Esta dedicatoria es para Luxi, mi compañera de cafelitos mañaneros, la niña que más sonrisas me dedica cuando apenas ha empezado el día, esa que deja sus tareas o su lectura para subir y acompañar mis renglones, la nueva miembro del staff. Princesa las mañanas no serían iguales sin ti.
….
Se despertó sintiendo como Edward la levantaba en sus brazos de la cama y depositaba en su frente un beso lento.
_ ¿Donde me llevas?
_ Vamos al baño princesa, olvidamos ambos que estabas con el período, y hemos dejado un pequeño mapa colorido en la cama.
_ Dios mío.
Escondió la cara en el cuello de Edward y éste sintió una ternura infinita.
_ ¿Por qué te escondes?. mírame nena, te dije que no era ningún problema para mí, y no creo que la sábana se queje. Solo quiero protegerte ese brazo para que podamos darnos una ducha, luego pondré sábanas limpias y volveremos a dormir, apenas si hemos descansado un par de horas.
_ No quiero que nadie vea esas manchas.
_ Jajajajajaja, sabía que sería así.
La depositó en el suelo y con sumo cuidado protegió su brazo con un protector impermeable, se acercó a su boca y la besó con mimo, como se besa a una niña cuando tiene vergüenza, no pudo evitar comenzar a reírse despacio hasta que la cara de Bella se fue tornando a enfada, y soltó una tremenda carcajada.
_ Por mucho que lo intento no logro averiguar jamás como me gustas más. Si cuando duermes, cuando te veo completamente entregada a mis caricias, cuando rozas el cielo llevándome a rastras, cuando me hablas con ojos de asombro, cuando tus labios dicen que me amas, cuando te revelas y contestas a cualquier ataque, o ahora cuando te enfadas. Cada día junto a ti descubro tantas cosas que he tenido que convertirme en un alumno ávido por aprender. ¿Quieres ponerme morritos, por favor?, estoy deseando besarlos. O mejor aún, saca tu preciosa lengua y déjame atraparla.
_ Abusas de mí porque no puedo defenderme con este brazo, pero te aseguro que cuando vuelva a tener todo mi cuerpo completo, no te escaparas de unos azotes. Te estás portando como un adolescente, que no puede controlar las reacciones, que se hace el despreocupado por todo, que no siente pudor de nada y que no piensa, porque la ignorancia es muy atrevida, que puede hacer lo que quiera.
_ Tú me haces sentir así princesa. Mírame bien, soy un hombre de 31 años, al que hasta hace muy poco le daba igual unir los días hasta hacerlos semanas, y estos meses y años, sin tener deseos de soñar o de vivir lo que tú me estas dando. Ahora, aquí contigo, soy otro hombre, soy ese niño del que hablas con unas ansias locas de vivir todo contigo. Por ese motivo y por otros muchos que descubro cada vez que hacemos el amor, es por lo que no siento ya ni miedo, ni pudor. Para mí ahí delante solo hay un camino que hacer y si tú estás a mi lado, cualquier cosa que elijamos juntos, será perfecta. Por eso princesa puedo hacer lo que quiera, antes era un hombre más, ahora soy invencible.
Ahora aunque estas preciosa, deja de refunfuñar, cuando terminemos aquí, bajaremos a la cocina, prepararemos algo caliente, te tomarás de nuevo la medicación y me enseñarás a poner esto en la lavadora. Todos duermen, nosotros haremos una pequeña fiesta para dos en la cocina.
….
Bajaron las escaleras en silencio, como dos niños que en la madrugada, despiertos y deseando hacer travesuras, se esconden de las miradas atentas de los adultos.Descalzos, con pasos lentos, compartiendo pijama, Bella con la mano en la boca, ahogando su risa, su pelo aún caliente por el secador, suelto y revuelto bailando sobre su cara. Edward tiraba de su mano llevándola a través del pasillo haciéndole gestos para que callara sus sonidos, no quería que nada pudiera delatarlos en ese momento. En el silencio de la noche, sin testigos, como en huida para no ser vistos, para que ningún intruso conocido, pudiera acoplarse a sus juegos. Ella lo había llevado hasta esos momentos de adolescencia y juventud robadas, repletas de malos recuerdos, de pesadillas, de experiencias sin amor, de esfuerzos por vencerse así mismo. Ahora podía vivirlas con energía renovada, bajo la perspectiva de un hombre maduro, disfrutando de cada instante, de cada sensación.
