sábado, 26 de noviembre de 2011

CAPITULO 30 “Solo tengo la mitad de tí”



Bueno Agostina, ya te tocó, sé que he tardado, pero ¿qué tal si te digo que este es uno de mis capítulos favoritos?, espero que te guste y que cuando pase el tiempo recuerdes muchísimas cosas de las hemos compartido todas en el chat. 



… 

Mejor sería dejar esos pensamientos. Sacudió su cabeza como queriendo apartar todo lo oscuro, lo negro, lo maligno de su cabeza. Se dijo así mismo una y otra vez, que si esto le sucediera a él, no habría parte en su cerebro que lo hiciera no recordar a Bella. 

La oyó reir bajito cuando entró con su hermano Emmet al vestíbulo y todo él se estremeció de una extraña felicidad melancólica. Sus últimos momentos juntos, cuidandola, mimandola, amandola, protegiendola como se protege a un cristal que puede romperse en mil pedazos. 

Sintió unas manos pequeñas apoyarse delicadamente sobre sus hombros. Un simple toque era suficiente para hacerlo sucumbir. 

_ Demasiado pensativo cariño, ya estoy aquí, y antes de que me regañes por haber tardado, te diré que creo haber encontrado una solución, bueno sé que no es completa, no puedo detener la intervención quijúrgica, pero estoy segura de que te alegrará conocer todos mis planes. Escuchame atentamente. 

Tomo su mano y lo llevó hacia un sillón, luego lo empujó lentamente para que se sentara y ella lo hizo sobre su regazo como una niña pequeña. 

_ Se me ha ocurrido una pequeña travesura. 

Edward rodeó su cintura con un brazo y llevó su mano hasta su corazón, ese que dejaría de oír durante horas mientras ella estuviera sedada, dandole tiempo a su memoria a huir, a escapar de él. 

_ ¿Estás aquí Edward? 

_ Siempre contigo princesa. 

Su cara reflejaba tristeza, una mezcla entre nostalgia y miedo, una sensación extraña entre algo que se pierde y el deseo de retenerlo. 

_ Edward, ¿tú confias en mí? 

_ Completamente. 

_ ¿Tú me amas? 

_ Con toda mi alma. 

_ Pues no parecen ciertas ninguna de las dos afirmaciones. Tu cara me indica todo lo contrario, solo veo temor, miedo, incertidumbre, y el amor Edward no le deja cabida a ninguna de ellas. 

Mirame Edward y atiende como si tu vida dependiera de ello, porque no es solo la tuya la que está en juego, ahora eres dueño de las dos mi amor. 

No desearía nada en este mundo más que hacerte felíz, que todo entre nosotros fuera hermoso, que jamás nada pudiera nublar el mundo que queremos construir para ambos, pero eso no es posible, lo sabes ¿verdad?. Tú eres el hombre, el único hombre con el que yo he querido ser una mujer de verdad, tú mujer y eso no lo cambiará nada. No despertaré de una anestesia enamorada de nadie, ni incluso de tí, pero lo que hemos vivido juntos hasta ahora, ha sido real, ha sucedido, lo hemos sentido, eso tampoco lo podrá borrar nada ni nadie y sé que de alguna manera eso me llevará nuevamente hasta tí. Y como de pequeña me gustaban mucho los cuentos, he escrito uno para los dos. 

Se levantó para coger una pequeña caja que abrió con una llave antigua y se la mostró a Edward. 

Edward miró en su interior y vió un sobre cerrado y perfectamente lacrado y un disco de ordenador. 

_ Si si, ya sé que no entiendes nada, pero te lo explicaré. 

Ese sobre contiene un escrito hecho a mano, en el que hago constar que cuando esté algo recuperada podremos ver juntos esa grabación, (señaló el disquette), y en ella hablo de todo, un poco de mi pasado, algo de mi presente, lo que nos amenaza, y mi preciosa historia de amor junto a tí, como me sientes, como te siento, la boda y los planes de futuro juntos. Edward cuando el médico crea que estoy preparada para volver a llevar una vida completamente normal, cuando sea igual de fuerte que siempre y no tenga miedo a reprimir ninguna de las emociones que me haces sentir, ninguna locura de las que te hago cometer, abriras esta caja, leeremos la nota juntos y luego veremos ese video. 

Edward acercó su cara a la de Bella para besarla con la misma ternura con la que ella le había explicado su plan. 

La besó en los labios mordiendo delicadamente los mismos, chupandolos con su lengua lentamente, saboreandola, degustando ese sin fín de cosas dulces que desprendía su boca. 

_No podría vivir sin tí. 

_ Y no lo harás, serán como una pequeñas vacaciones, que volveran a llevarnos a estar juntos con más fuerzas que ahora. 

_ No necesito vacaciones de tí. 

_ Ya lo sé Edward, intento llamarlas así para que sea menos angosto el camino, pero no me estás ayudando nada. Voy a pedirte algo. 

_ Lo que quieras. 

_ Antes de operarme quiero ser tu esposa. 

La boca de Edward dibujó una amplia sonrisa. Por un momento su alma se vió iluminada con la petición de Bella. Lo que sentía era esperanza, la alegría de saber que Bella quería retener de alguna forma el pasado. 

_ ¿Estás segura nena? 

_ Jajajajajaja, ¿estás bromeando?, ¿pensabas que podrías desprenderte tan facilmente de mí? 

_ Nunca corazón, nunca. 

_ Bien la tarea se le complica a Alice, puesto que la boda tendrá que ser algo sencillo y muy diferente a todo lo que estuviera maquinando. Dios mio cuando se entere que tendrá que ser en el hospital. No quiero que pienses que es decepcionante para mí cariño, es solo una etapa de mi vida que tampoco recordaré al despertar, pero nuestro vinculo será eterno. ¿Sabes?, puede que caprichosamente luego quiera casarme otra vez. 

Quería necesitaba quitar algo de tensión sobre los hombros de Edward. 

_ Me casaría contigo cuantas veces me lo pidieses. 

_ Creo que una vez será más que suficiente. 

Fue está vez ella la que se apoderó de la boca de Edward sin permiso, sin ninguna ternura, sin delicadeza. Su boca mordió la de Edward con pasión, con desesperación la misma que sentía bajo las capas de dureza, bajo el antifaz que ocultaba su propio miedo. Y Edward respondió con el mismo hambre, con la misma voracidad y necesidad de calmar sus monstruos internos. 

Sus bocas apenas se separaban para tomar aire, pero reticentes con ello volvían a encontrarse en nuevos ataques, cada unos de ellos más intenso. 

_ Dejame acariciarte princesa, deja que mis manos al tocarte calmen el caos que siento por dentro. Necesito verte completamente desnuda, olerte y resbalar mi cuerpo por el tuyo. Prometo ser suave nena y parar si es demasiado esfuerzo. 

No hubo respuesta, sus manos se dirigieron hacia las de Edward entrelazandolas, y sus labios acariciaron junto a su lengua el cuello de ese hombre hermoso por dentro y por fuera, de ese ogro abatido que mendigaba sus caricias, las mismas que ella necesitaba entregarle. 

Su lengua bajo despacio degustando su sabor, impregnandose de su olor. Cerró los ojos para detener todas y cada una de las sensaciones vividas, intentó no pensar que podría olvidar todo aquello. Su cuerpo preparado, invitandolo a las caricias, su entrega absoluta. No era capaz de comprender como un ser humano puede olvidar momentos de absoluta belleza, sonrió para sí misma, estaba convencida que ella no lo haría. Era su arma más poderosa, el esperar, el saber que aquello volvería a ocurrir siempre, cada vez que estuvieran juntos. No importaba no recordar, volvería a vivirlas. 

