. Momentos de confidencias, de sinceridades que ni en sueños hubiera podido imaginar. Hasta donde llegaba su memoria solo tenía recuerdos de un hermano a su lado para todas las cosas cotidianas, noches de pesadilla, cuentos a la hora de dormir, momentos compartidos cuando estaba enferma, tardes de meriendas juntos e incluso sus primeras confidencias. Petter siempre pendiente de mostrarle todo su cariño y cubrir todas y cada una de sus necesidades, viajes juntos, los tres una familia. Conoció a su madre por fotografias siendo una niña. Nadie le mintió sobre su marcha, y ella llegó a sentirse culpable por no echarla de menos, no recordaba ningún gesto que le hiciera sufrir por no tenerlo. Más tarde, su presencia en fechas como Navidad, o en algunos períodos de vacaciones, la hicieron tomar conciencia de que era una hermosa mujer, pero distante. Nunca llegó a sentir un verdadero afecto hacia ella, y a través de los años, más que unidas, Esme se había convertido en una extraña que ocasionaba tristezas a Edward y a Petter, y ahora esa mujer seguía ocasionando extorsiones en los sentimientos de las personas a las que amaba. No llegaba a comprender como una mujer traspasaba los límites de los sentimientos, conviertiendo todo lo hermoso todo lo preciado en dolor. Había conseguido dejar un reguero de secuelas destructivas. Pero además había otro frente abierto, “hermanas”, si en plural. No solo las había tratado hasta ese momento con total indiferencia, sino que incluso había llegado hasta evitar su presencia. El destino era una caja de sorpresas y ella se había llevado todas las papeletas de ¿aquel premio?. No tenía ni idea de como manejar, de como ubicar esta situación. Su mente se debatía en comprender y aceptar que el amor, el afecto familiar no se entrega por obligación sino por la devoción entre personas que se protegen, que se cuidan, con las que se comparten momentos trascendentales de toda una vida. Petter, Petter, su mente repetía su nombre a los lejos sin cesar, su padre, no importaba el hecho de que no lo fuera biologicamente, puesto que en su corazón no dejaría de serlo jamás. El había soportado mucho tiempo tanto dolor en soledad. Las cosas que no son buenas, que no son hermosas, guardadas tanto tiempo en secreto se vuelven heridas incurables. Y respecto a Ruffus, no sabía que sentir. Siempre lo había considerado como un ser sin descripción, como un perfil que aparecía y desaparecía en su vida, unido a ellos única y exclusivamente por el interés económico que producía la Empresa familiar. Necesitaba compartir con alguien todas sus dudas, esa nueva situación la desbordaba, alguien que le dijera que no era extraño que no sintiera dolor, que el no llorar no fuera un síntoma de ser fría, de no ser humana. Se sentía como alguien ambiguo, y por momentos creía que era víctima de un mal sueño. 

Solo una alarma despertaba un instinto hasta ahora desconocido para ella, no sabía como encajar el hecho de que su propia sangre intentara perjudicar a la única familia que ella conocía. Muy probablemente Bella fuera la única persona que podría entenderla en ese momento, a la única que podría acudir. Tenía que hablar con ella, sin duda alguna ambas encontrarían la manera de solucionar dudas, de hallar la fuerza necesaria para combatir miedos. Miró el reloj, las 5,30 de la madrugada. Oyó unos ruidos solapados en el pasillo y se dirigió hacia el sonido de los mismos. De pie, intentando no ser descubierta estaba Bella mirando a través de una ventana. Su cara serena mirando el infinito, su respiración calmada. 

Se dirigió hacia ella y vió como ésta volvía su cabeza para mirar quien se acercaba. 

Alice hizo un gesto con los dedos en su boca para que guardara silencio, la tomó por la mano y la llevó hasta la biblioteca. Encendió la luz, y en sus caras vieron ambas cuantas sensaciones se agolpaban tremendamente furiosas por salir. 

La reacción de Bella no se hizo esperar, la estrechó entre sus brazos apretandola con ternura, dando y buscando el consuelo que ambas necesitaban. 

_ Sé lo que estás pasando Alice, lo viví durante mucho tiempo, pero estoy aquí para ofrecerte todo lo que tengo, todo lo que necesites. 

_ Tenía que hablar contigo, es necesario, no se si necesito consuelo o solo expresar lo que siento, no quiero que el pasado cambie nada de lo que hay en mí. 

_ Escuchame Alice antes de dejar que lo que has descubierto te envenene de tal manera que sientas lo que no debes. Nada cambia lo que tienes. Petter es tu padre por derecho, nunca ha dejado de amarte, nunca llegó a pensar incluso sabiendo que no eras su hija, que no nacieras. Luchó con todas sus fuerzas para que formaras parte de esta familia, y en cuanto a Edward, nada de lo que yo pueda decirte será mejor que lo habeis vivido juntos. Piensa de frente, en el presente, no busques motivos, no te cuestiones, no intentes dar respuestas a esas preguntas que tu no generaste jamás. No juzques a Esme, ni su pasado, eso no te pertenece, es la historia de otras personas. Tú no eres la culpable de sus motivos, de sus excusas, de sus vengazas. Es a partir de este momento, desde ahora cuando tienes que ser consciente de a quien le entregas tus afectos. Marlena y Dorothy son tus hemanas legal y biológicamente, pero no debes sentir rencor hacia tí misma, por no amarlas como deberías. 

_ Es muy dificil odiar y saber que no deberías hacerlo. 

_ Tú no sabes odiar Alice, ni tan siquiera sabes lo que eso significa . Ahora estas tan conmocionada, que no sabes hacia donde dirigir tu impotencia. Te aseguro que con el paso de los días te irás dando cuenta que quienes te aman siguen a tu lado, que tu madre no dejará de ser la misma, que tus hermanas seguiran viviendo lejos de tí y que tu vida solo se verá afectada en lo que tu le permitas. Tu corazón será el que dicte tus pasos, y no los inclinará hacia quien debe, sino a quien elija. Hace mucho que aprendí que nunca se puede forzar a los sentimientos. 

