martes, 28 de febrero de 2012

Capítulo 43 “Días inolvidables”


Bueno Esme te tocó, y no es demasiado tarde, ya verás. Cuando leo tu nombre siempre pienso en lo que significa etimológicamente, “la mujer que brilla”. Primero sonrío, veo que podrías ser una extraordinaria vampira, y luego pienso en esa mujer maravillosa que cuando escribe letras para comunicarse con nosotros ilumina de una manera muy especial cada renglón. Eres brillante,mucho más que tu nombre. 





Ya entrada la madrugada, esas horas en que casi todos duermen, donde solo los que se han amado y los que se siguen amando, contemplan con ojos diferentes la entrada de las primeras luces del alba, los que quieren seguir soñando despiertos, para los que la luz solo es una llamada de fin a la intimidad y la complicidad, donde otros siguen con los ojos cerrados para poder continuar en un mundo completamente irreal, Edward seguía contemplando en silencio el rostro de su mujer. Las horas pasadas junto a Bella habían sido inolvidables, ¿qué no lo era?. 

La miró detenidamente, como se mira el mar y las estrellas, admirando su perfección sin tocarla, sin que nada perturbara su sueño. Su respiración era pausada ahora. En un sueño profundo y dulce que le hablaba de estar completa, en total plenitud. 

Solo pensar en las horas que habían compartido, le hacía sentirse un hombre, esa era la palabra correcta, un hombre amando a una mujer. 

Rozó casi sin tocarla su vientre, seguro que su niñita dormiría de igual forma. Bella era tantas cosas en su vida, que no podría definirlas. Era su muñeca perfecta y preciosa, su mujer generosa amante, la única capaz de entender sus deseos y leer en la mente sus sueños, la que podía satisfacer lo que era capaz de imaginar, un camino para cuidar y amar el resto de sus días, una vida que esperaba fuese muy larga para poder compartirla con ella. 

Era curioso que jamás se hubiera planteado esa cuestión, una vida que perdurara,larga y feliz con su princesa. Sonrío al pensar en los tópicos “una vida no sería suficiente”, pero sin duda alguna era así con ella. 

Sus ojos cerrados la hacían parecen una princesa de cuento esperando ese beso que la hiciera despertar. 

Unos pequeños reflejos de color azulado pintaban el perfil de sus ojos. La noche había sido muy intensa. Recordando esos momentos su cuerpo tembló. No podía olvidar los ojos de Bella clavados en los suyos, mientras su boca se alimentaba de su polla, tocando su garganta una y otra vez y sus manos apretaban contra sus nalgas para no dejarlo retroceder. Nunca una imagen le había parecido tan sensual, tan erótica, tan caliente y tan hermosa. 

Se sucedieron en su mente las sensaciones que habían vivido en la terraza, haciendo el amor desnudos mirando las luces de la noche, tomandola una y otra vez desde la espalda. Su polla hundida en su caliente coño inflamado de tantos empujes, su clítoris duro y húmedo, y sus manos recorriendo indecisas cada parte de su cuerpo, como si éste fuera una alucinación que pudiera esfumarse en cualquier instante. 

Miró su hombro y reconoció la marca, esa que le recordaba la presión de sus dientes sobre su carne caliente en el momento de sentir como Bella estrechaba su coño para ordeñarlo sin límites, y como tuvo que tapar su boca para no dejarla gritar. 

Demasiados recuerdos estaban volviendo a calentar su cuerpo. 

Hundió su cara en el hueco de su cuello y aspirando su perfume quiso inhalar todo el aroma al amor de los dos, a sus cuerpos,un olor único. 

La oyó ronronear muy bajito y acomodar su cara, queriendo apartar el pelo de la misma, sobre la almohada. 

Un impulso hizo que sus dedos muy delicadamente retiraran un mechón de su pelo detrás de su oreja,la misma que perfiló con sus dedos para a continuación besarla. 

La mano de Bella caminó desde su vientre hasta la pierna que Edward apoyaba sobre su cadera para calentarla. Sus dedos ágiles y pequeños hundieron sus huellas sobre la carne de Edward, masajeando sus músculos y arrastrando sus uñas sobre su piel. Subiendo lento,muy lento, para girar y acariciar sus nalgas apretandose contra su cuerpo. 

- Debes estar cansado. 

- Debería estarlo, pero tenerte tan cerca es querer más. 

- Cariño, ¿sería demasiado pedirte …. 

Llevó su mano hacia la parte baja de su vientre acariciando muy despacio su polla. 

- Nena, quiero dejarte descansar, pero no me lo estás poniendo nada fácil. 

- Me has hecho promesas esta noche, ¿quieres que te recuerde una de ellas?. 

Edward sonrió, su boca en su espalda, sus hombros, su cuello. 

- Recuerdame alguna princesa, no puedo tener la mente clara cuando me tocas así. 

Con una voz insinuante, con palabras elegidas, con paradas en los momentos necesarios... 

- “No te haré regalos... te amaré siempre... pero no te negaré nada”. 

Suspiró al terminar la frase. 

- Jamás había sido sometido a un chantaje de este tamaño. 

- Puedo recordarte más cosas, ¿quieres?. 

No había forma humana de pensar cuando su princesa lo tocaba como lo estaba haciendo. Su dedo índice marcaba una línea malévola desde sus testículos hasta el líquido preseminal que ya no podía contener, a la vez que sus uñas iban acariciando cada una de las venas de su polla dura y necesitada. Su mano se cerraba en torno a ella con la suficiente presión para comenzar con movimientos decadentes pero demasiado precisos, uno, dos, tres, parar y vuelta a empezar. 

- “En la intimidad solo somos un hombre y una mujer”, ¿es lo qué somos mi amor?. 

Su voz pidiendo más, dando vuelta a las palabras para enloquecerlo. Estaba consiguiendo su propósito. 

- No me estás dejando muchas alternativas. 

- ¿Quiere eso decir que te sientes obligado?, no querría... 

No la dejó terminar, las últimas palabras que había pronunciado con una risa camuflada lo estaban volviendo loco. Bella estaba jugando con él, a un juego muy hermoso y él quería participar, quería llevarla al mismo cielo que ella lo estaba conduciendo. 

Su mano bajó a través de su vientre separando con sus dedos los labios de su coño, y presionando con ellos su clítoris más que duro por su excitación. Bajó despacio uno de sus dedos tocando simplemente la entrada de su coño haciendo el intento de entrar,para retroceder sobre el camino recorrido. 

La sintió temblar entera y su piel erizarse a la altura de su nuca. Acercó sus labios a ella y su lengua marcó un recorrido salvaje hasta el centro de su espalda. 

- ¿Podrías repetir eso? 

- ¿Te ha gustado princesa? 

Volvió a pasar su lengua por su nuca y su espalda obviando el movimiento de sus manos. Quería disfrutar con ella. 

- Te has saltado alguna que otra parte. 

Sin dar tiempo a que Edward reaccionase, metió su mano bajo la de Edward para acariciarse. La dejó que se deslizara entre la suya para luego volver a colocarla sobre la de Bella y aprender de sus movimientos. 

Seguirla en sus caricias estaba siendo una locura. Sus dedos pequeños entraban por todas partes, la forma de acariciarse su clítoris, rozandolo una y otra vez deprisa y lento, llevar sus dedos hasta la entrada de su coño, jugar en ella y pasar su mano abierta por todo su pubis, lo estaba matando. 

Pero la provocación mayor vino acompañada de algo que no sospechó. Bella llevó sus dedos a su boca probando su sabor. 

- Eres una bruja, una grandísima bruja que sabe como tenerme completamente muerto por tí. 

Eso era, eso precisamente lo que Bella necesitaba, la boca de Edward pronunciando esas palabras que la hacían perderse para no volver hasta tocar el cielo. 

- Me gusta demasiado este juego y lo sabes. Me pierdo cuando te toco y me matas cuando te tocas. ¿Quieres matarme nena? 

- Podría ser que quisiera solo un poquito. 

Abrió un poco sus piernas e introdujo un dedo dentro de su coño sintiendo como Edward lo hacia igual que ella. Los dos al unísono dentro y fuera muy lento. 

- ¿Te gusta acariciarte nena?. 

- Ahhh, humm, 

Fué toda su contestación mientras movía sus caderas dulce y pausadamente pegandose aún más sobre el torso de Edward,mientras que sus pies tomaban posiciones firmes contra las sábanas. 

Esta vez Edward mordió detrás de su oreja, acercandose a su oído. 

- Quiero aprender lo que te gusta, lo que solo tú conoces. Quiero saber lo que deseas, lo que sueñas sentir. Quiero poseerte toda. 

- Umm,humm... 

Sacó ambos dedos de su coño hasta llevarlos a su clítoris nuevamente. Exhultante se resbalaba entre sus dedos notandolo incluso temblar ligeramente. 

- Queda muy poco para que vueles nena, pero no será sin mí. 

Abrió con su rodilla la pierna de Bella y se introdujo en ella de un solo estoque duro. Llevó su mano hasta su boca y relamió y chupó su sabor. 

- Comienzas siendo dulce, para convertirte en la más sabrosa de las especies picantes. 

Una mano abierta sobre su pubis manteniendo la fuerte presión sobre su cuerpo, la otra rodeando por completo sus pechos, aplastandolos ligeramente, el único espacio entre ellos, el necesario para retroceder y volver a entrar en su coño. 

- Eso es corazón, abrete y cierrate para mí,no dejes de hacerlo. 

Un movimiento de Bella, un rictus severo de su cuerpo, para arquear ligeramente su cuerpo y su cabeza le indicaron lo que ya había hecho su vagina. 

- ¿No hay más espera?. 

- No puedo Edward. 

- No puedo negarte nada nena, ¿no es eso?. 

Acompañó a sus palabras sus movimientos más intensos, esos que le hacían alcanzarla, los que lo conducían a perder la conciencia junto a ella y viajar por ese mundo “de nunca jamás dejes de visitarme”. 

- Ahora cariño juntos, donde tú quieras llevarme. 

Y el orgásmo fue pausado e intenso, largo y poderoso hasta calmar demasiada hambre. 

Edward soltó despacio su amarre y abrió los ojos. Las primeras luces de la mañana podían verse, era como haber vuelto de un viaje durante la noche... 



… 



En el despacho sonó el teléfono y Petter acudió en su busca. 

- ¿Edward?. 

- No Lara, no han regresado aún, se marcharon en la noche y por lo que pude observar, Edward no tenía intenciones de regresar a casa. ¿Algo te inquieta?, ¿es urgente?. 

- No Petter no te alarmes, me pidió que le enviara un informe a su ordenador. He intentado localizarlo en su móvil pero lo tiene apagado. Sé que no puede ocurrir nada fuera de lugar puesto que llevó seguridad, pero ha debido dar órdenes muy estrictas, porque ni mis hombres me revelan en lugar donde se encuentra. 

- ¿Y eso qué te hace pensar?. 

- Nada anorma, sé a lo que te refieres. Me preocupo por tu familia desde hace mucho tiempo. No se trata de cumplir con mi trabajo y lo sabes, ni tampoco trato de agradecer el enorme compromiso que adquiriste conmigo cuando me contrataste. Petter para mí sois como una familia. 