Juntos sin saber ni donde está el principio y el fin de los cuerpos, de los deseos. Ahora ya no importaba nada, solo el amor por testigo de dos almas nacidas y destinadas para estar siempre juntas. 

Tumbados sobre la alfombra del despacho de Edward, desnudos, sin capas. Uno de esos momentos donde no existe nada, donde todo es suficiente y demasiado, donde el aire acoge y recoge los sonidos que solo escuchan los presentes, donde el frío no se siente porque todo lo inunda el calor de las mismas llamas del infierno. Sin palabras, solo los gestos para definir cuanto puede el placer alcanzar más de si mismo, cuantas barreras se pueden saltar cuando dos lo desean al mismo tiempo. 

Su entrada lenta dentro de la única mujer que lo acogía con la necesidad que el necesita. 

Sus gemidos desatados alertando a los suyos. 

La saliva en sus bocas buscandose, evitando las palabras que de nada sirven como explicaciones. 

Juntos moviendose, juntos amandose, juntos entregando todo de cada uno de ellos. Maravilloso el camino, sería larguisima la espera hasta volver a encontrarse. 



… 

_ Bueno tengo que reconocer que ha sido diferente, pero preciosa. 

_ Alice, dejalo ya. 

_ Bella ¿como puedes decir eso?, ¿Habías acudido antes a una boda en la habitación de un hospital? 

_ No Alice, y tampoco pensaba que fuese la mía, pero eso no es lo importante. 

_ Por mucho que me lo expliques no podré entenderte, pero te diré algo. Ha sido precioso veros a los dos decir si quiero. Jajajajaja, Edward creo que no soportaba la espera a que contestaras. No puedo creerme que esto esté ocurriendo. Y pensar que no puedo contarlo. 

_ Por favor Alice, controla tu lengua. 

_ Bien ya estás lista para tu noche de bodas. Perdón creo que no debería decirlo así. 

_ ¿Por qué no?, lo es. Mira tengo un precioso camisón blanco, y una cama un tanto pequeña. En unos minutos Edward estará aquí conmigo, solos y los dos recordaremos muchas cosas y planearemos muchas más. 

_ Lo sé, no habrá quien lo despegue de tí hasta que todo ésto haya pasado. 

_ Alice, cuidalo. Sé que tú podrás hacerlo. No lo dejes solo, no dejes que piense demasiado. Quizás te esté pidiendo mucho, sé que es difícil cuando no consigue lo que quiere rapidamente, pero prometeme que intentarás todo lo que esté en tu mano para acortar la espera. 

_ Sabes que lo haré, otra cosa es que él se deje. Uffff, me cambiaría por tí ahora mismo. 

_ ¿Qué estás diciendo? y ¿Emmet? 

_ Yo tengo tan claro como tú que volvería a enamorarme otra vez de él y solo de él, y desearía olvidar que todo esto esta ocurriendo. 

_ Alice tu no pudes rendirte, ahora no. Ahí fuera hay cuatro hombres increíblemente honestos y buenos, pero no son tan fuertes como nosotras. Por alguna razón tu padre ha sufrido demasiado, Charli aún no ha superado la muerte de mi madre, Emmet no puede creerse aún lo que pasa y Edward simplemente está desesperado, cegado, no ve la salida. Ahora tú eres la luz Alice, mantenla encendida ¿comprendes?. 

_ A sus órdenes, aunque te aseguro que en cuanto estés mejor te cedo la antorcha, la linterna o lo que sea que utilice para que no haya oscuridad. 

_ Las chicas te ayudaran, he hablado con ellas, y no se separan de tí en ningún momento. 

_ Bella ¿cómo puedes estar tan tranquila?, es algo que no entiendo. 

_ Alice tesoro, dime que lograría desatanto mis miedos. Ahora no los tengo. El pánico vendrá después, cuando os vea y no sepa quienes sois. ¿Has pensado en eso?, ¿crees que puedo dejar de pensar en ello?. Ahora estoy arropada, me siento protegida y segura, en dos días me sentiré completamente sola y en las manos de personas que no sé quienes son. 

_Bella no sigas. 

_ Es por eso por lo que tú tienes que tomar las riendas, calmar los ánimos, pedir sin cansancio alguno que tengan paciencia, recordarles que de alguna manera todo volverá a ser como ahora. 

_ Lo sé, lo sé, pero no tenga ni idea de como hacerlo. 

_ Ven aqui. 

Alice se acercó y las dos se abrazaron, uniendo en ese gesto algo más que sus cuerpos. 

_ No he visto jamás una interpretación tan espectacular como la que diste para todos nosotros ante James, eres la mejor actriz que conozco. ¿Recuedas?, tu padre me llama Juana de Arco, pues ahora te ha tocado a tí. 

_ Estupendo, genial ahora una heroína de la historia. 

_ Jajajajaja, deja de lamentarte Alice, o perdon Juana, estarás estupenda. Y no te olvides, tú serás la encargada de recordarme todo cuando me veas con los ojos abiertos, al menos harás las presentaciones. 

_ No quiero ni pensarlo. 

_ Ahora sal ahí fuera y dile a Charli que entre con tu padre. 

_ Qué remedio tu mandas. 

La besó en la mejilla y se dió la vuelta rápidamente. Bella la detuvo. 

_ Alice, aquel día que entraste en el despacho de Edward no nos conocíamos de nada y fueron necesarios solo unos minutos para que formara parte de tí, pienso en lo poco que tardarás ahora conociendome. 

Alice la abrazó nuevamente. 

_ Lo sé, es esta lenta espera la que me está matando. 

_ Anda, corre y avisalos, quiero hablar con ellos y con Emmet antes de quedarme a solas con Edward. 

Los minutos se fueron sucediendo en un reloj que parecía estar demasiado dormido. Hizo el mayor de los esfuerzos por aparentar tranquilidad e incluso en algunos casos ironizar con la situación, sabía que con Edward sería diferente, pero necesitada de todas sus fuerzas para afrontar las proximas horas y los dos días siguientes... 



… 

La habitación de Bella preparada y vacia, la sala de espera llena de intranquilidad, impaciencia, para algunos casi demencia. Tres horas desde que Bella había desaparecido tras las puertas del quirófano. Observó la sala, Emmet y Alice, cogidos de la mano hablaban bajito. Quiso imaginarse lo que se decían, probablemente palabras de aliento entre enamorados. Una imperceptible sonrisa dibujó su rostro, “enamorados”. Thelma y Dana volvían con tazas de café, supuso que habían huído de alguna manera de aquella espera inquietante, casi sofocante, así la sentía él, como si el aire hubiera abandonado aquel espacio y hubiera que pedir permiso para respirar. Charli miraba sin pestañear a través de los cristales mientras que un Petter afanado en contar su historia, llenaba de algún sonido la habitación. 

Se dejó caer sobre un sillón apoyando sus codos en sus rodillas y tapándose la cara con las manos. Nada que hacer, solo esperar. La impotencia el peor enemigo en esos momentos. 

Mientras que su princesa ahora dormida, consumía el tiempo para volver en sí, mientras que los médicos hacian su trabajo,mientras que el resto del mundo parecía continuar ajeno a sus sentimientos, el no podía hacer nada más que esperar. Nunca esa palabra le resultó más espesa, podía mascar su densidad. 