_ Sé que ellas intentan hacerte daño, ¿Cómo debo hacer frente a eso?, saber que son como yo, que forman parte de lo que soy y que buscaran la manera de herirte. 

_ Juntas Alice, eso lo haremos juntas. Por supuesto Edward, Emmet, Petter, Lara y todos los que nos cuidan estaran, pero tú y yo debemos ser las más fuertes. Si nosotras permanecemos firmes, si todo lo que nos amenaza no consigue abatirnos, si somos capaces de demostrar quienes somos, nadie tendrá que recomponer nuestros despojos. Yo no voy a dejarme vencer y sé que tú tampoco lo harás. 

_ Bella detrás de todo ésto hay unos intereses económicos muy grandes. Marlena sigue unos fines muy concretos. Intentará acabar con todos y cada uno de nosotros y empezará contigo. Eso significaría el fin de la felicidad de Edward, y luego seguirá hasta conseguir que Petter entregue todo lo que es suyo. 

_ ¿Te das cuenta?, ya sabemos lo que persigue. Ella sin embargo no sabe a lo que se enfrenta. No sabe siquiera que está siendo vigilada, que nos protegen, que sabemos que planea, no hay mayor poder que el conocimiento Alice. La venganza la ciega y cree que es arma suficiente para derrotarnos, su ira sera su enemigo más fiero. Si mantenemos la cabeza serena, si el corazón no deja de latir ni un solo instante por lo que nos mueve a ser como somos, si no dejamos que el miedo haga grietas en nuestro valor, en todos y cada uno de los flancos que ella cree que puede atacar, que puede destruir, encontrará respuesta. A cada uno de sus movimientos habrá una contestación, no podrá hacernos daño nunca. No suelo empezar guerras que doy por perdidas y no pienso dejarme vencer. 

_ Estás dispuesta a luchar como una fiera. 

_ No sabes hasta donde. 

_ Pues entonces Bella, hasta donde tú llegues yo te acompañaré. 

No hacían falta más palabras, tenían muchas cosas que proteger, heridas que curar y sembrar semillas de futuro, esas que prolongan los sueños, que los hacen posibles, sin las que ningun ser humano puede ser feliz. 

_ Vamos a dormir. 

_ No Alice, quiero estar a solas un poco más aquí, pero no para pensar en lo que hemos hablado. La biblioteca es un lugar importante para mí, se ha convertido en un lugar de confesiones. 

La besó y la vió dirigirse hacia la ventana. Cerró con cuidado la puerta para no interrumpir sus pensamientos. Bella era tan fuerte como los sentimientos que había demostrado por todos, leal y sincera, fiel a sus principios. 

Descorrió las cortinas de la ventana y un amanecer hermoso asomaba ante sus ojos. El sol hacia su aparción tiñendo el cielo de color oro. Oyó pasos, esos que hubiera reconocido en cualquier lugar, y sintió las manos de Edward sobre sus hombros. 

_ Mira Edward, quiero que sientas a través de mí. 

Pasó los brazos rodeando su cintura, ciñendola contra su cuerpo, y ella los rodeó con los suyos. 

_El amor es como el sol, a veces intentas mirarlo y no puedes verlo en su esplendor, te ciega tanta hermosura, tanto poder, pero somos tan absurdos que nos esforzamos en mirar, y entrecerrando los ojos, solo vemos a medias, sin comprender que lo que observamos solo es una mínima parte del calor y la luz que nos proporciona. Aparece cada día y no hay eclipse que lo oculte para siempre. Gentilmente le cede su espacio a la noche para que sirva de lecho a hermosas estrellas. Nadie va a arrancarte de mi vida, porque tú eres mi sol. 

La volvió viendo como sus manos temblaban de emoción. Su mujer tenía el arma más poderosa que un ser humano podía desear, la que todos persiguen, la que algunos no llegan jamás a conocer, “la voluntad de no rendirse jamás”. 

En ese momento pudo ver el sol en sus ojos, ese del que ella hablaba, de un amor, tan fuerte e inquebrantable, que se sentía orgulloso de merecerlo. Besó sus labios cálidos entregandose con infinita paciencia al placer de degustarlos. No habría prisas nunca más. 

viernes, 21 de octubre de 2011

CAPITULO 25 " DEVUELTA EN MIS BRAZOS "



Para mamen, mi muñeca, dios mio eres la criatura más deliciosamente lenta del chat, la que siempre anda perdida, ni tan siquiera me atrevo a describirte por tu exquisitez, otro ejemplar unido a las maduras, esa palabra nunca me sonó más hermosa que cuando se utiliza para describir a mujeres. Estamos en la mejor edad. 



… 
Cuarenta y siete minutos de angustia, de ansiedad, de ira frustada, de búsqueda de aire para sus pulmones. 47 minutos de angosta información. Nuevamente su princesa había sido expuesta a las intenciones de Marlena y su infernal plan. Había sido puesto al corriente de lo ocurrido mientras Lara , junto a él en su coche recorrían las calles de Londres, para acudir hasta el Hospital. Un explorador había visto venir al vehículo y se precipitó sobre Bella para sacarla de la carretera. El impacto no se había producido, sin embargo no había podido evitar causarle lesiones al arrastrarla fuera del alcance de lo que hubiera podido ser un accidente mortal. Pensar en Bella en esos momentos, imaginarse como se encontraría, lo estaban volviendo loco, el deseo de terminar con todo lo que pudiera ocasionarle daños, aún lo enervaba más. Durante el almuerzo que habían compartido juntos, habían hecho planes para pasar un magnifico fin de semana, y desde ese momento hasta la hora del encuentro con su padre y Emmet, no había hecho más que pensar en un sitio íntimo, acogedor y maravilloso donde pasar dos días junto a ella. Quería llevarla hacia el mar, tenerla en lugares tan hermosos como él la imaginaba, oir su risa en espacios abiertos, poder caminar con ella sintiendo sus manos entrelazadas, besarla en cualquier sitio, ver brillar sus ojos de la misma manera que cuando hacían el amor, sentirla segura y feliz a su lado. Tan solo horas después, todo era un sueño lejano. Ahora sentía deseos de protegerla hasta tal punto, que cualquier lugar no hubiera sido lo suficientemente seguro donde llevarla, prisiones para su cuerpo, para su alma, para su libertad y su inocencia, no serían suficientes. Su miedo, un miedo invasor que lo corroía por dentro. Lara interrumpió sus pensamientos. 