- ¿Crees que no lo sé?. Nadie mejor que tú ha aconsejado y cuidado de nosotros. 

- No creas que ha sido ni un deber ni una obligación. Os lo habéis ganado con vuestro respeto y afecto. 

- Eso es lo mismo que voy a pedirte ahora, además de complicidad. 

- Sabes que lo tienes. 

- Anoche se puso en contacto conmigo. 

Guardó silencio y como respuesta obtuvo el mismo silencio. Lara era muy inteligente, desde hacia tiempo sabían de quien hablaban sin nombrarla. 

- ¿Qué quería esta vez?. 

- Supongo que lo de siempre, efectivo. 

- ¿Vas a seguir consintiendo sus caprichos?, ¿qué temes ahora Petter?. Tus hijos ya conocen la verdad, no estaría de más que acabaras con todo lo que te oprime desde hace años. 

- No es momento Lara. Edward y Alice ya conocen parte de la verdad, el resto, ese pequeño detalle que me permitiste obviar aquel día, pienso que no deberían conocerlo jamás. Me pregunto si es necesario rebajar hasta ese nivel lo que pueda quedar en ellos. 

- Lo dirás por Edward, olvidas que Alice era casi un bebe cuando ella se marchó. 

- No es necesario urgar más en las heridas, estan felices, han comenzado vidas junto a personas que velaran por ellos, que protegeran con todo de lo que disponen su relación. No hay nada más hermoso. 

- Para ella lo hay, tu dinero. 

- ¡Qué más da!, es solo papel, y la unión de mi familia vale más que todo eso. 

- Te entiendo. Te noto algo en la voz, no sé como explicarme. Creo que me ocultas algo. 

- Me conoces bien. No creo que esta vez venga solo por liquidez. En otras ocasiones solo era necesaria una llamada, un número de cuenta y esperar a que su transferencia fuera confirmada. Quiere que nos reunamos y que interceda para que Edward y Alice acepten verla. 

- Ella puede querer lo que quiera y tú hacer lo que te parezca más oportuno. Nadie tiene porque saber que está interesada en tener contacto con sus hijos. 

- Lara lo entiendes bien, es exactamente lo que pretendo, pero no con el sentido que tú le das. No importa lo que yo pueda decir o no, ellos son los que deberan elegir, el problema es otro. 

- ¿A qué te refieres? 

- Creo que su vuelta no se debe esta vez a lo que está demostrando, ¿lo entiendes?. Han sido demasiados años junto a ella, para llegar a no saber que oculta mucho más. En las condiciones que tenemos ahora, cuando esta familia comienza a dar sus primeros pasos todos a la vez, no quisiera ni imaginar que algo estuviera tramando junto a Marlena y James. Eso si supondría un dolor inmenso para mis hijos. 

No quiero que Edward sepa nada de momento, hasta que yo consiga entrevistarme con ella. Por mucho que lo intente la conozco bien. Sé los caminos que suele tomar para satisfacer su curiosidad y te aseguro que lo captaría sin temor a equivocarme. 

- Me estás pidiendo que mienta a Edward. 

- No solo te estoy pidiendo algo de tiempo, que no le digas lo que te he contado. 

- Bien, lo haré, pero contestame a algo. 

- Lo que quieras. 

- Si fueras tú el que estuviera en mi lugar, ¿qué harías?, ¿accederías?, ¿depositarías tu total confianza en alguien que por proteger a su familia puede estar exponiendola aún más?. Quiero que me conteste lo que estás pensando ahora mismo, no quiero verdades a medias ni tampoco que tengas demasiado tiempo para pensar las respuestas a mis preguntas. Es lo justo, es lo que tú me estás pidiendo. 

- Lara, por muchos años que pasen, por muchas personas en quien intentara depositar mi confianza, jamás encontraria a nadie que me mostrara más veces delante de un espejo llamado verdad, quien soy. Te pediría solo el tiempo suficiente para tener una charla a solas con ella. Eso es todo. 

- Bien Petter, pues eso es lo que tendrás, ni un minuto más. En cuanto hayas tenido la oportunidad de hablar con ella, y espero que sea pronto, que no se demore demasiado, que no quiera darse valor, ni ser protagonista de las historias que genera para sí misma, tendrás que contarme que percepción has tenido y acto seguido los dos informaremos a Edward. Y algo más Petter, siento que pueda parecerte un chantaje emocional, pero esta vez, sino es por tí será por mí. Tus hijos conoceran que su madre lleva casi 20 años extorsionando tu voluntad y consiguiendo dinero a cambio de no aparecer para deshacer sus vidas. Esas son mis condiciones. 

- Me parecen justas Lara, siempre llevas razón. 

- Te aseguro que desearía no haberla tenido nunca. 

No había más que decir. Lara había sido durante años la mano derecha de su seguridad, la mano amiga en la que confiar en todo momento. Tanto Edward como él siempre habían podido contar con alguien afectivo y a la vez neutral, alguien capaz de hacerle ver, donde los sentimientos se negaban a dejar entrar la luz. Era algo equitativo concederle la misma capacidad de opinar y de establecer condiciones. 



… 



Las horas se hacían lentas y a la vez parecían volar. Nunca en su puesto de trabajo había tenido momentos como los que estaba viviendo. 

Por una parte se encontraba totalmente centrado en lo que hacía, escuchaba a los pacientes y lograba entenderles. Dorothy había conseguido que se sintiera más cerca de las personas. Había podido comprobar esa misma mañana, como varias enfermeras lo miraban extrañadas ante el trato gentil y afable con los enfermos. 

Estaba feliz, se había levantado temprano, había acudido al hospital y mientras tomaba cafe, había conseguido que personal de mantenimiento que aún no se había incorporado a su horario laboral, le prestara un servicio personal acudiendo a su domicilio y cambiando la cerradura de su apartamento. Por mucho que hubiera visto a Marlena entregarle la copia de las llaves del mismo, no tenía intención de dejar cabos sueltos. Si algo había aprendido en todo el tiempo que llevaba a su lado, era a no fiarse de ella jamás. Y esta vez existía además un suplemento que no le permitiría relajarse.... Marlena había cedido demasiado pronto. 

Volvió sus pensamientos hacia Dorothy. Deseaba verla cuanto antes. “Gracias por hacerme sentir especial”. Esas palabras se repetían cada vez con más fuerza en su cabeza. Era la primera vez que alguien se sentía especial junto a él. 

Tomo su teléfono para llamarla. Necesitaba saber que estaba bien, que Marlena no había sospechado nada, pero sobre todo, que no la hiciera nunca más participe de sus maniobras. 

Marcó el número y espero. 

- Buenos días James. 

Su tono era dulce, casi una melodía en sus oídos. 

- Buenos días preciosa. 

La escuchó reir muy bajito. 

- ¿Por qué te ríes?, me gusta que estés feliz, pero no he hecho nada de momento. 

- Si lo has hecho aunque no lo creas. Son solo las 10 de la mañana y me has llamado. Los únicos que suelen hacerlo son Ruffus y Marlena y no precisamente para llamarme preciosa. Es algo nuevo a lo que podría acostumbrarme demasiado fácilmente. 

- Y esa es una de las cosas que más deseo, que te acostumbres a mi forma de tratarte. 

- ¿Qué otras cosas deseas? 

Lo dijo casi doblando las palabras, parecían que éstas no quisieran salir. 

James se acomodó en su sillón. La mañana podía comenzar de una manera muy dulce, aunque fuese a través de la línea telefónica. 



… 



- Llevó más de dos horas esperando tu llamada. 

- Marlena tranquilizate. Las cosas deben hacerse con calma y cada vez que hablo contigo pareces estar más ansiosa. Podría preguntarte que has conseguido, sin embargo estoy convenida de que yo habré logrado más que tú. De momento quiero decirte que esta misma tarde estaré contigo, tomo un avión en breve. Lo segundo, que Petter sabe que voy para encontrarme con él. Lo tercero que a partir de este momento, las cosas se harán exactamente como yo diga. 

- No tenía ni idea de tus intenciones de hacer acto de presencia tan pronto. 

- ¿Problemas Marlena? 

- Problema ninguno, algún que otro contratiempo con James que sin duda alguna terminará como siempre, bajo mi completo control. 

- Estás demasiado segura y no podemos dejar nada al azar o al capricho de un hombre. Son demasiado volubles y podría cambiar todos nuestros planes. 

- No tienes de qué preocuparte, James siempre ha sido muy inestable. Es demasiado débil y cederá en unos días, sobre todo si me dejo mostrar como amiga y paseo un leve coqueteo con alguno de sus colegas. 

- Jajajajajaja, deberías ser hija mía. 

- ¿Puedo hacerte una pregunta?. 

- Puedes preguntar lo que quieras, en mí estará el responder o no. 

- Además del dinero ¿qué te lleva a deshacer esta familia? 

- Marlena no se trata en sí de vivir con más caprichos de los que ya me permito a base de hombres podridos de dinero, es poder, y algo mucho más complicado. No es nada que pueda ni deba hablar por teléfono, pero que sin duda llegado el momento conocerás. No puedo seguir entreteniendome contigo, los aviones no esperan aún por mí. Te llamaré cuando esté en la terminal. Procura que la pasmosa de tu hermana no descubra que nos encontraremos. Ruffus tampoco debe saber nada aún. Le dejaré entrar en acción cuando lo crea oportuno. ¿Lo has entendido todo? 

- Perfectamente. 

- Espero que disfrutes con ésto tanto como yo. No solo conseguiremos nuestros fines, sino que además nos divertiremos. 



… 



Llevaba la cabeza apoyada en su hombro. Las únicas horas que habían descansado no eran nada para ella. 

Al despertar habían compartido la ducha y Bella lo había hecho sucumbir nuevamente. Debía ser algo común en las embarazadas. Demasiada hormona revuelta y por descontado que el sería el primero en disfrutarlo. 

- ¿Cansada? 

- Un poco, pero solo un poco, si te digo que dormiría durante horas, me condenaría sin tenerte y eso es precisamente lo que necesito ahora, tenerte. 

- ¿Y crees que podrás deshacerte de mí fácilmente? 

- No pero eres demasiado rígido. Cuando te convences de algo a tí mismo eres como un niño con rabieta. Dices que no, y tiene que ser no. 

- Haremos un trato. Tú descansas todo lo que necesites durante el día y yo no seré un niño con rabieta durante la noche. 

- Me parece justo. 

Sus hombros se movieron por sus risas. 

- ¿Qué he dicho ahora?, ¿por qué te ríes?. 

- Más que justo me parece perfecto. Tu llegarás cansado y yo estaré esperando como un ave de presa para devorarte. Jajajajajajaja. ¿Realmente quieres eso?. 

Tomó la barbilla para levantar su mirada y la beso lento y largo sobre los labios sin invadir su boca. 

- Suena interesante. Dejaré que hagas conmigo lo que quieras. 

Rieron los dos al mismo tiempo. Esos momentos con Edward eran tan buenos como los compartidos con el hombre persistente que no se cansaba de hacerle el amor. 