Llegaron hasta la cocina, iluminada tan solo por la luz externa y en tres zancadas alcanzó de un un cajón unas velas. No quería más luz, sería perfecto para esa intimidad escondida. Bella seguía con la mirada cada uno de sus movimientos, sin dudar de donde o hacia qué tenía que dirigirse. Ahí estaba el niño ogro, decidido, dispuesto, tomando el control y el ritmo de sus vidas.¡Dios como lo amaba!. Lucharía hasta donde el límite de sus fuerzas se lo permitieran, nadie le arrancaría su destino junto a Edward.
_ ¿Qué piensas nena?
_ En Alice, me gustaría hablar con ella, saber qué siente. Desearía abrazarla, poder arroparla con palabras sinceras, decirle que también lucharé por ella, que tampoco dejaré que nadie le haga daño. De alguna manera aunque por motivos diferentes, ambas hemos crecido sin madre. Nos separan los sentimientos lo sé, yo la tuve y la perdí, ella jamás la tuvo, pero está ahí. No me gusta juzgar a nadie, no puedo obviar el hecho de qué no actuó como debería, pero es su único vínculo entre dos familias, entre dos mundos con diferentes propósitos.
_ No podemos evitarle el dolor princesa, pero ninguno de nosotros dejará que lo viva sola, y estoy convencido de que Emmet hará la mayor parte.
_ ¿Emmet?
_ Sí, tu hermano estaba presente en la reunión, el hacía días que estaba avisado de todo lo que sucedía y además creo que muy pronto también te hará algunas confesiones, aunque éstas no suponen ningún problema.
_ ¿Todavía hay más?.
_ Me gustaría ser quien te sacara de dudas y saciara tu curiosidad, pero creo que le corresponden todos los honores a tu hermano.
_ Si son honores como dices, no debo temer ni preocuparme por nada.
_ No nena, piensa mejor en algo que será para ti un hermoso regalo.
_ Pues ya lo pensé, bésame.
Se acercó a ella, de una forma tan masculina, tan varonil que Bella tembló solo con mirarlo, era capaz de llenar con su presencia cualquier espacio, sus ojos fijos en ella, su torso desnudo en el que se reflejaban las pequeñas llamas de la luz de las velas, el pelo alborotado y su olor...
Llegó hasta situarse frente a ella, tomó su rostro y comenzó a besar su boca con intenciones dulces, pero esa boca era la llamada de su locura, el interruptor de su descontrol, el principio y el final de las guerras. No supo como ni cuando sus manos estaban en el pecho de Bella amasándolo, ordeñándolo con sus dedos. No entendía por qué de alguna manera sus caricias se habían vuelto mas ansiosas, sentía que eran incluso más bruscas. Se retiró despacio de ella la miró a la cara buscando algún gesto que le indicara que podría haberle hecho daño.
_¿Por qué paras?
_ Princesa no se qué me ocurre, pero me pierdo demasiado pronto. No te mimo lo suficiente, ni espero ver tus reacciones, mi cuerpo se enciende sin medida.
_ Creo que a eso se le llama poder, el que yo siento cada vez que tú pierdes el control, soy muy afortunada. Edward, estamos bajo presión. Tu miedo, ahora nuestro, hace que las caricias se conviertan en instintos desordenados, sentimos desesperación, angustia, no entendemos por qué o quién quiere hacernos daño. Amor yo siento lo mismo, es como si tuviéramos prisa por sentir, entregarnos, tocarnos, besarnos, como quien se ve amenazado.
Apoyó la cabeza contra su pecho oyéndolo latir. Introdujo su mano dentro del pantalón del Edward y comenzó con movimientos lentos a acariciar su miembro, mientras que lo miraba a los ojos, muy cerca de su boca, tan bajito, tan calmada, tan sensual, que Edward se sentía embriagado.
_ No dejes de mirar dentro de mis ojos,no dejes de mirarme mientras te toco, no dejes de sentir mi mano acariciarte lentamente. Quiero que notes cada uno de mis roces, de mi mano lenta o ligera, como mis dedos presionan tu miembro, quiero que la sientas endurecerse y palpitar solo para mí.
_ Nena estos juegos pueden llevarnos muy lejos.
_ Eso espero cariño, porque toda la rabia que sentimos, tu y yo vamos a desterrarla de esta manera, toda ¿me oyes?. No dejaremos lugar entre nuestros cuerpos, ni espacio en nuestras mentes, nadie podrá interponerse donde tu y yo estemos. Relájate, siénteme, tócame como lo hacias antes.