Parecía un idiota compadeciendose de lo que no podía hacer. En su mente dibujó el rostro de Bella y somo un resorte, comenzó a elaborar su plan para conquistarla. Ahora sabía demasiadas cosas de ella, podria enseñarle nuevamente a confiar en él. Conocía su corazón, sus sentimientos, sus principios, su fuerza, esas cosas no cambian nunca. 

Volvió a sonreir al recordar la pequeña cajita que guardaba esperando a que Bella se recuperase, ella le había dicho que recordarían juntos. ¿Qué habría descrito Bella en ella?. Tenía tantos deseos de que ese día llegara. 

Unas puertas se abrieron al mismo tiempo que un ritmo acompasado de pisadas, hacían que todos voltearan la cabeza. 

Alli estaba el equipo médico. Todos a una en pie, atentos, esperando palabras que de alguna manera aliviaran la espera. Edward estático, sin moverse, el mundo a sus pies tambaleandose, pareciera que la tierra se hubiera convertido en agua, y el un barco a la deriva. 

El médico se aproximó hasta el dibujando una agradable sonrisa en su rostro. 

_ Señor Cullen, su esposa está en la sala de reanimación, es su pequeño despertar. Todo ha ido bien. Sus constantes son normales. Puede estar tranquilo, esa pequeña es fuerte muy fuerte. 

No supo de donde salía el aire que expulsó de sus pulmones, porque llevaba horas sin saber como se llenaban. Manos sudorosas dentro de los bolsillos de sus pantalones. El control de su rostro durante el tiempo de la intervención se transformó dandole ahora algo de calidez. Los músculos tensos, se permitieron en lujo de relajarse para volver a contraerse. 

_ ¿Cuando podré verla?. 

_ Si no lo viera tan alterado, le diría que ahora mismo, pero Bella está aún saliendo de la anestesia, tiene demasiada maquinaria aún pendiente de su despertar y no quiero que nada interrumpa el proceso de recuperación. Volveré a verlo en unos minutos, tantas veces como sean necesarias, y le informaré de su evolución. No dude que lo conseguirá. 



… 

Ahí estaba, dormida como una gloriosa princesa de algun cuento hermoso, relajada, preciosa, respirando tranquilamente. No parecía haber ocurrido absolutamente nada. Y así era, ella no recordaría nada. 

Tomó su mano y la resguardó entre las suyas, dando pequeñas fricciones para calentarlas, con cuidado de no despertarla. 

Parte de todo lo que amaba estaba delante de él, el resto en el olvido de Bella. Besó cada uno de sus dedos, su palma, volvió su mano y comenzó suavemente de nuevo. Robando, arañando minutos al tiempo en el que ella aún estaba por despertar. Jugando a robarle mientras dormía preciosas caricias, las necesitaba con urgencia. Era un misterio cuantas cosas pueden decirse en silencio. 

Sacó del bolsillo de su pantalón sus alianzas, y colocó ambas en su dedo. La argolla de compromiso brillaba junto a la alianza de matrimonio. 

Se inclinó hacia ella y comenzó a besar de manera tímida su frente, su cara, pequeños besos depositados sobre su preciosa nariz, para concluir en un tierno ataque a su boca, viendo como Bella hacia lentas muecas con su rostro. 

Sonrió algo más feliz, al menos ya estaba casi de vuelta con él. Iría despertando de aquel letargo, de aquel lugar donde esta vez él no había podido acompañarla totalmente. Seis horas habían estado separados y le habían parecido mundos a infinita distancia. 

Miraba su cara de exquisita belleza, de rasgos tan sencillos capaces de formar una obra de arte. Su piel había recuperado parte de su tono rosado, sus cejas perfiladas, sus espesas y abundantes pestañas abrigando y tapando sus ojos. 

Pudo oir su repiración y unirse a su compas. Nunca se cansaría de mirarla. Nuevamente se incorporó y permaneció de pie junto a su cama, sus manos unidas. 

Necesitaba ver sus ojos,mirar, adentrarse y verse en ellos. Era todo lo que necesitaba de momento, como si con eso fuese capaz de aliviar parte de su desasosiego. 

¿Cuánto más tendría que esperar? 

Como un niño que desea que nadie lo descubra, fue pasando las yemas de sus dedos por la silueta perfilada sobre las sábanas que la cubrian. No pudo más que sonreir con esperanza cuando observó reaccionar su cuerpo. Era probable que Bella no lo reconociera, pero su cuerpo mostró reconocimiento a su toque, deseoso de darle la bienvenida. Siguió ahora algo más atrevido, dibujando pequeños círculos sobre el monte de sus senos, hasta rozar levemente sus pezones respondiendo éstos al instante. 

Quería ganar pequeñas batallas a su memoria, a la que pudiera restarle, hacer de su cuerpo su aliado, su corazón vendría más tarde y con él conseguría ganar el combate rindiendo su alma, al igual que el la tenía ya entregada. 

Se preguntó donde estaba ésta (el alma), ¿en el corazón?, ¿en el cerbrero?. La respuesta vino pronta, como un impulso, sin duda estaba en el cerebro. El corazón era el representante de los síntomas, se encogía, presionaba, era el espejo de las sentimientos, pero el cerebro era el almacenador de los recuerdos, quien es capaz de acumular o deshechar lo bueno, lo malo, lo apasionado. El motor de las ordenes que se dirigen hacia el resto de los sentidos. Ahora el cerebro de Bella era un enemigo poderoso, controlador, el que retendría a escondidas su recuerdo y limitaría las sensaciones de su presente, pero el no se rendiría. 

Le había dicho en una ocasión que él sería su caballero, su guerrero y cada día inventaría nuevos ataques hasta machacar sus defensas. 

Sopló delicadamente sobre su oído... 

_ Princesa vuelve conmigo, no hay ahí donde estás nada que no pueda ser mejor a mi lado. 

He esperado tan solo unas horas pero por tí no habría medida de tiempo para esperar. 

Observó como cada bello del cuerpo de Bella podía erizarse con su voz y su aliento. 

Algo más que sumar a sus guerras. 

Sin previo aviso abrió sus ojos con algo de esfuerzo y se encontró frente a frente con una cara completamente desconocida. 

_ Hola. 

Edward pronunció esa simple palabra muy despacio, en un tono bajito e íntimo, mientras que su cara no pudo controlar una preciosa sonrisa. 

Contestó con algo de trabajo, apelando a un esfuerzo contra las palabras. 

_ Ho... hola. 

_ ¿Cómo te encuentras? 

Le intimidaba su voz y su cercanía. Miró dentro de sus ojos y pudo verse reflejada en ellos. Azules, ojos cristalinos, puros y limpios como espejos que devuelven cualquier reflejo. 

Edward volvió a sonreir más ampliamente aún.Había sido como la primera vez, aunque para él parte del camino ya estuviera recorrido. La sensación había sido la misma. Un encuentro solo de dos. 

Pudo contestar no sin antes mostrar leves signos de dolor. 

_ Creo que no muy bien. 

_ ¿Qué sientes?. Espera princesa avisaré al médico. 

Se dirigió hacia la puerta y abrió indicando con la mano para que Alice entrara en la habitación y la acompañara en su ausencia. 

Pudo ver como una bonita chica muy sonriente se acercó a ella y la besó de manera familiar. 

_ Hola Bella. 

¿Bella?, bien al menos ¿podría ser ese su nombre? 

_ Bella. (repitió su nombre). 

_ Si, ese es tu nombre y antes de que te hagas infinidad de preguntas cuyas repuestas todos pensaran que es demasiado pronto para que conozcas, me ceñiré a seguir tus instrucciones.Oh ya sé, puede que ahora no lo entiendas, pero escucha y reten todo lo que puedas. 