Sin darse cuenta apenas del trayecto llegaron a casa. Alice los esperaba con cara de enojo. 

- Y se dignaron a aparecer. 

- ¿Qué te ocurre Alice?, pareces una vieja maestra esperando a los alumnos que llegan tarde. 

- Ahorrate lo de vieja y maestra, pero si es cierto que llegáis tarde, muy tarde, o quizá sería mejor decir demasiado temprano, teniendo en cuenta que no habéis vuelto, eso sería lo mejor. 

- Alice es cómico verte golpeando el suelo con la punta del zapato, los brazos cruzados y los labios desesperados de tus mordiscos. ¿Qué es lo que te preocupa tanto? 

- Los hombres a veces os comportais como niños. 

- Es un placer que mis dos mujeres favoritas me hayan llamado niño en unos minutos. 

- Edward no tiene gracia. ¿No pensaste en ningún momento que podía estar preocupada?. 

- Alice, estoy a punto de cumplir 33 años. Fue a celebrar con mi mujer la mejor noticia de mi vida. Vamos preciosa Bella necesita descansar y yo hacer algunas llamadas. 

- Bella necesita descansar, ¿claro como no había pensado en eso?. Precisamente es lo que me preocupa. Eres un depredador total y absoluto, estaba claro que no tendrías en cuenta que esta delicada princesita necesita cuidados extras. 

Fue a contestar con una sonrisa en los labios. Su hermana era la misma de siempre. 

- Alice y te aseguro que he recibido las mejores atenciones. 

Lo miró guiñandole un ojo. 

- Ha sido mucho mejor de lo que esperaba. No tenía ni idea de lo experto bailarín que es Edward. 

Los dos volvieron a reír, esta vez mucho más fuerte. 

- Dios, no puedo discutir con vosotros dos, intentar hacerlo es recibir más de lo mismo. 

Dejó de hablar, estaba claro que ninguno de ellos le estaba prestando la más mínima atención. En mitad de sus palabras, se habían vuelto para mirarse y se habían abrazado sin dejar de hacerlo. 

Edward la soltó para acariciar su rostro y solo para que ella pudiera oírlo... 

- No olvides nuestro trato. Tu descansas y las noches podrán ser muy largas. 

- Te aseguro que por lo que deseo que llegue ya puedes pensar que estoy dormida. 

La vió alejarse junto a Alice. Supo en ese momento que Bella estaba en buenas manos, las mejores después de las suyas. 

Entro en su despacho y fue directo al ordenador. Estaba convencido que el informe de Lara estaría disponible. 

No se equivocó. Lo leyó detenidamente. Tenía que encontrar cualquier pista, algo que le condujera a los motivos exactos y los planes de Marlena. No dejaría que nada se le escapase. 



… 



No comprendía como un día que había empezado con unas generosas espectativas, podía torcerse de tal forma, que solo deseara que acabase. 

¿Qué hacía Marlena en el hospital?. Creyó haber dejado muy claro la noche anterior que no tenía ninguna intención de corresponder a sus atenciones. 

- Buenos días James. Cuesta mucho trabajo dar contigo y como no quiero interferir en tus románticas escapadas creí que lo mejor para tenerte informado era venir al hospital y que me invitaras a un café, si es que no te parece inconveniente que dos viejos amigos pasen juntos algún. 

¿Qué pretendía?, ¿volverse su sombra?, ¿atosigarlo estando en todas partes?, ¿acaso quería saber quien era la mujer que formaba parte de sus sueños?. Sería mejor que no alterase su estado de ánimos. Todo debería parecer normal. 

- No pasa nada Marlena, como siempre y en cualquier parte tu estás en tu casa. Conoces a todos mis compañeros de trabajo, no es ninguna molestia compartir un café contigo. 

- Bien creí que ibas a volver a darme esquinazo como ayer, no me sentí nada cómoda y pensé que ibas a dejarme abandonada a mi suerte. Sabes que todo ésto lo empezamos juntos y que no podría hacerlo sin tu ayuda. Además quería informarte de las últimas novedades. 

Tenía que permanecer inalterable, no debía demostrar que sabía cuales eran sus planes, y a qué se debía su alegría, conocía por Dorothy que Esme estaba apostando fuerte por ella. 

- Tú dirás, muero de curiosidad por oírlas. 

- Bien, ¿nos sentamos? 

- Claro, perdona estaba tan atento a tus palabras que no he sido demasiado educado. 

- Querido no tienes que disculparte. Bien pasemos a lo que importa realmente. Me imagino que no has podido contactar con tu hombre, puesto que de ser así me habrías avisado. Yo por mi parte he tenido la suerte de tener un nuevo aliado que será de una inestimable ayuda. Esme vuelve, y está de nuestra parte. Creo que es una de las mejores noticias que podría haber recibido. 

- Y ¿estás segura que ella querrá unirse a tus planes? 

- Por supuesto no solo unirse sino que tiene intenciones de ser la que tome el mando. Yo he accedido a ello amablemente, entre otras cosas porque pienso que es mejor que crea que podrá dar órdenes a su antojo, también adquirirá la mayor parte de las responsabilidades de lo que supone ir tramando esta gigantesca tela de araña. Al fin de cuentas es la madre de Alice y de Edward y conoce mejor que ninguno de nosotros a Ruffus y a Petter. 

- No pensé jamás que nadie pudiera ordenarte nada Marlena. 

- Exactamente se trata de dejar que lo crea. Ella nos acercará definitivamente al enemigo. Si no me equivoco Edward reaccionará como un salvaje, sobre todo por pensar que su madre pueda acercarse demasiado a su tesoro, esto lo tendrá de alguna manera entretenido y ocupado sin que preste demasiada atención en nosotros. Tendremos más campo de acción, quizá otro susto, quizá un aviso directo, o tal vez juegue a hacerme una amiga verdadera. 

- Veo que tus planes iran cambiando en función a como se muevan las piezas. 

- Te aplaudiría James, siempre tan inteligente. Al principio todo parecía demasiado sencillo, pero Edward y su gran amor se han empeñado en hacerlo demasiado complicado para mí. No me queda más remedio que ir despacio para no equivocarme, y sinceramente no tengo prisas si al final consigo mis objetivos. Esme es una interesada más en fortuna y poder, con ella solo me aseguro un punto más a mi favor. 

- ¿Cuándo te reunirás con ella?. 

- Probablemente llegue hoy,aún no se a qué hora, pero me avisará. Es necesario que dejes abierta tu línea telefónica James, y que estés alerta. Me imagino que la novedad de tu nuevo amor ocupa gran parte de tu tiempo pero ésto es importante. 

- Marlena ya te he advertido que continuar con tu línea de juego no era de mi agrado. No se trata de un capricho seguir o no a tu lado. Hace unos días me pedías como último favor ponerte en contacto con quien debería hacer el trabajo sucio. Bien no lo he conseguido, pero eso no significa que cuentes conmigo para involucrarme aún más en algo que ha perdido todo tipo de interés para mí. Tampoco quiero que pienses que es darte la espalda rotundamente, simplemente quiero que pienses que no me resulta divertido, que no creo que nada de lo que pretendes tenga sentido y por encima de todo no quiero que olvides que ahora mismo hay cosas mucho más importantes para mí que tus juegos. 

Lo miró con desprecio, parecía que quería hacerle las cosas mucho más difíciles. James por alguno motivo, mejor aún, por alguna mujer había perdido el interés por ella, y si quería hacer caso de su instinto, esta vez parecía que “la otra”, estaba ganando terreno. 

- ¿Significa lo que has dicho que hasta aquí llega tu colaboración?. 

- Lo has entendido a la perfección Marlena. Sinceramente y sin que te ofendas, te creía más inteligente como para seguir intentando derribando un muro que solo tú has levantado. 

Elevó su rostro con orgullo. En ese momento no le quedaba otra opción que dar por finalizada la conversación, así como la ayuda incondicional de la que había gozado hasta ese momento. Sin embargo no perdería a James tan fácilmente. El ahora era una pieza clave de sus nuevos planes junto a Esme y lo conseguiría a cualquier precio. Tendría que utilizar otras armas, pero eso no era nada nuevo para ella. No podía demostrarle que le necesitaba, ni tampoco que pensaría en la manera de recuperarlo. Era mejor fingir y dejarlo creer que en ese mismo momento sus caminos se habían separado. 

- No te forzaría nunca a que hicieras algo por mí que no quisieras. Te entiendo, no es tu guerra y por supuesto que comprendo que tengas cosas más importantes ahora. No hay problema James, nunca me han asustado las guerras por muy fuerte que sea el enemigo, cuanto más confiado es, antes se le derrota. No te molestaré más con cuestiones de este tipo. 

Se levantó lentamente de la silla mirandolo con una sonrisa fingida. Se conocían bien y tuvo la sensación en ese mismo instante de que había perdido a James o al menos eso era lo que le dejaría creer. 



… 



- Las invitaciones están enviadas, el catering encargado y todo listo para la fecha que me indicaste. Espero haber estado a la altura, y que todo sea de tu agrado. Aunque sinceramente, ¿por qué hemos tenido que invitar a Ruffus y a su familia? 

- Alice son accionistas de la empresa, demasiados años juntos y por otra parte tenemos que considerar no llamar demasiado negativamente la atención. 

- Puedo entenderlo Edward, pero es duro conocer quienes quieren hacerte daño y meterlos en tu casa. 

- A veces resulta una buena estrategia. 

- Pues espero que no te equivoques, porque ahora hay demasiado en juego. 

Miró a su hermana, Alice tenía razón, tenía todo lo que le importaba en juego, pero al menos los tendría en frente, y todos controlados por su equipo. Eso era mejor que no saber que pretendían y mucho más que eso, dar pie a más odio. 

Lara entró en el salón sin ser anunciada. 

- Edward, Alice, buenas noches. Solo quería haceros saber que ha firmado su declaración. Esto supone nuestro salvaconducto. Pase lo que pase tenemos un testigo que será indudablemente una prueba definitiva una vez que todo esté concluído. 

- Una prueba definitiva como tú la llamas, pero con antecedentes penales. 

- Lo sé Edward, pero es mucho más que no tener nada. 

- ¿Has pensado en qué podría servirnos de ayuda? 

- Aún estoy en ello Lara. Creo que lo más interesante y a la vez arriesgado sería tenerlo infiltrado en el equipo enemigo, de esa forma siempre podríamos anticiparnos a los planes de Marlena. 

- Pero a la vez es muy arriesgado Edward. Estos tipos siempre andan pillados y juegan al mejor postor. En cuanto viera un movimiento en falso de nuestra parte, le daríamos la opción de en el mejor de los casos huir, pero si no fuera así estaríamos vendidos. 

- No tendremos movimientos en falso Lara, no nos los podemos permitir. 

El hombre que en su vida todo lo tenía calculado, ahora era un depredador.La miraba observando mucho más de sus pensamientos. Sería implacable, removería cielo y tierra si fuera necesario antes de cometer un minúsculo error. Y ella lo supo, supo que haría cualquier cosa antes que Bella y su bebe sufrieran el más mínimo contratiempo. Más allá incluso de su felicidad, ahora estaban ellas dos. 