_ Sé como te sientes, más allá de lo que quieres está la impotencia de no poder conseguirlo, pero todo ésto pasará y solo será algo que olvidar, ni tan siquiera lo recordarás cuando acabe. No alientes tu estado de ira, no es agradable saber que ha sido víctima de otro atentado, pero no alimentes tu odio, para luchar hay que ser frío, y en algunos momentos hasta inmune. 

_ No sé tan siquiera separar mi amor por Bella de mi odio por Marlena, espero que lo entiendas, porque las ganas de destruirla empiezan a ser muy parecidas a las que ella tiene de venganza sobre todo lo que me importa. 

_ Este no es un buen momento para nada de lo que tu imaginación te muestra, tu mente puede jugarte malas pasadas, miralo de esta manera. Somos dos bandos y en el nuestro hay más guerreros dispuestos a dejarse la piel. Actúa como lo haría un vencedor, no dejando que el enemigo te gane ninguna pequeña batalla. 

_ Es fácil decirlo. 

_ Cierto, es fácil y lo haremos. No te he visto rendirte jamás, y no se trataba más que de ganar clientes, o defender a personas que apenas conocías, ahora es tu gran momento, estás defendiendo un futuro con Bella, debes poner en ello tu corazón, tu coraje, tu valentía, demostrarte a tí mismo, que nada ni nadie podrá robartela. Hemos llegado, es hora de empezar a ser quien eres. Nada de debilidades, nada de miedos, nada de frustraciones, nada de lo que tus enemigos podrían sacar ventajas. 

Salió del coche envuelto en una extraña confianza, como una fiera, una única imagen Bella, una única idea amarla. 

Vió al final del pasillo a su hermana en pie, inquieta, esperando ser regañada, como una niña que no ha hecho bien sus tareas. La miró a los ojos, y en ellos pudo ver la inseguridad, la incertidumbre de quien ha roto las más querida de las reglas. Algo estrechó su corazón, Alice tenía miedo, sentía poder ser juzgada por no cuidar a su amiga. Edward sintió ternura, ninguna de las dos conocía la verdad que permanecía tan bien escondida detrás de lo que había ocurrido. 

_ Edward, no la culpes de nada por favor, ha sido solo un descuido. Ibamos caminando y no vimos venir a ese vehículo, fue todo muy rápido, segundos antes no había nada. Si quieres desahogarte con alguien hazlo conmigo, sabes que siempre voy despistada. Yo lo siento tanto. 

_ La abrazó, la estrechó contra su cuerpo, notandola temblar, su pequeña figura se estremeció entre sus brazos, estaba fría y un sollozo contenido, estalló en pedazos, derrumbandola. 

_ Voy a pensar que Bella esta peor de lo que me ha dicho Emmet y entonces si que tendré que enfadarme. Cálmate y dejame estar con ella. 

_ Thelma y Dana están dentro, yo...yo no podía seguir viendola dormir. Le han sumistrado un calmante y parecía estar... como... 

_ No se te ocurra mencionar esa palabra, Emmet estará por llegar, espera aquí, las chicas saldrán enseguida. 

Cruzó la puerta de la habitación buscando con los ojos a su princesa. Dormida en aquella cama de hospital aún parecía mas niña. No percibió la presencia de las chicas, un solo punto, un solo objetivo, tocarla, sentir su olor, el latido de su corazón ahora dormido. Se acercó despacio, sin apenas hacer ruido, y mientras avanzaba hacia su lado vió una pequeña cicatriz en su frente, junto al nacimiento de su cabello. Su pelo suelto, se esparcía por la almohada, su tez pálida pero serena, su respiración lenta. Miró hacia su cuello, y pudo apreciar en su yugular el latido de su corazón. Sintió en ese mismo momento latir el suyo, como si hubiera estado esperando la orden para hacerlo. Resprtó profundo y fue soltando el aire lentamente mientras sus ojos se cerraban para retener esa imagen. Volvió a mirarla y pudo ver una de sus pequeñas manos sobre su pecho, la otra apoyada sobre la cama estaba cubierta de una venda que envolvían desde sus dedos hasta su codo. Si el dolor del alma tuviera una localización, el no sabría decir exactamente donde lo sentía, porque se paseaba por todas partes de su cuerpo. Se sentó muy lentamente en la cama y tomó la mano que Bella tenía sin lesiones, la acercó a su boca, y con deseo contenido, comenzó a besar cada uno de sus dedos. Ligeros gestos en su carita le hicieron ver que soñaba, y pudo notar una preciosa sonrisa. Ahí estaba. El formaba parte de esos dulces sueños. Llevó la mano hasta su pecho y Bella volvió a sonreir. No podía amarla más de lo que ya lo hacia. 

Emmet entro con Alice y Lara a la habitación con extremo cuidado y permanecieron alejados viendo la imagen. Ninguno de los tres dijo una sola palabra, nada hubiera sido tan sencillo, ni tan hermoso, como la armonía y el silencio entre los dos. 

Lara se acercó después de unos minutos hasta Bella, y toco su preciosa cara, se acercó y la besó en la cabeza. Muy bajito susurró. 

_ Nadie va a quitaros ésto, te lo prometo. 

Se dirigió hacia la puerta de la habitación, indicandoles a Emmet y Alice que salieran fuera. 