Tu nombre de soltera era Isabella Swan, ahora eres la serñora Cullem. Tu marido es ese hombre magnífico y enamorado que acaba de salir para avisar al doctor. Yo soy Alice, por cierto tu cuñada. Fuera hay un enorme y extraordinario ejemplar que es tu hemano Emmet, y en breve llegaran Petter y Charli. Ya los conoceras. Debo seguir, no me interrumpas. 

Bella parpadeó, no había dicho una sola palabra y casi le costaba seguir el ritmo de aquella conversacion solo para uno. 

_ Te han intervenido quirurgicamente de una pequeña cosa que tenías en la cabeza, (le indicó el lugar marcandose asi misma). Todo ha salido como esperabamos, y una de las cosas que conocíamos es que al despertar no ...no...no. 

La puerta se abrió dando paso a un grupo de personas a quien Bella se quedó mirando si cabia aún más confusa. 

_ Recordarías nada. 

Se concluyó la frase que aquella pequeña cotorra no había podido acabar. 

Soltó el aire no sin antes volver a hacer recuento de aquellos rostros que parecían estar examinandola y esperando una respuesta. 

_ Señora Cullem. 

Otra vez esa manera de referirse a ella. Dios quien le explicaría donde, cuando y qué había ocurrido despacio y con algo de tranquilidad, para que ella llegará a comprender. 

_ Atiendame un momento, no la cansaré demasiado. Soy su médico Isabella. Hace escasas horas ha sido operada de una malformación cerebral de nacimiento. Afortunadamente era pequeña y muy bien protegida. No tiene nada por lo que preocuparse, excepto procurar mantenerse tranquila y relajada. Sus constantes son normales y de aquí a unos días podrá volver a casa con su familia. Ahora todo es nuevo ante sus ojos, rostro unidos a personas que no reconoce, que son extraños, una vida olvidada completamente que volverá poco a poco. Me gustaría poder decirle cuando, pero eso depende de cada persona, el proceso es completamente diferente entre unos y otros. Hay a quienes les ayuda ver o escuchar momentos del pasado, hay otros sin embargo, que se obsesionan y no conseguir llevar sus vidas como se espera de ellos, les presiona demasiado. 

Lo que si puedo asegurarle es que encontrará la manera sola. Que cada día aparecerá una pregunta que obtendrá respuesta dentro de su mente, que aunque crea que no avanza, su memoria irá recordando retazos importantes que conseguirá unir de nuevo. 

No quiero que se alarme por la inmobilización que siente ahora en su lado izquierdo. ¿Lo ha notado Isabella? 

_ Aún no. 

Tragó saliva, ¿aún había más? 

_ Intente articular el brazo, o abrir y cerrar los dedos. 

Con un esfuerzo y muchisima concentración intentó hacer lo que el doctor le indicaba, viendo como lo único que conseguía era ver un pequeñísimo e imperceptible movimiento de sus dedos. 

_ Eso está muy bien, quizás su recuperación sea incluso antes de lo que pienso. No crea que no podrá conseguirlo, apenas será necesario rehabilitar, movilizar. Sé que es muy fuerte, ¿sabe?, tiene una fuerza extraordinaria, no ha dejado de alentarnos durante toda la intervención. Nos mirabamos unos a otros, parecía como si quisiera terminar pronto. Ha hablado mucho Isabella y cada una de sus palabras, nos ha dejado muy claro que no le faltará voluntad para conseguir lo que desee. 

Bella lo escuchaba sin perder detalle. El rostro de ese hombre gentil, maduro pero no anciano, le hacia recuperar algo de tranquilidad. 

Tomó su pulso y preguntó. 

_ ¿Siente algún dolor? 

_ Me duele un poco la cabeza y me encuentro algo cansada. 

_ Eso es normal, ahora daré las instrucciones necesarias para que le dispensen algún sedante, pero no demasiado fuerte. Necesito que descanse pero no que estés permanentemente dormida. 

Se dirigió a todos los presentes y les aconsejó algunas pautas para no provocar un exceso de cansancio sobre Bella. 

Con la mirada fue recorriendo todos y cada uno de los rostros que la miraban a su vez en espera ¿de qué?. 

Edward se acercó hasta ella y la incorporó añadiendo una almohada a la que ya tenía. 

_ ¿Mejor así? 

_ Sí, gracias. 

Quiso pronunciar su nombre pero no lo recordaba. 

_ Edward, soy Edward. 

Sintió deseos de decir tu esposo, tu amante, tu compañero, tu mitad. Hubiera podido expresarle en esos momentos todo lo que la amaba, todo lo que la necesitaba, pero apretó su mandíbula para guardar silencio. 

Repitió 

_ Gracias Edward. 

Lo repitió como queriendo retenerlo, mirandolo a los ojos entre extrañada, curiosa, avergonzada, pequeña. Si ese era su esposo ¿cómo podía no recordarlo?, y si no lo recordaba ¿por qué le intimidaba su mirada? 

Miles de preguntas se sucedían una tras otra sin apenas entenderlas y mucho menos encontrar respuestas. 

No sabía quien era, a quien o donde pertenecía, qué había sido de su vida, cuales eran sus sueños, ni tan siquiera llegaba a comprender exactamente de qué la habían operado. 

Agarró su mano izquierda recogiendola con la derecha y estrechó sus manos una contra otra y fue entonces cuando al roce notó algo en sus dedos. 

Dos preciosas alianzas se ceñían sobre uno de ellos. Miró rapidamente la mano de Edward y vió la semejanza con una de ellas y volvió la vista a sus ojos. 

Era extraño no recordarlo y sin embargo encontrar algunas respuestas en sus ojos. Sentía al mismo tiempo su ternura, su calidez y su deseo de protegerla. 

Como pudo, intentando que solo él pudiera escucharla y bajando la vista hasta sus manos pidió muy bajito. 

_ No me dejes sola. 

Solo esa frase, cuatro palabras que devolvieron a Edward las fuerzas necesarias para arrasar sus miedos. Se acercó a su oído y como regalo de quien entrega pero mucho más que quien recibe, con voz temblorosa y habiendo recuperado la mitad de su alma contestó. 

_ Jamás princesa, jamás. 





Nota: 

Anaitantitos, lo prometido es deuda nena y estas cuantas frases, no dudes que sentidas desde muy dentro, a veces consentidas otras salidas sin contención, en un impulso, son para tí. 



“Cajones en el alma” 

Esos lugares que preferimos creer que no existen, fingir que no son nuestros, y así.... poder desentendernos de ellos. 

Lugares que están llenos de todo y nada a la vez... en los que a veces no les encontramos utilidad. 

Lugares a los que uno entra con miedo, como si algo pudiera arañarle o morder. 

Todos tenemos de esos cajones en los que guardamos las cosas que ya no usamos, cosas que ya no nos sirven... pero que por alguna razón no somos capaces de tirar. 

Cajones de desquicio porque no sabríamos por donde empezar a ordenarlos, por eso siempre es más fácil cerrarlos. 

Cuando en un alarde de valor uno se decide a poner orden, se sorprende asi mismo casi espiando en la vida de otro. Encontramos cosas que no recordamos, ni siquiera sabemos como llegaron hasta allí. Cosas que desgraciadamente sí sabemos porque están escondidas. Normalmente cuando eso ocurre, cerramos inmediatamente, antes de que la alergia al polvo o a los recuerdos nos afecte demasiado. Es preferible seguir sin tener espacio para memorizar. 