- ¿Qué tal si por una vez somos todos optimistas?. Sé que nos jugamos demasiado, y que no podemos hablar de todo esto a la ligera, pero nos vendría bien relajarnos un poco y pensar que hasta ahora todo lo que nos llega es demasiado hermoso como para que el destino quiera jugarnos una mala pasada. 

- Tienes razón Alice, quizá tu forma de ver las cosas nos ayude en estos momentos, sobre todo a Bella, no quiero que se preocupe demasiado en su estado, ni tampoco que tenga miedo. 

- ¿Miedo?, jajajajaja, olvidas algo Edward, tu mujer no ha sido nunca una cobarde, y no la infravalores ahora, mucho menos ahora. Se convertiría en cualquier bestia para defender a su bebe. Puedes estar convencido de ello. Bella no pensará jamás por separada, formamos todos parte de lo que ella considera suyo. Tú, la familia y su hijo, ella lucha por todos a la vez, no hace pequeñas guerrillas, y como una luchadora nata defenderá todo lo que le pertenece. 

Nunca las palabras de Alice fueron tan ciertas. Bella no dejaría al enemigo avanzar ni un solo milímetro. No les daría territorio donde esconderse. 

Escuchó sus pasos suaves, no había repiqueteo de tacones. Sonrió por ello. Su princesa se acercaba feliz después de haber descansado unas horas. Podía sentirlo en la forma de anclar sus pies al suelo. Y no se equivocaba su rostro se lo dijo todo. El color había vuelto a sus mejillas, y el olor de su cuerpo recién duchaba inundaba la estancia. Fresca,limpia como una brisa se acercaba hacia él saludando a ambas mujeres. 

- Pensé que estarías más tiempo en el despacho. 

La besó en la frente. 

- Petter y tu hermano están haciendo un buen trabajo juntos. 

- ¿Emmet?. Es cierto que no recuerdo aún parte de mi vida, pero por lo que tenía entendido no eran muy de su agrado las finanzas. 

- Te aseguro que si pasas unas horas al lado de Petter no hay quien se resista a ello. 

- Nunca viene mal aprender cosas nuevas. Lara necesito preguntarte algo o mejor aún que me saques de dudas. 

- Tu dirás Bella. 

- No querría importunar, pareciera que estabais tratando algo importante. Lo mío puedo esperar. 

- ¿Qué necesitas nena?. 

- Bueno creo que es importante para la fiesta que ninguna persona que hubiera conocido con anterioridad me fuera ahora un total desconocido. No sé si podré recordar a todo el mundo, ¿me entendeis?. Creo que no es necesario que conozcan mi intervención, a fin de cuentas nadie lo supo y no sé si me equivoco pero, ¿para que mostrar más debilidades?. 

Alice miró a Edward. No se había equivocado en lo más mínimo. Ella no solo era fuerte, sino la más inteligente de todos ellos. Sin dificultad alguna planteaba cualquier cuestión, era algo natural en ella, cada cosa parecía salir de manera espontánea sin ser planificada. 

Edward la miró satisfecho. Ahí delante de él, sin ser presuntuosa, sin dar órdenes, sin dejar de ser femenina y frágil, había una mujer capaz solo con su presencia y su inteligencia de consumir al mismo diablo antes que ser engullida por él. 



… 



El restaurante donde se habían citado para cenar estaba algo escondido a las afueras de Londres. Como siempre ella actuaba sin ser demasiado vista, hasta hacer su aparición estelar. Seguía siendo hermosa muy hermosa, pero por algún motivo esa belleza se había vuelto fría. Hacía más de un año que no la veía y en estos últimos tiempos hablar del pasado con sus hijos, incorporar en su familia a Bella, tratar a Emmet, y sobre todo saberse al fin merecedor de una familia, habían cambiado su concepto de ver las cosas. 

Su pecho no latía despavorido, ni su respiración se perdía buscando aire. Simplemente la observó y pudo comprobar que mucha parte del rencor y la rabia habían dejado espacio para otro tipo de sensaciones. Pudiera ser que ese fuera el comienzo de una forma de vivir diferente. No más dolor. 

Alzó sus ojos y pudo verlos. En ellos no había cambiado nada. Fríos, estáticos, interesados y crueles, como siempre habían sido para él. 

- Llegas tarde querido. Dejaré que inventes alguna excusa sobre el tráfico, el camarero ha sido muy gentil atendiendome. 

- Buenas noches. Ya que os habeis relacionado tan afablemente, podías pedirle lo mismo que tomas para mí. 

- Tenía una ligera esperanza de que hubieras cambiado algo Petter cariño, pero sigues siendo el mismo hombre organizado, peticuloso y recto que siempre conocí. Sigues sin dejar nada al azar lo que te hace terriblemente aburrido. 

- He salido de casa con la intención de volver sin demoras. Creo que no estaría de más que comenzaras a explicarme a que se debe este encuentro, además de lo que siempre consigues. ¿Varia esta vez la cantidad?, ¿deseas que no sea transferido?. 

- Si pretendes que me sienta rastrera no lo estás consiguiendo. Tú y yo nos entendemos bien, ¿no es cierto Petter?, siempre ha sido así. Satisfaces mis caprichos y yo no molesto ni interfiero en tu vida. Creo que es justo, cada uno de nosotros obtiene lo que necesita. 

- Precisamente a eso me refiero, me gustaría que esta vez no fuese diferente, pero al parecer tienes alguna otra petición. 

- Intentar pasar un rato agradable contigo es siempre demasiado complicado, así que no me andaré por las ramas. Voy a pasar una larga temporada aquí en Londres lo que significa que necesitaré efectivo suficiente para vivir como me corresponde. Ya sabes que en cualquier otro lugar puedo conseguirlo sin problemas, siempre fue así ¿verdad cariño?. Pero aquí hay un problema, no querrás que todo tu círculo vea como tu exmujer devanea con hombres de tu mismo mundo, y que Edward y Alice se sientan incómodos, ¿está bien empleada esa palabra?. Te guste o no de momento he venido a quedarme, tengo objetivos importantes y asuntos que requieren de mi presencia aquí. Es por ello que quiero que todo transcurra con la mayor naturalidad entre nosotros. Nuestros hijos forman parte también de mi vida y sería más que oportuno que tuvieramos alguna que otra reunión. 

Contuvo su lengua, estuvo a punto de decir que conocía que Edward estaba enamorado y se había casado. 

- ¿Por qué ahora?, nunca antes habías mostrado interés alguno por sus vidas. Siempre que aparecías con recibir lo acordado era más que suficiente. 

- No atiendes cuando te hablo, esta vez he venido a quedarme por algún tiempo y te guste o no, te agrade o no mi presencia, voy a ser tratada como me merezco. 

- ¿Y cómo crees que te mereces ser tratada?. 

- Veo que esta noche nada te altera Petter, quizá esté equivocada y si hayas cambiado algo. Antes no contradecías ninguno de mis deseos y ahora te empeñas en ser un enemigo al que no temo. 

- Tú eres la que te equivocas esta vez. Todo acabó Esme, no queda nada ni tan siquiera rencor. Como quiera que todo haya ocurrido Edward y Alice conocen la verdad, es cierto mi verdad y me siento un hombre libre por ello. En cuanto a tí, no despiertas ni el deseo que podía existir en mí como hombre,no hay pérdidas, ni amores que se me negaron, ni heridas por tus mentiras o tus traiciones, nada de eso nubla mi vida ahora. Vivo sin el peso de un recuerdo que duró demasiado. Si he venido ante tí ha sido solo para advertirte que Edward no es como yo. Ha encontrado junto a una verdadera mujer, la razón para luchar y defender todo lo que ama contra todo y contra todos. El Edward que conocías, el pequeño al que abandonaste nada tiene que ver con el hombre incluso del que hayas oído hablar. Tócale lo más preciado en su vida y te aniquilara como una bestia con sus propias manos. No sentirá nada al hacerlo sin con ello consigue ser feliz junto a su mujer. No es una amaneza, sino simplemente una advertencia. Si eres inteligente huirías ahora mismo de su lado, de todo lo que lo hace fuerte. 

No dejó de mirarlo a los ojos, a esos ojos que ponían seguridad y satisfacción en cada palabra que articulaba al hablar de su hijo. Se había equivocado en la forma de presentar batalla. Esta vez el enemigo era fuerte, mucho más de lo que pensaba. 



… 



Estaba viendola reflejada en el espejo mientras nervioso intentaba anudar su corbata. Lo que veía le hacía sentir necesidad de tomarla en ese mismo instante. Sobre las puntas de sus dedos, caminando casi flotando a toda prisa, sus piernas descubiertas y brillantes y aquellas braguitas que si hubieran sido más provocativas, se hubiera ahogado en su propia saliva al tragar. Nada cubría sus pechos y éstos se bamboleaban ligeramente al ritmo de su andar de gacela. Su precioso pelo arreglado en grandes ondas y recogido muy bajo en una especie de coleta a la mitad de su espalda. Seguro que habría tiempo para dejarle muy claro, cuanto la deseaba antes de llegar a noche. 

Alice y Emmet les habían propuesto una cena para cuatro, una manera de poder relajarse y encarar todo lo que estaba por llegar desde otra perspectiva. Edward estaba convencido que era más que necesario, no solo que Bella disfrutara de una vida normal, sino que además era conveniente que estuviera con gente de su edad. Alice la entendía, y las dos juntas serían un torbellino esa noche. Su mujer se merecía ser feliz por todo lo que había llevado a su vida. 

Sin perder detalle de cada uno de sus movimientos la vio acariciar su vientre y retener su mano unos segundos mientras miraba hacia el mismo, parecía que le hablase, pero tan bajito que Edward no podía escuchar nada. Se acercó silenciosamente hasta estar a unos centímetros de su espalda y se limitó a escuchar aquellas preciosas palabras que le arrancaron una cálida sonrisa. 

- Creo que no te he dicho hoy lo mucho que te quiero y lo feliz que me siento al tenerte aquí dentro, conmigo. 

- ¿Cuántas vecesw hablas con ella al cabo del día? 

- Ufff, me has asustado. 

- ¿Quién más podría ser? 

Se cubrió con sus manos parte de su cuerpo. 

- Tú deberías ir acabando. 

- Estaba mirando para ver con qué podías sorprenderme. 

- Si te parece demasiado atrevido es culpa de Alice. Me dijo que no podía elegir otro, que este este era perfecto para mí. No quiero que te enfaes. 

- Cuando me pides disculpas antes de verlo puesto sobre tí, y me lo dices con esa voz de bruja mimosa, presiento que algo no anda bien. ¿Dónde está? 

- Espera aquí. 

Se acercó melosa a él y terminó dandole un toque perfecto a su corbata. Lo miró a los ojos y pegó su cuerpo desnudo al de Edward. Se deslizó como una ola por su cuerpo. 

- Tú estás muy guapo, deslumbrarás a todas las mujeres solo con tu presencia y yo no te digo nada. 

- Eres la mayor chantajista de la historia, enseñame puesto ese vestido. 