Como si hubiera sido más que una orden su deseo, sus manos se deslizaron por su cuerpo, recorriendo cada minúscula porción de su piel. El mapa de su cuerpo que parecía conocer tan bien, podía deslumbrarlo con algo nuevo y excitante cada vez que la tocaba. La mano de Bella con sus movimientos aprendidos y familiares, lo hacian olvidarse de todo. Ella tenía razón, estaba asustado. Esa mujer a la que tocaba, a la que amaba hasta no tener palabras para expresarlo, le estaba dando una lección de amor y de entereza que jamás imaginó que alguien pudiera saber siendo tan joven.Cada día que pasaba entendía por qué había sido la elegida, era exactamente todo lo que él necesitaba para ser feliz.
_ Ahora Edward, ahora quiero que entres tan dentro de mí que te olvides que existe algo más importante que nosotros.
Fue a quitarle las braguitas para introducirse en ella, y Bella le agarro la mano y le indicó una negativa con un gesto. Fue ella misma la que retiro la misma hacia un lado, y sin quitarla tomó a la bestia y lo acercó hasta su entrada.
La miró con ojos seductores, cerrándolos, entendiéndola a la perfección.
_ Si alguien tiene que robarme algo Edward, tú amor, solo tú eres el ladrón que quiero que lo haga. Tomame aquí, ahora, sin avisos previos, sin fallidos intentos, sin ayuda de nadie, prometo no oponerme,solo exigirte con cada uno de mis gemidos, con cada uno de mis movimientos, con cada aliento, que te lleves todo de mí.
La gloria había llegado hasta su casa, el cielo se había colado por la puerta de la cocina y había instalado para los dos un imaginario paraíso donde olvidar por algunos instantes los malos momentos vividos. Y todo estaba en ella, siempre todo en ella.
Alzó una de su piernas y entro de un solo estoque, mientras su boca mordía su cuello sin piedad. Ni una queja, ahora su princesa se había ido y junto a él solo estaba esa maravillosa zorra hambrienta que lo embrujaba con sus palabras, con cada uno de sus movimientos de sirena. ¿Quien había tocado el cielo para saber que es lo que se sentía?. Pequeñas corrientes recorrían desde sus pies hasta su cabeza mientras se deslizaba por su cueva de terciopelo,mientras que su lengua curaba el dolor de su cuello y seguía un recorrido preciso para atormentar de placer la piel de su mujer.
Y sintió como ella se venía sobre él, con deseo exquisito.
_ Edward dame más, quiero más de tí.
Adoraba esas palabras, languida y sumida aún en el éxtasis era capaz casi sin aliento de rogar por más, y él, un hombre destinado a una sola mujer, le daría todo lo que le pidiese.
_ Todo nena, todo lo que quieras, soy tu esclavo, recuerdalo siempre.
Siguió con movimientos exigentes y fieros, proporcionándole a su cuerpo tanta satisfacción, tanto gozo como al de Bella. Podía verlo en su cara, en sus ojos cuyas miradas suplicantes iban y venían sobre sí.Uno, y otro y otro más, hasta cercarla contra la pared sin salir de ella, entrando hasta lo más hondo de su ser. Entrecortados los “te quiero”, gemidos los “te amo”, poder decirle en cualquier parte y a cualquier hora, lo que sentía por ella, lo que ansiaba de ella, mostrándole una necesidad que jamás se extinguiría.
¿Puede alguien morir de amor?, el sería el primer candidato.
La tomó con sus manos fuertes por las caderas elevándola y dejándola caer sobre su polla y el gemido agudo de Bella fue el detonante de ambos. El cuerpo desplomado de Bella sobre la pared, dejándose caer lentamente encendió la luz. Ambos rieron a la vez. Tapó su boca con un beso suave mientras salía de su cuerpo.
_ La fiesta empezó por el final.
_ Y ha sido grandioso, pero ahora tengo hambre,mucha hambre.