_ Alice, es hora de que te marches a casa a descansar, tu padre se ha quedado allí en espera de noticias. Emmet creo que deberías acompañarla y si es necesario quedarte hoy con ella. Sería de gran ayuda que os llevaraís a casa a las chicas. Yo me quedaré un rato más. Quiero estar con Edward, cuando el doctor le de los resultados de las pruebas, y sepamos si podemos trasladarla a casa. 

_ Lara con cualquier cosa que surja sabes cual es número. 

Alice no hablaba, no podía soportar ver a Bella dormida en aquella habitación. 

_ No pienso marcharme, sé que no debo interrumpir su descanso, y también que Edward no dejará que nadie esté con ella, que no se despegará de su lado, pero yo puedo quedarme aqui fuera, no soportaría estar en casa sin saber. Es cuestión de poco tiempo que el médico aparezca con los resultados, y yo pienso estar aqui. 

_ Está bien muñeca, nos quedaremos. Iremos a la sala de espera, nos tomaremos un café y esperaremos a saber si podremos llevarla a casa 

_ En ese caso yo me encargo de avisar a Petter y de llevar a las chicas. Y ya sabeis, solo teneis que llamarme para lo que necesiteis. 



… 

El médico y una enfermera entraron en la habitación seguidos de Emmet y Alice 

_ Buenas noches, soy el doctor Oreggioni y ella es la jefa de enfermeras de planta. Me gustaría saber quienes son sus familiares. 

_ Es mi mujer.(no lo dudo un solo instante, sus palabras salieron de su boca aleccionadas y sin interrupciones). 

_ Es mi hermana. 

_ Entonces no hay más que explicarles cual es su estado, desde luego no es grave, es más puedo asegurarles que en tan solo unos minutos estará totalmente consciente. 

Se acercó a ella, tomó su pulso comprobando su total normalidad, y cacheteó levemente sus mejillas. 

_ Isabella despierte, vamos haga un pequeño esfuerzo, sé que me está escuchando. (Volvió a repetir el gesto unas veces). 

Edward no perdía detalle de los gestos y el trato del médico, hasta que los ojos abiertos de su princesa lo trajeron de vuelta. Sus miradas se encontraron y la sonrisa suave de Bella le llegó directa al corazón. 

_ Eso es, no conviene después del accidente que duerma demasiado, al menos durante las 12 horas posteriores. Mañana podrás descansar todo lo que quieras. Les informo que no existe ninguna lesión importante, las radiografias no muestran nada digno de mención, es una chica fuerte y sana. Esa pequeña herida en su frente ha sido atendida con puntos de sutura que en pocos días desapareceón leveran solos. En cuanto a su mano si existe una lesión media, no hay rotura de huesos pero si una inflamación relativamente importante en ligamentos. Por supuesto que con el tratamiento adecuado y una completa inmovilización será rehabilitada completamente al 100% 

_ No tenga duda que ese brazo será como si no existiese, no lo moverá en absoluto. ¿Durante cuánto tiempo será necesario el tratamiento? 

_ Bueno quiero que me escuchen todos atentamente, intentaré explicarlo con la mayor claridad posible, mi deformación profesional a veces, me hace darme cuenta de lo lejos que los enfermos se encuentran de nuestro lenguaje. 

Tendrás que tomar por vía oral dos anti -inflamatorios diferentes cada 12 horas, dirigidos ambos a hacer que tus músculos y ligamentos vuelvan a estar en bondiciones optimas. ¿Tomas la píldora? 

_ Sí (casi lo susurró). 

_ Bien deberás dejar de tomarla el tiempo que dure el tratamiento, porque ambas son incompatibles y podrías experimentar algun tipo de alergia. Ya nos ha indicado la señorita..... (miró a Alice)que eres alérgica al alcohol. La medicación recetada no te hará ningún daño y respecto a los anticonceptivos, piensa que será un pequeño descando, nada que después no puedas continuar. Además voy a recetarte un analgésico de medio espectro, esto quiere decir que durante los primeros días podrás tomar hasta un máximo de 4 capsulas, y luego según la intensidad del dolor ir disminuyendolas. De cualquier forma, quiero que diferencies entre dolor y molestia y no abuses de ellas. 

Tu junto con tu familia decidireis si quereis que sea yo quien siga tratandote o por el contrario deseais acudir a cualquier otro especialista, si quieres que sea yo quien siga con tus revisiones, deberás acudir a la próxima dentro de 7 días si no hay cambios o dolores que no te permitan descansar como ahora necesitas. ¿Lo has entendido todo?. 

_ Asintió con la vista, estaba algo aturdida y tenía pesadez en los párpados. 

_ Isabella, mi intención de dirigirme a tí hablando de todo el proceso y del tratamiento, no ha sido otro que mantenerte algo despierta, se que estás cansada y que el sueño te vence, pero es muy importante que estés consciente ahora. Podía haber comentado todo esto con tu esposo. 

La palabra esposo la hizo mirar a Edward, éste había dicho su mujer y el médico daba como hecho cierta la condición civil entre ambos. Pensó rapidamente que no era cierto que estuvieran casados, pero que ninguno de los dos necesitaba firmar documento alguno que los mantuviese unidos para siempre. Edward seguía fijo en ella, su mirada no se había separado de su cara en ningun momento. Eslla sonrió tímidamente y Edward entendió ese instante de complicidad entre ambos. “Ahora y siempre, todo”, y su rostro se iluminó como el amanecer entrando en hazes de luz en una habitación oscura. Su princesa volvía a él, su nena despierta ahora lo devolvía a la vida solo con una sonrisa. 

_ Por lo que veo me has entendido. Quiero que sepas que te he administrado un sedante porque estabas algo nerviosa 

_ No lo estaba por mí. 

_ Lo sé, pero ese hombre por el que tú te preocupabas tanto, con esa horrible herida, era fuerte como un toro, no se quejó ni una sola vez, y ha salido por su propio pie de este hospital sintiendose completamente orgulloso de haber ayudado a una preciosa mujer. 