Se desprendió de sus brazos y fue corriendo hasta el dormitorio. Una vez allí y a medio colocar lo vio aparecer por la puerta . Quieto fijo en su cuerpo sus ojos, y su lengua recorriendo sus labios lentamente. 

Le sonrió inquieta. 

Su cuerpo era una silueta perfecta enfundada en un traje color dorado casi igual al de su piel, con un escote de pecado en la parte delantera y no quería imaginarse en su espalda como sería. La tela parecía hecha de algún metal ligero que marcaba el contorno de sus muslos e iba estrechandose hasta sus rodillas y ¡por el amor de dios!, aquella abertura hasta casi la cadera se abría paso mostrando completamente su pierna desnuda. 

- Ven aquí. 

Dos palabras que Bella amaba de él. Acudió casi sin tocar el suelo hasta tenerlo frente a ella. Lo miró con ternura, esperando ser perdonada por el atrevimiento de lucir su cuerpo de esa forma ante él. 

- Quitatelo. 

Se le contrajo el vientre y contuvo su aliento. Tenía más que claro que Edward no era muy amigo de verla demasiado provocativa delante de otros. Sus manos subieron hasta un único broche de cierre detrás de su nuca, y el vestido calló hasta el suelo. 

Pero lo que no esperaba llegó. 

Edward recorrió lentamente su cuerpo con sus ojos, cada vez oscuros.Oía su respiración alterarse, su pecho bajo su chaqueta hinchandose para luego volver a su estado normal. 

Se arrodilló delante de ella y sin ningún miramiento mordió su coño, para después lamer por completo sus braguitas. El cuerpo de Bella se agitó inmediatamente y tuvo que agarrarse a su cabello. 

- Abre las piernas. 

Fue una orden rotunda, más bien desesperada. Edward necesitaba marcarla como suya y Bella lo sabía. Sabía hasta donde en ese justo instante el llegaría a poseerla. 

- Más, abrelas más. 

Completamente expuesta y más que rendida a sus pequeñas caricias, sintió retirar su braguita hacia un lado y como dos dedos de Edward entraron lentamente en su coño que había comenzado a humedecerse de excitación. 

Cerró los ojos sabiendo lo que le haría sentir, entregandose solo a la sensación de placer que le estaba proporcionando. 

Sin dejar de mirar la belleza de su mujer, viendola casi ondular sus caderas al ritmo de sus movimientos, buscando desesperadamente lo que estaba por llegar de forma inminente, sin interrumpir el movimiento de sus dedos, acercó su boca a su coño para lamer su clítoris rosa y esponjoso que temblaba en su boca. 

Su polla ardía enojada, mostrandole con contracciones que ella quería ser también protagonista de la escena. 

Su olor casi lo vuelve loco. Bella estaba muy cerca, su sabor se lo anunciaba. Rodeó con su brazo su cuerpo y la pegó completamente a su cara hasta morder y mover sus dedos a tal ritmo que Bella no pudo contenerlo ni un segundo más. 

Retiró la cara de su pubis y lamió sus labios, arriba y abajo. Su rostro le decía a Bella en que estado de excitación se encontraba. 

Fue entre humos de laxitud hacia la cremallera de su pantalón para aliviar su deseo, pero Edward se lo impidió negando con la cabeza. 

- No nena. 

Tomó el vestido del suelo y lo subió a través de su cuerpo. 

Aún estaba lenta en sus movimientos, mientras Edward abotonaba el broche a su espalda y la aguantaba rodeandola con su brazo. Le habló al oído mientras su polla presionaba contra su culo. 

- ¿La sientes princesa?. No quiero que olvidees durante toda la noche como estaré contando los minutos para cuando todo acabe follarte toda la noche, o mejor aún, follaremos los dos porque no pienso dejar de provocarte para que ardas en deseos por mí, por liberarte y liberar lo que sentimos ahora mismo. Quiero que tengas presente que cada vez que te mire será como si mis ojos recorrieran tu cuerpo desnudo, cada vez que muerda mis labios, que mi boca estará mordiendo tu precioso coño y cuando bailemos nena, nadie dudará que le estoy haciendo el amor a mi mujer con cada parte de mi cuerpo. 

Sintió como Bella se estremecía y vio el bello de su nuca espigarse mientras su cuerpo iba volviendo de la preciosa decadencia. 

- Solo hay dos cosas importantes ahora mismo en mi cabeza, tu olor en mis dedos y en mi boca y la humedad que hay entre tus piernas. 

Preciosa entre sus brazos, arqueada contra su cuerpo con la cabeza hacia atrás buscando su boca, la misma que besó para saciar parte de su necesidad. 



miércoles, 22 de febrero de 2012

Capítulo 42 “Las verdaderas razones”





ANTES DE COMENZAR CON EL CAPITULO QUISIERA FELICITAR A ALGUIEN MUY ESPECIAL PARA MÍ :


¡¡¡FELICIDADES ELENITA!!! 

QUE TENGAS UN CUMPLEAÑOS PRECIOSO 
MUCHOS, MUCHOS, MUCHOS BESOS DE TODAS 


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Esta dedicatoria es para alguien muy especial, alguien que está siempre en mi memoria, a la que respeto y admiro, con quien he llegado a aprender a ver las cosas, quien sin lugar a dudas vio algo en mí que aún no logro descifrar, quien sin saber quien era, ni como era, quiso entregarme un hermoso regalo. Gracias. 

… 


- Te has vuelto loco. 

- Completamente, pero la culpa solo la tienes tú. 

- ¿Crees que es necesario todo este alboroto? 

- ¿A qué llamas alboroto?. 

No dejaba de reír. En la cara de Edward todo era una tormenta de locura, una alegría que no dejaba lugar ni tan siquiera a las palabras de Bella. 

- Princesa, ya es hora. Espero que me entiendas. Quiero que todo el mundo sepa que eres mi esposa. En su momento me pareció una buena idea guardar este secreto nuestro, no estabas bien, y era mucho más importante tu salud que cualquier otra cosa. Tampoco era demasiado importante si para el resto del mundo estábamos casados o no, pero ahora. Jajajajaja. Ahora vida mía estás sana y por si eso no fuera suficiente estás embarazada, y ¿sabes quien es el padre de ese precioso bebe?. 

Definitivamente Edward se había vuelto loco, le preguntaba si sabía quien era el padre. Bella sonreía contagiada de su demencia temporal, o al menos eso esperaba, que fuera temporal. No podía por menos que mirarlo con asombro, nunca llegó a pensar que Edward reaccionara como un niño feliz. Esperaba su alegría, eso era más que evidente, pero de ahí a ver como volvía a la infancia iba una gran diferencia. 

En menos de treinta minutos había redecorado la casa, pintado una habitación primero de rosa, ante su advertencia, de amarillo, para luego volver al rosa como si no atendiera las advertencias de Bella sobre el sexo. Más tarde había comenzado a explicarle que harían una fiesta, cena en casa por supuesto, pero a lo grande, no mucho más que eso. Por el número de personas que había enumerado sería algo así como una manifestación, y cuando se lo había comentado, le dijo exactamente lo mismo...eso es nena, una manifestación de lo que te amo... 

Aunque aquello la asustaba un poco, sentía que la felicidad de Edward era lo más importante, y en el fondo se sentía orgullosa de que fuese así. Lo tenía todo. No quería pensar demasiado en su estado, sin duda alguno de los dos debería mantener la cordura, y Edward no estaba por la labor. 

Acarició su vientre suavemente, con tanta ternura, en un momento especial entre el milagro y la esperanza, mandando un mensaje interior a su bebe. (Ese que oyes cargado de risas y emoción es tu padre, no creas que está perdido, ni loco, solo está loco y perdidamente enamorado de las dos). 

Por primera vez lo pensó interiormente...las dos... 

- Ahora no es justo que te guardes tus pensamientos, es la única manera que tengo de llegar hasta ella. Me llevas ventaja nena, pero te aseguro que en cuanto esa preciosa niña vea la luz de este mundo, no habrá nada que pueda apartarme de ella. 

- Dios mio, la malcriareis entre todos. ¿Has pensado en Alice?, ¿tu padre?, ¿Emmet?, y Charli estará viajando cada vez que pueda para verla y consentirla también. 

- Creo que se te olvida hasta Lyonel. Los recuerdos que tengo de la infancia junto a él, son estupendos. 

- Bien chiquitita, ya has oído. Todos estos locos se rifaran por tí, creo que lo mejor que puedes hacer es estar con mama todo el tiempo que puedas. Cuando nazcas se acabó tu tranquilidad. 

Las risas de Edward eran la pura expresión de un hombre completamente abandonado a una suerte que parecía venirle de frente. Ahora no había miedos. Bella lo sintió más poderoso que nunca. Si él era fuerte ella lo era aún más. 

- ¿Qué estás haciendo? 

- Mandar un mensaje a Petter, después lo haré con Alice, le seguirán Emmet y tu padre. 

- ¿Crees que es la forma adecuada de que conozcan mi estado? 

- No lo sé princesa, no tengo ni la menor idea, no he sido padre jamás, pero no quiero verlos a todos morirse al mismo tiempo de felicidad. 



Bien, en fin, Edward parecía como niño ante un gran árbol de Navidad descubriendo sus regalos. Nada importaban el como o cuando, era más que obvio que cómo, ya lo había decidido Edward y el cuando, era algo que en unos meses sin lugar a dudas se notaría. 

No dudó ni un instante en dejar de pensar nada más. Se sentía extraordinariamente contagiada por la alegría de Edward, por sentirse el centro de su mundo, por ser capaz de realizar su milagro. 

Se abrazó aún más fuerte contra él. Oír el latido de su corazón era casi poder oír el de su bebe, que galopaba rápido y fuerte abriendose paso a la vida. 

_ Pídeme tres deseos, quiero ser tu genio. 

Separó su rostro para mirarlo, como ella únicamente sabía hacerlo, a sus ojos. Dicen que cuando un hombre ama a una mujer, puede ver en sus pupilas el rostro del hijo reflejado en ellas. Y Bella lo supo entonces, Edward estaba viendo a su pequeña en ellos. 

Encogido su corazón por lo que estaba viendo, llena su alma de amor por ese hombre que era todo su mundo, contestó desde lo más profundo de su ser. 

- No quiero que me hagas grandes regalos. Tampoco quiero que dejes de amarme como lo haces ahora, justo ahora. Y... prometeme que no será el único hijo que tendremos. 

Si Edward hubiera tenido que pensar tres deseos, solo tres que Bella le hubiera concedido, no hubieran sido otros. 

Se acercó a su boca para una vez más beber de ella, de la única mujer capaz de rendirlo. 

… 

- No quiero que te marches ahora, espera unos minutos, no después de esta conversación telefónica tan absurda. Dejame hablarte, dejame expresar lo que siento por tí, aunque sea demasiado pronto, aunque me sienta incluso torpe para hacerlo. 

La delicadeza y la ternura, junto a la sencillez de James eran un combinado demasiado poderoso para resistirse. 

No dijo nada con palabras, pero si se cobijó bajo su brazo. 