Podríamos preguntarnos cuantos de estos cajones revueltos tenemos en el alma. Cuantos cerramos por no recordar, por no encontrarnos con verdades que no dijimos, por sueños por lo que no luchamos, por personas a las que no les dimos una oportunidad. 

Esos cajones se van llenando de rencores, de errores, de miedos, de desengaños, de nostalgias, de ausencias, de lágrimas. 

Pero las que de verdad pesan son aquellas cosas que llegamos a guardar hasta con etiqueta. Momentos en los que tenemos mucha ilusión y no llegan a producirse jamás,momentos que ni tan siquiera consideramos reales. 

Palabras que nos tragamos después de haber incluso ensayado delante del espejo, impulsos que controlamos respirando hondo, miradas que desviamos, disculpas que sobreentendemos, sentimientos ocultos por miedo a ser vulnerables. 

Nos engañamos, nos decimos que mañana arreglaremos ese cajon, que seguro que encontramos un tiempo para hacerlo, pero nunca es lo suficientemente perfecto para nosotros. 

Hay que echarle “cajones”, hacerse con un buen ambientador y un hermoso plumero y ordenarlos. 

Olvidar y tirar las cosas que ya no sirven, quitar etiquetas, sonreir con los recuerdos que aunque pasados, fueron buenos, dejar espacio para los nuevos, hacerse de muchas cosas pequeñas y ligeras, porque estás son las que normalmente nos rodean y apenas percibimos y las que siempre nos alegran el corazón. 

Anitina. 





domingo, 20 de noviembre de 2011

CAPITULO 29 “No me olvides nunca”


Este capítulo es muy especial para mí porque quisiera dedicarselo a una mamá y a una personita que crece dentro de ella, si Nenita es para tí, a la que tiento cada mañana hablando de comidas y genero antojos de profiteroles, me siento culpable cielo, muy culpable, pero hablar contigo siempre es tan dulce. Leelo bajito, hay contenidos no aptos para el bebé. 



… 

_ ¿Qué hace ese personaje aquí, en esta casa? 

_Sr.Cullem yo pensé que debería llamar al médico, la señorita Swan... 

Edward se detuvo y lo pensó. Era cierto, Lyonel no había hecho nada más que lo que debía y sin instrucciones, atento y presto cuando había visto a Bella, pero James no la tocaría jamás, no la expondría a sus garras ni por un instante. 

_ Edward ¿qué ocurre? 

_ Espera princesa. 

_ Lyonel, acompaña al Señor Scott a mi despacho. 

_ Ya está en él señor. 

_ Bien no quiero que te extrañes de nada de lo que veas o escuches a partir de este momento Lyonel, luego habrá tiempo de explicaciones. Alice es el momento de tu entrada en escena. 

_ Creo que se por donde vas Edward. 

_ Pues ¿a qué estás esperando?. 

_ ¿Puede alguien explicarme que ocurre y qué es lo que teneis en mente? 

_ Petter James no tocará a Bella, ni tan siquiera la verá, será Alice la que finja haber sufrido un desmayo. Cuando se marche llevaremos a Bella al hospital o llamaremos al doctor Oreggiani para contarle lo sucedido. No hay tiempo que perder. Princesa Lyonel se quedará contigo,mientras atendemos y fingimos esta parodia. No tardaremos mucho te lo prometo. 

_ ¿ Estás seguro?, quizás fuese mejor que nos conocieramos, que pudieramos verlo, tener acceso a sus gestos, a sus reacciones. 

_ ¡Isabella! 

Esta vez grito su nombre con los dientes apretados. 

_ No atravesará esa puerta aunque el cielo se una con la tierra, ¿entendido?, no estoy bromeando, ni hay cabida para los chantajes. Ahora yo doy las órdenes, no se acercará a ti en ninguna proporción de medida conocida. 

Se dió la vuelta dirigiendose hacia su padre. 

_ Petter vete al dormitorio de Alice, yo atenderé y acompañaré a James hasta vosotros. Dile a Alice que espero de ella la mejor actuación de la historia de las debutantes. 

Sus pasos pesaban, solo de imaginar en su mente que James hubiera podido atender a Bella, la misma persona sospechosa hasta ese momento de haber preparado esa dósis letal para Bella. Respiró profundo, tendría que aprender de su mujer a controlar sus emociones, a conocer a sus enemigos. 

Otra cuestión lo mantenía angustiado, todo el tiempo que mantuvieran el engaño en esas horas de madrugada, sería retraso para atender a Bella. 

Pasó las menos por su cabello consiguiendo solo enmarañarlo. Un solo pensamiento en su cabeza Bella. Demasiada presión para disimular. 

Pero es impensable como un enemigo se engrandece en la adversidad y cuando lo vió al fondo de su despacho mirando su reloj, pensó que el tiempo era tan importante para James como para él. 

_ James, buenas noches, disculpa que hayas sido avisado a estas horas, creo que Lyonel se ha extralimitado al verme y solo hizo lo que pensó era lo adecuado. 

_ Tu dirás Edward ¿qué ha ocurrido? 

_ Alice ha sufrido un desmayo,y hemos tenido suerte de poder percibirlo. 

_ En ese caso ¿a qué esperamos?. No importa la hora Edward, soy médico, ¿lo has olvidado? 

No Edward no lo había olvidado, muy al contrario, ese había sido el motivo inicial por el que no llegaba a comprender como podía estar metido en ese juego peligroso, cuyo camino solo podría conducirlo a no tener conciencia. 

Se dirigieron con rapidez hacia el dormitorio de Alice, donde ésta posaba dentro de la cama con los ojos cerrados y los brazos laxos. 

_ Alice, soy James. 

Alice abrió los ojos lentamente, como una muñeca, dejando salir de sus pulmones un pequeño suspiro entrecortado y sedoso, para volver a cerrar los ojos. 

_ Alice, sé que ahora estarás cansada, suele ocurrir después de una perdida de conciencia, pero necesito tu colaboración. 

Mientras que hablaba fue tocando su frente y tomando su pulso con sus dedos. 

Alice volvió a abrir los ojos, esta vez un poco menos somnolienta. 

_ James todo se quedó sin luz y las voces se iban alejando. 

_ Bien por lo que me describes no parece nada importante. ¿Desde cuando no comes Alice?. 

_ Desde el desayuno, he estado ocupada todo el día. 

_ ¿Y qué es eso que te tenía tan concentrada que no te ha dejado pensar en la comida, ni en la cena?. 

La interpretación de Alice tomaba su punto más álgido. 

_ James estaba de compras, no podía perder tiempo. 

Lo dijo en voz baja y palabras entrecortadas. 

James sonrió dirigiendo la mirada hacia Edward que no perdía detalle de aquella maravillosa secuencia de imagenes y palabras de esa actriz merecedora de un oscar. 

_ Bien Edward por lo que puedo observar su día ha sido agotador, y está exhausta. Su pulso es regular, más bien algo acelerado, normal después de lo sucedido, su cuerpo mantiene una temperatura natural y no hay rastro de sudor ni de constantes que deban llevarnos a pensar en algo más que cansancio. Creo Alice que deberías tomarte estos días con algo más de relajación, las tiendas no irán a ninguna parte. 

Alice cerró los ojos fingiendo un cansancio extremo. 

_ Bien voy a tomar su tensión arterial, no creo que haya ninguna alteración significativa pero lo haré por precaución. 

Mientras que disponía el manguito sobre su brazo, preguntó. 