El doctor había sido muy amable y cortés en su tratamiento hacia ellos, e incluso gratamente agradable y expresandose con claridad, pero que llamara preciosa a su mujer, era otra cuestión. 

Sin dudarlo se acercó hasta ella y se acercó a su boca hablando tan cerca de la misma que la bañaba con su aliento. 

_ Quiero cuidarte, dejame hacerlo. 

_ Siempre mi amor. 

Y el beso fue mágico y tierno, con miedo a lastimar. Pero Bella lo deseaba tanto que gimió en su boca pidiendo más. Tan solo ese roce le había devuelto la vida. Edward entendió el mensaje y profundizó en él como un niño ahonda en la arena para hacer un pozo, su pozo, donde él podía encontrar el agua que le hacia ser cada vez feliz. Ninguno de los presentes en la habitación dijo nada, el silencio hablaba por sí solo de los secretos de que necesitan, de los que desean estar solos y abrazarse con el alma. 



... 

_ Edward no creo que esto sea lo adecuado, yo no tengo aún confianza con tu familia como para invadir su casa. 

_ ¿De qué estás hablando?. Esa casa es familiar princesa, vivimos todos en ella, pero es de mi propiedad. 

_ No me entiendes o no quieres entenderme. 

Sonrió de una forma sensualmente atrevida, sabía perfectamente a lo que Bella se estaba refiriendo, su timidez le impedía pensar en la intimidad de ambos, siendo vigilados por el resto de los miembros de la familia. Su rostro se enrojeció solo al ver la sonrisa de Edward. 

_ Puede que te parezca muy divertido, incluso que estés disfrutando con todo ésto, pero para mí es diferente. 

_ Mi padre está encantado con tenerte cerca, para Alice será como volver a jugar a las muñecas y poder cuidarte a todas horas, tu hermano ocupará tu casa y no tendrá que desplazarse cada día, princesa yo estaré pendiente de todo lo que necesites, te haremos sentir como una reina en este castillo. 

Volvió a mirarla ahora con una sonrisa demoledora, mostrandole sus blanquísmos y alineados dientes, una sonrisa llena de secretos que solo le pertenecían a los dos. 

_ Pues a esos cuidados precisamente me refiero, no pensarás que las cosas seran iguales que cuando estamos en mi casa, sin ningún observador rondando. No pienso dejar que te acerques a mi de manera provocativa o insinuante y por supuesto no pienses tan siquiera en la posiblidad de compartir habitación conmigo. 

_ Jajajajajajaja, ya está, ya lo soltaste, es que no compartiré habitación contigo nena, serás tú la que lo haga. 

_ De eso nada, buscate cualquier otro lugar donde dormir,donde bañarte, afeitarte, (lo dijo deletreando las sílabas una a una), vestirte o desnudarte, pero no será en la misma estancia que la que yo utilice. 

_ Bien, presiento que esta será nuestra primera guerra abierta, y te advierto que estás en completa desventaja, ¿recuerdas?, no puedes mover uno de tus brazos. 

_Me iré a mi casa y las chicas me ayudaran, siempre ha sido así cuando nos hemos necesitado y lo hemos llevado genial. 

_ Eso está totalmente descartado, nada de tu casa, nada de chicas en ella,y nada que sea lejos de mí. A partir de ahí puedes poner tus condiciones. 

_ ¿Cuánta distancia significa lejos de mí?. 

_ Nada. 

Detuvo el coche en el garaje interior del domicilio familiar, giró y quitó las llaves del contacto, se volvió detenidamente y la miró como una bestia mira a su presa acorralada, solo que los ojos de esa presa estaban brillantes de furia, su boca se apretaba como los labios de una niña enfadada, sus brazos curzados con cuidado bajo su pecho. Parecía una gata completamente alerta defendiendo su espacio y su territorio. Preciosa, simplemente magnfíca y perfecta, ¿distancia?, ninguna. Si el pudiera en ese mismo instante demostrarle donde quería estar, probablemente la enojaría mucho más. Se acercó hasta ella y acorraló su cuerpo contra el suyo y el cristal de la ventanilla del coche, donde Bella quedó apoyada sin dejar de mirarlo. Interiormete su alma dió saltos de alegría al notar los pezones de Bella reaccionando ante su cercanía. Ni tan siquiera los sedantes restaban nada de deseo entre ambos, y comenzó su ataque, hablando directo y tan cerca de su oído que su respiración la aireaba por dentro. 

_ Puedes enfadarte, gritar si te apetece, chillar aún más fuerte si lo deseas, insultarme y golpearme con un solo brazo, porque el otro está a mi recaudo, pero te aseguro que ni mi familia, ni la tuya, ni tus amigas, ni esas insinuaciones de tu médico, que rondan la mediana entre las recomendaciones y los piropos, ni el ejército de salvación, van a imperdir que cuide de ti de una manera que no has soñado jamás. 

Comenzó a besar su oreja, empezando por el lóbulo de la misma, tocando luego su interior y desplazandola hasta su cuello. Bella no quería ni moverse un milímetro, cualquier descuido en ese instante sería su perdición, la aceptación de todas y cada una de sus palabras. Pero mientras su mente ejecutaba esas órdenes, su cuerpo actuaba libremente, manifestandose exterior y públicamente ante él de una manera vergonzosa. 

_ Sigue un poquito más por donde vas princesa y arderemos juntos aquí y ahora. 

Estaba perdiendo el control completa e irrevocablemente. 

_ Edward, esta no es la manera de solucionar los problemas. 

_ Esta es el mejor método que conozco para que te des cuenta de los espacios que puden separarnos. Me has dado un susto de muerte y esta vez el castigo te aseguro que aunque tenga que esperar unos días será real, muy real. Ninguna de las caricias que conoces de mí hasta este momento, tiene ni de lejos, nada que ver con lo que pienso hacer contigo cuando estés algo más recuperada. 