- Cariño, no siento nada, no he sentido nada cuando hablaba con Marlena, excepto algo que un hombre no debería sentir jamás por sí mismo, lástima. Lástima por no haber entendido antes que no era amor lo que sentía, por haber perdido demasiado tiempo enredado en sus fauces. Nada de lo que siento contigo se asemeja a lo que he sentido nunca por nadie. Es pronto y lo sé, pero me gusta todo lo que viene de tí, no me altera, ni me supera, ni tan siquiera le temo, es como si todo fuera tan natural de aceptar, que no pudiera negarme. Es la primera vez que vivo algo real sin necesidad de engañarme a mí mismo. ¿Entiendes lo que quiero decirte? 

Naturalmente que lo entendía, ¿cómo no iba a hacerlo?, ella la insignificante, la nada, estaba haciendose su espacio en el corazón de un hombre que no le ocultaba sus sentimientos, que no dudaba en decirle que llevaban poco tiempo y que aún así, esperaba lo mejor de los dos. 

- Es lo mismo que siento yo James y por eso necesito protegerlo, no quiero arriesgarme a perderlo, porque ahora mismo es todo lo que tengo de valor. 

Besó su frente, su nariz y al acercarse a su boca hablo muy despacio en ella. 

- No lo arriesgaremos ninguno de los dos. Dentro de unas horas te prometo que tendremos un lugar para nosotros donde no exista nada que nos recuerde más que lo que tu y yo somos. 

La besó despacio, necesitaba que ese beso durase, que le transmitiese la seguridad que tenía a su lado, en lo que eran, en lo que podrían llegar a ser. 

… 

- Jajajajajajaja, rápido Emmet, vamos vamos. 

- ¿Puedo saber al menos donde?, y ¿por qué tanta prisa? 

Volvió a reir a carcajadas. 

- Si te lo dijera no te haría tanta ilusión, solo puedo decirte que tengo el hermano más grande del mundo. 

- Sé lo que significa para tí, ¿pero que ha hecho ahora? 

- Lo más grande, lo mejor, lo más hermoso. Jajajajaja. 

- ¿No tengo derecho a alguna pista más?. 

- Te las he dado todas Emmet, todas, no me he guardado ninguna. 

Emmet la miraba con ojos espectantes, interrogantes y dudosos. 

- Definitivamente los hombres no entedeis de acertijos y no sois nada intuitivos. 

- ¿Tu magnífico hermano tampoco? 

- Oh sí el no tiene que pensar, el acertó completamente en la diana. 

Ahora sí, ahora Emmet la miraba con los ojos de “¿es cierto lo que estoy pensando?” 

Y Alice lo entendió a la primera. 

- Completamente y debe de estar muy muy seguro, porque conociendole si hubiera alguna duda no habría dicho nada, ni me habría mandado el mensaje de locos que me ha enviado. 

- ¿Cual ha sido el mensaje? 

Le acercó el móvil y se sentó en sus rodillas. 

- Ahora lee las cosas que escribe un hombre que ha perdido la razón. 

… “Espero que te des prisa en conocer a tu sobrina. Mantente alejado de ella, como todos los demás tendrás que reservar turnos para tenerla en brazos”... 

Las risas de ambos se unieron al mismo tiempo que se estrecharon entre sus brazos. Al fin parecía llegar algo muy diferente al miedo, la rabia y la impotencia a sus vidas. 

… 

La puerta de la casa se abrió para ellos y el recibimiento, aunque esperado por Bella, superó con creces todo lo imaginado. 

Alice bajó las escaleras a toda prisa, sin mirar por donde pisaba. Como un ángel parecía estar volando sobre el suelo. 

- Dios mío Bella, no sabes lo que has hecho en esta familia. 

Se estrelló contra su rostro, besandole toda la cara, besos sonoros y sentidos, como si fuese ella misma la portadora de su embarazo. Miró a su hermano y señalandolo con el dedo sin dejar de sonreir... 

- Creo que es demasiado tarde para preguntar cómo ha sido, no me detendré en tan pequeños detalles, pero si cuando, ¿de cuanto estás?, (no dejaba contestar). Por supuesto que a partir de ahora quiero que sepais que esa niña será mi muñeca. Lo siento, eso tendríais que haberlo pensado antes. La vestiré varias veces todos los días, la pasearé, la llevaré a parques, jardines, le compraré las más preciosas muñecas, la enseñaré a ser una princesita,si si ya sé, (miró a Edward), tú princesita, pero será un poquito mía también, ¿verdad Bella?. 

Bella miró a Edward con petición cómica de “aparta de mí a esta loca maravillosa”, y lo que se encontró fue el reflejo de Alice en la cara de Edward, algo así como “¿ves?”, todos padecemos esta locura, y lo has hecho tú”. 

Dirigió su vista hacia la puerta de entrada, la imagen de Petter, le hizo poner algo de cordura. Se dirigió hacia él con paso lento. Lo que veía en ese momento en su rostro era la tranquilidad de un hombre que había conseguido sus sueños a través de su hijo, una familia creciendo, llena de vida. 

- Has hecho que este día traiga muchos recuerdos Bella, pero solo los más hermosos. Enhorabuena hija mía. 

La estrechó entre sus brazos de una forma protectora. Pudo ver el rostro de su hijo donde encontraba todo lo que necesitó para ser, justo en ese momento, un hombre feliz. Sin lugar a dudas, ese día marcaría para él un antes y un después. No habría jamás más sentimientos encontrados, ni más disculpas en su corazón. A partir de ese instante su familia estaba allí, con él. 

Emmet esperó que finalizara aquel momento mágico. En sus pensamientos algo muy hermoso mezclado con tintes de nostalgia, se agolpaba en su pecho. 

- No puedo creer todo lo que estamos viviendo. ¿Sois conscientes de que estamos creciendo? 

Emmet no dejaba de pensar en algo más lejano. Hace poco,muy poco tiempo, Bella era aún una niña, ¿cómo?, no sabría explicar que había ocurrido para que su pequeña se hubiera convertido en una mujer, y además esperando un bebé. Sintió orgullo, y algo parecido a melancolía, si su madre pudiera verla, si supiera en la mujer extraordinaria que se había convertido. 

Bella lo miró con dulzura, sabiendo cuales eran sus pensamientos en ese momento. Y un asentimiento acompañada de una media sonrisa dibujaron su rostro, con tal felicidad, que Emmet acudió directamente a abrazarla. 

- Estoy convencido de que serás la mejor madre del mundo. Ese bebé es muy afortunado. 

Edward seguía sin perder detalle en la forma de disfrutar el gran acontecimiento. Todo lo que vivía junto a Bella era espectacular y al mismo tiempo tan real y natural, que aún era más sobrecogedor por la forma de suceder. 

Se acercó a Alice para que solo ella pudiera escucharle. 

- Alice voy a necesitarte y esta vez tendrás que poner toda tu imaginación y tu empeño a funcionar. 

- Dime por favor que es lo mismo que estoy pensando. 

- Quiero presentar a todo el mundo a Bella como mi esposa. Quiero que sepan que es mi única dueña y que ella es completamente mía. Y mucho más Alice, mucho más, ¿me sigues?. 

El rostro de Alice se encendió como una pequeña antorcha. Su día era completo. No solo Bella estaba en estado de su pequeña sobrina. Como si eso no fuera suficiente su hermano, el gran ogro Cullem, le pedía ayuda para lo que ella estaba deseando. Contuvo un poco más la respiración. Si mostraba demasiado abiertamente su felicidad, seguramente su hermano le pediría que se olvidara de lo dicho. Respiró profundamente y apeló a todo el control que pudo. 

- Será un honor Edward preparar todo lo necesario. Casi puedo verlo ya. Solo una pregunta ¿para cuando?. 

- Alice este fin de semana, ni un día más. 

No saltó sobre las puntas de sus pies porque algo llamado “urgencia”, la hizo detenerse. Sin duda alguna necesitaría no solo organizarse rápidamente, sino también ayuda. 

Edward fue en dirección a Bella. Esa noche tendrían una cita romántica ambos, la llevaría a cenar fuera, ¿y a bailar?. Se lo propondría la llevaría a todos esos lugares donde no habían tenido tiempo de ir. Luego su intimidad, los secretos de su habitación, ahora secretos para tres como le había indicado. 

La tomó de la cintura suavemente, arrastando su mano lentamente por su espalda para sentir sobre sus dedos erizarse su piel. Adora que siempre ocurriera de la misma forma, Bella era la explosión del edén en sus manos. 

… 

Bella volvió su rostro para mirarlo. Deseaba tanto estar a solas con él. Poder abrazarlo en la complicidad de los amantes. Tenía necesidad de darle las gracias por ser el amante perfecto, el esposo completo, el único hombre en su vida. 

… 

Su rostro no manifestó su desagrado al verla, sin embargo conociandola no estaba demasiado extrañado al comprobar que aún seguía en su apartamento. 

- Aun sigues aquí. Creí que había quedado claro Marlena que hoy no tenía ganas de visitas inesperadas. 

- James yo no soy una visita, no seas tan desagradable querido, solo he esperado para comprobar que seguías sin estar interesado en mi propuesta. 

Sus malas artes comenzaban a funcionar. Se dirigía hacia él contoneando sus caderas exageradamente. James sin apenas ser consciente llegó a comprobar que distintas eran Dorothy y Marlena. ¿Cómo había estado tan ciego tanto tiempo?. Sin esperar a que llegara junto a él, se separó unos pasos para quitarse el abrigo. No podía ser cierto lo que era capaz de presentir, el vestíbulo de su apartamento estaba impregnado de un aroma muy conocido por él, y que sin embargo ahora no resultaba agradable. Dejó las llaves sobre la mesa del recibidor, no sin antes seguir observando durante un tiempo la misma, indicandole a Marlena que la llave solicitadada no había sido devuelta. 

- Creo que te has olvidado de algo. 

- Pensaba dejarlas al marcharme, pero aún estoy aquí. 

- Marlena no entiendo porque te muestras tan reticente. Jamás has dejado crecer entre nosotros nada que mereciera la pena y es justo ahora cuando me niego a cumplir tus deseos cuando muestras un interés, que te aseguro, llega demasiado tarde. 

- Estás cansado de soportar mis caprichos y lo entiendo, pero eso va a cambiar James. No sé porque no he llegado a percibir antes que nos unen demasiadas cosas y que solo tú eres la solución a todo lo que necesito y no tengo. 

La miró sin dar crédito a sus palabras. En sus ojos la expresión sin vida, sin pasión. Cualquiera que sientiera el comienzo de algo hermoso y de valor estaría mas que ilusionado con ello. Pensó en el mismo, en sus deseos permanentes de estar junto a Dorothy, en compartir en cualquier lugar momentos de intimidad, en lo que le llegaba a importar cualquier pensamiento suyo, en abrazarla y besarla, aunque deseara mucho más. Cerró los ojos y pudo ver la imagen de ella mirandolo fijamente, la sinceridad que había en ella, el brillo sorprendete de su mirada, su boca deseando sin pedir nada a cambio. Lo iba ratificando con cada pensamiento, con cada minuto compartido con ella, nada de lo que había vivido podía compararse a lo que quedaba por vivir junto a ella. 