_ ¿Cuando debes ponerte con el período Alice? 

Esta no supo como pudo disimular los deseos de darle un bofeton. ¿Quien se habría creído este innombrable que deseaba mal a su familia y sus seres queridos para preguntar?. Controló sus deseos de golpearlo y volvió a su maravillosa interpretación, no sin antes llevarse la mano liberada sobre su frente y gesticular como en un esfuerzo por recordar. 

Cada movimiento estudiado lento y dilatado. 

_ Llegará la semana próxima James, ¿es eso notable? 

_ Puede serlo Alice, sobre todo si pensamos que estás agotada y podrías estar pasando tu ovulación, pero nada que merezca verdaderamente un estudio detallado. Ahora no hables y relajate. 

Fue viendo el marcador de su tensiometro, ningún dato fuera de lo normal, todo parecía correcto. 

_ Todo está bien. ¿Has tenido alguna molestía, dolor, o sensación fuera de lo común en estos últimos días?. 

Edward miraba su reloj con insistencia, demasiado tiempo duraba aquella escena, esperaba fervientemente que no hubiera entreactos, su mujer aunque atendida sin duda alguna por Lyonel le necesitaría, seguro que le necesitaría. 

Y ocurrió lo impensable. 

Una preciosa Bella envuelta en un camisón sofisticado y una sedosa bata a juego semitransparente, con su pelo suelto y su piel ligeramente maquillada, hacia acto de presencia en la habitación. ¿Quién había dicho que ella no participaría en esa obra?. Los guerreros acuden al combate. Lyonel acudía detrás de ella, sin dejar de mirar a su señor, portando en las manos una bandeja con una infusión caliente. 

Edward controló su ira cerrando sus manos en puños. Su princesa se había ganado el más grande de todos sus castigos por desobedecerle. Bastó una mirada cálida, de piedad, de petición y permiso, para rendir sus pensamientos y su enfado a esa valiente mujer, que sin duda alguna ya era el centro de su mundo. 

_ Perdonar el retraso, pero quería prepararte algo caliente Alice, creo que te vendrá bien. 

James se levantó de la cama para observar por primera vez de cerca a esa mujer que parecía una diosa del Olimpo. Serena, segura, preciosa, perfecta. Sus ojos recorrieron todo su cuerpo con una atención demoledora. 

Bella dirigió la vista hacia James con curiosidad, quería conocer que había detrás de todo ese plan, quienes eran, que es lo que pretendían sin conocerla, por qué a ella. 

Las preguntas como disparos dados a ciegas se sucedieron entre sus miradas. 

_ Tu debes ser Isabella. 

_ Lo soy, y usted por lo que supongo es el médico de la familia. 

Lo dijo orgullosa de considerarse parte de ella. 

Interrumpió sus miradas para acercarse hasta la cama de Alice, tomar la taza de la bandeja sostenerla mientras ella lo tomaba a sorbos pequeños. Sintió sus piernas flaquear y se sentó a la orilla de la cama cruzando sus manos sobre su regazo para que éstas no temblaran. 

Edward no perdía detalle de sus movimientos y supo en cada momento que Bella no se encontraba totalmente recuperada para actuar y sin pensarlo inició la estrategia final. 

_ Espero James que no haya sido demasiado molestia, ya sabes que siempre contamos contigo para estas cosas. 

_ No te preocupes, si te digo la verdad, (lo dijo mirando nuevamente a Bella detenidamente), ha sido un verdadero placer volver a veros. 

Y enseguida completó la frase para no ser descortes y sonar atrevido. 

_ Sabes que podeis contar conmigo para cualquier cosa Edward,no solo soy médico e inversor, en mi teneis un amigo. 

Entre las miradas que James había dirigido a Bella y las palabras que había pronunciado un Petter callado y concentrado en las escenas dió un paso hacia el frente señalando como concluída la visita. 

_Creo James que será mejor que nos retiremos y dejemos a Alice descansar en compañía de Bella. Si es cansancio lo que diagnosticas nada mejor que un buen sueño y reposo para solucionarlo. 

_ Eso será lo adecuado. Alice, puedo asegurarte que todo parece haber sido solo un aviso de tu falta de tiempo para alimentarte, el cuerpo tiende inteligentemente sus alarmas para que no nos descuidemos en nuestras obligaciones con él. No obstante si en los próximos días tuvieras otro episodio parecido, o te sintieras sin fuerzas, con cansancio o agotamiento, pasate por la consulta y realizaremos las pruebas necesarias. 

Extendió la mano hacia Bella para despedirse y Bella sin levantarse acercó la suya a la de éste, donde portaba su precioso anillo de compromiso. 

Orgullosa levantó la mirada para encontrarse con la de su enemigo, el juego había comenzado y ya no habría marcha atrás. 

Vió como James lo miraba fijamente y aprovechó la ocasión para indicarle con sus palabras que ella no perdía ningún detalle de sus gestos. 

_ Piensa bien, es un anillo de compromiso, no esperaba que se supiera tan rápidamente. ¿ Sería tan amable de guardar el secreto hasta que lo hagamos público?. 

Ahí estaba lanzada la primera piedra, ella sabía que James sería un mensajero voraz con Marlena y que si en algo conocía las estrategias de la guerra, solo estaba dando una baza a su enemigo para que moviera la siguiente ficha. 

_ Si es lo que desea Isabella, no seré yo el portador de tan grata noticia, creo que ese privilegio es sólo de Edward y suyo. 

_ No sabe cuanto se lo agradezco. Y ahora si nos disculpa creo que estamos todos interrumpiendo el descanso de Alice. 

Dicho ésto tomó la taza de las manos de Alice y la depositó sobre la mesilla, oyendo como se cerraban las puertas del dormitorio en compañía de un Lyonel extremadamente preocupado por el estado de Bella 

_ Señorita ésto me costará muy caro. 

_ Bella has estado genial, ¿cómo te encuentras? 

_ Bien Alice, muy bien, tú tampoco has estado nada mal. Quien me preocupa ahora es Edward, no creo que entienda cuales han sido mis motivos. 

_ Lyonel mire por favor si están ya en el despacho o si James se ha despedido ya, llevaré a Bella a su dormitorio. 



… 

Edward abrió la puerta para ver a una Bella tranquilla sentada delante de su tocador, intentando colocar su protector en la mano y después de cerrar la puerta, se acercó a grandes pasos hasta colocarse junto a ella. 

Tomó su mano entre las suyas, y sin mediar palabra alguna colocó con extremo cuidado el protector cerrandolo sin ninguna presión. 

_ ¿No piensas hablarme amor?, ese sería el peor de los castigos. Nunca me hubiera arriesgado si no me hubiera sentido lo suficientemente fuerte o protegida por tí. Mirame Edward. Todo ésto es por nosotros, no quiero guerreros en primera línea de fuego ocultandome. Todos juntos cariño,siempre. 

Enlazó sus dedos a los de Edward suavemente, como quien espera algo más que benevolencia. No te estoy pidiendo perdón, no podría. Solo pido tu comprensión y tu amor, y ahora lo necesito más que nunca. 

Si en la mente de Edward unos minutos antes se había iniciado una rebelión por la aparición de Bella en el dormitorio de Alice, la petición de su princesa en esos momentos, era más que suficiente para hacerle sucumbir. 

La levantó con cuidado y la tomó entre sus brazos para depositarla en la cama y se recostó a su lado mirandola de frente y tapandolos a ambos. 

Calor, su cuerpo necesitaba todo el calor posible, para apagar el frío que había sentido cuando la vió aparecer tan frágil y tan hermosa en la habitación de Alice. 