Fue bajando hasta el valle de sus pechos, para luego subir relamiendose los labios hasta llegar a su boca. 

_ Dime una sola vez que no lo deseas tanto como yo y no volveré a tocarte 

Silencio 

_ Dime que no luchas contra tu cuerpo, (acarició con sus pulgares un pezón pellizcandolo y tirando de su carne rosa y dura), como yo lo hago por no tomarte aquí mismo. 

Silencio 

_ Dime que tu precioso coño no está bañado ahora mismo del deseo que arte en tí por mí. 

Metió la mano entre sus braguitas hasta llegar al tesoro caliente que saltaba en fiesta ante sus caricias. 

_ Ahggagg... Ahhhh... Ahh.. Fufufu... 

_ Esa es la respuesta cielo, esa es la única que importa. 

Sacó lo sdedos de entre sus piernas, no había hecho más que rozar su exquisito clítoris con los dedos y la respuesta era la misma que hubiera sentido su polla solo con el aliento de la boca de Bella. 

_ ¡¡Edward!! 

_ Si princesa, esto ha sido solo la muestra de lo que llegará más tarde, quiero sentir como tu pudor cede ante el deseo brutal de mis caricias, que tus ojos me pidan cada vez que me miras, más y más, voy a hacer que seas la reina de mi casa, que todo y cada uno de los que estén con nosotros sepan que eres la única que puede mandar sobre mí, ¿lo oyes?, la única. Sólo tú, y escucha bien, porque esta frase tuya y mia va a ir tomando forma cada día “Ahora y siempre, todo, en cualquier lugar” 

Silencio 

Tomó su boca en ataque, llenandola con su lengua de una manera voraz y juguetona mientras con sus manos amasaba cada uno de sus senos, ordenándolos, sopesándolos, estrujándolos con sus dedos, como si hubieran pasado siglos desde la última vez, y Bella se entregó con toda su alma, sintiendo como las fuerzas empleadas para luchar se habían vuelto contra ella, exigiéndole una rendición absoluta. 

Paró delicadamente de besarla y observó dentro de sus ojos. Nada era comparable a mirarse en ellos, le hablaban de tantas cosas en su mismo idiona que le hacian perder la razón. Sus pupilas color chocolate dibujaban imágenes que solo a él le estaban permitidas soñar, su preciosa princesa le estaba dando todas y cada una de las respuestas al placer a las que él siempre había querido llegar. 

_ Ahora vamos a entrar en casa, tu casa Bella, porque todo lo que tengo es para tí, saludaremos a todos, cenaremos en familia, porque formas parte de ella, tomarás tu medicación y subiremos a nuestro dormitorio, a encerrarnos para hacer lo que un hombre hace con su mujer, lo que una mujer espera de su hombre hambriento. 



…. 

El recibimiento fue tan acogedor que Bella se sintió como en casa. Ver a su hermano Emmet y poder cobijarse en sus brazos. Este era su único vínculo familiar y eso la llenaba de seguridad. 

Edward atento a cada uno de sus gestos, de sus movimientos de sus necesidades, iba conquistando cara rincón de su alma. 

Alice la entretenía con infinidad de planes para los días de reposo, incluso es Sr. Lyonel se mostraba tan complacido con su presencia, que Bella fue remitiendo en su pudor y comenzó a sentirse plenamente integrada y feliz. Pero estaba cansada y Edward lo notó al instante. 

_ Creo que es hora de retirarse, puede que no debas dormir pero seguro que te vendrá bien descansar. 

_ Lo siento mucho de verdad. Quisiera compartir con vosotros algo más de tiempo, pero siento que me faltan fuerzas. 

_ Ya hemos abusado bastante de tí hija, (Petter sonrió entendiendo su estado). 

_ Princesa,no tienes que disculparte, cualquier en tu estado, hace tiempo que se habria retirado. 

La tomó de la mano y salieron del salón juntos. Bella lo seguía en silencio midiendo cada uno de sus pasos sin saber como reaccionar. 

_ ¿Qué piensas nena? 

_ Nada, prefiero no pensar. 

_ Jajajaja, no te llevo a ninguna cárcel mi amor,no es más que una habitación para compartir. 

_ Para tí es fácil. 

_ Sí cielo es fácil, todo lo es cuando estoy contigo. 

Desarmada. No había manera de hacerse ver lo que ella sentía, porque para Edward todo se limitaba a ellos dos. El resto del mundo y las limitaciones se acababan cuando estaban juntos. ¿Era esa la manera de amar?, probablemente, porque él no se había equivocado desde el primer día. 

Edward abrió la puerta y la empujó levemente en la espalda para llevarla hacia dentro, cerrando ésta tras de sí. 

Bellacon los ojos muy abiertos recorría cada detalle, cada espacio. No cabía la menor duda que aquel lugar había sido diseñado por y para él. Su aroma impregnaba cada centímetro de la estancia. 

Se acercó a ella por su espalda, pegando su cuerpo al de Bella. 

_ Edward, ésto es demadiado para mí, yo no sabría desenvolverme en un lugar así. ¿Cómo has podido vivir en mi casa?, te habrás sentido como en una ratonera. 

_ Me he sentido como un dios, pero solo por una razón, tú estabas allí. Nena esta habitación era el refugio de un hombre trabajo, de un hombre problemas, de un hombre vacio y al que nadie podía llegar. Un hombre sumido en recuerdos del pasado, un hombre monotonía que veía pasar los días sumandose unos a otros sin nada excepcional que aliviara su existencia. Ahora esta habitación sigue siendo un refugio pero de los dos, un espacio para la pasión, para los secretos y el amor, un lugar donde compartir nuestros sueños y nuestros miedos. Un lugar de ofrendas. 

_ Edward, ¿qué puedo ofrecerte yo?. 

Acarició su cara con ambas manos, enmarcandola con ellas. Se equivocaba cada vez que pensaba que no podía amarlo más. 

_ ¿Qué quieres Edward? 

_ A tí, solo a tí. 