- Marlena todo lo que te une a mí y te ha unida hasta ahora es el interés de llevar a puerto todos tus fines. No me quejo, tampoco serviría de nada arrepentirse a estas alturas, pero no seré ni tu siervo, ni tu chico de los recados, ni tu amante a escondidas nunca más. Espero que no sea tan difícil de entender. 

- Está más que claro James que tanta dificultad para llegar a tí esta vestida de mujer. 

Creyó conveniente llevar la conversación hacia otros caminos, pero no lo haría, si tenía que ser sincero comenzaría en ese momento, a fin de cuentas no tenía porque saber nada de la mujer que ocupaba su corazón. 

- Y aciertas una vez más, tu instinto sigue siendo extraordinario Marlena. Hay una mujer en mi vida, alguien que creo puede hacer que ésta sea diferente. 

- Interesante respuesta James, pero no la adecuada cuando se está enamorado ¿no crees?.Tú eres demasiado pasional, al menos lo has sido siempre conmigo. Son muchas las ocasiones en las que hemos hablado de amor, mientras yo me negaba a defenderlo, tú seguías intentando convencerme de que existía. Puede que tarde o temprano te des cuenta de que todo no es ni como tú piensas ni como yo defiendo con uñas y dientes. Quizá esté en un punto medio. 

Ahora si estaba viendo su juego. Una vez más la hiena que llevaba dentro, esperaba poder aprovechar la carroña de otros. 

- No sabe lo que me complaces que pienses así Marlena. Quizá todo hubiera sido perfecto de estar en un punto medio. Pero te conozco demasiado bien. Hoy será suficiente, mañana querrás más y más, hasta que vuelvas a perder el control y el resto de los seres de este mundo seamos para tí peones de un ajedrez muy particular, al que solo jugais determinadas bestias. 

Bien, ya era más que suficiente. Esa noche no se arrastraría más, no estaba dispuesta por mucho que Esme le exigiera a dejarse la piel en seguir pidiendo disculpas ante un hombre que parecía estar totalmente satisfecho de sexo y que en lugar de lanzarse a sus brazos le daba por respuestas una negativa tras otra. 

Abrió su bolso y depositó sobre la mesa las llaves. Cedería un poco, era la mejor forma de hacer que James pensara que había ganado espacio. Lo conocía desde hacía mucho tiempo, no era la pirmera vez que tenía citas con mujeres que no acababan más que en un capricho y que a la larga lo hacían volver a ella aún con más deseos. 

Sería más interesante y mucho más productivo esta vez verlo suplicandole volvere a su lado. En realidad estaba todo saliendo mejor de lo previsto. Un alejamiento ahora, para dentro de unos días tenerlo completamente en sus manos. Solo tenía que esperar un poco, solo un poco. 

… 

La suerte estaba de su parte. Los últimos momentos que había pasado con James, habían sido los mejores de su vida, y sin embargo no había podido disfrutarlos como hubiera deseado. Cada minuto la imagen en su cabeza le mostraba a James y a Marlena juntos. No podía evitar sentir celos y al mismo tiempo angustia. Todo había ocurrido demasiado deprisa y ¿quién era ella?. Si tuviera que luchar contra su hermana por un sueño estaba convencida que perdería. 

Se sentía intranquila, no quería mostrarle a James sus sentimientos más escondidos, ni agobiarlo con pensamientos que solo la hacían parecer una niña asustada. Era consciente de que pasaría lo que tuviera que pasar, pero lo más importante ahora, es que no relacionaran a James con ella. No podía por una estupidez ponerlo en una situación comprometida. 

Recordó entonces una frase que siempre escuchaba de labios de su madre...”Todo llega cariño, y a tí también te llegará”. 

El sonido del teléfono se oía de fondo. Se apresuró hacia su bolso. Era James, ninguna otra persona tenía ese número. ¿Habría ocurrido algo?. Tan solo hacía unos 30 minutos que habían estado juntos. 

- James ¿qué sucede?. 

- Tranquila pequeña no sucede nada, al menos ya no. 

- ¿Ha pasado algo?, ¿estaba esperandote?. 

- Eso es exactamente, no se había marchado aún. 

Un silencio quedó colgado en la línea telefónica, un silencio que James no estaba dispuesto a que se convirtiera en una pesadilla. 

- Quiero que me escuches atentamente. Estoy solo ahora y aunque decirlo solo aumenta mis ganas de tí, quisiera que estuvieras conmigo. Hemos tenido una pequeña conversación, frases que han dicho demasiadas cosas de los dos, y aclarado otras. Marlena no significa nada en mi vida, porque no necesito nada, solo lo que tú puedas darme. 

Sonrió conteniendo el gemido que en su interior deseaba escapar, y tapó su boca, en un impulso de controlar incluso sus lágrimas. Nunca un hombre le había hecho una confesión así, ni sentirle especial y el conseguía hacerlo todas las veces. Quería contestarle, quería poder decir cosas que lo hicieran sentirse como ella lo hacía en esos instantes. Tenía que poder hacerlo, aunque fuera un intento. 

- James... (su voz sonó estrangulada), gracias por hacerme sentir especial. 

- Preciosa eres especial para mí. Ahora descansa y si durante la noche tienes algo de tiempo, sueña algo bonito para los dos, yo lo haré. 

Colocó el teléfono sobre su pecho, en un intento no muy claro de acallar su corazón o quizá para que James pudiera escuchar su galopar. 

- Te aseguro que conseguiré ese espacio para ambos. 

- Eso espero preciosa. No te alejes del teléfono, mañana te llamaré temprano. Buscaremos tiempo de donde sea para estar juntos cada día. No dejaré que Marlena ensucie ni menosprecie lo hermoso que hay en tí. Quiero que pienses que es mío y que lo cuidarás como yo lo haría. 

Si James seguía ella estallaraía en cualquier momento. Sentía deseos de volver a calzarse los zapatos y salir corriendo a su lado. Abrazarse y dormir toda la noche estremeciendose en su calor. No pudo contenerse, y en un impulso le dijo lo que estaba sintiendo. 

- Correría ahora mismo hasta tus brazos para volver a sentirme segura. Si no levantara sospechas mi actitud acortaría las distancias antes de tener tiempo para pensar en esta maravillosa locura. 

Pudo escuchar muchas cosas, pero las que oyó fueron las más hermosas, una verdadera señal. 

- Todo llega cariño y a nosotros también nos llegará. 

… 

Le había dicho a Bella que no tardara demasiado. Durante ese tiempo había podido reservar una mesa en un lujoso e íntimo restaurante, una cena para dos, si para dos,sonreía cada vez que lo pensaba. A esas horas de la noche su bebe debía estar más que dormido, no debería escuchar ninguna de las promesas que le haría a su madre esa noche, promesas que llevaban rondando en su cabeza desde que Bella le pronunció sus tres deseos. Nada material, solo amor, y más hijos. 

Miró su reloj, nunca entendería porque las mujeres tardaban tanto en arreglarse y mucho menos su mujer, no necesitaba nada para estar preciosa. Pero su pensamiento concluyó cuando pudo oír sus tacones bajando por la escalera. Y al alzar los ojos esa mujer que no dejaba de sorprenderlo, lo hizo una vez más. 

Dentro de un pequeñísimo vestido negro ajustado a su cuerpo como el solo tenía derecho a estar, con su pelo flojo y recogido sobre su nuca, sobre unos zapatos de tacones hechos para matar, y unas piernas que con solo mirarlas, podía sentirse enredado en ellas. 

A veces se sentía un auténtico cavernícola porque tenía deseos permanente de tomarla en brazos y llevarla a la cama hasta que ninguno de los dos pudiera levantarse durante días. 

- Si no te gusta puedo cambiarme, pero pensé que dentro de poco ya no podré vestir así. 

- Estás preciosa princesa, solo tendré que estar pendiente hasta del aire, pero nada más. 

- Soy tuya Edward, solo tuya. 

- Cuando volvamos esta noche quiero que repitas eso una y otra vez, hasta que las palabras se conviertan en un susurro y yo me coma tu boca. 

… 

Hacía tan solo unos minutos que Edward y Bella se habían marchado, y en su despacho Petter tomaba una copa, pensando en todo lo que la vida parecía darle, todo lo que le había sido negado. 

Frente a una familia que defendió a costa de perder su dignidad, ahora su hijo era feliz junto a una mujer de verdad, y comenzaban a vivir todo lo que él había anhelado. 

Ser miembro activo del futuro que vendría lo colmaba de paz interna. Era un hermoso regalo quizá producto de tantos años de desesperanza y desamor. 

En su pequeño silencio algo hizo que se sobresaltara. Era algo tarde para una llamada. Tuvo un mal presentimiento. 

Miró el número de teléfono y no le fue familiar. 

Descolgó y en un manos libres esperóa oír la voz del otro lado. 

-Buena snoches Petter, tu silencio habla por tí. 

Era ella, después de tanto tiempo nuevamente volvía para hacer una aparición estelar. 

- Desearía que siguieran siendo tranquilas. Mi silencio solo es paz. 

- Eso pensaba querido, una vida sin demasiada emoción como siempre. 

- Por lo que veo no has cambiado nada, por lo que me imagino que tu llamada solo puede ser porque necesitas algo. 

- Esta vez te equivocas y me alegra que no lo tengas todo controlado. Petter solo llamaba para anunciarte que voy a Londres en breve y que espero poder compartir con mi familia algun tiempo. 

- No pienso discutir contigo sobre el término familia. En cuanto a tus hijos creo que lo más acertado puesto que son mayores de edad es que te comuniquees con ellos. 

- ¿Y tú?, ¿Serás también difícil de convencer? 

- Creo que has llamado en un momento perfecto y eso me hace ser más condescendiente, no tendré ningún problema en que nos veamos cuando indiques. 

- Siempre tan correcto Petter, creo que esa cualidad no la admiré lo suficiente en su momento, pero ahora es algo que adoro. 

- Efectivamente siempre fui demasiado correcto, quizá fuese uno de mis peores errores. 

- No es momento para hablar del pasado sino más bien de olvidarlo, es lo que deseo, todos nos equivocamos entonces. 

Era demasiado conciente que en ese “todos” ella no se incluía, demasiado orgullosa, completamente narcisista y ahora podía comprobar que además enferma. Sus miserías no habían desaparecido por mucho que quisiera disfrazarlas. ¿Cómo pudo estar enamorado de ella tanto tiempo?. Fríamente y alejando todo lo que podía los recuerdos, solo tenía claro que jamás volvería a cometer el mismo error. 

- Como siempre tus silencios me espantan, demasiado control sobre tu vida, debería haber cambiado con la edad, y ser algo más natural, más suelto y divertido. 

- Definitivamente la misma mujer que se marchó un día, y que vuelve cada vez que le interesa algo de esta familia, sigue insistiendo en explicar como deberían vivir los demás. Eso si me resulta divertido. No puedo perder más tiempo, no quisiera ser grosero. Puedes llamarme cuando llegues a Londres y acordaremos encontrarnos. El pasado quiero que sepas que para mí queda muy lejos. No hay ningún problema. 