_ Oyeme nena, nunca te faltará mi amor, no se agotará jamás. 

Besó su frente con tanto cuidado que Bella solo notó posarse sus labios calidos y húmedos como en un sueño. Se estrechó entre sus brazos, estaba cansada,muy cansada. Los guerreros a aveces, también necesitan el reposo. 

Su cuerpo se dejó llevar por el acogedor latido del corazón de Edward,mientras que los dedos de éste peinaban sus pelo apartandolo de su rostro. 

_ Duerme nena, en una horas estaremos visitando al médico, necesito saber que te ocurre, que es lo que te ha alejado de mi durante un instante. Te he perdido Bella, te he perdido, no estabas conmigo, no estabas aquí, te habías ido. 

Su voz cada vez más ronca por la emoción y la desesperación formando un entramado complicado en su mente. 

_ Edward no me iré jamás y cuando creas que me he marchado más cerca de tí estaré. 

Depositó las yemas de sus dedos sobre los labios de Edward y notó como él las besaba. En sus labios notó su angustia su ansiedad y comprendió a la perfección lo que estaba sintiendo en cada centímetro de su piel, de su cuerpo de su corazón. 

Miró en el fondo de sus ojos, de su mundo, y lo que vió fue tan explícito que la dejó sin palabras. 

El tosco, fuerte, el animal en la intimidad, la fiera indomable, el conquistador, el poderoso, el ogro se habían ido y en su lugar solo había un hombre aferrado a los fantasmas del miedo y la incertidumbre. 

_ Te amo, te amo con todo lo que soy, con todo lo que tengo, con todo lo que vendrá. No tengas miedo nunca. 

Edward acercó su frente a la de Bella y se escondió por primera vez enredado en su pelo. 

Algo en su interior le decía que lo que estaba por llegar sería duro para los dos, más allá de las amenazas de Marlena, de los intereses económicos, de los conflictos familiares, del pasado. La prueba más grande estaba por llegar, podía sentirlo, podía olerlo. Nunca nada le había sido regalado, nada en su vida había sido tan hermoso como lo que en ese momento abarcaban sus brazos. El no estaba destinado a poseer tanta felicidad. 

_Te amo nena, demasiado. Duerme amor, duerme. 



… 

Pero él no durmió, cada respiración de Bella un pensamiento asaltando su cabeza, imaginando, suponiendo, adelantado con ideas, queriendo desterrar miedos y generando otros nuevos. 

Nunca el amanecer tardó tanto en llegar, parecía estar perdiendo el tiempo entretenido con la noche. 

Apenas que asomaron los primeros rayos de luz por la ventana de su dormitorio, acomodó a una Bella completamente dormida, para prepararse para el día que había llegado. 

Como quien presiente que nada bueno está por suceder, sus movimientos rápidos hicieron el trabajo y en poco tiempo estuvo aseado y vestido. 

Sin hacer demasiado ruído se dirigió para dar las instrucciones a Lyonel. Bella desayunaría en la cama mientras él comenzaba a hacer algunas llamadas. 

… 

_ Doctor Oreggiani soy Edward Cullem. Atendió a Isabella Swan hace unos días en urgencias y.... 

_ Lo recuerdo señor Cullem. ¿En qué puedo ayudarle? 

Explicó detalladamete lo sucedido horas antes y consiguió toda la atención que telefónicamente el doctor Oregianni podía prestarle, así como obtuvo una cita en algo más de una hora en el hospital. 

Presto, rápido, felino no había tiempo que perder, algo se lo decía en su interior. Bella no estaba bien, su princesa no era la misma, podía notarlo en la frialdad de su piel, en el brillo de sus ojos, hasta en su respiración que parecía agotarse,marcharse donde él no podía llegar. 



… 

Las pruebas se sucedieron durante horas, exhaustivas, lentas, minuciosas. La espera lo estaba volviendo loco. Solo podía estar apenas unos minutos con ella mientras que la preparaban para la siguiente. La mirada de Bella era tranquila,como quien confia que nada podrá arrebatarle lo que posee. ¿Cómo era posible tanta fortaleza? 

_ Edward confia en ella, es fuerte, y su voluntad puede mover montañas. 

_ Lo sé Emmet, pero soy tan egoista que ahora pienso más en mí, en no tenerla, en no poder estar siempre a su lado, porque eso sería insoportable para mí. No hay mundo donde fuese, que estuviera fuera de mi alcance. ¿Entiendes eso Emmet?. 

Solo agachó la cabeza, comprendía y aceptaba su angustía, ¿qué se puede decir o qué palabras se utilizan ante la desesperación compartida? 

Alice se acercó a ellos intentando descargar el ambiente. Comenzó a golpear el suelo con la puntera de sus zapatos, al mismo tiempo que sus brazos se arqueaban en jarras. 

_ Quisiera saber donde está la valentía de esos hombres protectores, no puedo pensar ni por un momento que pensaría Bella si os viera ahora mismo a los dos. Esa mujer que está ahí dentro es capaz de atravesar mundos por nosotros, (miró a Edward y le presionó el pecho con un dedo). Tú, tú no debería temer nada al lado de una mujer así, tu mujer ¿estas escuchando?. La misma que ha conseguido con una sola mirada deshacer tu pasado, alegrar tu presente y querer compartir tu futuro. 

Las palabras de Alice iban introduciendose entre sus ideas entrelazandose a ellas para conseguir algo de claridad entre tanta oscuridad. 

Pero Alice siguió. 

_ No espero nada extraordinario de vosotros, pero si que demostreis lo mejor que teneís, es uno de esos momentos en que cada uno de nosotros, se viste con sus mejores galas, se arma con sus más grandes armas y pelea como nunca lo volverá a hacer. 

Edward la miró detenidamente, sin duda alguna su hermana había aprendido de su princesa más de una lección. Bella iba dejando huellas preciosas en cada persona que conocía, los instruía de una nueva forma de ver la vida. El gran regalo que le había sido entregado, ese tesoro tan valioso para él, era al mismo tiempo muy importante para sus demás seres queridos. 

La puerta de la consulta se abrió en esos momentos. Hora de la verdad, hora de enfrentarse a todo, hora de demostrar su amor más que nunca. Sonrió suavemente, eso era imposible, no habría día que su amor fuera mayor, siempre habría un día siguiente. 

La vió sentada, con sus manos entrelazadas sobre su regazo y sus ojos buscandolo. 

Una leve sonrisa se dibujó en su rostro al encontrar los ojos de Edward, todo estaba bien si él estaba a su lado. 

Edward se sentó a su lado con una sonrisa minimamente ladeada, se veía tan pequeña, tan vulnerable en esos momentos, nadie podía conocerla como él. Su pequeña princesa ahora era una diminuta hada de las que habitan en el bosque, alguien que solo él era capaz de percibir de ver entre el resto de todos los demás elementos. 

_ Bueno han concluído las pruebas y ya tengo los resultados. Me he permitido la libertad de avisar al neurocirujano para que esté presente y pueda informarles más detalladamente de cual es su estado Bella, así de lo que sería conveniente, no no es esa la palabra, necesario y urgente sería más preciso, que llevaramos a cabo. 

¿De qué estaba hablando?, ¿neurocirujano?, ¿necesario y urgente?. Su mente se bloqueó hasta el punto de no saber ni donde se encontraba. Miraba la cara de su preciosa mujer inalterable, tan tranquila que parecía estar viendo escenas de otra vida. 

_ Isabella ¿me ha entendido?. 