Comenzó a besar su frente, sus ojos su mejilla hasta llegar a su boca. Seguía con los ojos abiertos mirando su cara que le hacia soñar, que junto a ella, todo sería perfecto para siempre. Su lengua dibujó sus labios con sumo cuidado hasta que oyó un suspiro de Bella. No hubo más delicadeza, se apoderó de su boca sin compasión, con un miedo secreto a perderla, con miedo a contarle una verdad que le rompía el alma. Pero la respuesta a su beso no temía nada. Sintió las manos de Bella acariciar su cabello, su cuello, jugar con la yema de sus pequeños dedos hasta arremolinar su piel. Sin darle tiempo a reaccionar dirigió sus manos hasta su falda, desabotonandola y dejandola caer al suelo. Posó sus manos en su piel suave, seda a su toque, la despojó de su blusa, luego desprenció el pequeño broche de su sujetador, jugando despacito con sus dedos entre su pecho y el encaje, acercandolo hasta su cara para olerlo. Volvió a besarla ahora con mucha más fuerza. Empujó sus nalgas acercandolo mucho más a él, rozandose contra ella, mostrando en qué estado se sentía su bestia. Incapaz de contenerse conteniendo los pequeños jadeos de su nena dentro de su propia boca. 

_ Me alegra que no puedas dormir, es una maravillosa prescripción médica. 

_ Y supongo que tú serás el encargado de cumplirla. 

_ Solo yo. 

_ Pues no te detengas. 

La sonrisa de Edward se ensanchó suavizando sus rasgos. Tiró con ambas manos de sus braguitas y la acercó a la cama tumbandola con cuidado sobre ella. Sin dejar de mirarla comenzó a desnudarse despacio. Si cara, su cuello, sus pechos, sus curvas, su ombligo, sus piernas entreabiertas ofreciendose a él. La observó flexionarlas y abrirlas más para él. Su llamada,la hora de fundirse solo en uno. 

_ Princesa podría correrme solo con mirar como deslizas tu cuerpo sobre mis sábanas y tu boca húmeda me llama. Puedo ver la entrada de tu coño mojado, esperando por mí. 

Llevó su mano hasta su polla y comenzó a moverla, pasandose los dedos por su glande. La vió humedecerse los labios, y su reacción instantanea fue acelerar sus movimientos. 

_ ¿Quieres hacerlo princesa? 

_ Necesito saborearla Edward, quiero sentirla en mi boca y notar como se endurece sin límites para mí. Quiero notar su latido en mi paladar, ser su dueña. 

Enloqueció cuando la vió incorporarse de la cama, a cámara lenta, insinuante, provocativa, hablandole con su boca de perdición. 

Agarró su polla por la base y se acercó a Bella, la vió relamerse y la hundió hasta su garganta de manera suave y controlada, sintiendo las paredes de su boca y el roce de cada uno de sus pequeños dientes. Sintió las manos de Bella en sus nalgas, invitandolo a ir más adentro y cerró sus ojos en completo extásis. 

Notó las caricias, los toques y pequeños latigazos de su lengua por toda su amplitud, arremolinarse y girar sobre ella, y extenderse y recorrerla en toda su extensión. Toques una veces lentos seguidos de otros rápidos y sin control. Miró esa imágen y se sintió el rey del mundo. Ver el movimiento lento de su cabeza, sus manos tocar la base de su polla, saber que estaba ardiendo con él en ese mismo instante, fue más que suficiente para sin ninguna palabra, retirarla y acostarla sobre la cama, para después hundirse en ella con la misma delicadeza que ella habia tratado a su polla. 

Saten, sedoso, lento, disfrutando de cada segundo mientras se hudía en su paraiso, bañandolo por entero con su flujos nacidos de la necesidad, del deseo y de la aceptación más poderosa del mundo. Toda la resistencia en ausencia, abierta para él en demanda, completamente entregada, su mujer solicitando sus ataques, rogando por ellos con la mirada, son la boca, con su aliento agitado. Cada vez más difícil contenerse, en cada encuentro una nueva petición, la conquista de algún secreto compartido solo por ambos. Mirar su cara mientras sentía placer, era viajar hacia la lujuría para dar mucho más de lo que creía posible. Su pelo revuelto, enredado y sudoroso en la base de su cuello, en el que podía percibir el latido furioso y necesitado de su corazón, su cara brillante, sus labios mordidos, rojos, gruesos , tiernos con sabor así mismo, a sus ataques, las aletas de su nariz pequeña, buscando oxigeno, resoplando despacito para retener algo de aire, sus ojos cerrados unas veces dejando a oscuras sus pensamientos para no hacer nada que no fuera sentir, otras veces abiertos uniendose sus miradas en destellos reflejos de un mar de espejo. No pensó jamás estar preparado para tanta belleza. Su corazón en un hito, su alma perdida en la de Bella, su cuerpo pidiendo continuar esa hermosa batalla. 

Y no tardó en comenzar la guerra, entregandose ambos a movimientos más rápidos y duros, fuertes cuerpo contra cuerpo. Nada habría hecho que ninguno de los dos pudiera parar ese enfrentamiento. Si Edward embestía salvaje, Bella más se abría para recibirlo, envolviendo sus piernas en su cintura, presionando con sus talones sobre sus nalgas. 

Donde no hay ni principio ni fin, entre dos cuerpos que han decidido ser uno, un grito ahogado de Bella acallado en su propia boca, un eco dentro de sí, empapando sus entrañas. Jamás se había sentido tan combativo, tan exitente, tan dominante, tan poderoso. Sus estoques ahora feroces, dentro y fuera combinados con roces de caderas en círculos, mordiendose ambos las bocas, intentando en la medida de lo posible, amarse en silencio, para no compartir su placer ni con el aire que alimentaba sus pulmones. Faltaba tiempo, tiempo para decirse palabras, el resto lo hacían sus cuerpos nacidos para sacierse. 