- Me agrada saberlo querido, y así lo haré, te avisaré cuando esté disponible. 

La línea telefónica se cortó, pero las últimas palabras siguieron golpeandolo “te avisaré cuando esté disponible”. ¿Cuando no había sido así?. 

De momento no le diría nada a Edward, no quería que su felicidad se viera empañada por nada. Primero comprobaría qué pretendía y por qué había vuelto. 

… 

Había comprobado que el equipo de seguridad había permanecido vigilante toda la noche. Aunque a una distancia que Bella no los había observado,Edward estaba satisfecho con el trabajo que estaban realizando. Eso le ofrecía la garantía necesaria para saber que Bella siempre estaba protegida. 

A partir de ese momento le daría algo más de libertad y al mismo tiempo disfrutarían ambos de una vida en pareja como la que soñaba con poder ofrecerle. No bajaría la guardia ni un solo milímetro, pero no se privaría de vivir con su esposa los momentos que ambos se merecían. 

La mano de Bella se apretaba contra la suya al mismo tiempo que su cuerpo buscaba su calor en una noche que había comenzado cálida y que se presentaba fría. Su rostro estaba feliz y curioso por saber donde se dirigían. Todo la había sorprendido, el lugar de la cena, los alimentos servidos, la música y ahora esperaba sorprenderla igualmente. Había elegido para esa noche una suite en uno de los mejores hoteles de Londres. Necesitaba algo íntimo para demostrarle a Bella que podía ser el mejor amante y también el seductor más completo. Quería demostrarle como baila un hombre con su mujer, como sienten las música dos amantes cuyos cuerpos son uno, como podía mirarla a los ojos y hacerle el amor solo con palabras. La noche podía ser muy larga y a toda costa esa sería en la que los gemidos de su mujer no tendrían que ser silenciados. 

- ¿Donde me llevas? 

- No seas tan curiosa nena. 

- Solo dame una pista, por favor, por favor. 

- Bueno podría decirse que vamos a bailar, pero te aseguro que será mucho más. 

- ¿En serio?, me llavas a bailar, jajajajaja, ésto si que lo hará una noche especial. 

- Solo si me prometes que no estás cansada. 

- ¿Cansada?, Edward soy muy joven, no estoy enferma solo embarazada, lo que me hace la mujer más feliz del mundo, mi marido me trata como a una reina aunque me llama princesa, mis pies son alas cariño, no existe cansancio ahora ni nunca. 

- No hace falta que me recuerdes que eres muy joven. 

- Oh callate viejo. 

- Jajajajaja, ya te diré luego lo viejo que estoy, aunque quizá no tengas mucho que esperar. 

La dejó pensativa, ¿y si Edward era un experto bailarin?, no podía ser. No daba crédito a su seguridad, era como un niño, aunque durante todo el día había estado igual. 

Antes de levantar la vista se vio en el centro de un vestíbulo delicadamente iluminado, con suelos de madera y paredes de cristal. Una pareja se acercó hacia ellos indicandoles a ambos el ascensor. Mientras que el hombre no muy mayor le indicaba la planta y el número de la reserva. 

Dentro del ascensor su corazón latía con fuerza, no sería tan niña de preguntar otra vez. Edward quería sorprenderla y sin duda alguna lo estaba consiguiendo. 

El ascensor abrió sus puertas directamente dentro de la suite, y ante ella un despliegue de belleza y confort se dejaba ver por sus ojos asombrados. 

Edward ensimismado en sus reacciones, ávido por complacerla, por saber que todo lo que veía era de su agrado, se adelantó para ir mostrandole cada rincón. 

La estancia se encontraba rodeaba de una preciosa terraza con una vistas espectaculares. Le extendió para llevarla hacia ella y así poder ver su rostro entre las sombras, iluminado tan solo por las luces del exterior. 

- No hubiera podido imaginarme todo ésto ni en mil años. 

- Quiero llevarte a todas partes antes de que nuestro bebe sea demasiado exigente. 

- Y ahora puedo preguntar ¿qué relación existe con bailar?, me has engañado, jajajaja. 

Gesticuló en negativa con su cabeza. 

- Te he dicho que bailaremos pero también que habrá mucho más. Voy a rendirte, vas a rendirme, y vamos a hacerlo solos princesa. Voy a escuchar tus gemidos sin miedo a que al día siguiente sientas vergüenza, sin tener que ahogarlos en mi boca. No quiero que te sientas intimidada, no es tu regalo, es nuestro regalo nena. 

Tomó un pequeño mando entre sus manos y seleccionó una música lenta, muy lenta.Todo perfecto. 

Pero Bella no veía la perfección, daba igual donde la hubiera llevado, cualquier lugar junto a Edward le hubiera parecido el paraíso. Se dirigió hacia sus brazos y ocultó su rostro en el hueco de su cuello, besandolo despacio, besos cortos y certeros, bajo su mandíbula, en el lóbulo de su oreja, bajando despacio por su cuello rozando sus labios por su barba reciente. 

Sería muy difícil soportar sus caricias, y sus besos. Sentía los brazos de Bella rodear su espalda, y sus manos masajear su espalda. Su pequeña cintura perdida entre sus manos, que buscaban la redondez de sus nalgas y sus caderas. Ese traje descarado que tantas veces le había mostrado la desnudez de su espalda, cuyos hombros caídos le habían tentado durante la cena, habían sido el decorado más hermoso. Y sus piernas alineadas, cruzadas, la forma de quitarse los tacones bajo la mesa, apoyando las puntas de sus dedos sobre el suelo. Apenas podía recordar que había comido, pero no había perdido detalle de la boca de Bella saboreandolo todo. Estar enamorado era como estar perdido y encontrarse, ser valiente y cobarde, vencedor y vencido. 

- Necesito embriagarme de tí cada día, sentirse así de cerca, recordar que mis brazos son tu refugio. Besarte lento y seguido, a mi antojo, hacerte mía de cualquier forma, y ver en tu cara que sigues deseandome. 

- Me gustan estos bailes en los que te oigo y me oyes (tocó su corazón), en los que te tengo y me tienes, en los que no tengo que esconder mis caricias de los ojos de curiosos. 

Soltó su pelo dejando que su melena tapara su espalda para seguidamente errollar sus dedos en él. Buscó su boca pintada de rojo cereza. 

- Los besos de esta noche serán solo míos. Te vendaré los ojos, solo míos princesa. 

Llevó las manos hasta el largo del vestido y deslizó el mismo hacia su cabeza. Un cuerpo de delirio, pecado y sueño apareció ante él sirvengUenza e insolente. Sus pechos libres y su pubis tapado exclusivamente por una culottes negras transparentes. 

- Yo también quería sorprenderte. 

- No hay mejores vistas que las que veo en tí cada vez que te miro. 

- Acariciame cariño, acariciame. 

Bella pidiendo caricias era aún mejor de lo que había imaginado, su boca dandole voz a sus deseos era una completa locura. 

Rozó sus pezones con sus dedos, la respuesta inmediata. Sonrisas en sus labios ante su reacción. Completamente receptiva y entregada, la noche sería de miel y estaba dispuesto a lamerla por completo. 

De rodillas delante de su pubis su legua buscando, oliendo y lamiendo todo a su alcance, agarrado a las piernas de Bella, temblando de placer, y sintiendo sus manos sobre su cabello, acercandolo más aún. Descontrolada, perdida en sus caricias. 

Subió hasta su altura para comenzar a desnudarse deprisa y las manos de Bella lo detuvieron. 

- Dejame hacerlo a mí. 

Sus ojos de fuego, su pelo revuelto, sus labios húmedos y su boca seguía pidiendo. 

Sintío el roce delicado de las manos de su esposa bajar sus pantalones, llevarlos hasta el suelo, subir nuevamente hasta su camisa y retirarla muy lentamente por sus hombros. Bella llevo los dientes a sus boxer y fue tirando de ellos sin dejar de mirarlo. 

La imágen era perfecta, una diosa de lujuría recorriendo con su lengua sus piernas, sus muslos, y casi al instante de cerrar los ojos, su lengua en sus nalgas, en su espalda. Su polla latiendo y ella atendiendo todas y cada una de las partes de su cuerpo, quemandolo. 

- Nena por favor no pares, sigue vida mía. 

Bella besó y lamió sus hombros abriendo la boca de labios gruesos para chupar al mismo tiempo, bajó por sus brazos hasta sus manos, introduciendo uno a uno los dedos en su boca, lento muy lento, sin desviar su vista del rostro de Edward. 

El siempre le daba lo que necesitaba para ser quien deseaba ser, su mujer. Todas las mujeres que él deseaba. 

Separo su cara de Edward unos centímertros, abrió su boca, engullendo por completo su polla, haciendola desaparecer delante de un dios más que destruído. 

Las manos de Edward enmarcaron su cara siguiendo los movimientos lentos primero, regulares, rápidos e irregulares, para volver a los lentos. Pretendía volverlo loco, hacerle perder el control y lo estaba consiguiendo. 

- Nena por dios, que me estás haciendo. Sigue princesa. 

En los pensamientos de Bella un único fin, devorarlo. 

Con una destreza exquisita, acercando completamente el cuerpo de Edward a su boca, no hubo pausa ni tregua, ni cambios de ritmo... 

El camino de lo definitivo llegando a la cúspide y la explosión final en su boca. 

Quieto, duro y estático, inamovible, ahogando un rugido de hombre y bestia. 

Bella subió hasta su pecho para oír los latidos de su corazón a galope, salvaje, un ruído tan hermoso como el de su bebe. 

- Nena, nena mi amor. 

Casi sin recuperar el aliento besó su boca de forma fiera, esa noche no habría controles, no podría y lo sabía. 

- Necesito que me avises si soy demasiado brusco, no podría soportar hacerte daño, ¿me oyes princesa?. 

Entre besos descontrolados la respuesta. 

- No pares Edward, te necesito. 

Ya había olvidado cuantas veces soñó con esas pequeñas peticiones, su Bella, la entregada, la persuasiva, su niña y su angelical princesa, la descontrolada inexperta, no tenía ni idea de lo que conseguía exigiendo y pidiendo por sus caricias. 

Sus dedos dentro de su coño se empaparon de su deseo, rápido, mirando sus movimientos de cadera, sus piernas prietas y tensas, sus pies aferrados al suelo. La vio abrirlas y subir una de ellas a su cadera, lo estaba matando. Sus gemidos en su oído. Con su voz desvirtuada, su respiración desbocada. 

- Edward no puedo pararlo, cariño está aquí. 

Y él lo sabía, conocía cada rincón de su cuerpo igual que cada parte de su alma. La sintió estrechar con su vagina sus dedos y ya no hubo más espera. Dejó caer su cuerpo contra el de Edward buscando su apoyo al mismo tiempo que oía su voz. 

- Eres lo más hermoso que he visto nunca. 

La tomó en brazos para reposar juntos, esperando tan solo que llegara la calma para iniciar nuevamente los juegos. 

Las verdaderas razones para ser inmensamente feliz las tenía junto a él, su esposa, su único amor y su bebe, todo entre sus brazos.