_ Creo que sí doctor, sino estoy equivocada necesito una intervención quirurgica rápidamente. Lo he escuchado hace unos momentos hablar con el especialista. 

_ ¿Alguien puede explicarme excactamente lo que está ocurriendo?. 

_ Edward no te impacientes, no puedo en estos momentos estar pendiente de tí cariño, me cuesta trabajo mantenerme a mí misma, escuchalos atentamente no es tan terrible, no pasa nada que no podamos superar juntos. Ahora te tengo, no hubiera sido posible pasar todo ésto sin tí. Mirame, mirame Edward. 

Como una letanía en días de cuaresma, como una penitencia imposible de incumplir, como una creencia viva y duradera pronuncio esas palabras mágicas para ella, esas de donde siempre sacaría fuerzas. 

_ Ahora y siempre, todo, en cualquier parte Edward. 

Estrechó las manos de su princesa, nada excepto la confianza que ella le otorgaba hacia menos angosto el camino que tendrían que recorrer. ¿Quien era él para dudar de la fuerza de Bella?. Siempre se repetía lo mismo, pero pensó una vez más que no volvería a verla tan hermosa como la vió en esos momentos. Tanta fuerza, tanta seguridad envolviendo tanta indertidumbre. 

Oyó la puerta de la consulta abrirse y dirigirse a ellos a un hombre algo mayor, acercarse hasta Bella, inclinarse hasta estar a su altura y hablarle lento. 

_ Poco más de lo que has escuchado me queda por decirte pequeña. Será larga y complicada la intervención, pero ¿sabes?, he hecho muchas. Tu confianza en mí y tu valor son un gran incentivo para mi. Ya sabes todo lo que hemos hablado, todo lo que importa estará siempre en tí. No podemos esperar mucho más tiempo, deberías estar esta misma noche ingresada, necesitamos estabilizarte y terminar de realizar las pruebas necesarias para que todo salga según lo esperado. 

Bella asintió con la cabeza lentamente. 

_ ¿Necesitas saber algo más?. ¿Tienes alguna duda?. 

_ No , gracias por todo, ha sido tan amable conmigo. 

Se acercó a su mejilla y depositó un suave beso sobre la misma. 

_ Quizás si me diera prisa podría hacer todo lo que necesito, creame es mucho. 

_ No lo dudo pequeña, pero es muy temprano y hay muchas horas hasta la noche, tomatelo con calma. 

_ Si a ninguno de los dos le supusiera un gran esfuerzo ¿podrían aclararme la situación? 

_ Lo habríamos hecho de no ser porque su preciosa futura esposa nos ha pedido que la dejemos a ella ser quien lo haga. Creame señor Cullem, es usted poseedor de algo increíblemente valioso, cuidelo siempre. 

La miró con los ojos de quien pide a gritos conocer la verdad, con los ojos de quien quisiera ir por delante, muy por delante del tiempo, con los ojos de quien quiere escapar sin huir. 

_ Les dejaremos solos unos minutos para que puedan hablar tranquilamente sin ser molestados. No tenga prisa Isabella, utilice todo el tiempo que crea necesario. Es muy posible que a él le cueste más entender que a usted misma. 



… 

No daba crédito a las palabras de Bella. Habían salido del hospital y en el camino de vuelta a casa todo era más complicado de entender. 

En las pruebas realizadas habían encontrado una pequeña malformación cerebral. ¿Comó algo tan pequeño, algo de tanto tiempo, podía cambiar el curso de sus vidas?. 

Una intervención quirurjica sería suficiente para corregirla, pero las consecuencias podrían ser devastadoras para ambos. “Pérdida de memoria”, se repetía en su cabeza como los compases permanentes sobre los que se soporta una endiablada melodía. Inmobilización parcial y temporal de sus extremidades. 

Un nudo inmenso e invisible, pero tan real como el aire que le permitía respirar se anidó en su garganta, estrechando las paredes de su corazón. 

_ Edward no voy a marcharme, no voy a perderte, no es tan grave cariño, si lo piensas con algo de ironía, tendrás que volver a conquistarme. 

Le sonrió de una manera dulce y seductora a la vez, escondiendo y disimulando los nervios que la perseguían. 

_ Edward no tengo miedo por mí,no estoy asustada por lo que pueda sucederme, solo... solo.. 

_ Dime amor mío. 

No supo como pudo articular las palabras. 

_ ¿Dejarás de amarme cuando no te recuerde? 

_ Eso no ocurrirá jamás, grabatelo en esa parte de tu cabeza que aún anda bien, nunca dejaré de amarte. No importa cuantas veces tenga que conquistarte, perseguirte o acorralarte. No importa donde suceda, si en esta vida o en las próximas, siempre seré tuyo. 

La estrechó entre sus brazos haciendo una hermosa guarida entre ellos para acunarla, su princesa se encontraba segura entre ellos, y él siempre los tendría abiertos para ella. 



…. 

_ ¿Cúanto tiempo hace que se ha marchado con Emmet? 

_ Edward es la tercera vez que lo preguntas, dos horas y 10 minutos. 

_ No entiendo por qué no quiso que yo la acompañara. 

_ Sabe que tu estado de ánimos no es lo mejor para los dos ahora. Necesita sacar fuerzas de donde le quedan solo para ella. ¿Te has visto?, das miedo. No puede remontar esta situación si además tiene que cuidadarte, convencerte que todo saldrá bien. 

_ No tienes ni idea de lo que estoy sintiendo. 

_ ¿Eso crees?. Hijo no hay que ser muy inteligente para ver lo que es más que evidente, como la miras, como la cuidas, como vives por y para ella, como sueñas con una vida que solo sea de los dos. Nada es ahora solo tuyo, has pasado a no tener nada propio y entregar lo mejor de tí, lo único verdaderamente importante. Si eso no está no eres nada. 

Miró a su padre, mucho tuvo que amar a Esme para poder describirlo de esa manera. Cualquier motivo que hubiera llevado a Petter a soportar tanto sufrimiento acababa de entenderlo en ese momento. 

_ Edward Bella es una gran mujer, no creas que vas a escaparte facilmente de sus cadenas, de sus redes o de cualquier arte que utilicen las mujeres. 

_ En Bella no son cadenas padre, ni redes como las llamas, con ella es amor, es magia. 

No podría soportar su ausencia, no en esos momentos en los que la memoria te juega malas pasadas. “La memoria”, era casi una ironía. Su princesa lo olvidaría en pocos días, no recordaría sus besos, ni sus caricias, ni las promesas. En cambio él lo recordaría todo. La vería suya sin poder tomarla, la desearía más allá de lo inexplicable, y tendría que esperar a reconquistarla. ¿Y si nunca pudiera conseguirlo?. ¿Y si ella no volviera a amarlo? 







NOTA: 
Mi preciosa Loly ojos transparentes como las aguas que veo desde mi casa, espero que estas pocas palabras te digan muchas cosas de mí. 



MUROS 

La vida está llena de ellos... 

Unos siempre han estado ahí... otros, sin embargo, somos nosotros mismos quienes los levantamos... 

En algún momento hay que decidirse...los muros no mantienen a los demás fuera, sino a uno mismo dentro. La vida en ocasiones es un caos, y ese exodo, solo lo sufrimos nosotros mismos. 

Podemos pasarnos la vida levantando muros o podemos saltarlos. 

Hay muros demasiado peligrosos para cruzarlos. 

Lo único que sé, es que si finalmente te aventuras a cruzarlos, las vistas al otro lado pueden ser fantásticas.