Sintió las manos de Bella sobre su espalda arañandolo, y llevar sus labios mojados hasta su hombro para morderlo, hasta clavar sus dientes marcandolo. Bentido pecado original un millon de veces. Se aferró al cabecero de su cama y sin control alguno de su cuerpo empujó con tal fuerza que desplazó el cuerpo de Bella. Buscó en sus ojos el consentimiento para seguir proporcionandose ese placer brusco y duro que lo hacía enloquecer y Bella consistió con un gemido roto y desesperado unido a una convulsión completa sobre su cuerpo. Ahí estaba su señal, ella comenzaba su vuelo en ese cielo particular donde solo ellos eran capaces de abrir sus alas y sentirse libres. La notó estrechar su coño, ordeñandolo con fuerza y la perdición vino seguida de su placer para completar totalmente el mundo de ambos. Presos de sus instintos, en la más hermosa de las complicidades posibles entre un hombre y una mujer. Dos animales conscientes de sus sentimientos, rozando el éxtasis sin querer acabarlo. El estallido final, casi doloroso por la resistencia a perderlo. Bocas buscando morderse, besarse, comerse, lamerse y reconocerse para siempre. 

Arrastró su cuerpo hacia un costado de lacama, sientiendo ambos el frescor de las sábanas, miró su brazo vendado reposando sobre su pecho. Solo entonces pensó que no había tenido cuidado. ¿Le habría hecho daño?. Su pregunta tácita, fue contestada con una sonrisa y una negativa de Bella. 

_ Lo siento tanto nena, no he podido contenerme. 

_ Y yo no quiero que lo hagas, no podría soportar que me amaras de otra manera. 

_ Nunca es suficiente nena, nunca. 

_ ¿Crees que para mí es distinto? 

_ Dime como lo sientes, hablame de lo que te doy, de lo que necesitas, dejame ser tu mundo, quiero entrar en tus sueños, invadirte por entera. Solo en estos momentos me siento completo, en paz, feliz. 

_ Edward, no necesitas licencia para robar nada, no tienes que hacer de conquistador, no es necesario que liberes batallas, soy tuya. No hay nada que pueda apartarme de tí. 

_ ¿Estás segura de eso princesa?, ¿qué no hay nada que pueda separarnos?. 

_ ¿De qué tienes miedo amor?. 

Miró en sus ojos buscando respuestas, no encontraba ninguna respuesta, solo temor. 

_ Hablame, cuentame que te preocupa, que es eso tan grande que llevas solo dentro de tí. No he querido nunca preguntar por tu pasado, pero sé que algo te sostiene, te agarra y te consume, algo donde yo no puedo llegar. Dejame entrar Edward, dejame desarmarlo y combatirlo. Donde tú estés cansado yo seré tu reposo, donde tú sientas frío yo seré tu abrigo, donde tú sientas hambre y sed yo seré tu sustento, cuando tu duermas yo vigilaré, cuando tu depongas las armas yo las tomaré. Juntos Edwar,juntos. 

Lara no se había equivocado en absoluto, Bella era una heroína dispuesta a luchar por, para y con él. 

_ Te amo, recuerdalo cuando escuches todo lo que tengo que decirte. No espero más de lo que quieras darme. 

Edward se incorporó hasta quedar sentado en la cama apoyado en el respaldo de está y acoger en su regazo a Bella. Colocó delicadamente su cabeza sobre su corazón. 

_ No dejes de oirlo mientras te hablo porque solo late por tí. 



…. 

Como supo, como pudo, luchando por lo que sentía, por el miedo a perderla, por la incertidumbre, por la respuesta de Bella, habló de su pasado, de sus recuerdos, de su soledad, de las verdades ocultas confesadas por su padre, de su falta de comprensión al escucharlo, de su aceptación al entenderlo. Paró para tomar aire, para besarla en la boca y armarse de valor para continuar hablando del presente, para lo que le había ocultado. 

Silencio, un completo y absoluto silencio. Una espera interminable ante alguna respuesta de Bella, cualquier cosa antes que su ausencia. 

Bella levantó su carita empapada de lágrimas calientes, en sus ojos tristeza y desesperación. 

_ No llores princesa, no puedo soportar hacerte daño. No puedo permitir que te lo hagan, no dejaré que nadie se acerque a tí. No quiero que estés asustada,no consentiré que nadie nos robe...... 

_ sssss, sssss. 

Tapó su boca con sus dedos recorriendo la comisura de sus labios. Acarició lenta y suavemente su frente apartando los mechones de su pelo caidos en ella. 

_ Edward, no me han hecho daño tus confesiones, puedo soportar todo eso. No le temo a Marlena, ni al infierno si estoy a tu lado. Si ese es mi destino, arderemos juntos. Pero ¿podrías explicarme por qué piensas que puedo abandonarte?, ¿Qué clase de amor crees que siento por tí?. Escuchame amor mío, porque solo te lo diré una vez. Amarte no es solo quererte, necesitarte o desearte, sino reconocer que todo lo anterior solo puedo entregartelo a tí, que no habrá nadie que ocupe tu lugar jamás, que si me excluyes o me alejas, me matas. No quiero morir más que en tus brazos. No soy débil, ni cobarde, no huiré nunca. 

No sabemos cuanto puede un corazón soportar ni de dolor ni de felicidad, porque cuando definimos tanto a uno como a otro, inventamos las respuestas que queremos escuchar, que necesitamos repetirnos para sentirnos vivos, para perdonar, aceptar, o exigir. Pero en cualquiera de los casos la imaginación de los sueños que perseguimos, de los mundos en los que queremos vivirlas, nos hacen ser mejores personas. 

Y a través de Bella, Edward consiguió sentirse el dueño del mundo. 

Ahora había comenzado la verdadera guerra, esa que serían capaces de ganar juntos. 

Sintió la boca de Bella unirse a la suya en uno de esos besos que faltaban por descubrir, un beso sincero, un beso blanco, un beso dulce, un beso ligero, tan libre como su halcón.