…
En su habitación Alice intentaba digerir lo que hacia unas horas Petter le había descubierto. Momentos de confidencias, de sinceridades que ni en sueños hubiera podido imaginar. Hasta donde llegaba su memoria solo tenía recuerdos de un hermano a su lado para todas las cosas cotidianas, noches de pesadilla, cuentos a la hora de dormir, momentos compartidos cuando estaba enferma, tardes de meriendas juntos e incluso sus primeras confidencias. Petter siempre pendiente de mostrarle todo su cariño y cubrir todas y cada una de sus necesidades, viajes juntos, los tres una familia. Conoció a su madre por fotografias siendo una niña. Nadie le mintió sobre su marcha, y ella llegó a sentirse culpable por no echarla de menos, no recordaba ningún gesto que le hiciera sufrir por no tenerlo. Más tarde, su presencia en fechas como Navidad, o en algunos períodos de vacaciones, la hicieron tomar conciencia de que era una hermosa mujer, pero distante. Nunca llegó a sentir un verdadero afecto hacia ella, y a través de los años, más que unidas, Esme se había convertido en una extraña que ocasionaba tristezas a Edward y a Petter, y ahora esa mujer seguía ocasionando extorsiones en los sentimientos de las personas a las que amaba. No llegaba a comprender como una mujer traspasaba los límites de los sentimientos, conviertiendo todo lo hermoso todo lo preciado en dolor. Había conseguido dejar un reguero de secuelas destructivas. Pero además había otro frente abierto, “hermanas”, si en plural. No solo las había tratado hasta ese momento con total indiferencia, sino que incluso había llegado hasta evitar su presencia. El destino era una caja de sorpresas y ella se había llevado todas las papeletas de ¿aquel premio?. No tenía ni idea de como manejar, de como ubicar esta situación. Su mente se debatía en comprender y aceptar que el amor, el afecto familiar no se entrega por obligación sino por la devoción entre personas que se protegen, que se cuidan, con las que se comparten momentos trascendentales de toda una vida. Petter, Petter, su mente repetía su nombre a los lejos sin cesar, su padre, no importaba el hecho de que no lo fuera biologicamente, puesto que en su corazón no dejaría de serlo jamás. El había soportado mucho tiempo tanto dolor en soledad. Las cosas que no son buenas, que no son hermosas, guardadas tanto tiempo en secreto se vuelven heridas incurables. Y respecto a Ruffus, no sabía que sentir. Siempre lo había considerado como un ser sin descripción, como un perfil que aparecía y desaparecía en su vida, unido a ellos única y exclusivamente por el interés económico que producía la Empresa familiar. Necesitaba compartir con alguien todas sus dudas, esa nueva situación la desbordaba, alguien que le dijera que no era extraño que no sintiera dolor, que el no llorar no fuera un síntoma de ser fría, de no ser humana. Se sentía como alguien ambiguo, y por momentos creía que era víctima de un mal sueño.
Solo una alarma despertaba un instinto hasta ahora desconocido para ella, no sabía como encajar el hecho de que su propia sangre intentara perjudicar a la única familia que ella conocía. Muy probablemente Bella fuera la única persona que podría entenderla en ese momento, a la única que podría acudir. Tenía que hablar con ella, sin duda alguna ambas encontrarían la manera de solucionar dudas, de hallar la fuerza necesaria para combatir miedos. Miró el reloj, las 5,30 de la madrugada. Oyó unos ruidos solapados en el pasillo y se dirigió hacia el sonido de los mismos. De pie, intentando no ser descubierta estaba Bella mirando a través de una ventana. Su cara serena mirando el infinito, su respiración calmada.
Se dirigió hacia ella y vió como ésta volvía su cabeza para mirar quien se acercaba.
Alice hizo un gesto con los dedos en su boca para que guardara silencio, la tomó por la mano y la llevó hasta la biblioteca. Encendió la luz, y en sus caras vieron ambas cuantas sensaciones se agolpaban tremendamente furiosas por salir.
La reacción de Bella no se hizo esperar, la estrechó entre sus brazos apretandola con ternura, dando y buscando el consuelo que ambas necesitaban.
_ Sé lo que estás pasando Alice, lo viví durante mucho tiempo, pero estoy aquí para ofrecerte todo lo que tengo, todo lo que necesites.
_ Tenía que hablar contigo, es necesario, no se si necesito consuelo o solo expresar lo que siento, no quiero que el pasado cambie nada de lo que hay en mí.
_ Escuchame Alice antes de dejar que lo que has descubierto te envenene de tal manera que sientas lo que no debes. Nada cambia lo que tienes. Petter es tu padre por derecho, nunca ha dejado de amarte, nunca llegó a pensar incluso sabiendo que no eras su hija, que no nacieras. Luchó con todas sus fuerzas para que formaras parte de esta familia, y en cuanto a Edward, nada de lo que yo pueda decirte será mejor que lo habeis vivido juntos. Piensa de frente, en el presente, no busques motivos, no te cuestiones, no intentes dar respuestas a esas preguntas que tu no generaste jamás. No juzques a Esme, ni su pasado, eso no te pertenece, es la historia de otras personas. Tú no eres la culpable de sus motivos, de sus excusas, de sus vengazas. Es a partir de este momento, desde ahora cuando tienes que ser consciente de a quien le entregas tus afectos. Marlena y Dorothy son tus hemanas legal y biológicamente, pero no debes sentir rencor hacia tí misma, por no amarlas como deberías.
_ Es muy dificil odiar y saber que no deberías hacerlo.
_ Tú no sabes odiar Alice, ni tan siquiera sabes lo que eso significa . Ahora estas tan conmocionada, que no sabes hacia donde dirigir tu impotencia. Te aseguro que con el paso de los días te irás dando cuenta que quienes te aman siguen a tu lado, que tu madre no dejará de ser la misma, que tus hermanas seguiran viviendo lejos de tí y que tu vida solo se verá afectada en lo que tu le permitas. Tu corazón será el que dicte tus pasos, y no los inclinará hacia quien debe, sino a quien elija. Hace mucho que aprendí que nunca se puede forzar a los sentimientos.
_ Sé que ellas intentan hacerte daño, ¿Cómo debo hacer frente a eso?, saber que son como yo, que forman parte de lo que soy y que buscaran la manera de herirte.
_ Juntas Alice, eso lo haremos juntas. Por supuesto Edward, Emmet, Petter, Lara y todos los que nos cuidan estaran, pero tú y yo debemos ser las más fuertes. Si nosotras permanecemos firmes, si todo lo que nos amenaza no consigue abatirnos, si somos capaces de demostrar quienes somos, nadie tendrá que recomponer nuestros despojos. Yo no voy a dejarme vencer y sé que tú tampoco lo harás.
_ Bella detrás de todo ésto hay unos intereses económicos muy grandes. Marlena sigue unos fines muy concretos. Intentará acabar con todos y cada uno de nosotros y empezará contigo. Eso significaría el fin de la felicidad de Edward, y luego seguirá hasta conseguir que Petter entregue todo lo que es suyo.
_ ¿Te das cuenta?, ya sabemos lo que persigue. Ella sin embargo no sabe a lo que se enfrenta. No sabe siquiera que está siendo vigilada, que nos protegen, que sabemos que planea, no hay mayor poder que el conocimiento Alice. La venganza la ciega y cree que es arma suficiente para derrotarnos, su ira sera su enemigo más fiero. Si mantenemos la cabeza serena, si el corazón no deja de latir ni un solo instante por lo que nos mueve a ser como somos, si no dejamos que el miedo haga grietas en nuestro valor, en todos y cada uno de los flancos que ella cree que puede atacar, que puede destruir, encontrará respuesta. A cada uno de sus movimientos habrá una contestación, no podrá hacernos daño nunca. No suelo empezar guerras que doy por perdidas y no pienso dejarme vencer.
_ Estás dispuesta a luchar como una fiera.
_ No sabes hasta donde.
_ Pues entonces Bella, hasta donde tú llegues yo te acompañaré.
No hacían falta más palabras, tenían muchas cosas que proteger, heridas que curar y sembrar semillas de futuro, esas que prolongan los sueños, que los hacen posibles, sin las que ningun ser humano puede ser feliz.
_ Vamos a dormir.
_ No Alice, quiero estar a solas un poco más aquí, pero no para pensar en lo que hemos hablado. La biblioteca es un lugar importante para mí, se ha convertido en un lugar de confesiones.
La besó y la vió dirigirse hacia la ventana. Cerró con cuidado la puerta para no interrumpir sus pensamientos. Bella era tan fuerte como los sentimientos que había demostrado por todos, leal y sincera, fiel a sus principios.
Descorrió las cortinas de la ventana y un amanecer hermoso asomaba ante sus ojos. El sol hacia su aparción tiñendo el cielo de color oro. Oyó pasos, esos que hubiera reconocido en cualquier lugar, y sintió las manos de Edward sobre sus hombros.
_ Mira Edward, quiero que sientas a través de mí.
Pasó los brazos rodeando su cintura, ciñendola contra su cuerpo, y ella los rodeó con los suyos.
_El amor es como el sol, a veces intentas mirarlo y no puedes verlo en su esplendor, te ciega tanta hermosura, tanto poder, pero somos tan absurdos que nos esforzamos en mirar, y entrecerrando los ojos, solo vemos a medias, sin comprender que lo que observamos solo es una mínima parte del calor y la luz que nos proporciona. Aparece cada día y no hay eclipse que lo oculte para siempre. Gentilmente le cede su espacio a la noche para que sirva de lecho a hermosas estrellas. Nadie va a arrancarte de mi vida, porque tú eres mi sol.
La volvió viendo como sus manos temblaban de emoción. Su mujer tenía el arma más poderosa que un ser humano podía desear, la que todos persiguen, la que algunos no llegan jamás a conocer, “la voluntad de no rendirse jamás”.
En ese momento pudo ver el sol en sus ojos, ese del que ella hablaba, de un amor, tan fuerte e inquebrantable, que se sentía orgulloso de merecerlo. Besó sus labios cálidos entregandose con infinita paciencia al placer de degustarlos. No habría prisas nunca más.